En el Inodoro: ¿Sentarse o Acuclillarse?


“Tan sólo en el Occidente, donde se inventó el moderno retrete, la gente acostumbra a “sentarse” para defecar igual que lo hace para comer. No es de extrañar que todo el mundo Occidental sufra de estreñimiento crónico, hemorroides y otros problemas debido al hecho de evacuar los intestinos en posición sentada. Si bien los retretes modernos pueden ahorrar a sus piernas el esfuerzo necesario para ponerse correctamente en cuclillas, para sus intestinos, esto equivale a un instrumento de tortura, y los problemas que causa, en absoluto compensan la comodidad que proporciona”.

Daniel Reid

Nuestros antepasados de hasta mediados del siglo XIX, que no tenían inodoros en sus viviendas, nunca tuvieron los problemas intestinales que tenemos actualmente en el mundo occidental, nunca usaron pastillas, ni hierbas, no tenían que adicionar fibra a su dieta o escuchar en los medios la sugerencia de un alimento u otro para facilitar el tránsito intestinal. Lo tenían fácil, su flora intestinal no estaba dañada, comían alimentos completos y naturales y adoptaban posturas adecuadas en el momento de la defecación, un acto discreto pero muy importante, porque implica la liberación de todos nuestros productos de desecho.

Todo cuenta, pero en este artículo vamos a centrarnos en la postura, porque evacuar en cuclillas, exige menos esfuerzo al organismo, impide el estancamiento fecal, previene las hemorroides y otras patologías intestinales y todo esto revierte, sin duda, en la salud en general.

En el Libro, “El tao de la salud, el sexo y la larga vida”, Daniel Reid  afirma:

“Eche un vistazo a la naturaleza y comprobará que todos los animales se acuclillan para defecar, incluso nuestros más cercanos antepasados, los primates se ponen en cuclillas con las rodillas contra el pecho para “hacer sus necesidades”. Lo que tal vez le pase por alto, no obstante, es que en otras culturas se ha estado utilizando este método y defecando en esta postura natural, sobre todo en Asia, África y el Cercano Oriente…

…Al sentarse en el retrete, el extremo inferior del colon descendente queda doblado, cosa que exige un importante esfuerzo muscular para evacuar los intestinos. La intensidad de este esfuerzo puede hacer estallar u obstruir los minúsculos capilares que alimentan el esfínter anal, dando lugar a las consiguientes hemorragias. Al acuclillarse el colon se alinea naturalmente con el recto y el ano, que se abre por completo y sin esfuerzo alguno. De esta manera la evacuación se produce de una forma natural, no forzada…


La postura que adoptamos en el inodoro moderno, coloca las rodillas en una postura de un ángulo de 90º con respecto al abdomen. Sin, embargo, la posición tradicional y natural de acuclillarse coloca las rodillas mucho más cerca del torso; esta posición cambia las relaciones espaciales de los órganos intestinales y de la musculatura, optimizando la fuerza para poder defecar. Al evacuar sentado el intestino tiene que realizar un esfuerzo adicional con efectos adversos, incluyendo una interrupción temporal del flujo cardiaco. En la revista “Israel of Medical Science”  se describe cómo el “progreso” de las sociedades occidentales podría ser, en parte, culpable de las tasas más altas de cáncer de colon y enfermedades pélvicas.

Hay problemas de salud que en las zonas más rurales son desconocidas o muy poco frecuentes pero que prevalecen  entre todos los occidentales de una a otra punta del mundo: apendicitis, hemorroides, pólipos, colitis ulcerosa, síndrome de intestino irritable, cáncer de colon, trastornos ginecológicos, hernia de hiato, contaminación del intestino delgado…

“Son  problemas del mundo desarrollado” ¿por qué? Entre otras cosas porque hemos adquirido hábitos no saludables, buscando la comodidad. Y es tanbién la globalización, porque países que mantenían su postura natural en el baño instalan, ahora, inodoros  para hacer sentado, inmersos en las modas e inconscientes de que muchos problemas de salud están relacionados con la postura para defecar.


La evidencia sugiere que los problemas intestinales y pélvicos pueden estar relacionados con la postura incorrecta. Sólo con la postura acuclillada el cuerpo está alineado de una manera que promueve la completa eliminación intestinal. Hemorroides y estreñimiento son las dos caras de la misma moneda. Las encuestas indican que aproximadamente un 40% de la población mayor de 40 años puede sufrir  de hemorroides. Éstas son venas en la pared del recto que se han retorcido, hinchado e inflamado. Se pueden formar interna o externamente, y los grumos resultantes pueden causar dolor y sangrado. Son comunes en personas con trastornos digestivos crónicos, especialmente estreñimiento, también se observa en ancianos y mujeres embarazadas.

El Dr. Berko Sikirov, un médico Israelí que estudió los efectos de la eliminación en cuclillas, ha encontrado que las hemorroides se eliminan en poco tiempo cuando se cambia la postura de sentarse a acuclillarse. Sikirov concluyó que las hemorroides son el resultado del agravamiento continuo y las lesiones producidas por el esfuerzo excesivo al intentar defecar sentado. Para prevenir las hemorroides es importante también mantenerse hidratado, tratar de controlar el estrés emocional, y hacer ejercicio. También es importante mantener la flora intestinal en buen estado.

Los movimientos intestinales recurrentes son extremadamente importantes para la salud, ya que, sin ellos, las toxinas se acumulan y recirculan en el torrente sanguíneo. Si la eliminación no es regular y completa, los desechos se secan y se endurecen en las paredes del colon, con el consiguiente riesgo de apendicitis, diverticulosis o cáncer de colon.

Hacer del baño en cuclillas previenen el estreñimiento porque:

El peso del torso presiona contra los muslos y  comprime el colon. La presión suave sobre el diafragma forja la gravedad.

La válvula ileofecal, entre el colon y el intestino delgado, está sellada correctamente, lo que permite que se ejerza presión sobre el colon.

El músculo puborrectal se relaja.

El colon sigmoide se levanta para desbloquear la “contractura” de la entrada hasta el recto y se pierde la continencia.


Según Jonathan Isbit de Natural´s platform:

“Por razones de seguridad, la naturaleza ha creado deliberadamente obstáculos para la evacuación que sólo pueden ser removidos en la posición de cuclillas. En cualquier otra posición, el colon está por defecto en “modo continencia”. Por esta razón la postura convencional de estar sentado evita que el colon se ayude de las caderas y deja el recto atascado por el músculo puborectal. Estos obstáculos hacen que la eliminación sea incompleta y difícil.


La evacuación crónicamente incompleta, combinada con la extracción constante de agua, hace que los desechos se adhieran a la pared del colon. Las vías son cada vez más estrechas y las células comienzan a asfixiarse. La exposición prolongada de toxinas a menudo dará lugar a mutaciones malignas”.

Él explica como el pliegue  donde el sigmoide se une al recto cumple una función importante en la continencia: “aplica los frenos” del flujo de la peristalsis, reduciendo la presión sobre el músculo puborectal".

Según Isbit la postura acuclillada ofrece las siguientes ventajas:

Hace que la eliminación sea más rápida, más fácil y más completa. Esto ayuda a prevenir el “estancamiento fecal”, un factor principal en el cáncer de colon, apendicitis e IBD.

Protege contra el estiramiento y daño de los nervios que controlan la próstata, la vejiga y el útero.

Sella la válvula ileofecal, entre el colon y el intestino delgado, en la posición convencional para defecar sentado, esta válvula no está totalmente cerrada y a menudo causa fugas durante la evacuación, contaminando el intestino delgado.

Relaja el músculo puborrectal que normalmente cierra el recto para mantener la continencia.

Usa los muslos para soportar el colon y evitar el esfuerzo. El esfuerzo crónico en el inodoro puede causar hernias, diverticulitis y prolapso de los órganos pélvicos.

Es un tratamiento muy eficaz, no invasivo, contra las hemorroides.

Para las mujeres embarazadas, defecar en cuclillas evita la presión sobre el útero: defecar en cuclillas diariamente ayuda a preparar a que las mujeres embarazadas tengan un parto más natural.


¿Cómo  Afrontamos el Reto de Cambiar de Postura?

Estamos acostumbrados  a usar el inodoro sentados y cuando eso ha ocurrido toda una vida, esta nueva posición puede suponer un desafío físico, ya que los adultos tendemos a perder fuerza y flexibilidad con el tiempo. Hay dispositivos que pueden ayudar como el Potty Squatty, desarrollado por Robert Edwards, para ayudar a su madre a aliviar los problemas de estreñimiento y hemorroides, pero podemos cambiar la postura y acuclillarnos, usando simplemente un apoyo que mantenga nuestras piernas en alto. Esto facilita las cosas incluso a las personas mayores, que tienen peor movilidad.

Además de las ventajas que hasta aquí hemos enumerado, podemos añadir que  mantenernos acuclillados fortalece la musculatura de los muslos.


“Un colon limpio y sin obstrucciones es uno de los más importantes requisitos previos en el camino hacia la salud y la larga vida”. Tal como expuso el alquimista y escritor taoísta Ko Hung:

“Quienes aspiren a la longevidad
Deben mantener limpio su intestino;
Quienes deseen retrasar su muerte
Deben mantener su intestino libre de obstrucciones”.

Daniel Reid


FUENTES:

En el inodoro, ¿sentado o en cuclillas? Dr. Mercola.

Nature´s platform.

Sikirov BA. Management of Hemorrhoids: A New Approach, Israel Journal of Medical.

El tao de la salud, el sexo y la larga vida. Daniel Reid.



Lucía Madrigal            



Los Problemas de las Grasas. Grasas TRANS


Las grasas son nutrientes que se encuentran en los alimentos y que el cuerpo utiliza para producir el tejido nervioso, el cerebro y los nervios, y las hormonas. El cuerpo también utiliza la grasa como combustible. Si las grasas ingeridas no se queman en forma de energía ni se utilizan como bloques básicos, se almacenan en el cuerpo en las células adiposas. Ésta es la manera en que el cuerpo se anticipa: al almacenar grasa para el futuro, el cuerpo se prepara para épocas en las que el alimento podría escasear.


Las grasas no sólo sirven de reserva de energía, dan origen a compuestos complejos como las vitaminas A, D, K, E, F, vitaminas liposolubles que sólo pueden absorberse si la dieta de la persona incluye grasa.

Intervienen en la formación de productos esenciales para el organismo, como el colesterol, las hormonas y los neurotransmisores.

Son necesarias para aislar todos los tejidos del sistema nervioso.

Constituyen  una reserva muy importante de energía (tejido adiposo o graso).

Colaboran en la regulación de la temperatura corporal (grasa subcutánea que funciona como aislante térmico).

Envuelven y protegen órganos como corazón y riñones.

Suministran ácidos grasos esenciales para nuestro organismo.

Impiden que las proteínas sean empleadas como fuente de energía y cumplen una función estructural, ya que forman parte de las membranas celulares.

Las grasas están formadas por eslabones llamados ácidos grasos. Estos se enganchan de tres en tres sobre una molécula base (glicerol), compuesta por una cadena de átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno. La gran cantidad de combinaciones posibles en torno a los tres átomos de carbono recibe el nombre de Triglicérido. Estas estructuras, presentan un extremo ácido (por eso ácidos grasos) y se diferencian entre sí por el grado de saturación de hidrógeno. De ahí la denominación de grasas insaturadas y saturadas.


El término grasa insaturada alude a estructuras de ácidos grasos con enlaces libres. Cuando la cadena molecular tiene un enlace libre se llama monoinsaturado, es el ejemplo del ácido oleico (omega 9), un ácido graso no esencial porque el organismo puede producirlo internamente.

Los ácidos poliinsaturados deben ser aportados por el alimento. Son moléculas de dos o tres enlaces libres que el organismo no puede sintetizar y por eso los llamamos ácidos grasos esenciales. Estos son el Omega 3 (ácido linolénico) y Omega 6 (ácido linoleico), son líquidos, inestables y muy sensibles a la oxidación. Aunque los aceites de pescado contienen estos ácidos grasos esenciales, las fuentes más importantes son las de origen vegetal.

El término saturado indica que todos los enlaces de carbono de la cadena molecular están ocupados por átomos de hidrógeno, por lo tanto, están saturadas con hidrógeno. Este tipo de ácidos está muy presente en la grasa animal y tienen la característica de solidificar a temperatura ambiente. Ésta es la que el organismo prefiere para producir energía, razón por la cual es abundante en los depósitos de reserva.

Las grasas saturadas se encuentran más comúnmente en productos animales, particularmente en la carne de vaca, de cordero, de cerdo y de aves. Encontramos evidencia de esto en la grasa blanca visible en los cortes de carne, pero la piel de la carne de las aves tiene también abundancia de grasas saturadas. Ocurre lo mismo con la leche entera y los productos lácteos, quesos, mantecas y helados. También se encuentran estas grasas en el aceite de coco o el de palma e incluso son producidas de manera natural en nuestro cuerpo.

El consumo elevado de grasas saturadas produce un aumento del colesterol LDL (malo) en sangre, esto implica que debemos controlar la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas por los problemas de salud que esto trae consigo.


¿Cómo descompone el cuerpo las grasas ingeridas?

Las grasas ingeridas pasan al estómago y de allí al intestino donde se disuelven por la acción de las sales biliares que el hígado libera. Después las enzimas segregadas por el páncreas las descomponen formando ácidos grasos y glicerol, los cuales son capaces de atravesar las paredes intestinales. Allí se reagrupan en un conjunto de tres moléculas de ácido graso con una de glicerol para formar un triglicérido, sustancia que el organismo convierte en energía. Los triglicéridos son absorbidos por el sistema linfático y llegan al torrente sanguíneo que los deposita en todas las células del cuerpo junto con las proteínas y el colesterol.

Mucha gente cree que ciertos alimentos como las mantequillas son muy grasos, pero no todo el mundo sabe las cantidades de grasas que ingiere con productos de uso cotidiano como la leche, incluso desnatada, y los lácteos o las que añade comiendo un helado. Los alimentos procesados, incluyendo pizzas, salchichas, hamburguesas, pastas y pasteles tienen grasas añadidas porque así resultan más sabrosos, por tanto ¿Cómo sabemos la cantidad de grasas saturadas que día a día ingerimos? ¿Cómo podemos moderar su consumo?

El bienestar económico ha hecho que las grasas de origen animal sean de consumo diario y abundante. Debido a ello los problemas de salud son ahora mayores. Está demostrado que las grasas saturadas y las transaturadas o hidrogenadas  favorecen los problemas de salud, sobre todo los cardiovasculares.

Creemos que estos trastornos son normales con la edad, pero la arterioesclerosis es una enfermedad del estilo de vida y como ella otras muchas más. Por otro lado la industrialización de las grasas ha degradado la cantidad y calidad de los aportes nutricionales. Hasta principios del siglo XX la dieta normal incluía una gran cantidad de grasas insaturadas, además la agricultura no industrializada permitía el consumo de plantas silvestres que aportaban más cantidad de Omega 3. Hoy en día se cree que muchos occidentales incluyen en su dieta más del 10% de ácidos grasos en su forma TRANS, cuya estructura molecular es artificial. En los procesos de química corporal, estos ácidos se comportan como agentes bloqueantes, alterando todo nuestro equilibrio hormonal.


Grasas Trans

Los ácidos grasos trans son aceites hidrogenados o parcialmente hidrogenados. Se encuentran en la manteca, la margarina, galletas, galletas saladas, bocadillos y otros alimentos. El más común de todos estos productos es la margarina cuyo descubrimiento es bastante actual aunque ya existía un sucedáneo barato de manteca en la época de Napoleón. Cuando ciertos investigadores descubrieron la hidrogenación parcial de los aceites se dieron cuenta de que podían transformar un aceite barato en un buen producto untable, de bajo precio y larga duración. En principio éste se convirtió en un sustituto barato de la manteca, hasta que la industria descubrió su versatilidad, estabilidad y plasticidad estructural.

La margarina se obtiene a partir de un aceite líquido poliinsaturado: soja, maíz, girasol…estos aceites se llevan a temperaturas de entre 120 a 270 grados centígrados y se les sopla gas de hidrógeno. Con la ayuda de un catalizador se logra solidificar el aceite (saturar) obteniendo un polímero con estructura similar al plástico.

Como resultado de la hidrogenación, la estructura molecular pasa de una configuración natural en forma de curva (cis) a una innatural de forma escalonada llamada trans.


Los ácidos grasos trans no son normales para la biología humana y el cuerpo intenta eliminarlos, pero le cuesta ya que estos colapsan los órganos de depuración y los fluidos internos y una parte importante queda retenida en el tejido adiposo. Al principio se utilizó la margarina como una alternativa a la escasez, pero después,  fue promocionada, con la ayuda de los médicos, para combatir las enfermedades coronarias en sustitución de las grasas animales. Más tarde se comprobó que no sólo no ayudaban a combatir enfermedades coronarias, sino que las agravaban, ya que las grasas trans interfieren con el metabolismo lipídico normal y se acumulan en las células adiposas. Si las grasas saturadas ya son nocivas una saturación artificial lo es aún más.

Ahora se ha masificado el empleo de grasas trans, son más baratas, son prácticas y sobre todo se conservan muy bien.

Los ácidos grasos trans (AGT) tienen la característica de ser estables al enranciamiento oxidativo, lo que les permite tener un tiempo prolongado de conservación, además, tienen un punto de fusión intermedio entre las grasas saturadas y las insaturadas, por esta razón han sido muy utilizadas por la industria alimentaria. Sin embargo en los últimos años han surgido una gran cantidad de evidencias epidemiológicas y clínicas que han señalado que las grasas trans son un factor de riesgo significativo para las enfermedades coronarias.

Hay numerosas evidencias de que el consumo de grasas trans es muy perjudicial para la salud y está asociada a muchísimos problemas desde deterioro cognitivo a procesos inflamatorios de todo tipo, colesterol alto, problemas cardiovasculares etc.

La configuración de los AGT es muy similar a la de los ácidos grasos saturados. Estos últimos, pese a que no es preciso ingerirlos a través de la dieta, son necesarios para el ser humano, ya que, entre otras funciones, protegen a las células de la oxidación y es por ello que tenemos mecanismos para poder sintetizarlos. Sin embargo, los AGT no son en absoluto necesarios: nuestro cuerpo no los sintetiza y su ingesta está totalmente desaconsejada.

Esto ocurre porque, en primer lugar, aparentan ser lo que no son: la configuración de los AGT es similar a la de los ácidos grasos saturados y nuestro organismo se confunde e incorpora estas grasas trans a las membranas biológicas de las células. Ello altera la permeabilidad de las mismas y hace que se oxiden con más facilidad (proceso relacionado con el envejecimiento celular). Además, los AGT, una vez ingeridos, alteran el equilibrio del colesterol sanguíneo lo que provoca una disminución de las concentraciones de colesterol HDL, conocido como colesterol bueno.

Las grasas trans son especialmente malas para las personas con diabetes ya que disminuyen el efecto de la insulina en sangre, también aumentan los niveles de proteína C-reactiva, lo que puede provocar inflamación en las arterias y debilitar el sistema inmune, haciéndote más vulnerable a infecciones y enfermedades. Además reducen la eficacia de enzimas como la delta-6-desaturasa, lo que puede afectar negativamente al metabolismo.


¿En qué tipo de alimentos se encuentran?

Tal como señalaron Stender y colaboradores en la revista BMJ Open, aunque muchos fabricantes de alimentos han reducido la presencia de AGT, todavía es posible ingerir altas cantidades de estas sustancias. Salvo excepciones, las etiquetas no suelen declarar su contenido en AGT, lo que dificulta su identificación.

Una pista para detectarlas consiste en revisar si la etiqueta del producto detalla que contiene grasas “parcialmente hidrogenadas”. En tal caso es casi seguro que tendrá también AGT. La siguiente lista, elaborada en base a datos aportados por la Academia de Nutrición y Dietética y la Asociación Británica de Dietética, señala como productos tipo:
  • Bollería industrial.
  • Comida para llevar.
  • Cremas y purés.
  • Comida rápida o fast food.
  • Alimentos fritos.
  • Galletas.
  • Palomitas de maíz para microondas.
  • Pastelería.
  • Patatas fritas de bolsa u otros aperitivos.
  • Pizzas congeladas.
  • Postres o helados.
  • Precocinados.

El Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) detalló en 2010, que los alimentos en los que más probablemente podemos encontrar grasas trans son las galletas rellenas de chocolate, la bollería industrial infantil y los cereales con chocolate.

La legislación en muchos países prohíbe su uso en pastelería y bollería industrial, sin embargo en los países en los que no sucede así, el consumo de grasas trans está ocasionando una epidemia de trastornos y problemas asociados a la obesidad y al colesterol ya que incrementan la concentración de colesterol malo (LDL) en sangre, al mismo tiempo que reducen las concentraciones de colesterol bueno (HDL), con los consiguientes riesgos cardiovasculares. Todo ello sin que el consumidor, confiado en la seguridad que le brinda la etiqueta 100% vegetal, se entere de nada. Es muy importante que si compramos en supermercados o grandes superficies, leamos las etiquetas. Las campañas de ventas suelen ser engañosas y es muy difícil saber las cantidades de proteínas, grasas y colesterol que contienen sus productos. Lo mejor para evitar este consumo tan nocivo para nuestra salud es cambiar nuestros hábitos alimenticios, prescindir de los consumos de carnes grasas, leches, lácteos y procesados y adaptarnos a una alimentación rica en alimentos vegetales y crudos.


Últimos Estudios

En un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, se demostró que las personas que ingerían mayor cantidad de grasas vegetales hidrogenadas, tenían el doble de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio. Se estima que cada año podrían morir unas 30.000 personas en EEUU únicamente a causa de las grasas trans.

Entre los últimos datos científicos encontramos que este tipo de grasas no sólo afectan a los adultos, sino también a los niños e inclusive  a madres embarazadas y sus bebés.

En la Universidad de Maryland, la Dra. Beverly Teter ha podido constatar la reducción de la leche materna en ratones criados con margarinas industriales, lo que conduce a pensar que determinados trastornos de la lactancia humana pueden estar relacionados con el alto consumo de estas grasas, generando éstas la imposibilidad de dar el pecho más allá de las dos o tres semanas después del parto.

Además, se ha encontrado una relación entre su consumo y el nacimiento de bebés con bajo peso corporal como se indica en los estudios del Dr. Gerald Hornstra de la Universidad de Limburg en Maastricht.

Atención al cocinar en nuestro hogar ya que aunque la mayor parte de grasas trans se encuentran en productos de elaboración industrial, podemos fabricarlas si dejamos calentar los aceites vegetales más allá de ciertos límites. Por ejemplo, el aceite de oliva no debe calentarse a más de 180ºC, ni reutilizarse porque lo quemamos y al quemarlo modificamos su estructura, oxidándolo y transformando sus ácidos grasos en grasas trans.


Una razón más para dejar de procesar tanto los alimentos y descocinar. Los alimentos vegetales y crudos son la mejor opción para nuestra salud.


FUENTES:

Nutrición Vitalizante. Néstor Palmetti. Libro de Autor. Argentina. 2012.

Recetas Anticáncer. Odile Fernández. Ediciones Urano. 2013.

Grasas Saludables. Néstor Palmetti. Libro de Autor. Argentina. 2011.



Lucía Madrigal               



El Cáncer, un Proceso Biológico de Desintoxicación


“ES MUY POSIBLE QUE EL CÁNCER NO SEA UNA ENFERMEDAD CAUSADA POR UN ERROR GENÉTICO SINO QUE SE TRATE DE UN PROCESO BIOLÓGICO DE DESINTOXICACIÓN"

Coral Mateo postula que lo que llamamos cáncer quizás no sea una enfermedad sino un proceso biológico natural de defensa que el organismo pone en marcha cuando en un momento dado, no siendo suficientes los mecanismos habituales de desintoxicación, decide crear tejidos nuevos -gracias a los oncogenes- a fin de desarrollar tumores en cuyo interior depositar los residuos tóxicos para aislarlos encapsulándolos. Los tumores, en suma, vendrían a ser como 'cubos de basura' en los que el cuerpo deposita los desperdicios para luego destruirlos. Y, evidentemente, si lo que postula es correcto atacar los tumores sería un inmenso error.

Veterinaria y homeópata. Todo un desafío si de lo que se trata es de hablar de cáncer y conseguir hacerse oír en medio del enorme ruido que esta enfermedad produce a diario. Sin embargo, los animales también mueren de cáncer -y por cierto, ahora más que nunca- y su biología sirve hasta tal punto de campo de experimentación que el actual método científico exige desarrollar modelos animales antes de investigar con humanos. De hecho la similitud de sus reacciones orgánicas y la capacidad de observar de una manera acelerada los mismos procesos patológicos que se dan en humanos convirtieron hace décadas -a pesar de la oposición de grupos contrarios a la experimentación con animales- a ratones, perros, monos y otras especies en objeto de seguimiento en laboratorio. Y desde luego nadie puede negar -aunque a unos les importe más que a otros- la enorme deuda que la Medicina tiene con los millones de animales que desde entonces han muerto -y siguen muriendo- en aras de la búsqueda de soluciones terapéuticas para las llamadas enfermedades. Así que nadie debiera tampoco extrañarse de que los veterinarios que trabajan directamente con ellos pudieran acabar hallando respuestas que, valoradas con objetividad, puedan ayudarnos a entender esa gran incógnita de nuestro tiempo que aún es el cáncer.

"He de reconocer -nos contaría Coral Mateo- que los veterinarios tenemos una ventaja respecto de los médicos al ser la vida de nuestros pacientes más corta. Pasan ante nuestros ojos a cámara rápida, al igual que su enfermedad, lo que hace más fácil el estudio. Los vemos nacer, crecer y morir. Tenemos la oportunidad de diagnosticar y tratar a varias generaciones de una misma familia. También podemos observar con más facilidad el tumor, al que vemos al natural, invadiendo un territorio que no le corresponde con el beneplácito de un organismo que sólo da facilidades. En cambio los médicos no tienen esa visión. El paciente humano pasa por tantas manos que se pierden el proceso. Hasta que llega al oncólogo que sólo ve el tumor, el anatomopatólogo un trocito de tejido muerto y el bioquímico las moléculas. Otra de nuestras ventajas es la oportunidad de aplicar diferentes tratamientos a miembros de una misma familia con la misma patología. Incluso tenemos experiencia con pacientes que sus dueños deciden no tratar y he de reconocer que no sufren peor suerte que los tratados quirúrgicamente y con quimioterápicos. Es más, me atrevería a decir que viven más y mejor".

Coral Mateo es asturiana, se licenció en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid y es Especialista Universitaria en Homeopatía por la Universidad del País Vasco. "Empecé a estudiar Homeopatía -nos diría- porque estaba un poco decepcionada de los resultados obtenidos con los medicamentos convencionales. Demasiado antibiótico y corticoide". Presidenta de la Sociedad Española de Homeopatía Veterinaria Coral Mateo colabora en el curso de doctorado que sobre Homeopatía Veterinaria se imparte en la Universidad de Zaragoza, fue profesora y coordinadora del Máster Universitario en Homeopatía y Salud en la Universidad del País Vasco y en la actualidad es colaboradora de la AMHB, docente y coordinadora del grupo de Veterinaria del Máster Universitario de Homeopatía de la Universidad de Barcelona. Es autora, junto a José Ramón Torre, del libro Homeopatía Veterinaria. Materia médica. Casos clínicos y comentarios. Ha publicado numerosos artículos en revistas científicas nacionales e internacionales. Y, sobre todo, lleva 25 años trabajando al pie del cañón en la Clínica Veterinaria La Playa de Gijón. Una larga experiencia, pues, que le ha llevado a formular una atrevida hipótesis, La Teoría del Incinerador, que reconoce al cáncer no como un error genético sino como una solución biológica, una respuesta natural de defensa del organismo contra agresiones externas y que en su libro resume de la siguiente manera: "Soy consciente del tremendo cambio conceptual que supone pero he llegado a la conclusión de que el tumor podría formar parte de un mecanismo de defensa y no de un burdo error genético. Los oncogenes pueden estar presentes en todos los organismos sanos y son los encargados de la formación del nuevo tejido, capaz de atraer y desintegrar sustancias mortales cuya presencia no estaba prevista y, por tanto, tampoco su eliminación; material contaminante que circula impunemente pudiendo dañar de forma irreparable algún órgano importante y con capacidad posterior para desaparecer si el plan ha tenido éxito. La oncogénesis es demasiado perfecta para ser un zafio error. Tiene carta blanca para elegir el terreno, cheque en blanco al portador que no repara en gastos y a las células elegidas les concede el privilegio de la inmortalidad: vuelven a ser células madre. Sería su último recurso, un tanto dramático y desesperado, previo fallo de los demás mecanismos de 'descontaminación', más sencillos y menos agresivos. Y sólo resultaría peligroso con el tiempo si sigue creciendo pero hasta que llegue ese momento tendrá arreglo ya que, mientras esté vivo, el organismo no tiene otra intención que mantenerse en este planeta el mayor tiempo posible".

Revolucionaria teoría, en suma, pero coherente con muchas de las cosas que hemos escrito e investigado en los últimos años en la revista. No era la primera vez que habíamos oído especular con el hecho de que el cáncer no fuera una aberración sino una respuesta natural. Muchos de los argumentos de Coral Mateo encajan por ello como piezas de rompecabezas con los de otros médicos o investigadores que han tenido eco en esta revista. Pero nadie hasta ahora -que sepamos- la había formulado por escrito y con tanta rotundidad. Así que decidimos hablar con ella. Eso sí, aclaramos que cuando a lo largo de la charla que mantuvimos con ella Coral habla de sus pacientes se refiere siempre a animales. Habla pues desde su experiencia con ellos -perros sobre todo- pero confía en que sus palabras sirvan para que otros reflexionen en el mundo de la Medicina para humanos.


-¿De verdad puede establecerse un paralelismo biológico claro entre perros y humanos a la hora de hablar y abordar el cáncer y otras patologías?

-Tenemos genes similares, los mismos órganos, las mismas patologías, los mismos trastornos emocionales... Los gatos, por ejemplo, pueden padecer anorexia nerviosa aunque nos parezca un trastorno muy "humano" Y en lo que se refiere al cáncer se puede extrapolar perfectamente.


-Usted afirma que la incidencia del cáncer en animales ha aumentado de forma alarmante...

-Sí. Está claro que algo estamos haciendo mal porque hace 25 años, cuando yo comencé con la clínica veterinaria, la mayoría de mis pequeños pacientes estaban más sanos. Les solían traer a la clínica porque o bien se habían comido un corcho o un rival les había mordido una oreja. Las patologías tenían un claro origen y apenas utilizábamos palabras como multifactorial o idiopático. Las alteraciones gastrointestinales solían deberse a atracones y las dermatológicas simples a hongos que desaparecían con una loción antimicótica o a ácaros y pulgas que se eliminaban con un baño antiparasitario.

En cambio ahora los problemas de piel no ceden tan fácilmente. Son tan rebeldes que hemos tenido que cambiar el lenguaje y ahora hablamos de Protocolo de acercamiento al manejo del paciente dermatológico en lugar de Tratamiento. En la actualidad la mitad de nuestros pacientes padecen enfermedades inmunomediadas y, efectivamente, la incidencia del cáncer ha aumentado de forma alarmante. Tal vez por el exceso de quimioterápicos -que utilizamos con buena intención para enmascarar los síntomas-, la socorrida y nefasta medicación sintomática -que boicotea al sufrido organismo anulando sus reacciones defensivas y dificultando la autorreparación y la desintoxicación- o, tal vez, que ponemos demasiadas vacunas o que desparasitamos mucho; sin descartar el entorno que puede estar un poco contaminado. Incluso la relación con sus dueños puede influir si es un poco neurótica. O la dieta a base de latas con conservantes. O todo junto.


-¿Y cómo llega a la conclusión de que el tumor puede ser en realidad un incinerador utilizado por el organismo para deshacerse del exceso de desechos tóxicos, creado por el organismo cuando los mecanismos habituales de desintoxicación están desbordados y no dan abasto?

-En la clínica veterinaria son frecuentes los cuerpos extraños y no es raro que el organismo los aísle formando a su alrededor un nuevo tejido. Recuerdo una vez que extirpamos un gran tumor dorsal a un Pointer y al abrirlo me encontré con una inofensiva espiga en el centro.

En otra ocasión nos encontramos con un tumor en una cirugía rutinaria de ovario -histerectomía felina- en el interior de una trompa. El tumor era pequeño y redondo, con una pequeña muesca alrededor. Lo desdoblé y resultó ser un gatito que al morirse dentro del útero y ante la imposibilidad de eliminarlo el organismo de la madre puso en marcha un programa que todos tenemos para estos casos que consiste en reducir la superficie el máximo y a continuación calcificarlo ya que de no hacerlo la infección posterior podría en peligro su vida.

Es fácil de comprender pues que la formación de un tejido nuevo, benigno, con el que el organismo encapsula un cuerpo extraño -por ejemplo, un perdigón- es algo beneficioso ya que el nuevo tejido recubre el plomo para separarlo del organismo impidiendo que interactúen pero cuando el tumor es maligno ya no tan es fácil de entender... y sin embargo es posible que se trate de lo mismo. A veces nos encontrábamos con casos muy curiosos, animales que habían vivido años con sus enormes tumores y se morían al extirparlos. Y entonces pensabas: ¿qué "hacían" esos tumores que mantenían vivos a los pacientes? No lo sabíamos pero lo que sí estaba claro era que tras eliminar esos tumores las metástasis crecían sin freno. Así que una cosa parecía clara: mientras el tumor primario permanecía en su sitio las metástasis se mantenían dormidas. Alguna vez pensaba: ¿y si los tumores no fueran un error? Y como la idea parecía descabellada la olvidaba… Pero volvía. ¿Y si fuera un mecanismo de defensa? Y así, poco a poco, surgió la Teoría del Incinerador que cada vez veo más acertada: la formación de un nuevo tejido capaz de atrapar, secuestrar y desintegrar todas las moléculas indeseables que circulan impunemente por nuestro organismo perturbando el buen funcionamiento del mismo.


-A su juicio, a efectos de la formación de tumores, ¿son tan importantes las sustancias tóxicas del exterior como las generadas por nuestras emociones?

-La realidad es que nuestro organismo acumula sustancias tóxicas tanto procedentes de nuestro exterior como generadas en nuestro interior. Respecto a las del exterior no debemos olvidar que estamos hechos con los elementos de la primera parte de la tabla periódica y que existen una buena lista de sustancias cancerígenas, elementos del resto de la tabla, en forma de residuos químicos, metales pesados, pesticidas, etc., que contaminan nuestras casas, nuestra ropa, el agua que bebemos, los alimentos que comemos y el aire que respiramos, y que no son naturales. Otras procederían de nuestro interior, las elaboramos nosotros mismos debido al estrés, las alteraciones hormonales, la hiperactividad del sistema inmunitario, el sufrimiento prolongado, etc. Todo ello puede llevarnos a producir potentes sustancias químicas que dañen los tejidos. La oncogénesis sería en tal caso un plan a seguir por parte del organismo, previo fallo de intentos anteriores más sencillos, más económicos y menos peligrosos como son las eliminaciones corporales fisiológicas como la sudoración corrosiva que daña la piel, las lágrimas que irritan los ojos, la orina fuerte que quema la uretra o la salivación que llaga la boca... pero también las eliminaciones patológicas. No es de extrañar que el organismo se beneficie de la actuación de ciertos microorganismos dejándoles reproducirse en situaciones especiales ya que le servirían para metabolizar las peligrosas moléculas tóxicas dando un resto de cadena más corta, menos tóxica y más fácil de eliminar. En la actualidad son muchas las multinacionales que utilizan microorganismos para deshacerse del material contaminante. Incluso algunas patologías comienza a ser tratadas con bacterias.


-Entonces usted estará en contra del tratamiento sintomático.

-Pienso que intentar anular los síntomas por sistema no es correcto. Los síntomas no son la enfermedad sino la respuesta. No debemos suprimir sin más un vómito o una diarrea porque es obvio que cuando eso ocurre es porque el cuerpo está intentado eliminar con rapidez algo que le hace daño, quizás un contenido intestinal cáustico que está quemado la mucosa intestinal. Ni empeñarnos en anular rápidamente cualquier fiebre con antipiréticos ya que con ello se impide que el organismo elabore naturalmente interferón, molécula básica del sistema de defensa. Hay que ir más allá y preguntarse: ¿por qué tiene ese síntoma? Ir al origen y no anularlo sin más porque si lo hacemos estamos boicoteando las defensas naturales. Y eso es lo que hacemos con nosotros mismos a diario. Ni siquiera permitimos a nuestro organismo sudar. Nos ponemos antitranspirantes aun cuando el sudor es una sustancia corrosiva y peligrosa que puede hasta quemar la ropa y el zapato; preferimos, absurdamente, que no salga y se quede dentro. La consecuencia de todo ello -junto a otras muchas causas de intoxicación- es una saturación de la capacidad normal de desintoxicación del cuerpo que puede verse obligado a recurrir a la oncogénesis.

Ahora bien, a mi juicio el hecho de desarrollar un cáncer sin que existan enfermedades previas podría en todo caso deberse más a la naturaleza del paciente que a la del material contaminante ya que el hecho de no estar nunca enfermo no significa necesariamente estar sano. Puede, por el contrario, ser síntoma de falta de energía, de capacidad de reacción por parte del organismo.


-De acuerdo con su teoría, el organismo, entonces, saturado de residuos tóxicos, no puede seguir funcionando y pone en marcha la construcción de un órgano nuevo, un incinerador que le permite seguir viviendo. Al menos durante un tiempo.

-Exacto. Así lo veo. Y casi podría decir que tengo la prueba. Una gran empresa farmacéutica que apuesta por la quimioterapia ha descubierto macromoléculas pesadas que pueden ir directamente al tumor portando el quimioterápico. Irían como una bala hacia la neoplasia evitando que todo el organismo sufra los efectos demoledores de la quimio. Lo que no estaría mal si el tumor fuera un error del organismo pero si no lo es tendrá que volver a crear otro tumor. Y como tras la quimio habrá quedado muy debilitado lo tendrá más difícil. Además, con los tejidos que habría elegido -útero, mama, próstata (tejidos no vitales)- eliminados, en la siguiente ocasión el tejido de elección será más noble y el tumor terminará comprometiendo la vida. Pero, ¿es la macromolécula la que avanza hacia el tumor o es el tumor quien atrapa la macromolécula? Mi hipótesis es que es el propio tumor el que las atrae.


-¿Y cómo se pone en marcha la formación de ese nuevo tejido, del tumor, de lo que los oncólogos llaman neoplasia?

-El organismo cuenta para ello con los oncogenes. Todos los tenemos. Son los encargados de la construcción de nuevos tejidos. Ahora bien, la naturaleza de la neoplasia depende de la peligrosidad del material que tenga que albergar. El nuevo tejido es a veces tan extraño que no recuerda al tejido original del que nace y asusta un poco observarlo. Cuando me encontré con los tumores por primera vez, hace 25 años, tenía la sensación de estar ante un "alien". Parecía que el tumor, rodeado por un numeroso ejército de vasos sanguíneos, era dueño del animal. Hoy comprendo que no es un error propio de una mutación genética. El plan del organismo consiste en construir un nuevo tejido -de bajo costo si es posible- que le libre del material nocivo, moleste lo mínimo y preferiblemente esté en un territorio no vital. Por eso mayoritariamente los tumores aparecen en las mamas, el útero, los ovarios y la próstata. Y por eso también jamás me he encontrado con un cáncer primario en el corazón.


-Ciertamente es significativo que si los tumores son negativos para la vida el sistema inmune no los combata...

-Exacto. El sistema inmunitario no los ataca, los reconoce como propios. En el crecimiento de la neoplasia todo está perfectamente programado. Incluso se concede al proyecto muchos privilegios. Las células elegidas vuelven a ser eternas, privilegio que perdieron con el nacimiento tras el que los telómeros (los brazos de los cromosomas) se van acortando con cada división hasta que ya no se pueden dividir más. En cambio, cuando son elegidas para hacer un cáncer vuelven a ser inmortales.


-¿Y cómo se abastecen los tumores?

-Con la fabricación de vasos nuevos (angiogénesis tumoral). Eso ya lo demostró el Dr. Judah Folkman en el Hospital Infantil de Boston (EEUU). Sus colaboradores aislaron las moléculas que hacen crecer los capilares y que son las estimuladoras de la angiogénesis. La célula cancerosa estimula el crecimiento de sus propios vasos sanguíneos mediante la elaboración de tales moléculas y una vez el tumor primario está perfectamente establecido con su generosa red de abastecimiento empieza a trabajar atrayendo todo el material indeseable que circula por el torrente sanguíneo para luego destruirlo con su potente bioquímica. De hecho, el investigador en Biología Molecular López Otin y su grupo de la Universidad de Oviedo ya identificaron las funciones de 30 proteasas, enzimas que destruyen proteínas, macromoléculas relacionadas con los tumores malignos y sus metástasis. Se trata de sustancias que genera el tumor con un alto poder de destrucción molecular.


-¿Y cuándo deja de crecer el tumor primario?

-Una vez cumplido su cometido. Es decir, cuando ha destruido todo el material tóxico con su potente bioquímica y cesa la intoxicación. En el caso de que tenga un origen externo, cuando se elimina la fuente de contaminación. Y en el caso de las endotoxinas provocadas por trastornos emocionales cuando se resuelven con la terapia adecuada y el paciente se equilibra a nivel mental y emocional.


-¿Cómo podría llegar a desaparecer el tumor?

-El tumor primario tiene capacidad para elaborar dos tipos de moléculas: unas que estimulan la angiogénesis y otras que la inhiben. Luego dejando de elaborar las estimuladoras y permitiendo actuar a las inhibidoras el tumor, en vez de crecer, se atrofia. En suma, el tumor primario es el que da las órdenes, el que dirige el proceso. Y además de producir moléculas que estimulan la formación de vasos sanguíneos manda células cancerosas al torrente circulatorio. Algo realmente singular porque cualquier otra célula moriría pero éstas no. Mire, un tumor del tamaño de un guisante es capaz de enviar diariamente al torrente sanguíneo hasta un millón de células cancerosas para que estén preparadas para crecer en distintos lugares en caso de necesidad. Es como si preparamos un horno crematorio principal pero tuviéramos dispuestas diversas incineradoras más por si el primero fallara, no fuera suficiente o quedara destruido. Esto implica pues que el tumor primario mantiene el control directo sobre las demás células cancerosas diseminadas por el organismo mediante los mecanismos de inhibición-estimulación. De ahí que si el tumor primario consigue su objetivo las demás células diseminadas desaparezcan una vez el tumor se seca, se necrosa. Ahora bien, ¿qué ocurre si el tumor sigue creciendo porque el paciente sigue haciendo la misma vida, comiendo los mismos alimentos inadecuados/tóxicos y manteniendo los mismos problemas emocionales? Pues que el tumor sigue creciendo, llega un momento en el que invade otros tejidos y empieza a comprometer su vida por lo que empiezan a surgir nuevos tumores en otros sitios para intentar ayudar. ¿Y qué se hace hoy? Extirpar de inmediato el tumor primario ante el miedo de que al seguir creciendo pueda comprometer la vida del enfermo pero a mi juicio se trata de un enorme error porque cuando se hace eso el organismo lo interpreta como un fallo total, las células cancerosas diseminadas quedan sin control y empiezan de inmediato a desarrollarse múltiples tumores que terminan invadiendo el organismo. Todos quienes hemos extirpado quirúrgicamente tumores lo hemos visto en innumerables ocasiones. Se suele perder además el mecanismo de involución, es decir, la posibilidad de la remisión total.


-En tal caso los actuales tratamientos oncológicos -cirugía, quimioterapia y radioterapia- constituirían un craso error...

-Ciertamente. La cirugía es agresiva y negativa por lo que ya he explicado. Y la quimioterapia y radioterapia aún peor porque intoxican aún más el organismo.


-Los oncólogos afirman que hay personas que se han curado con quimio y/o radioterapia.

-Yo diría que hay personas que han logrado superar sus problemas de salud a pesar de ello, no gracias a ello. Probablemente porque cambiaron psicológicamente relativizando sus traumas, modificaron su alimentación, tomaron suplementos nutricionales, ortomoleculares, fitoterápicos u homeopáticos, dejaron de intoxicar su organismo y potenciaron su sistema inmune, sin descartar la posibilidad de que sus tumores estuvieran ya en retroceso.


-¿Podría alcanzarse la remisión total?

-Pienso que si un paciente cambia completamente el chip de quién es, cuenta con apoyo psicológico, hace una alimentación natural, elimina todas las fuentes que contaminan su organismo, no vuelve a introducir ninguna toxina en su cuerpo y, finalmente, deja que el organismo funcione de forma natural recupera la salud. Al menos en la mayoría de los casos.


-Hay algo que se nos escapa: ¿cómo casan con su teoría la leucemia, el cáncer de hueso y los tumores cerebrales?

-Los oncólogos denominan leucemia a la proliferación de células sanguíneas inmaduras -los blastos- al reproducirse de manera incontrolada en la médula ósea y luego acumularse tanto en ella como en la sangre. Y de ahí que la denominen "cáncer de la sangre". Pero, ¿es realmente un cáncer? A mi juicio está por ver ya que me da la sensación de que carece de sentido calificar de cáncer cualquier multiplicación de células... supuestamente incontrolada. En cuanto a los tumores en el cerebro me pregunto si se trata de tumores primarios... o secundarios. En todo caso puede explicarlos lo postulado por el doctor Ryke Geerd Hamer de quien han hablado ustedes ampliamente en la revista. Por lo que respecta al cáncer de huesos se trata siempre de tumores y está constatado que la mayor parte son metastásicos, es decir, tumores secundarios. En fin, debo decir que yo no tengo todas las respuestas al enigma del cáncer; es obvio que habrá que seguir estudiando para obtenerlas. Lo que sí digo es que mi teoría es plausible y no sólo no choca con la razón sino que a mi juicio destila sentido común.


-Una última pregunta. Usted trabaja con animales. ¿No ha pensado pues en llevar a cabo un estudio para poder comprobar clínicamente sus postulados? Porque lo que probablemente no le dejasen probar con seres humanos no pueden prohibírselo si son ellos los pacientes.

-Sí, lo he pensado y de hecho voy a proponerlo. Aunque habría que hacerlo con animales en los que los tumores hayan aparecido espontáneamente, sin provocarlos como se ha hecho ahora en ratones ya que el resultado podría quedar enmascarado. Hoy sabemos además que los roedores tienen una capacidad extraordinaria para desintoxicarse y, por tanto, a mi juicio no es aconsejable ni utilizarlos para estudiar la toxicidad de los medicamentos ya que el ser humano carece de esa cualidad. Por otra parte las ratas evolucionan tres veces más rápido que nosotros lo que hace que se adapten con mayor rapidez a un nuevo entorno, incluido uno más toxico. Los cánceres que vemos en perros, en cambio, se asemejan más a los humanos que los que se inducen en ratones de laboratorio. Podríamos pues empezar por estudiar en ellos el cáncer de mama, dada la alta incidencia en mujeres y su localización externa. Y por ser la especie canina la más adecuada al tener un componente mental y emocional fácil de comprender. La investigación podría centrarse en hembras que hayan desarrollado ellas mismas el tumor -no inducido por nosotros- y sin metástasis. Formaríamos cuatro grupos. Uno que seguiría el protocolo de actuación convencional actual que consiste en la extirpación quirúrgica total de la cadena mamaria -incluidos los ganglios- y luego darles quimioterapia. Un segundo grupo que se sometería a un tratamiento quirúrgico más conservador: extirpando sólo el tumor y sin darles quimioterapia. El tercer tratamiento sería ya integral: físico, mental y emocional. Sin cirugía ni quimioterapia. Y, por último, un cuarto grupo testigo al que no daríamos tratamiento alguno. Comparando los cuatro grupos entre sí y por separado. Tendríamos los resultados en sólo cuatro años que son los que se corresponden con un período de 16 años en la especie humana. Creo que sería suficientemente significativo.


-De forma resumida y en pocas palabras: según su planteamiento el cáncer no sería una enfermedad causada por un error genético sino un mecanismo natural de defensa que el organismo pone en marcha para poder desintoxicarse cuando está saturado y los mecanismos habituales no son suficientes. Y los tumores no serían pues algo negativo que hay que combatir como sea sino algo enormemente positivo porque están ayudando al organismo a sanar... salvo que la intoxicación del cuerpo continúe y alguno llegue a ser tan grande que su crecimiento pueda afectar al funcionamiento de algún órgano adyacente.

-Exacto. Y por eso pienso que incluso eliminar los oncogenes sería un error ya que otros menos especializados harían alianzas para sustituirlos haciendo igualmente el tumor pero de manera defectuosa y más peligrosa para el organismo.

Extraído de Internet



Lucía Madrigal