Polarizarnos en el +


“En todo hay una grieta. Es gracias a ella por lo que puede entrar la luz”

Leonard Cohen

Ama tus dudas. Son las semillas del Misterio.

Abraza tu tristeza. Una gran alegría mora en su interior.

Vuélvete para afrontar tus miedos. En su centro reside una paz inexpresable.

Celebra tu aburrimiento. Está radicalmente vivo.

Sostén tu pena. Permite que te abra el corazón de par en par.

Hazte amigo de tu ira. Conócela íntimamente como el poder vital que quema los soles.

Reconoce tu dolor. Es la súplica del cuerpo para que le prestes gentil atención.

Todos los sentimientos son profundamente inteligentes.

No te interpongas en su camino.

Déjales llevar a cabo su cometido sagrado, universal.

Jeff Foster


Lo que pensamos conscientemente no es siempre lo que creemos desde nuestro inconsciente, esto hace que en situaciones concretas se disparen mecanismos descontrolados que nos muestran nuestro estado interior. Yo puedo creer que soy muy positivo, pero el dial me muestra, en repetidas ocasiones, lo contrario. No hemos aprendido a observar el contenido de nuestro filtro mental o a limpiarlo y reaccionamos.

Ese filtro está lleno de creencias, por lo que en realidad no se trata de ser positivo o negativo. Lo somos todo, pero en lugar de observar lo que se mueve en nuestro interior, nos quedamos colgados de nuestras emociones. Por eso, nos cuesta tanto polarizarnos en el +. La calidad de nuestra experiencia de la realidad está determinada por la amplitud de nuestra percepción de la realidad y esto está relacionado con la liberación de la conciencia.

Pero… ¿qué significa entonces polarizarnos en el +? ¿Cómo podemos hacerlo si desconocemos nuestro interior hasta el punto de creer que somos muy positivos? De hecho, en esencia, somos seres en perfecta armonía. Sin embargo, en nuestro interior hay toda una gama completa de emociones que se mueven constantemente de un polo a otro, aunque tiremos del dial hacia este aparente lado positivo. Por raro que parezca, esto podría significar que somos positivos, cuando somos positivos y cuando tragamos nuestra negatividad para parecer positivos, y somos negativos, cuando no podemos más y eso es en “pocas ocasiones”.


No nos gusta la negatividad, ni la nuestra, ni la de nuestro entorno, la rechazamos y eso nos hace más negativos. Cualquier cosa a la que nos resistamos, cualquier cosa que queramos cambiar, persiste y se refuerza. La positividad viene de la aceptación de todos los momentos de nuestra vida, de cada una de las emociones que entran o salen de nosotros.

La conciencia que somos lo es  todo ¿Cómo podríamos reconocer la luz sin la existencia de oscuridad? y por otro lado… ¿Ante la oscuridad…por qué no somos capaces de ver la bondad de la falta de luz? Luz y oscuridad los dos polos de una misma cosa. ¿Dónde queda la luz cuando estoy en la oscuridad? Y ¿por qué la experiencia de la luz se transforma en una euforia que me lleva de nuevo a la oscuridad?

La clave está en experimentar el momento presente y ese instante preciso se nos escapa. Nos negamos a aceptar lo que consideramos negativo y eso lo alimenta, nos enganchamos a un pensamiento, nos identificamos con él y creemos que somos eso, el pensamiento. Pero nada de eso es cierto, las emociones van y vienen, los pensamientos son atraídos hacia nosotros por frecuencia, pero no somos las emociones, lo que creemos o lo que pensamos, ni nuestros estados significan algo, en realidad. El momento nos invita a sentir eso que viene y va, nada más…, a sentir eso que viene y va.


Todo es dual en el Universo, todo tiene dos caras. Una antonimia gradual que se mueve de lo positivo a lo negativo y siempre en el mismo elemento, lo mismo en esencia, no podemos movernos del frío al odio, pero sí del frío al calor. Gracias a esta dualidad se mantiene el ritmo de la vida. Sin embargo, sufrimos mucho cuando nos situamos en la negatividad, la mente nos regala tantos pensamientos que la fomentan, que entramos en una zona de confort, por la que transitamos como víctimas. Tanto es así, que llegamos al punto de perdemos la experiencia de una positividad que tiene como autentico rey el amor, tanto es así, que no nos damos cuenta de que “El éxito es el fracaso que cambia inopinadamente de rumbo”.

Ante cualquier acontecimiento, nos posicionamos, ya que la mente interpreta lo que percibe y coloca la emoción que esto provoca en una u otra polaridad. ¿Con qué criterio? el de las creencias. Todos tenemos un sistema de creencias, que nos conduce a sentir por semejanza o asociación unas veces placer y otras dolor, unas veces amor y otras miedo.

La necesidad de supervivencia alerta el miedo, la necesidad de evolucionar y crecer como seres  humanos hace resurgir un sentimiento profundo de amor, que siempre está presente en nuestras vidas. Incluso nuestras buenas y malas épocas son una simple cuestión de percepción y sin duda, cuando estamos en un mal momento cambiar de polaridad está a la vuelta de la esquina. Es una cuestión de vibración.


La polaridad es un principio. Cualquier fenómeno tiene la posibilidad de su manifestación contraria, y siempre podemos cambiar algo no deseable en su condición opuesta. Pero ¿por qué no lo hacemos, si el arte de polarizar es la base de la transmutación mental? ¿Por qué decidimos quedarnos en el sufrimiento cuando sólo tenemos que caminar, pasito a pasito, para encontrarnos con la misma energía, el mismo sentimiento polarizado en positivo?

No obstante, los polos opuestos se atraen mutuamente, por lo que andar en línea recta no es el camino más corto, es cuestión de cerrar el círculo, de sentir sin pensar, para integrarlo todo y dejar de reforzar lo que rechazamos. Cuando sobrepasamos el extremo del polo en el que nos encontramos, de inmediato, nos situamos en el extremo opuesto, pero eso sólo lo hacemos sintiendo y aceptando sin aferrarnos a los pensamientos.

El círculo nos permite pasar de un extremo a otro sin puntos intermedios, porque es más fácil transformar el odio en amor que la indiferencia en amor. Paradójico ¿verdad? Tanto te amo, así te odio, decir te amo es una media verdad, una verdad medio falsa, porque en la línea del amor humano, odio y amor son opuestos, lo mismo, aunque con ciertos grados de variación. Tras ambos se encuentra el Amor.


Todo existe en pares complementarios que se oponen y se necesitan ¿Qué sentido tendría el bien, si no existiera el mal? La felicidad es un anhelo que sabemos que existe porque básicamente nos sentimos infelices. Macho y hembra se complementan y necesitan para que la especie continúe, ying y yang en un círculo perfecto.

Aplicando este principio podemos apreciar los obstáculos de la vida con aceptación, sin culpas ni victimismo, ya que cualquier situación conflictiva puede ser cambiada gradualmente y conducida a su polo opuesto, a fin de cuentas, somos sus creadores. Pero hay que añadir que tal como sea nuestro estado atraeremos más de lo mismo y si los estados pueden reconciliarse mediante la aplicación de esta ley, movernos hacia el lado de la positividad siempre será beneficioso para nosotros. Siempre, podemos elegir caminar desde el sentimiento y la aceptación de todos nuestros estados hacia el otro polo, porque la oscuridad permite ver la luz, pero permanecer en la luz, en la aceptación de todo lo que es, opaca la oscuridad en nuestras vidas y lo transforma todo.

Es cierto que todos queremos tener experiencias agradables, en general, somos poco conscientes del hecho de que nuestra experiencia vital refleja nuestra forma de percibir lo que nos rodea, por eso buscamos culpables de lo que nos pasa. No hay excepción, cuando algo va mal, lo quiero cambiar. No me gusta lo que sólo es un reflejo de cómo percibo la vida y no entiendo que el problema es un reto o que todo conflicto me enseña algo nuevo. Ahí he cambiado de polaridad.


La mente es creadora, ¿Desde qué polo me comunico? desde la paz, desde la guerra o elijo conscientemente los dos con profunda aceptación, para permitir que el filtro se limpie, para que el odio se transforme en amor, el miedo en valor  y el pesimismo en optimismo. Podemos ser la sal de la tierra si entendemos que cambiar de polaridad no significa transmutar una cosa en otra completamente diferente sino reducirla a un simple cambio de grado de lo mismo, que nos conduce al sentimiento puro.

La atención y la práctica de este principio permiten aceptar y comprender nuestros propios estados mentales y los de todo nuestro entorno, nos permite asumir la perfección de nuestra imperfección y nos reafirma en el hecho de  que esos estados son puramente cuestión de grados. De esa forma podemos elevar nuestra vibración y cambiar la polaridad para hacernos dueños de toda la escala y no sus esclavos.

Nuestro estado natural es la luz, una luz que sólo vemos al girarnos. Quedarnos amarrados a los estados aparentes de nuestra mente, nos mantiene en una permanente y constante montaña rusa y en el anhelo constante de estar en el polo “bueno”. La aceptación total y completa de todo lo que somos, de la vida, de todo lo que nos acontece, de nuestra supuesta imperfección, momento a momento, es la clave de polarizarnos en el +, porque detrás de todo eso está la esencia de lo que somos, lo inmutable, el sentimiento puro y toda la felicidad que tanto buscamos.


“Desde que oyó tu nombre, la felicidad ha estado corriendo por las calles intentando encontrarte”

Hafiz

“Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse”

El Kibalión



FUENTES:

Enamórate del lugar en el que estás. Jeff Foster. Editorial Sirio, 2015.

El poder de elegir. Annie Marquier. Ediciones luciérnaga, 2009.

La voz de tu alma. Laín García calvo. Edición propia, 2013.



Lucía Madrigal