Comer Despacio


“Pueden pasar hasta 20 minutos antes de que el cerebro se entere de que tenemos el estómago lleno; eso quiere decir que, si tardas menos de 20 minutos en acabarte la comida, la sensación de satisfacción llegará demasiado tarde y ya no te servirá de nada. Además es importante saborear los alimentos. Los indios tienen un proverbio que dice «Bebe la comida y mastica la bebida». Debemos pasar tanto tiempo disfrutando la comida como el que ha tardado en prepararse.

“Saber comer. 64 reglas básicas para aprender a comer bien”

Michael Pollan


Muchos estudios científicos han explorado los beneficios de comer  lentamente y masticar los alimentos por más tiempo. El alimento es más nutritivo cuando se mastica bien, pero además comemos menos cuando lo hacemos así. La sabiduría del refranero español lo expresa de la siguiente manera: “Quien come despacio, come dos veces”, porque para nutrirse hay que masticar bien lo que comemos


Además, “El banquete está en el primer bocado”. Ése que tomamos en primer lugar es el bocado más sabroso, si lo tragamos sin saborear, la comida pierde interés, ya que en la medida en que vamos engullendo, nuestro grado de satisfacción disminuye. Seguimos comiendo, pero no sacamos partido del alimento, no lo agradecemos y no disfrutamos realmente del propio acto de comer. Hoy en día diferentes estudios nutricionales, el último de los cuales apareció en la revista de la Academia de Nutrición y Dietética, demuestran que dedicar más tiempo a la comida es muy beneficioso para nuestro cuerpo, e incluso hace que comamos con moderación. 

Cuando comemos con avidez, nuestro cuerpo no tiene tiempo para que se produzca el proceso de señalización natural, que comunica que hemos comido lo suficiente. Las hormonas que nos indican si hemos tenido una alimentación adecuada, se van produciendo mientras estamos comiendo, pero se necesitan unos 20 minutos para que esta señalización ocurra. Si comemos demasiado rápido, es muy probable que comamos en exceso, ya que nuestro cuerpo no tiene tiempo de recibir las señales de que hemos comido lo suficiente, hasta que hemos ingerido mucha cantidad de alimento.
Según el Blog de Salud de ​​Harvard:

"Los receptores, que indican que el estómago ha aumentado de tamaño, se activan, cuando éste se llena con los alimentos o el agua; estos envían señales hormonales directamente al cerebro a través del nervio vago, que conecta el intestino y el tronco cerebral, para indicar que  comida parcialmente digerida entra en el intestino delgado.


Un ejemplo es la colecistoquinina (CCK), dada a conocer por el intestino en respuesta a los alimentos consumidos durante una comida. Otra hormona, la leptina, producida por las células grasas, manda una señal que indica las reservas de energía del cuerpo.

Las investigaciones sugieren que la leptina amplifica las señales de CCK, para mejorar la sensación de saciedad. Otras investigaciones sugieren que la leptina también interactúa con el neurotransmisor dopamina en el cerebro, para producir una sensación de placer después de comer. La teoría es que, por comer demasiado rápido, las personas no pueden dar a este intrincado sistema hormonal suficiente tiempo para trabajar, de forma que las señales sean correctamente interpretadas".

Como ya hemos dicho antes, el cerebro necesita de unos 20 minutos para decirle al cuerpo cuando tiene que dejar de comerLa grelina, denominada la "hormona del hambre" y producida principalmente por el estómago,  parece actuar sobre los centros de placer del cerebro, y está presente cuando no puedes dejar de acordarte de lo buenas que están las galletas de chocolate. La falta de sueño aumenta la grelina y nos hace sentir hambre. La leptina se opone a la grelina al suprimir esa hambre y nos ayuda a evitar comer en exceso.

Por supuesto, si sufrimos de resistencia a la leptina, puede que las señales de saciedad no lleguen a nosotros. Pero si, además, comemos en cinco minutos, no recibiremos esas señales de saciedad hasta que sea demasiado tarde. La única solución a todo esto está en comer más despacio. Es decir en masticar más, lo que comemos.


La mayoría de las personas masticamos y tragamos la comida de forma automática, como si de un reflejo inconsciente se tratara. La masticación inadecuada impide una nutrición adecuada, porque la digestión comienza en la bocaEl proceso de masticación es en realidad un paso muy importante en la digestión, porque facilita a los intestinos la absorción de nutrientesLa masticación inadecuada hace que los alimentos pasen a través del tracto digestivo sin ser analizados correctamente, por lo que muchos nutrientes son desperdiciados.

Además, la masticación envía señales vitales al cuerpo para comenzar a prepararse para la digestión; con la masticación comienza la secreción de hormonas, se activan los receptores del gusto, se preparan las paredes del estómago para la secreción de ácido clorhídrico, y se prepara el páncreas para la secreción de enzimas y bicarbonato.

Con el acto de masticar, la comida se expone más a la saliva, que contiene enzimas digestivas necesarias para la primera fase de la digestión; la saliva también ayuda a lubricar los alimentos, para que su paso por el esófago sea más fácil. 

Masticar relaja el píloro, un músculo en la base del estómago que controla el paso de los alimentos hacia el intestino delgado

Masticar fortalece los dientes y la mandíbula, y ayuda a prevenir la acumulación de placa y caries. También evita que algunas bacterias transmitidas por los alimentos entren en el intestino con las partículas de comida; el crecimiento excesivo de bacterias perjudiciales en el intestino puede provocar gases, distensión abdominal, estreñimiento, diarrea, calambres y otros problemas digestivos.


Nos hemos acostumbrado a comer deprisa y a masticar muy poco los alimentos, en nuestra mente siempre está presente el mensaje: "Deprisa, no tienes tiempo". Además, comemos pocos alimentos crudos y enteros y nos alimentamos de procesados, muy elaborados, blandos y con texturas artificiales, masticamos poco, aunque como vemos, la masticación nos beneficia.

La mayoría de los estudios sugieren que cada bocado sea masticado por lo menos 40 vecesHorace Fletcher, también conocido como "El Gran masticador" sugiere una debida insalivación y una buena masticación. Cuando una empresa aseguradora rehusó hacerle un seguro por su peso excesivo, él decidió adelgazar masticando los alimentos hasta licuarlos. Con esta práctica aprendió que el alimento insalivado y bien masticado es sumamente beneficioso para la digestión. Los yoguis añaden a esto, que sólo así podemos obtener el prana de nuestra comida.  

Normalmente con unas 50 masticaciones es suficiente. No obstante, tampoco hay que estar constantemente contando, sino simplemente masticar, hasta que los alimentos se licuen  y pierdan su textura original. Los que han probado a hacerlo afirman que al principio se siente dolor en la mandíbula. Esto ocurre porque en el mundo occidental, se ha restado importancia al hecho de deshacer los alimentos y licuarlos y nuestra mandíbula está desentrenada, pero la práctica hace que mejore en su eficiencia y que cumpla con la función de masticar.

Aparte de todo esto, comer despacio constituye un acto de meditación en sí mismo, nos ayuda a estar presentes y conscientes del propio acto de alimentarnos y nutrirnos. Al igual que hay formas de meditación que implican estar sentado, de pie o caminando en silencio, muchos maestros budistas alientan a sus estudiantes a meditar mientras se come. Se trata de experimentar la comida con mayor intensidad, sobre todo de disfrutar del placer de hacerlo. Según los yoguis, cuando comemos despacio no sólo degustamos, sino que  nos hacemos conscientes de nuestro cuerpo a través de la boca y se produce un indescriptible sentimiento de satisfacción al mantener los alimentos en el interior de la misma, paladearlos, darles la vuelta con la lengua y masticarlos de forma que queden bien insalivados y se deglutan casi inconscientemente.


El New York Times añade que “ser conscientes” a la hora de comer implica tomar consciencia de cada acto que realizamos mientras comemos y de las transformaciones que se van produciendo en el alimento: Coger un bocado, dejar el tenedor sobre la mesa, masticar lentamente, dejar de hablar. Experimentar con la textura de la pasta que se va formando, oler, saborear, observar el color brillante de los alimentos, experimentar con el aroma del vapor que se levanta de ellos...

La Dra. Jan Chozen Bays, autora de “Comer Consciente: Una guía para el Redescubrimiento de una relación sana y alegre con los alimentos”, dice: "Creo que el problema fundamental es que comemos en piloto automático". El remedio es simplemente "comer, en lugar de comer y hablar, comer y ver la televisión, o comer y ver la televisión a la vez que escuchamos chismes por teléfono o mientras estamos con el ordenador".

Cuando comemos atentos podemos sintonizar con la propia sabiduría del cuerpo en lo relativo a qué, cuánto y cuándo comer, podemos llegar a comer menos sintiéndonos saciados, podemos identificar nuestras pautas y hábitos alimentarios, podemos desarrollar una actitud más compasiva con respecto a las luchas con la comida y podemos reconocer y descubrir lo que de verdad anhelamos.

Meditar mientras comemos es un acto de gratitud hacia la vida y todos los agentes que han intervenido en la llegada de los alimentos a nuestra mesa. Es un acto de atención y de amor a nosotros mismos. Comemos al menos tres veces al día, tres momentos para la relajación, para la consciencia del cuerpo y de nosotros. El ejercicio de masticar, llevado hacia dentro, nos permite el encuentro. Por supuesto, esta práctica podemos aplicarla a cualquier otra cosa de nuestra vida, sin embargo, no está mal empezar por aquí. "El alimento también es un regalo".



FUENTES:

Comer Consciente: Una guía para el redescubrimiento de una relación sana y alegre con los Alimentos. Jan Chozen Bays, Ed. Kairós. ISBN: 9788499883120.

 Happiness as Found in Forethought Minus Fearthought, Horace Fletcher, (Paperback) Tapa blanda , 2010.

“Saber comer. 64 reglas básicas para aprender a comer bien”, Michael Pollan, Ed. Debate, 2014.



Lucía Madrigal                 



“Gracias”


“El agradecimiento es la memoria del corazón”

Lao Tsé                              

Un artículo publicado en Harvard Mental Health Letter señala que “ser agradecido” es una de las formas más simples de sentirse mejor, porque la gratitud “alimenta nuestro espíritu” y genera gratitud en los que nos rodean. “GRACIAS”, es una palabra habitual en muchas de las interacciones que mantenemos cada día, de esta forma ha ido perdiendo su significado original. A veces la pronunciamos acompañada de una sonrisa, otras, nos cuesta un poco más, pero en la mayoría de las ocasiones surge de forma automática, como una mera fórmula de cortesía. De ahí que muchos de los “GRACIAS” que decimos, estén alejados de aquello que debería inspirarlos: la gratitud.

La palabra GRATITUD se deriva de la palabra latina gratia, que significa gracia o gratitud. La GRATITUD es apreciar con agradecimiento lo que se recibe, ya sea tangible o intangible y aplicar ese sentimiento a nuestra vida, para que podamos reconocer las bondades que constantemente recibimos. Como resultado, las personas pueden conectarse con algo más grande que ellos mismos como individuos, ya sean otras personas, la naturaleza o un poder superior.


Más que otra cosa, la gratitud es una actitud, una cualidad que se cultiva con el uso, gratuita y profundamente benéfica, un sentimiento puro, profundo y poderoso. Es capaz de cambiar nuestro estado de ánimo, nuestra manera de interpretar las circunstancias y nuestra realidad. Además, también tiene el poder de cambiar las respuestas o reacciones de nuestros interlocutores, y en última instancia, de transformar nuestras relaciones. Podríamos decir que “GRACIAS” es, sin duda, una palabra mágica.

Cuando nos sentimos agradecidos, conectamos con la ABUNDANCIA en mayúsculas, porque somos capaces de valorar y apreciar todas las cosas de la vida. Lo más simple, por ejemplo el hecho de que al pulsar un interruptor se encienda la luz, o que al encender el grifo en la ducha fluya agua caliente, un sencillo gesto de cariño, una sonrisa inesperada o un instante de armonía, nos produce regocijo y gratitud. Normalmente, vivimos inmersos en  sentimientos de carencia y al no valorar o apreciar lo que la vida nos ofrece, nos sentimos decepcionados. Nos puede la expectativa y el deseo. En estos casos, el agradecimiento aparece como un antídoto que nos hace colocarnos en un lugar mucho más sano y constructivo a la hora de enfrentarnos a las experiencias de la vida.

Además, el sentimiento de agradecimiento mejora la salud. Como se señaló en un artículo publicado en “ABC News”, los estudios han demostrado que la gratitud puede producir un gran número de efectos beneficiosos en todos los sistemas del cuerpo: en los neurotransmisores del estado de ánimo (serotonina y norepinefrina) y en los neurotransmisores relacionados con el placer y la cognición (dopamina), en los sistemas inmunes e inflamatorios (citoquinas), en las hormonas de la cohesión social (oxitocina), en las hormonas del estrés (cortisol), en la presión arterial, el corazón y los ritmos EEG,  y en los niveles de azúcar en la sangre.


La ciencia sigue investigando la GRATITUD. Hace tres años, el “Grater Good Science Center” en colaboración con la Universidad de California, desarrollaron un proyecto llamado “Cultivar la Gratitud en una Sociedad de Consumo” Este proyecto trata de:

Expandir la base de datos científicos sobre la GRATITUD, particularmente en las áreas claves de la salud humana, bienestar personal y social, así como la ciencia del desarrollo.

Promover prácticas basadas en la evidencia sobre la GRATITUD en los centros médicos, educacionales y organizacionales, así como en escuelas, lugares de trabajo, hogares, comunidades…

Integrar al público en una mayor conversación cultural sobre “el papel de la GRATITUD en la sociedad civil”.

En el 2012, se anunciaron 14 proyectos de investigación, con temas que iban desde la “neurociencia de la GRATITUD”, hasta “el papel de la gratitud en la prevención de la intimidación”.

Los científicos también están estudiando la “causa, efecto y significado de la GRATITUD”.

Comenzar cada día sintiendo todas las cosas por las que estamos agradecidos es una forma de poner la mente en el camino correcto, ya que creamos nuestra vida con lo que pensamos, creemos y sentimos, así que cada momento es una oportunidad para cambiar nuestra forma de pensar y fomentar la capacidad de ser, con positividad y creatividad consciente. 


La mayoría de los expertos están de acuerdo en que no hay secretos para la felicidad, las personas felices no experimentan el sentimiento de alegría las 24 horas al día. Pero una persona feliz puede tener un mal día y a pesar de eso, encontrar el lado positivo de todo lo que le ocurre, aceptar la experiencia como parte de su crecimiento personal y ver siempre la magnitud de lo pequeño. Una persona feliz agradece.

De la mano de la gratitud, surge, de forma natural, la valoración. Es decir, la capacidad de apreciar lo que somos, lo que tenemos y lo que hacemos en el momento presente. Por cada 100 razones para llorar, hay 1000 razones para sonreír, cuanto más valoramos nuestra existencia, más abundancia experimentamos. Vivir el momento presente como un regalo y agradecerlo, nos llena de plenitud y nos integra al movimiento de la vida, en la que todo es uno.

Para agradecer, los pequeños detalles son un vehículo más poderoso que las palabras, Daniel Defoe decía, que "todo nuestro descontento por aquello de lo que carecemos procedía de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos" y tenía razón. Si queremos desarrollar la gratitud, tenemos que ser capaces de "dejar de interpretar" lo que nos sucede como un “problema” para comenzar a ver las “oportunidades de aprendizaje”, que hay detrás de cada situación “complicada”. Para conectar con el agradecimiento tenemos que ganar flexibilidad y perder rigidez. No en vano, agradecer significa apreciar, valorar y vivir en el presente.


Cuando alguien nos da las “GRACIAS”, despierta una sensación agradable en nuestro interior. Pero a nuestro ego le encanta pensar que ese agradecimiento es un deber. Nadie nos debe nada y no debemos agradecer para solicitar una respuesta. El agradecimiento, cuando es verdadero, sale de nuestro interior y resuena como una campana de gratitud allí mismo. "Parte de nuestra presencia y carece de motivos".

Practicar la gratitud es una tarea que requiere de tanta constancia como determinación. Pasa por honrar todos los pequeños gestos y detalles que vivimos en nuestro día a día con ilusión. “GRACIAS” no es una fórmula de cortesía, sino una expresión de complicidad con la vida y un acto de amor.

Por cierto, agradecemos la oportunidad de expresarnos y compartir. “GRACIAS”, también, a todas las personas que ven, han visto y verán nuestro blog. “GRACIAS”.



FUENTES:

“El Efecto Gratitud”, John F.Demartini,  BOOKS4POCKET, 2012.

“Dar gracias a la vida”, John F. Demartini, URANO, 2012.



Lucía Madrigal                 



Las Cuencas de los Ríos Españoles. El Agua


De nuestros ríos parte el agua que bebemos, el agua con que nos duchamos, el agua con que regamos los cultivos, EL AGUA. No damos importancia a la contaminación de que son objeto los ríos, pero las cuencas españolas se encuentran en muy mal estado. Río Tinto, en Huelva, es la peor, debido a las toneladas de vertidos altamente contaminantes, producidos por las empresas químicas, pero otras no se quedan atrás. Un estudio promovido por Grenpeace muestra un panorama, cuanto menos, preocupante. El estudio es de hace unos ocho años, pero no parece viable que las cosas hayan cambiado desde entonces.

En Galicia, zona de abundantes precipitaciones, pero con ríos de escaso recorrido, los cauces están fuertemente regulados, con una presa por cada 132 kilómetros. Esto ha provocado casos como el de la presa en las 'Fervenzas' de Ézaro, sobre el río Xallas. La construcción de un embalse mantiene seca la cascada natural, que se formaba en la desembocadura, y no se respeta el caudal ecológico mínimo del río (el 10%). Las protestas de organizaciones y vecinos desde el año 2000 sólo han conseguido que la central suelte agua los domingos de 12.00 a 13.30 horas, para que los ciudadanos puedan contemplar la cascada, durante ese rato.


En cuanto a la calidad del agua, la Xunta admite que sólo el 22% del agua superficial cumple con los objetivos medioambientales de la Directiva Marco. El principal problema de la cuenca es la falta de depuración de las aguas residuales urbanas de muchas poblaciones.

Las modificaciones y dragados de ríos son habituales en la cuenca hidrográfica del norte. Además, los vertidos de aguas residuales están generalizados, sobre todo en cauces de la red hidrográfica gallega, y afectan a varios ríos, especialmente al Limia.

El 40% del agua embalsada de esta cuenca tiene problemas de eutrofización, contaminación por nitrógeno y /o fósforo, lo que aumenta la turbidez y el crecimiento de algas. Esto da a las aguas color, sabor y olor desagradables, haciéndolas inservibles para el consumo.

En las cuencas del País Vasco, la actividad industrial, ligada al aumento de la población, ha provocado un fuerte crecimiento de la demanda de recursos hídricos. En los ríos vascos, se levantan más de un millar de diques que modifican la dinámica natural de los  cauces. Los vertidos industriales han provocado que en la mayor parte de los tramos medios y bajos de los ríos haya elevadas tasas de contaminación por metales pesados y otros compuestos tóxicos y peligrosos. Además, los vertidos son muy importantes: hay 284 núcleos urbanos que todavía no depuran sus aguas residuales.


El consumo agrícola es predominante en la cuenca hidrográfica del Duero, donde el 52% de la superficie de la cuenca la ocupan campos de cultivo. Uno de los problemas principales de esta zona son los vertidos industriales, que han llegado a afectar seriamente el suministro de agua potable a poblaciones como Ávila o Valladolid. Además, es deficiente o nulo el grado de depuración de aguas residuales urbanas.

En los acuíferos, los mayores problemas provienen de las purinas de explotaciones porcinas, que afectan a acuíferos como el de Los Arenales, el mayor de España.

La cuenca hidrográfica del Tajo resulta un caso especial por el elevado consumo de agua, básicamente por la población de Madrid. A pesar del elevado número de presas, se ha denunciado el escaso caudal de muchos ríos, como el Lozoya o el Jarama, dado que la política del Canal de Isabel II, que gestiona estas aguas, es que no circule apenas agua por los ríos, por lo que no se pueden satisfacer las necesidades para la fauna y la flora.

En cuanto a la calidad, el 80% de los acuíferos presentan problemas de contaminación por nitratos, y el deficiente estado de depuración de las aguas residuales hace que 21 de los embalses tengan niveles altos de Eutrofización, contaminación por nitrógeno y /o fósforo.


En la cuenca hidrográfica del Guadiana, los vertidos industriales y las malas prácticas agrícolas hacen que el agua del río sea de muy mala calidad. Los contenidos en amonio, fosfatos y microorganismos detectados, aguas abajo de ciudades como Ciudad Real, Badajoz o Mérida son especialmente elevados. Además, son especialmente importantes los vertidos de origen industrial

En las orillas del río Tinto se acumulan más de 120 millones de toneladas de residuos tóxicos y radiactivos, que hacen que Huelva sea la zona de España con mayor tasa de morbilidad por cáncer.

También es destacable el caso del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, donde la extracción ilegal de pozos (hay al menos 60.000 en los acuíferos 23 y 24) es preocupante. El Parque de las Tablas ha pasado de tener 20 kilómetros cuadrados de extensión a tan sólo 1 kilómetro, y las marismas tienen que ser regadas con agua de pozos.

La cuenca hidrográfica del Guadalquivir presenta afecciones extremas por falta de depuración, contaminación química y campos de golf.

La cuenca hidrográfica del Ebro es calificada por Greenpeace como  “muy deficiente”, principalmente por los vertidos de origen industrial. Como ejemplo sirve el vertido de las 300.000 toneladas de residuos peligrosos de la empresa Ercros, depositadas dentro del cauce del Ebro. De este río se abastece una población cercana al medio millón de personas. También destacan los vertidos de aguas residuales urbanas, especialmente en la zona de Aragón.


En esta cuenca, la introducción de especies acuáticas exóticas, como el mejillón cebra o los siluros, ponen en serio peligro la desaparición de especies autóctonas.

En las cuencas internas de Cataluña, el principal problema son los vertidos de origen industrial, especialmente en los ríos Foix y Morgent, seguidos por el Llobregat y el Besós. Además, en municipios como Barcelona, Sabadell o Viladecans no se depuran las aguas residuales urbanas, o se hace de forma deficiente.

A la mala calidad contribuye la contaminación de los acuíferos por las malas prácticas agrícolas y ganaderas, que han contaminado con nitratos el 15% de los reservorios de esta cuenca, y la excesiva demanda de agua  por parte de la agricultura, los núcleos urbanos y el turismo.

Las Islas Baleares cuentan con muy pocos ríos. Casi todos los recursos hídricos provienen de acuíferos, que en su mayor parte están contaminados por las malas prácticas agrícolas. Además, la presión urbanística y el uso turístico provocan una sobreexplotación de los recursos.

Las peores afecciones de la cuenca hidrográfica del Júcar son la falta de depuración, el modelo agrícola, el turismo y  los campos de golf. A esto se suman problemas generados por la sequía y la desertización. Mención especial merecen los regadíos de Albacete, que han provocado que el cauce del Júcar permanezca totalmente seco en 40 kilómetros de su recorrido.

La cuenca hidrográfica del Segura está en una situación muy grave por la agricultura, la contaminación química, el modelo energético, el turismo, los campos de golf, y la sequía. El informe de Greenpeace califica esta zona como 'un paradigma de la pésima gestión y la falta total de control', en una zona que además tiene las menores aportaciones naturales de todas las cuencas del Estado. A pesar de ello, posee el segundo consumo porcentual más elevado de agua para usos agrícolas.


Sólo en la provincia de Albacete, el 50% de sus municipios no da tratamiento alguno a sus aguas, lo que ha transformado la parte baja de los ríos Segura y Guadalentín en colectores de aguas fecales. Además, las malas prácticas agrícolas han provocado que buena parte de las aguas subterráneas estén contaminadas con nitratos y pesticidas.

Además, la altísima demanda para la agricultura ha provocado la detracción de caudales, tan elevada, que en muchas zonas sólo llega al mar el 4% del caudal de los ríos, muy por debajo del caudal ecológico mínimo, establecido en el 10%.

La comunidad Canaria es pionera en la utilización de la desalación de agua marina.  A pesar de ello el suministro para casi todos los usos proviene de aguas subterráneas, lo que acarrea importantes problemas de sobreexplotación.

La investigación científica avala, cada vez con mayor documentación, la necesidad de recuperar las características naturales de los ríos y riberas de los mismos, para fomentar la biodiversidad de los ecosistemas fluviales. Además, cuando los niveles de contaminación de las aguas son altos, los ríos no sólo dejan de ser una fuente de vida, si no que el agua que llevan deja de ser un recurso útil para la vida.

Hoy por hoy, el agua a nuestra disposición está muy tratada, porque de lo contrario, nos envenenaríamos. Aún así, se hace imprescindible el uso de ionizadores y filtros para beber agua “Buena”. Sin agua buena, nuestro cuerpo se resiente y enfermamos, porque en primer lugar, y aunque nos parezca extraño, nos deshidratamos y en segundo lugar, porque la depuración celular que hace el agua no se produce.

Pagamos por el agua y estamos en nuestro derecho de demandar agua de la mejor calidad.




Lucía Madrigal