“La Salud es Nuestro Estado Natural…”


Nuestro organismo cuenta con un mecanismo de AUTOCURACIÓN para que en el momento adecuado se produzcan las dosis del “antibiótico” preciso, “el inmunomodulador, el antidepresivo, el analgésico” o cualquier sustancia o tejido que se requiera, para llegar a la sanación de manera natural.

Nacemos con este mecanismo de Autocuración, sin embargo, creemos que lo normal para el cuerpo es la enfermedad, que el deterioro corporal y la pérdida de nuestra calidad de vida es natural, que la pérdida de eficiencia en nuestras funciones corporales es algo lógico. Éste es nuestro programa infalible, hemos asumido que cada día que vivimos, nos encaminamos hacia la enfermedad y la muerte. De esta forma, la mente cree y el cuerpo actúa porque la relación Mente-Cuerpo es fundamental en el proceso de Autocuración y… de enfermedad.


Se nos ha enseñado que el sistema de defensa y curación del cuerpo está vinculado al sistema inmunológico con sus linfocitos y anticuerpos, pero el repertorio de mecanismos curativos del cuerpo no se queda ahí. Disponemos de un incalculable arsenal terapéutico interno. Cada célula, cada órgano y cada aparato de nuestro cuerpo se coordinan con el resto de células y sistemas en un todo integrado y armónico. Nuestra farmacopea interna se compone de sustancias de mantenimiento, autodefensa y regeneración: hormonas y enzimas que intervienen en las numerosas reacciones bioquímicas del metabolismo (acelerando o retardando procesos), neurotransmisores que conectan el sistema nervioso con el aparato locomotor y con el sistema hormonal y un sinfín de otras sustancias cada una con su cometido preciso. La piel y las mucosas no sólo son barreras físicas protectoras, producen muchas sustancias curativas, lo mismo que la sangre y otros fluidos corporales.

Tenemos anti-inflamatorios, como los corticoides, producidos en las glándulas suprarrenales, calmantes, como las endorfinas del cerebro, antibióticos como la transferrina de la sangre (que transporta hierro), la lisozima (saliva) y la demicidina (sudor), cicatrizantes, como diversas proteínas de la piel, y la saliva, antihemorrágicos como el fibrinógeno (sangre), antisépticos, como ácido clorhídrico (estómago), y el PH ácido de la orina. Contamos además con antioxidantes, como la enzima catalasa y el ácido úrico, estimulantes cardiacos, como la adrenalina, filtros solares, como la melanina (piel), hormonas que suben la glucosa como el glucagón, y otras que la bajan, como la insulina, laxantes como los ácidos de la bilis, vasodilatadores, como el óxido nítrico, para hacer llegar más sangre a un tejido, y un sinfín de otras sustancias por hoy desconocidas.


Estamos programados para creer que enfermar tiene que ver con el paso de la edad, que las gripes y los catarros se pegan, que existen enfermedades incurables…

Sin embargo, cualquier evento de desequilibrio corporal, está escrito en tu cuerpo. Todo lo que te haya ocurrido y todo lo que hayas escuchado de uno a siete años está registrado en tu cuerpo, y él ha aprendido a cumplir con la programación que le ha sido suministrada. Esa programación fue inconsciente, dictada por creencias y supuestos de los que difícilmente teníamos conciencia. Lo aprendimos, pero ese montón de programaciones y creencias es prestado e innecesario para la vida. No nos sirve en este nuevo paradigma, porque lo que creemos creamos y no hay límites para la energía, la información y la inteligencia concentradas en la existencia de una persona.

Estar sanos es nuestro estado natural. Nuestro cuerpo se regenera constantemente y tiende siempre hacia la salud completa. Son nuestros hábitos, pensamientos y emociones sostenidas en el tiempo las que nos debilitan y hacen  que enfermemos.

Los pensamientos que tenemos a lo largo del día y las emociones que se generan en nosotros un día tras otro afectan enormemente a nuestra salud. Nuestro cuerpo reacciona ante lo que se produce en nuestro interior, y cuando este hecho es sostenido en el tiempo empieza a aparecer la enfermedad. Por eso la enfermedad es el primer paso a la sanación, si la entendemos y nos atendemos. Ella nos habla, nos está diciendo que hay algo que cambiar. Todos nuestros problemas internos se muestran para ser sanados y sólo afrontándolos podemos tener  una mente y un cuerpo sano.


Acallar los síntomas, poner un parche, tirar balones fuera NO es la mejor manera de afrontar lo que nos ocurre, porque la causa está detrás y permanece oculta mientras no nos escuchemos. Si no descubrimos la causa real y primordial de la enfermedad y cambiamos eso que tenemos que cambiar en nosotros, ésta aparecerá una y otra vez en la misma o en otras múltiples versiones. No es que hoy tengo una cosa y mañana otra. La circunstancia cambia pero la causa es la misma. Como podemos entender con la lectura del libro "La enfermedad como camino", la enfermedad es eso, una puerta hacia el reencuentro y la sanación, un camino de experiencia y aprendizaje.

“El cuerpo es un río de átomos, la mente es un río de pensamientos, y lo que los une es un río de inteligencia. En el preciso instante que pensamos “estoy feliz” un mensajero químico traduce nuestras emociones. Todas las células del cuerpo entienden nuestro deseo de felicidad y se suman a él. El hecho de que podamos hablar instantáneamente con 50 mil millones de células en su propio lenguaje, resulta tan inexplicable como el momento en que la naturaleza creó al primer fotón a partir del espacio vacío. Los neurotransmisores son la expresión material más fina de la inteligencia que puede producir el cerebro”.

Deepak Chopra

Sin embargo, no se trata de querer ser feliz o de serlo, tal como creemos entender la felicidad, se trata de SER sin más, de ir al centro para fluir con el río de la vida, porque fluir nos llena de paz y nos conduce al conocimiento profundo de que somos la vida.




Lucía Madrigal