Qué Alimentos Deberíamos Evitar por su Toxicidad


Food Matters Preguntó a siete expertos “Qué alimentos evitarían”. Básicamente, sus respuestas coinciden con las publicadas en un reciente artículo presentado por Jared Koch del Instituto de Nutrición Integrada (Institute of Integrative Nutrition) y fundador de la guía de restaurante Clean Plates (platos limpios). Aquí están esas respuestas reveladoras:


TOMATES ENLATADOS

Un endocrinólogo ni siquiera se acercaría a los tomates en lata, ya que las latas están cubiertas de una resina que contiene BPA, y el ácido del tomate corroe el envase y rompe el BPA en cantidades peligrosas. La mayoría de las marcas de alimentos enlatados contienen BPA. Este químico tóxico está vinculado a anormalidades reproductivas, efectos neurológicos, aumento del riesgo de cáncer de mama y de próstata, diabetes, enfermedades del corazón y otros problemas serios de salud.

Según las pruebas realizadas, sólo un par de porciones de comida enlatada pueden exceder los límites seguros de exposición diaria en los niños. El problema es que la alta acidez de los tomates hace que el BPA se filtre en los alimentos. Para evitar esta sustancia química, se aconseja prescindir de los alimentos enlatados, por completo y consumir frutas y vegetales frescos, o en su lugar, comprar marcas que utilicen envases de vidrio, especialmente con alimentos ácidos como el tomate.


CARNE DE VACA CONVENCIONAL

La mayoría de los ganaderos alimentan o complementan la alimentación del ganado con granos, especialmente, maíz y soja para que engorden, tratan sus enfermedades con antibióticos y añaden hormonas a su alimentación, por lo que la carne está contaminada con estos residuos. Otro aspecto fundamental y quizá menos conocido, es que la carne es la principal vía de entrada de transgénicos en la cadena alimentaria. Los transgénicos, que se están produciendo actualmente a mayor escala, están destinados a la elaboración de piensos para alimentación animal. Todo esto puede suponer un riesgo real o potencial para la salud del consumidor.

Por otro lado, las carnes procesadas como el salami, el jamón, longanizas o chorizos, las vienesas y la carne asada están generalmente hechas con carnes de estos mismos  animales, que además, son criados en granjas en condiciones deplorables. Dichas carnes procesadas, también están cargadas de nitrito de sodio, un conservante y agente antimicrobiano comúnmente utilizado, que también le da color y sabor.

Los nitritos pueden convertirse en nitrosaminas en el cuerpo, las cuales son potentes sustancias químicas que causan cáncer. La investigación ha vinculado el nitrito con mayores tasas de cáncer colorrectal, cáncer de  estómago y cáncer de páncreas. Pero eso no es todo, la mayoría de las carnes procesadas también contienen otros productos químicos que se crean durante la cocción y son potenciales cancerígenos.


PALOMITAS DE MAÍZ DE MICROONDAS

Las bolsas de las palomitas están cubiertas de Ácido Perfluorooctanoico (PFOA) y en el momento de ser calentadas, el compuesto se filtra en las palomitas. Este compuesto ha sido vinculado a la infertilidad. Los perfluoroalquilos, que incluyen el ácido perfluorooctanoico (PFOA) y el sulfonato de perfluorooctano (PFOS), son productos químicos utilizados para impedir que la grasa se filtre a través de las bolsas de los alimentos. Estos son ingeridos por las personas a través de los mismos alimentos y se presentan como contaminantes en la sangre.
 
Estas sustancias químicas son parte de un grupo cada vez mayor de productos químicos comúnmente conocidos como “productos químicos de flexión de género”, ya que pueden alterar el sistema endocrino y afectar a las hormonas sexuales. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, Enviromental Protection Agency) denomina a los PFCs como “probables cancerígenos”, y ha manifestado que el PFOA “posee riesgos desarrollo y reproducción en los seres humanos”. Los investigadores también han vinculado varios PFCs a una serie de otros peligros para la salud, tales como infertilidad,  enfermedad de la tiroides, cáncer (hígado, páncreas, testículos, glándulas mamarias y próstata), problemas del sistema inmunológico y aumento de los niveles de colesterol LDL.


PATATAS CONVENCIONALES

Las patatas convencionales están rociadas con herbicidas, plaguicidas y fungicidas. Como el resto de las verduras que crecen bajo tierra, las patatas se ven expuestas a los pesticidas mucho más que otras hortalizas. De hecho, su piel es tan fina, que deja pasar estos compuestos tóxicos. El EWG encontró que el 91,4% de las patatas analizadas contenía rastros de pesticidas.


SALMÓN DE PISCIFACTORÍA

El salmón de piscifactoría es almacenado en piscinas y alimentado con plumas de pollo y pellets (serrín natural seco). Un estudio científico sobre la contaminación de los peces mostró altos niveles de sustancias cancerígenas como el DDT y  PCB. Este mismo estudio publicado en Science alerta de la falta de control de piensos usados en piscifactorías. Desde los años ochenta la piscicultura se ha presentado como un sector de futuro en España. Sin embargo, pocas han sido las especies a partir de las cuales se obtienen producciones importantes. Entre ellas, los moluscos bivalvos, especialmente el mejillón, seguidos de la trucha, la dorada, la lubina y el rodaballo.

Sin embargo, en otros países europeos como Noruega y Reino Unido, en especial Escocia, además de Canadá y Chile en América, se ha potenciado enormemente la producción de salmón, especie que desde los años noventa ha conseguido un gran éxito comercial. Tras el análisis de 14 compuestos químicos diferentes, los salmones de piscifactoría acumulan pesticidas, hidrocarburos policíclicos y hasta dioxinas y compuestos similares. El estudio sostiene que los animales de piscifactoría, en especial los europeos, contienen niveles de contaminantes muy altos.


LECHE CONVENCIONAL

Las vacas lecheras son alimentadas con hormonas de crecimiento para maximizar la producción de leche, que da como resultado una mayor incidencia de infección en las ubres y pus en la leche. También  se utilizan muchos antibióticos que se absorben en la carne del animal y también van a parar a la leche. Cuando consumimos leche o carne de vaca, estos antibióticos llegan a matar parte de nuestra flora intestinal benéfica. Al hacer esto, nuestro sistema inmunológico queda desprotegido y la presentación de enfermedades como gripe, tos, resfriado y alergias, se presentan de manera frecuente y cada vez más severas. También, ese desequilibrio en la flora intestinal hace que se desarrollen hongos dentro de nuestro cuerpo, como la cándida, un hongo que se alimenta principalmente de dulces y azúcares y que es punto de partida de enfermedades de la piel como lo son el acné, la psoriasis, los eccemas, los hongos,… y hasta el cáncer

Además, las técnicas utilizadas para procesar la leche, uperisación, pasteurizado u homogeneización son técnicas que degradan y destruyen gran parte de los nutrientes contenidos en la leche.

Si quieres saber más sobre los problemas asociados a la leche, puedes consultar los artículos de este “Blog”, relacionados con el consumo de la misma.


MANZANAS CONVENCIONALES

Las manzanas son rociadas frecuentemente  con plaguicidas y pesticidas que han estado relacionadas con la enfermedad de Parkinson. Según la EWG, el 98% de las manzanas convencionales tienen niveles detectables de pesticidas. Estas se encuentran entre los doce alimentos con más altos niveles de residuos tóxicos.




Lucía Madrigal