Edulcorantes Saludables


No nos gusta descartar los sabores dulces de nuestra dieta. Sin embargo, deberíamos saber que el requerimiento de sabores dulces es un síntoma de  que el organismo está sobrecargado. Esto es así, porque nuestro cuerpo demanda energía rápida, cosa que no ocurre cuando hemos depurado y el organismo tiene vía libre para gestionar la energía que necesita, cuando la necesita. En cualquier caso, si quieres sabores dulces:


El mejor edulcorante es la estevia. Ésta es una planta originaria de paraguay  que endulza 300 veces más que el azúcar y tiene  cero calorías. Además, tiene propiedades muy valiosas para controlar el azúcar en sangre, es antiinflamatoria y mejora el sistema inmune. En algunos estudios se muestra útil para inhibir el cáncer, tratar la diabetes y la hipertensión. La única excepción que yo pondría a esta maravillosa planta es, precisamente eso, que es muy dulce. Como estamos buscando un edulcorante, a nuestro cerebro le llega entonces, este mensaje confuso de ¡Azúcar!, cuando la estevia, aunque tiene sus propiedades nutricionales,  no tiene calorías, ni índice glucémico. ¡No hay azúcar! Para evitar este engaño al cuerpo, es recomendable acompañarla de hidratos de carbono y siempre tomar ambas cosas con moderación.

El dulce sólo es un sabor de entre los muchos que nos da la naturaleza, y sería más lógico disfrutar de la estevia y de todo lo que nos ofrece como planta curativa, sin  identificarla con los edulcorantes. Pero endulza.

Los compuestos anticancerígenos presentes en la estevia son: el esteviósido, rebaudiósido A y el steviolisosteviol.

La mejor forma de consumirla, según mi criterio, es en planta. Se añade  a cualquier  infusión y le da un sabor dulce muy agradable, con cierto toque a regaliz. Lo ideal es tomar dos infusiones al día, ya que se trata de una planta curativa, no sólo de un endulzante. También, y es aún mejor, podemos comer las hojas de la planta fresca, porque en ellas están concentrados todos sus compuestos anticancerígenos. Basta con masticar de tres a cuatro hojas frescas al día.

El extracto líquido integral, conserva los principios activos de la hierba, que es antiácida, antibacteriana bucal, cardiotónica, diurética, sedante suave, digestiva, mejoradora del metabolismo, hipoglucemiante, antimicótica, e hipotensora.


El sirope de Agave. Aunque últimamente las informaciones son un poco contradictorias, el agave tiene un índice glucémico bajo y un alto contenido en antioxidantes. Es el extracto de la savia de un cactus con el que se elabora también el tequila. El problema del agave es que se ha masificado su consumo y se habla de excesiva refinación y calentamiento en el procesado, con lo que habría perdido su valor nutricional y se habría alterado su índice glucémico. Como las informaciones no son precisas, la única recomendación que puedo hacer es la de leer bien la etiquetas y optar por los preparados de producción ecológica.

Otros edulcorantes con bajo índice glucémico son: el sirope de yacón, La miel de acacia, el azúcar de coco, los albaricoques secos y los siropes de frutas.


La miel pura y cruda es también un buen endulzante. Se trata además de un endulzante natural, sin procesos de refinación y sin conservantes. Por su composición equilibrada la miel resulta de muy fácil asimilación y aporta su gran riqueza nutricional al organismo.

Recuerda: Tiene que ser miel pura y cruda, para que conserve todas sus propiedades y enzimas.


La harina de algarroba es otro endulzante que podemos utilizar. Su índice glucémico es también bajo y aporta su sabor particular a chocolate dulce natural. Es también muy rica en nutrientes. De nuevo decimos que es muy importante que la algarroba haya sido secada de manera natural y que no hayan sido utilizadas altas temperaturas para su  extracción.


El Azúcar Mascabo es otra opción. Está extraído de la simple concentración de jugo de caña, cuyo residuo sólido es molido, dando lugar a un polvo grueso y pastoso. Además de endulzar, al no ser un producto refinado, este azúcar deja sabor a caña.

Recuerda: debe ser polvo grueso y pastoso y no tener cristales. 


El cacao amargo recién molido, la vainilla, el cardamomo, el jengibre, la canela y la ralladura de naranja y limón, aunque no son edulcorantes, ni propiamente sabores dulces, aportan otros sabores nuevos muy agradables. También se puede probar con semillas de anís o hinojo molido. Hay mezclas con estas especias que resultan muy buenas al paladar.

Las frutas, consumidas frescas, son la principal fuente de azúcares, pues además aportan minerales, enzimas y vitaminas. También tenemos la opción de las frutas secas, que deshidratadas y activadas concentran el sabor dulce y mantienen todas las propiedades de la fruta en origen.

Con estas opciones puedes saborear el dulce y  diferentes matices, que puede que aún no conozcas, sin problemas. Aún así, lo ideal es desintoxicarse para soltar la adicción, que desde muy pequeños hemos creado y tomar cosas dulces con moderación. De esta forma, no alteramos nuestra glucosa en sangre ni nuestro equilibrio ácido/ alcalino.


Es importante preservar la salud de nuestro cuerpo.


Lucía Madrigal               



Edulcorantes Artificiales


A muchísimas personas les encanta el dulce, desde pequeños nos hemos acostumbrado a saborearlo y además, lo identificamos con el premio o los postres, que eran lo mejor de la comida. De niños, aprendimos a asociar lo dulce a lo bueno. Las mejores meriendas, las comida de los domingos, las grandes comidas familiares, los regalos, las chuches… y ahora somos golosos, lo que, simplemente significa que tenemos una adicción.


El azúcar está por todos lados, y no nos preocupa demasiado si nuestros hijos lo toman o no, porque a nosotros nos encanta, y aunque se come en grandes cantidades, no somos conscientes de eso, hasta que ellos o nosotros engordamos. ¡Claro! Una gran proporción del azúcar que tomamos se convierte en grasas saturadas, y cogemos peso, a veces tanto, que nos parece mentira. Entonces, tratamos de ponernos todos a dieta, hacer deporte…reducir las calorías como sea. Además, optamos por usar productos “light” y edulcorantes artificiales. Uno de los problemas más graves de los edulcorantes artificiales es que aumentan los deseos de comer dulce. Las calorías vacías incitan a los centros del apetito del cerebro a esperar algo bueno y cuando eso no llega, el deseo aumenta. Además, desensibilizan las papilas gustativas, de modo que ya nada dulce, ni siquiera el azúcar normal, puede satisfacernos.


El auge de los endulzantes o edulcorantes alimentarios tiene mucho que ver con la moda de los alimentos “light” o bajos en calorías. Ya pusimos en duda el uso de productos “light” en el artículo de las “Pseugrasas”, y los edulcorantes no se quedan atrás, en cuanto a toxicidad. Algunos, incluso han sido retirados del mercado.


En cualquier caso, para un goloso, encontrar algo que pueda satisfacer el deseo de dulce, es un triunfo de la industria alimentaria. Pero, si rascamos un poco, nos encontramos con cosas realmente sorprendentes. Creemos, por ejemplo, que los refrescos light, la cocacola diet y similares son saludables porque no tienen azúcar.

Pero…tienen aspartamo. El aspartamo está relacionado con muchísimos problemas de salud, artritis, dolores de cabeza, problemas neuronales, gastrointestinales, convulsiones, tumores cerebrales, ceguera… Se usa en muchos productos de gran consumo desde 1983, por su incorporación en grandes marcas. Tiene un poder endulzante 200 veces superior al del azúcar. En el organismo se transforma en fenilalanina, ácido aspártico y metanol. Se utiliza en refrescos, sidra, cerveza, conservas de pescado y marisco, frutas y hortalizas elaboradas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería, bollería, salsas, mostaza y en determinados preparados alimenticios. Puedes encontrar más información sobre él, en este blog, en el artículo de las “EXCITOTOXINAS”.

Otro edulcorante, aún más dulce, es la sucralosa, comercializada como Splenda. La publicidad decía de ella que era 700 veces más dulce que el azúcar, pero tiene otro problemilla y es que está asociada a disfunciones en el tracto intestinal, en concreto a la disminución de bacterias saludables.

Los Polioles son azúcares de baja energía, sorbitol, manitol, xilitol que se emplean igualmente en sustitución del azúcar, ya que son menos calóricos y no afectan a los niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, tienen propiedades laxantes. Si se consumen más de 40gr diarios pueden provocar dolores abdominales, mareos, flatulencias y diarreas.

El E-950 o acesulfamo potásico es un edulcorante de origen químico, que fue descubierto en 1967 y es 200 veces más dulce que el azúcar. No se metaboliza en el organismo. Se usa en Europa dese 1983 y en España más recientemente. Se usa en refrescos, sidra, cervezas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería, bollería, salsas y mostaza.

El E-952 o ácido ciclámico y sus sales de sodio y potasio es un edulcorante utilizado desde los años 50. No se conocen muy bien sus efectos. En experimentos con animales provocó tumores en ovarios, riñones, piel y útero. En humanos se ha dicho que interfiere en la síntesis de las hormonas tiroideas y puede producir alergias. Según la OMS podría ser potencialmente cancerígeno y mutagénico, por lo que, los ciclamatos están prohibidos en EEUU, Japón, Gran Bretaña y Francia. Se desaconseja su consumo, especialmente a niños y mujeres embarazadas. Puede dañar los espermatozoides y los testículos. Se utiliza en refrescos, frutas y hortalizas elaboradas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería y golosinas.

El E-954 0 sacarina y sus sales de sodio, potasio y calcio es un edulcorante artificial, utilizado desde principios del siglo XX. No se ha demostrado que ayude a perder peso. Dosis altas provocaron cáncer de vejiga a ratas, en experimentos realizados en los años 70. Se ha dicho que puede producir cáncer en los hijos y nietos de quien la toma. Está prohibido en Francia y Canadá. En EEUU es obligatorio poner el siguiente mensaje, en la etiqueta de los productos con sacarina: “Este producto contiene sacarina, de la que se ha determinado que produce cáncer en animales de laboratorio” o “Este producto puede ser perjudicial para su salud”. Se emplea en refrescos, sidra, cerveza, conservas de pescado y marisco,frutas y hortalizas elaboradas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería, bollería, salsas mostaza y en algunos productos para diabéticos.

El E-957 o taumatina, es un edulcorante extraído de una planta africana. Es 2500 veces más dulce que el azúcar. Se utiliza en Japón desde 1979.

El E-959 o neohesperidina DC se obtiene por modificación química de una sustancia presente en la naranja amarga. Es entre 250 y 1800 veces más dulce que el azúcar. Se degrada en parte por la acción de la flora intestinal.


Los fabricantes saben muy bien que cuanto más dulce es un edulcorante, más probable es que enganche al consumidor. Ten en cuenta, que todos estos edulcorantes están presentes en los productos “light” o “sin Azúcar” y en productos para diabéticos. Se nos proponen productos de los que no se conocen sus efectos y nosotros los aceptamos sin más, porque nos aferramos a lo que llega, a lo que nos ofrece una posible solución a nuestros problemas.

No optamos por tomar las riendas.

No cambiamos de hábitos.

No tomamos decisiones.

Las adicciones y la falta de compromiso con nosotros mismos, nos hacen débiles y tenemos un cerebro adictivo.

No debemos ser cómplices de una industria alimentaria que sólo quiere ganar dinero.

Está en juego nuestra salud.



FUENTES:

Cambia tu cerebro, cambia tu cuerpo. Dr. Daniel G. Amen. Sirio, 2012.

Guía de los aditivos usados en la alimentación. Esteban Cabal Riera. Mandala ediciones. 1999.

Diego Rivera. Licenciado en Tecnología de los Alimentos.



Lucía Madrigal             



Cúrcuma, Canela y Ajo, Tres Condimentos para la Salud


Cúrcuma- Un Poderoso Antitumoral

La cúrcuma es un potente antiinflamatorio muy usado por la medicina ayurvédica y en la cocina hindú. En la India, la prevalencia de los cuatro tipos de cáncer más comunes, colon, mama, próstata y pulmón, es 10 veces menor que en el resto del mundo occidental. De hecho, el cáncer de próstata, que es el cáncer más común en hombres, en la India es bastante raro y esto se atribuye en parte a la curcumina de la cúrcuma que es el potentísimo antiinflamatorio al que nos referíamos.

Muchos estudios han investigado su potencial para combatir el cáncer y sus prometedores resultados. Por ejemplo, se ha encontrado que la curcumina:

Inhibe la transformación de las células naturales a tumorales, así como la proliferación de células tumorales que ya existen.

Es antiinflamatoria, disminuye la inflamación peritumoral y ayuda a disminuir el dolor de las metástasis.

Frena la progresión de las metástasis. Ayuda al cuerpo a destruir las células cancerosas para que no puedan propagarse por todo el cuerpo.

Induce a la autolisis de las células tumorales (suicidio).

Mejora la función hepática y protege las mucosas, el hígado y los riñones de los daños de la quimioterapia.

Es antioxidante, previniendo el daño sobre el ADN celular.

Estimula el sistema inmune.

Inhibe la síntesis de proteína que se cree es clave en la formación tumoral.

Previene el desarrollo de suministros sanguíneos adicionales necesarios para el crecimiento de las células cancerosas (angiogénesis).

Desactiva el factor NF-Kappa B que es el que protege a las células tumorales, para que no puedan ser destruidas por nuestro sistema inmune.

La curcumina afecta más de 100 vías diferentes una vez que llega a la célula. Curiosamente, esto también es aplicable al metabolito de la curcumina y sus derivados, que también tienen propiedades anticancerígenas. De acuerdo con investigadores de la Universidad de Texas M.D. Anderson Cancer Center, la curcumina bloquea las vías biológicas clave, necesarias para el desarrollo de melanoma y otros tipos de cáncer.

La especia en realidad detiene las cepas de melanoma de la proliferación y hace que las células cancerosas cometan suicidio, desactivando el factor nuclear kappa B (NF-kB), una poderosa proteína conocida por inducir la respuesta inflamatoria anormal que provoca una variedad de trastornos como la artritis y el cáncer.

Lo mejor de todo es que la curcumina parece ser segura para el tratamiento de todos los tipos de cáncer. El Dr. Aggarwa del MD Anderson de Houston considera la cúrcuma como la especia para alargar la vida. Tiene efectos similares a los nuevos fármacos anticáncer y es un producto natural sin efectos secundarios.

La cúrcuma es útil, además, para tratar las enfermedades de carácter inflamatorio como la artritis, artrosis, la enfermedad periodontal…

Previene las enfermedades cardiovasculares.

Previene el párkinson y el alzhéimer.

Es útil para tratar la fibrosis hepática y la enfermedad inflamatoria intestinal.

¿Cómo se consume? Lo ideal es consumir al menos cinco gramos por día, que podemos poner en guisos, curries, arroces, batidos, zumos… y se absorbe mejor cuando la mezclamos con pimienta negra o pimienta de cayena. También se incrementa su eficacia cuando se consume con té verde.

Un preparado que podemos hacer en casa si queremos tratar problemas de salud concretos, como los que aquí han sido detallados, es el que hacemos con 250 ml de agua caliente, una cucharadita de cúrcuma, y una pizca de pimienta negra. Lo dejamos enfriar y lo bebemos en frío.


Canela- Ayuda para los Diabéticos

La canela es una sabrosa especia, obtenida a partir de diferentes árboles de hoja perenne de la familia cinnamomum,  que se utiliza para dar sabor a una gran cantidad de platos, tanto dulces como salados.

Pero además de para condimentar la canela tiene otros múltiples usos medicinales y es que es especialmente eficaz en el tratamiento de la diabetes tipo2.

Los investigadores han estudiado los efectos "parecidos a los de la insulina" de la canela desde hace ya muchos años. Entre los beneficios más impresionantes de esta especia se encuentra su impacto en el azúcar en la sangre y su capacidad de mejorar el control de la glucosa.

Por ejemplo se ha demostrado que tan  solo media cucharadita de canela al día puede reducir significativamente los niveles de azúcar en la sangre, triglicéridos, colesterol LDL (malo) y niveles de colesterol total en personas con diabetes tipo 2. En otro estudio más reciente, se encontró que la canela aumentaba el metabolismo de la glucosa unas 20 veces.

Curiosamente, la canela reduce el azúcar en la sangre actuando sobre niveles diferentes, incluyendo:

La disminución de la velocidad de vaciado del estómago para reducir los aumentos súbitos de azúcar en la sangre después de comer.

La mejora de la efectividad o sensibilidad a la insulina.

La mejora de las defensas antioxidantes. Un estudio publicado en el 2009 señaló que "los polifenoles de la canela podrían ser de especial interés para las personas que tienen sobrepeso y alteración de glucosa, ya que podrían actuar como sensibilizadores de la insulina y antioxidantes." Sin embargo, otro compuesto bioflavonoide llamado proactocianidina podría alterar la actividad de señalización de insulina en sus células de grasa.

Los investigadores han sugerido que las personas con diabetes podrían beneficiarse de añadir de ¼ a 1 cucharadita de canela a sus alimentos y por qué no probar si ya hay experimentos que demuestran que funciona.

Claramente, añadir grandes cantidades de canela los alimentos es una herramienta económica y sabrosa para los diabéticos y sin efectos secundarios.


Ajo. El curalotodo de Galeno.

Hace 5000 años los Egipcios usaban el ajo con fines medicinales y los Gladiadores romanos lo tomaban a diario por sus propiedades revitalizantes. El ajo lo cura todo.

En el ajo podemos encontrar oligoelementos como hierro, selenio, zinc, magnesio, azufre y calcio, abundantes  fructosanas (75%), aceite esencial (garlicina, aliína o sulfóxido de alilcisteína que hidrolizada por la aliinasa produce alicina, responsable del característico olor del ajo, que rápidamente se transforma en disulfuro de alilo), pequeñas cantidades de vitaminas (A, B1, B2, B6, C), adenosina, sales minerales (hierro, sílice, azufre, yodo) y arginina.

La aliína y más de 20 sustancias derivadas de la misma, como el ajoeno, la S-alil cisteína, el sulfuro de dialilo… y la propia alicina, producida al aplastar las cabezas de ajo, tienen propiedades antitumorales y ayudan al organismo a eliminar sustancias potencialmente cancerígenas, a reparar daños en el ADN  evitando las mutaciones y a inhibir la proliferación celular.

El ajo puede ser el remedio vegetal con más propiedades demostradas experimentalmente. Las fructosanas son diuréticas. El aceite esencial es amebicida, antiagregante plaquetario, antibiótico, antifúngico, antihipertensivo, antiviral, bactericida, depurativo, hipoglucemiante, desintoxicante, estimulante de las defensas (aumenta la actividad de linfocitos y macrófagos), hipolipemiante (inhibe la síntesis de colesterol y triglicéridos), hipoviscosizante (reduce la viscosidad plasmática), normalizador del funcionamiento digestivo, regulador de la flora intestinal, tonificante general del organismo, vasodilatador periférico y vermífugo (antihelmíntico, expulsa los gusanos intestinales).


Cúrcuma, canela y ajo son tres condimentos tradicionales en la cocina, añaden sabor y nos ayudan a despertar la energía vital.

¿Te animas a usarlos?




Lucía Madrigal                 



Lo que no se Sabe del Ácido Úrico


En la década de 1940, Alfred B. Garrod  descubrió que el tipo de artritis que llamamos gota es debida a los altos niveles de  ácido úrico en la sangre que se precipitan en las articulaciones. Este tipo de artritis tan dolorosa se relacionó con el consumo de proteínas y purinas, por tanto, a las personas con niveles altos de ácido úrico se les recomendaba evitar alimentos que contenían altas concentraciones  de ambas. 

Pero el ácido úrico, curiosamente, tiende a aparecer en concentraciones altas en las personas que tienen sobrepeso, que son propensas a desarrollar diabetes o hipertensión y otras enfermedades metabólicas. Es decir, las personas con gota, no sólo tienen gota sino, en muchos casos, otras enfermedades de origen metabólico que también están relacionadas con los niveles altos de ácido úrico y que incluso sin gota, también aparecen.
Según el Dr. Richard Johnson y el antropólogo Peter Andrews, nosotros y todos los primates tenemos valores más altos de ácido úrico que la mayoría de los mamíferos, lo que es el resultado de una mutación que tiene que ver con la inactivación de la enzima uricasa y que se produjo en una época en la que se experimentaron largos período de hambruna.

Ambos investigadores creen que esta mutación tuvo lugar, cuando los primeros primates estaban pasando por un período de enfriamiento global y eran principalmente consumidores de fruta. En épocas de frío no había alimento disponible, no había mucha fruta. Así, que su organismo reaccionó inactivando la uricasa, enzima encargada de descomponer el ácido úrico en urea y alantoína, con el objetivo de aumentar los niveles del mismo. Esto ayudó como mecanismo de supervivencia, y mejoró las reservas de grasa, el control de la presión arterial, la energía corporal…

Según, igualmente, la revista médica de Chile, vol. 139 nº 4 de abril de 2011: “Los humanos poseen niveles más altos de ácido úrico que la mayoría de los otros mamíferos, pues estos últimos poseen una enzima llamada uricasa o urato oxidasa que metaboliza al ácido úrico circulante, produciendo alantoína que finalmente se elimina por la orina. El gen que codifica para la uricasa es inactivo en humanos y primates. De hecho, se piensa que su inactivación ocurrió en la época del mioceno (8 a 20 millones de años atrás), mediante la mutación en la región promotora de este gen, conduciendo a la pérdida de su actividad. Diversos estudios han sugerido que esta mutación ha conferido una ventaja de sobrevivencia a los humanos y primates, pues se postula que se logra mantener la presión sanguínea en ambientes carentes de sal. Otra hipótesis es que un aumento del ácido úrico por esta mutación, permitió incrementar la inteligencia a través de propiedades de estimulación cerebral que tendría el ácido úrico”.

Pero existen unos valores máximos que son favorables para nuestro funcionamiento corporal que de ser superados, nos conducen a serios problemas de salud. Estamos tan al margen de lo que se nos ofrece para consumir que creemos que es difícil que eso ocurra, mucho más, cuando el ácido úrico no se suele medir en los análisis que promueve nuestro sistema de salud; sin embargo… las enfermedades metabólicas aparecen y nuestro ácido úrico es más alto de lo que creemos. ¿Por qué? Muy fácil. Porque consumimos muchas proteínas y purinas, cosa que sabemos, y mucha fructosa, lo que es bastante desconocido.


Sí, no te sorprendas, los niveles altos de ácido úrico están también relacionados con el consumo de azúcar, especialmente de fructosa. La fructosa, el ácido úrico y las enfermedades metabólicas están íntimamente relacionados. Cuando suben los niveles de ácido úrico, se produce una sensible reducción de la entrada de glucosa en la célula, esto se llama resistencia a la insulina. Si el problema persiste, esto tiene consecuencias serias para la salud, ya que la resistencia a la insulina es un factor clave para el desarrollo de enfermedades metabólicas: síndrome metabólico, hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades neurodegenerativas, accidentes cardiovasculares, obesidad y múltiples problemas de hígado y riñones. 

De hecho, el ácido úrico, en valores normales, actúa como un antioxidante, pero su comportamiento cambia cuando está dentro de la célula. Fuera puede ayudar a proteger del estrés oxidativo y dentro induce a él. Es decir, cuando el ácido úrico se concentra en nuestro cuerpo y sube, esto ocurre también  en el interior de la célula, lo que causa inflamación, se activan reacciones que conducen a la proliferación celular y se producen otras muchas lesiones. En definitiva, el ácido úrico en el interior de la célula es una señal de estrés que conduce, como hemos visto, a problemas que, en general, son bastante serios y que podemos evitar eligiendo bien lo que comemos.

Sabemos que las mutaciones no se producen en un día, pero el cuerpo siempre responde y tiende a sobrevivir, así que ¿Qué pudo ocurrir? ¿Cómo se producen estos cambios en nuestro cuerpo para que la adaptación tenga lugar?


Como seres evolutivos, partimos de los simios y siempre, hemos llevado esta mutación con nosotros. El Homo sapiens evolucionó hace unos 200.000 años, en el  este y suroeste de África, pero los primeros simios aparecieron en el planeta hace 20 millones de años. Todos los monos, incluyendo el gibón, muestran esta mutación en su ADN, todos hemos perdido la capacidad para degradar el ácido úrico y a todos nos afecta muy negativamente su acumulación. De hecho, los gorilas y los chimpancés tienen niveles de ácido úrico inferiores a nosotros, porque ellos no están siguiendo dietas como las nuestras. Así que fue probablemente una presión evolutiva lo que condujo a alteraciones en la enzima de la que hablamos y fue una adaptación a los alimentos disponibles lo que generó la mutación.

Lo preocupante es que ahora parece que estamos en un punto opuesto, hay mucho de todo y comemos mucha cantidad de proteínas, purinas y sobre todo mucha fructosa. Cuando digo fructosa no digo fruta sino todos los refinados, la fructosa edulcorante, el jarabe de maíz de alta fructosa y todos esos productos procesados a los que se añade fructosa y derivados. Son muchos créeme. Tampoco es aconsejable tomar jugos de frutas porque al licuar la fruta perdemos la fibra. Cómo nos quedamos sólo con el zumo y lo  bebemos, una alta concentración de fructosa llega muy rápido a la sangre y a nuestro hígado, que aumenta la generación de ácido úrico muy rápidamente, lo que no es recomendable. Menos recomendables aún son los zumos industriales porque todos sin excepción tienen azúcares añadidos.

Actualmente, sin úricasa y con este abuso de fructosa, proteínas y alimentos que generan ácido úrico a nuestra disposición, nos encontramos en la situación inversa, ¿Cómo puede procesar nuestro cuerpo tal cantidad de todo? No olvidemos que comemos muchos productos animales, muchos alimentos con purinas, mucha fructosa en refrescos, helados, dulces, zumos,  comida procesada. Hay de todo por todos lados. Y…hacia donde nos conduce este cambio de alimentación. ¿Hacia otra mutación? La naturaleza es sabia.

Lo malo es que esto no se produce sin más, es decir, muchos de nosotros estamos pagando el coste de una mala dieta en forma de enfermedades metabólicas. Si entonces no teníamos comida, ahora la tenemos en exceso y nos estamos poniendo muy gordos, además de hacernos propensos a un montón de problemas de salud, relacionados con el consumo excesivo de azúcares y proteínas. Vivimos en la cultura de los malos hábitos, en la que muchos no han dudado en denominar “la cultura de la muerte”.


Esto está en parte impulsado por esta mutación genética que apareció en nuestro linaje hace 15 millones de años, pero sobre todo por las dietas inadecuadas y el consumo descontrolado de fructosa, especialmente la procesada. Al menos, esa es una de las últimas hipótesis, con apoyo en últimos estudios experimentales.

Por ejemplo, el equipo del Dr. Nakagawa de la Universidad de Florida demostró que la fructosa eleva el ácido úrico. El incremento de éste hace disminuir el óxido nítrico y como la insulina requiere  de óxido nítrico para estimular la entrada de glucosa en las células, esta se ve impedida (Resistencia a la insulina).

En 1976 un equipo dirigido por el Dr. Stavric constató que suministrando inhibidores de uricasa a los ratones, estos no sólo desarrollaban hiperuricemia sino que además, manifestaban síntomas característicos de síndrome metabólico. Además vieron que la ingesta de fructosa provocaba un aumento de ácido úrico en sangre, en apenas 30 - 60 minutos. Lo que se debe a que el hígado aumenta la generación de ácido úrico en cuanto entra en él sangre rica en fructosa. Por otra parte la fructosa hace aumentar la producción de lactato y este inhibe la excreción renal de los uratos y provoca vasoconstricción e hiperuricemia que también disminuyen la excreción renal.

Posteriores estudios advierten sobre el consumo de fructosa y constatan que ésta está relacionada con la elevación en los niveles de ácido úrico y con las enfermedades metabólicas tan propias de nuestro mundo.
Las dietas bajas en purinas y fructosa de los primates y los primeros homínidos provocaron la mutación del gen UOX. Paralela a esta mutación, según afirma el antropólogo James Neel, se produjo la del gen GULO que sintetiza la enzima gulonolactona-oxidasa, la última en la cadena de producción de la vitamina C a partir de la glucosa. Esto confirma que la dieta de estos primeros homínidos debía ser rica en vitamina C y pobre en purinas. Nuestro cuerpo no ha cambiado desde entonces, tiene las mismas características metabólicas. Seguimos con estas dos enzimas desactivadas, aunque nuestra dieta no encaje, en absoluto, con la de estos primeros homínidos.


Sería bueno empezar a ser conscientes de lo que comemos y de las implicaciones que esto tiene para nosotros y para el mundo. Sólo hay que prestar atención a lo que compramos, leer las etiquetas  y consumir cantidades moderadas de proteínas y simplemente fruta con toda su fibra. 

Es fácil, de ello depende nuestra salud y la de todo el planeta.



FUENTES:

Revista médica de Chile, vol. 139 nº 4 de abril de 2011.

Revista Discovery Salud. Nº 154. Noviembre, 2012.

The fat switch. Richard Johnson. Mercola.com, 2012.

The sugar fix. Richard J. Johnson, Timoteo Gower, Richard Johnson. Rodale books, 2008.



Lucía Madrigal                   



Cáncer y Fructosa


El cuerpo utiliza diferentes vías para metabolizar los azúcares. Hace tres años, se publicaron diferentes investigaciones cuyos  resultados demostraron que la fructosa es utilizada rápidamente por las células de cáncer, lo que aumenta su proliferación. Estas mismas células de cáncer no respondieron a la glucosa de la misma manera.

En este caso, las células de cáncer que se usaron en el experimento fueron células pancreáticas, que por lo general son consideradas como mortales y la forma de cáncer que mata más rápido. De acuerdo con los autores:

“Tradicionalmente, la glucosa y la fructosa han sido consideradas como sustratos monosacáridos intercambiables que se metabolizan de manera similar y se les ha prestado muy poca atención a otros azúcares que no sean glucosa. Sin embargo, el consumo de fructosa ha aumentado drásticamente en las últimas décadas y la absorción celular de glucosa y fructosa utiliza transportes diferentes.

La fructosa brinda un sustrato alternativo para inducir a la proliferación de las células de cáncer de páncreas. Es importante destacar que, el metabolismo de la fructosa y la glucosa son bastante diferentes, en comparación con la glucosa, la fructosa es metabolizada a través de la vía pentosa fosfato no oxidativa, para sintetizar los ácidos nucleicos y el ácido úrico y aumentar la producción de este último".


Estos resultados demuestran que las células de cáncer pueden metabolizar la fructosa rápidamente para aumentar su proliferación. Teniendo en cuenta que  los pacientes de cáncer consumen fructosa procedente de los alimentos refinados, es importante la reducción de la misma y los cambios de hábitos hacia una dieta más saludable. El estudio confirma el dicho de que el azúcar alimenta el cáncer. Aunque en un principio se creía que el problema lo generaba el consumo de glucosa (otro tipo de azúcar), las células utilizan la fructosa para la división celular, acelerando el crecimiento y la propagación del cáncer. Esta diferencia claramente es una de las principales consecuencias del consumo de fructosa y debería ser considerada cuidadosamente por cualquier persona que está siendo sometida a un tratamiento para el cáncer o que busca prevenirlo.

Esto mismo no significa que tengamos que evitar las frutas, los beneficios de la mayoría de las frutas superan cualquier preocupación por la fructosa. En la actualidad, las frutas son mucho más dulces de lo que eran en el pasado, por lo que es aconsejable su consumo con piel y evitar el licuado, aun así son muy saludables. El problema real está generado por el consumo de jarabe de maíz de alta fructosa, cuyo índice glucémico es altísimo y que se usa añadido a prácticamente todos los alimentos procesados y bebidas industriales.


Eliminar el consumo de alimentos procesados de nuestra dieta es un paso decisivo hacia nuestra salud.



Lucía Madrigal                    



El Gran Mito de los Carbohidratos y la Salud


Una alimentación alta en carbohidratos, en especial de granos procesados ​​y azúcar, conduce directamente a la resistencia a la insulina y la leptina. 

En 1980, el escéptico presidente de la Academia Nacional de Ciencias Philip Handler, comunicó que se estaba realizando en EEUU “un experimento nutricional a gran escala”. Pero no se consolidó el experimento sólo en América, sino que poco a poco todos los países occidentales comenzaron a adoptar los hábitos alimenticios de Estados Unidos, en parte, condicionados por una industria alimentaria que comenzó a hacer caja con la venta multitudinaria de productos bajos en grasas, presentados como la solución a todos nuestros males.

El tiempo ha pasado y los resultados de dicha investigación muestran que el experimento sólo ha servido para empeorar la situación.


Se dijo entonces, que la grasa era la causante de los problemas metabólicos y el uso y abuso de azúcar fue ignorado por completo. Cuando la moda de las dietas bajas en grasa se expandió, surgió después  la moda de consumir dietas altas en carbohidratos. Pero a la vez apareció un nuevo un problema y es que cuando la grasa es eliminada de los alimentos, algo tiene que ser agregado con el fin de hacerlos más apetecibles y ese algo es azúcar, particularmente, en forma de fructosa altamente concentrada, como el jarabe de maíz de alta fructosa, lo que implica  un desastre metabólico para el Cuerpo.

Los azúcares están detrás de la inflamación, la disfunción metabólica, la diabetes y enfermedades del corazón. La adicción a los azúcares ha sido fomentada por la industria de los alimentos procesados ​​que añade fructosa a prácticamente a todo, incluso a alimentos que no son dulces. Nos preocupa la obesidad pero no la identificamos con el exceso de carbohidratos en nuestra dieta.

Una dieta alta en carbohidratos interrumpe la señalización de insulina y leptina presente en nuestro organismo y está relacionada con el desarrollo de diabetes tipo 2. Por el contrario, una alimentación más alta en grasas benéficas corrige estos problemas metabólicos.


Hace poco tiempo la revista Time publicó un artículo en el que se habla de un cambio de paradigma en la alimentación y que puede resumirse en que es el consumo de  carbohidratos, y no de grasas, lo que realmente influye en la obesidad.

Bryan Walsh, autor del artículo de Time afirma con rotundidad que puesto que los índices de obesidad en Estados Unidos se han incrementado y las estadísticas de enfermedades cardiacas señalan un aumento de las mismas, el experimento realizado desde los años 80 ha fallado. Cada vez más investigaciones ponen de manifiesto que es la dieta baja en carbohidratos la que permite la pérdida de peso, y no necesariamente la baja en grasas. Tanto Gary Taubes, autor del libro “Cómo engordamos y qué hacer al respecto”, como David S. Ludwig, director del Centro para la Prevención de la Obesidad de la Fundación New Balance o Eric Westman, director de la Clínica de medicina Duke Lifestyle, confirman que estos nuevos estudios podrían significar un gran cambio de paradigma.


El doctor David Katz, fundador del Centro para la Investigación de la Prevención de la Universidad de Yale, recuerda que las grasas fueron sustituidas por “basura baja en grasas” y excesivo consumo de carbohidratos. En las tres décadas que siguieron a 1970, el porcentaje de calorías procedentes de las grasas disminuyó, pero aumentó hasta un 15% la de los carbohidratos, lo que provocó que los americanos ingiriesen más calorías que nunca: 2.568 de media por día en el año 2000, casi 500 más que las 2.109 de 1970.

No se trata del único artículo que se ha hecho eco recientemente de este cambio de tendencia. El New York Times permitió que David S. Ludwig explicase de qué manera las células grasas de nuestro cuerpo se han acostumbrado a almacenar más calorías de las que deberían por factores ambientales y, del mismo modo, a reducir el gasto energético, lo que en última instancia provoca el aumento continuado de la obesidad en la población.


Si no se ha hablado antes de esta posibilidad, aseguran todos los expertos, es porque durante décadas, la posibilidad de error fue un tema vetado por la comunidad científica, que cerró filas en torno a la idea de que las grasas eran malas y había que eliminarlas de nuestra dieta por todos los medios. Todo aquel que no se adaptase a dicha visión era silenciado, como ocurrió con el doctor Walter Willett, director del Departamento de Nutrición de la Escuela de Harvard de Salud Pública, que recuerda que a mediados de los años noventa le fue imposible publicar la gran cantidad de datos que demostraban que las tesis comúnmente aceptadas, respecto al consumo de grasas y carbohidratos, estaban equivocadas. Él había realizado una investigación sobre dieta y salud cardiaca en una población de 40.000 hombres, lo que le reafirmó en la conclusión de que la sustitución de grasas saturadas por carbohidratos no tenía ningún efecto positivo sobre la salud.




Lucía Madrigal