¿Qué Niveles de Ácido Clorhídrico hay en tu Estómago?


¿Quieres comprobarlo?

Cuando Victoria Boutenko tomó conciencia de la importancia del ácido clorhídrico, basándose en los datos que había recopilado de varios artículos médicos, creó el cuestionario que verás a continuación. Con él puedes llegar a conocer  si padeces hipoclohidria o no y decidirte, si así lo consideras, a mejorar tu digestión. Es muy raro, que con nuestros hábitos alimenticios, el ácido clorhídrico esté en los niveles óptimos, así que empecemos:

Esta es la encuesta para el “Estudio Roseburg”:

Signos y síntomas de  baja acidez estomacal


Lee cada casilla y contesta a las preguntas: 

1.      ¿Sientes hinchazón, eructas o tienes flatulencia después de comer?

          Nunca                             A veces                              Con frecuencia

2.      ¿Sufres de indigestión, diarrea o estreñimiento?

          Nunca                             A veces                              Con frecuencia

3.      ¿Sientes  irritación, quemazón o sequedad en la boca?

          Nunca                             A veces                              Con frecuencia

4.      ¿Tienes ardor de estómago?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

5.      ¿Sufres diversas alergias alimentarias?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

6.      ¿Sientes nauseas después de tomar suplementos?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

7.      ¿Sientes picor rectal?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

8.      ¿Las uñas de tus manos son débiles, se descascarillan y parten?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

9.      ¿Tienes las mejillas y la nariz rojas, o vasos sanguíneos dilatados en esas zonas?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

10.    ¿Tienes acné de adulto?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia


Preguntas sólo para Mujeres:

11.    ¿Se te cae el pelo?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

12.    ¿Tienes deficiencia de hierro?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

13.    ¿Observas alimentos no digeridos en tus heces?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

14.    ¿Sufres de candidiasis crónica?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

15.    ¿Si tienes dentadura postiza, muestras baja tolerancia a ella?

          Nunca                              A veces                              Con frecuencia

Todos estos síntomas pueden ser indicadores de hipoclorhidria. Si has marcado varios de ellos, deberías comprobar tu acidez estomacal. Lo puedes hacer de la manera sencilla en que los médicos rusos lo hacen: tomando zumo de remolacha y observando tu orina y tus heces. En este blog encontrarás información acerca de la hipoclorhidria: lo que ésta es, la confusión que existe con respecto a ella, lo importante que es solucionar este problema para asegurar una buena digestión y mejorar la salud,...

También podrás conocer lo importante que es mejorar nuestros hábitos alimenticios y prescindir de medicaciones, a no ser que sean estrictamente necesarias.


La ingesta habitual de zumos verdes, según ha sido constatado por Victoria Boutenko y el Dr. Fieber, médico en Roseburg (Oregón), es muy beneficiosa para subir los niveles de ácido clorídrico.

El Dr. Fieber explica en el libro “La Revolución Verde”  de Victoria Boutenko, como de las 27 personas que tomaron parte en el estudio, todas notaron mejorías en poco tiempo, tras la ingestión de batidos verdes.

El Experimento Roseburg demostró que el consuno regular de batidos verdes beneficia enormemente la salud, porque estabiliza los niveles de ácido clorhídrico (entre otras muchas cosas).

¿Te animas a probarlos?




FUENTE:

La Revolución Verde. Victoria Boutenko. Gaia Ediciones, 2012.



Lucía Madrigal                



La Digestión. La Secreción Ácida Gástrica


Nuestra forma de comer es muy importante para facilitar el proceso digestivo, pero también es muy importante lo que ponemos en la boca. En nuestro mundo moderno, los alimentos procesados, por lo general, están llenos de endulzantes, colorantes artificiales, conservantes, grasas poco saludables, todos los cuales están diseñados para atraer a los sentidos, incluyendo las papilas gustativas.

La digestión, en realidad, es una combinación compleja de interacciones biológicas y reacciones químicas que se desplazan por todo el tracto digestivo, en la medida en que el alimento pasa por él. El tracto gastrointestinal también es la casa de la mayor parte del sistema inmunológico del cuerpo,  que actúa como protector de invasores extraños mediante la producción de ácidos. Las colonias de bacterias benéficas también actúan como un ejército de defensa para eliminar  los patógenos que entran en el cuerpo. La buena digestión es crítica para tener una buena salud y un aparato digestivo sano es vital para una buena digestión.


Cuando comemos, la boca comienza a trabajar, utilizando la lengua y los dientes para convertir la comida en pedazos pequeños (por medio de la masticación) y utiliza las enzimas de las glándulas salivales para comenzar a romper químicamente las moléculas de comida, en porciones que pueden ser absorbidas por el cuerpo. Esta es la razón por la que se recomienda comer lentamente y masticar los alimentos de forma apropiada (al menos 20 veces). Porque la digestión comienza en la boca.

Otro beneficio de masticar los alimentos por más tiempo es que se digieren mejor. Hay muchas enzimas digestivas en la cavidad bucal y aunque cada alimento sigue diferentes procesos, masticar por más tiempo, permite que estos se descompongan mejor. A esto hay que añadir, que cuanto más tiempo tenemos los alimentos en la boca, más disfrutamos de su sabor y que es mejor, que los alimentos y los líquidos que son consumidos estén a la misma temperatura del cuerpo, así que, lo ideal es dejar que los alimentos fríos se calienten un poco en la boca y los alimentos calientes se enfríen, porque esto ayuda también a una buena digestión.


Volviendo al proceso digestivo. Una vez que los alimentos pasan por la boca,  son tragados y llegan hasta el esófago, que tiene un ambiente típicamente alcalino. De allí pasan al estómago, parcialmente licuadas. No es de sorprender, que aquí también puedan desencadenarse otra serie de problemas, porque casi siempre la digestión no ha empezado bien.

Según la explicación convencional, el ambiente en el interior del estómago es altamente ácido y realmente se producen secreciones ácidas en él. Digo esto, porque hay algunos investigadores, como el Dr. Robert O. Young que afirman que en el estómago continúa la alcalinización del alimento y que el ácido clorhídrico no es una causa sino un resultado de la digestión. En su libro “la Milagrosa Dieta del PH”, él explica que la mucosa estomacal secreta sales alcalinas y que por cada molécula de este potente alcalinizante, se genera también ácido clorhídrico como producto de desecho. El bicarbonato sódico  asciende a la superficie del estómago para encontrarse allí con el bolo alimenticio y lo alcaliniza, pero el ácido clorhídrico cae en las criptas gástricas del estómago, lejos del alimento. Él cree que el ácido clorhídrico presente en el estómago tras la digestión, demuestra que el alimento ha sido digerido y total o parcialmente alcalinizado porque lo que llegue al duodeno tiene que estar en estado líquido y alcalino, para que el proceso digestivo continúe adecuadamente.


El ácido estomacal está muy presente en el estómago y según una opinión u otra, actúa como la segunda línea de defensa en contra de los patógenos dañinos, que podrían haber pasado la primera línea de defensa en la boca. El ácido se produce para aniquilar a las bacterias que hayan podido entrar en nuestro cuerpo con los alimentos y con él se libera la pepsina, enzima cuya función es digerir las proteínas. Es curioso y sorprendente que el cuerpo libera las cantidades oportunas de ácido clorhídrico, dependiendo de los alimentos ingeridos y de la necesidad del mismo, porque cada célula de la pared estomacal está especializada. Un revestimiento mucoso protege el estómago de todo este ácido.

Cuando se es joven el cuerpo produce suficiente ácido para que el proceso digestivo se produzca con normalidad, pero a medida que se envejece, se reduce la producción de ácido. Muchas personas comienzan a experimentar problemas a partir de los 30 o 40 años, cuando el ácido estomacal baja sus niveles.

Así que a medida que se envejece, es más común experimentar acidez estomacal, indigestión y otros tipos de disfunciones y contrario a lo que se podría pensar, estos problemas, por lo general, son causados por la reducción del ácido estomacal, no por el exceso de éste. El abuso de nuestro tracto gastrointestinal, o de nuestro cuerpo al completo, a través del exceso de comida, el contacto con productos químicos y el estrés, también hacen decrecer los ácidos.

Teniendo en cuenta  la explicación del Dr. Young, si el alimento debe ser alcalinizado y el ácido clorhídrico es un resultado del proceso anterior, un alimento acidificante necesita más sales alcalinas para ser alcalinizado y por tanto, el ácido clorhídrico que se produce como resultado es mayor, en cantidad. Y todo esto es normal, ya que el cuerpo siempre hace bien su trabajo y procura facilitar el proceso digestivo al máximo. Los ácidos del estómago son una medida de protección e imprescindibles para el cuerpo, son naturales. Lo que no es natural es el consumo de alimentos poco masticados, de mala calidad y con un alto grado de acidez, ya que esto dificulta mucho la digestión en el estómago y en el tracto digestivo. Luego el supuesto problema de la acidez, no es otra cosa que una carencia de ácidos estomacales para digerir nuestra alimentación deficiente y tóxica. Todo esto añadido a nuestra habitual acidosis metabólica, que sólo tiene que ver con los ácidos estomacales en el uso de la misma terminología. No son lo mismo y no tienen nada que ver. Paradójicamente, los ácidos estomacales, en una producción normal, son sinónimo de salud y la acidosis metabólica siempre está unida a la enfermedad.


A la acidez estomacal, la indigestión y demás, la medicina convencional responde con los llamados auxiliares digestivos, incluyendo la clase de medicamentos llamados inhibidores de la bomba de protones y bloqueadores H2, que en realidad suspenden la producción de ácido, lo que empeora el problema de varias maneras:
  • Dificultando la absorción de hierro, calcio o magnesio.
  • Impidiendo la liberación de enzimas digestivas.
  • Debilitando el equilibrio bacteriano.
  • Reduciendo el ácido estomacal aún más, que es lo contrario a lo que el cuerpo necesita para funcionar adecuadamente.
  • Empeorando los problemas en el sistema digestivo.
  • Comprometiendo la absorción de vitamina B-12.
La vitamina B12 es una vitamina que únicamente puede ser digerida por el cuerpo con un ácido estomacal elevado, porque se necesita mucho ácido para descomponer la vitamina B. Si se detiene la producción de ácido estomacal, el cuerpo no obtendrá la vitamina B12 que necesita de los alimentos que come.

Así que claramente lo mejor es hacer frente a la causa de las alteraciones digestivas por medio del aumento del ácido en el estómago, no disminuyéndolo. Las personas que carecen de suficiente ácido clorhídrico acaban con demasiada materia tóxica, resultado de una digestión deficiente, circulando por su organismo. Es así, como un déficit en ácido gástrico puede convertir alimentos nutritivos en sustancias perjudiciales.

Victoria Boutenko realizó un estudio, al que dio el nombre der “Estudio Roseburg” para determinar la hipoclorhidria de un grupo de población representativo. A todos ellos se les pasó una encuesta y en general, todos tenían bajos niveles de ácidos en el estómago, según las respuestas. En Rusia, cuando se quieren determinar estos valores no se hacen preguntas, se da a beber al paciente jugo de remolacha y se observa el color de su orina y de sus heces. Si el color de ambos o alguno de ellos es rojizo, aunque sólo sea un poco, los niveles de ácido clorhídrico son bajos. Ella propone la ingestión de zumos verdes para mejorar esta condición, ya que se ha demostrado que es sumamente útil.


En la mucosa intestinal hay pequeñas proyecciones llamadas vellos, que secretan jugos gástricos. Sin embargo, si se continúa tomando antiácidos los vellos se hacen más cortos, con lo que se debilita su función. Esto se conoce como atrofia de la mucosa. Al avanzar la atrofia, la mucosa gástrica adelgaza, causando inflamación. Esto es lo que se conoce como gastritis atrófica. Este tipo de problemas nos hace más vulnerables a la Helicobacter Pylori y otras clases de bacterias que empeoran la inflamación del estómago y pueden derivar en problemas más serios. Es muy importante evitar los medicamentos estomacales, incluidos los antiácidos.

Cuantos más antiácidos tomes, más daño generarás a tu cuerpo. La acidez se produce cuando se traga saliva alcalina que lava el ácido gástrico que asciende por el esófago. Cuando comes de más o estás indigesto, hay más alimento que alcalinizar y por tanto, más producción de ácidos que suben por el esófago, pero es muy difícil que la saliva los lave por su producción excesiva, lo que da como resultado ulceraciones similares a arañazos llamadas erosiones esofágicas, que duelen y molestan. Esto es lo que comúnmente se llama acidez.


En otras palabras, para suprimir la acidez lo que se tiene que hacer es evitar el flujo del estómago al esófago masticando bien, tomando alimentos saludables, comiendo y bebiendo con moderación y evitando todo tipo de tóxicos. Otra cosa importante es no cenar cerca de la hora de ir a dormir.

Con estas simples recomendaciones ganaremos en salud y bienestar.

El buen funcionamiento de nuestro aparato digestivo siempre es sinónimo de buena salud.



FUENTES:

La Milagrosa dieta del PH. Robert O. Young. Ediciones Obelisco, 2012.

La Revolución Verde. Victoria Boutenko. Ediciones Gaia, 2012.

La enzima Prodigiosa. Hiromi Shinya. EPub, 2005.



Lucía Madrigal               



El Líquido Extracelular. Entender la Depuración


Desde que el Dr. Alfred Pischinger señaló y demostró en los años 70, que para la vida de cualquier organismo era básico el estado del líquido extracelular (la sopa acuosa que rodea las células, interconecta los tejidos, y une los ocho sistemas anatómicos), otros muchos investigadores han llegado a estas mismas conclusiones y relacionan el estado de toxicidad de este medio y la acidosis metabólica, con perturbaciones que originan los procesos degenerativos, facilitan la aparición de síntomas agudos y promueven una bajada en el estado de salud de todo el organismo.


Lo que recibió el nombre de “Sistema Básico de Pischinger” consta de las células  y su entorno, la red capilar de ida y vuelta y las terminaciones nerviosas de todo el cuerpo. El líquido extracelular abarca todo el organismo, excepto la piel y las mucosas y permanece en contacto constante con todas las células, ninguna es capaz de sobrevivir fuera de él.  Así que cualquier proceso funcional está sujeto a la capacidad de éste de transmitir información y transportar sustancias, lo que depende de su grado de limpieza y equilibrio electrolítico. Idóneamente este medio debe ser rico en muco-polisacáridos, pobre en proteínas y con un PH de 7,35.


Aunque, nunca se ha dicho que las terminaciones nerviosas pudieran acabar en la célula, sin embargo, la regulación de este líquido extracelular está en manos del sistema nervioso. Todas las necesidades que la célula plantea, se encuentran en la información que éste lee desde el caldo en el que, como en una piscina, nadan todas nuestras células. Por este medio se concreta la llegada de todos los sistemas, endocrino, nervioso, circulatorio e inmune, a cada célula en sí, y es él quien decide cómo actuar en un proceso de intoxicación y por donde se liberan las toxinas.

Según el esquema de Pischinger, el pulmón es el órgano responsable de enviar oxígeno al sistema arterial para que este lo distribuya por todo el organismo y llegue al sistema celular. El tubo digestivo, por su parte, absorbe los alimentos, los envía a la sangre, a través de ella llegan al hígado para que éste los procese y los distribuya de nuevo a través de la sangre y lleguen otra vez al medio celular. De esta forma las células reciben oxígeno y el alimento que necesitan, pero a su vez,  generan productos de desecho. Al recibir oxígeno, las células producen anhídrido carbónico, que en forma de ácido carbónico pasa al plasma intersticial, luego al sistema vascular venoso y de éste al pulmón que se encarga de eliminarlo del organismo.

La célula, por tanto come, por supuesto, los restos no nutritivos se excretan en forma de heces fecales, pero se nutre de alimentos de diferente tipo. Si recibe grasas de los alimentos, genera residuos metabólicos en forma de ácidos grasos que pasan al plasma intersticial. De ahí  son transportados al sistema vascular venoso, que los lleva hasta el hígado para ser excretados en forma de sal o bilis. Cuando recibe proteínas, el residuo es ácido úrico, que pasa al plasma intersticial y de ahí al riñón.


Así funciona nuestro sistema de limpieza, de una manera eficiente y perfecta, pero si se satura por falta de higiene o malos hábitos, el espacio acuoso se ensucia y las células no pueden vivir adecuadamente rodeadas de sus propias toxinas, ya que el entorno está impregnado de ácidos grasos, ácido úrico y de gas carbónico. Esto tiene como consecuencia que las células se queden sin nutrientes ni oxígeno, produciéndose una acidosis metabólica.


A partir de aquí pueden pasar dos cosas:

La primera es que las células se mueran, lo que hace que se acumulen dando lugar a fibromas o quistes. Estos fibromas o quistes, en principio, se van a localizar en tejidos u órganos menos vitales como las mamas, los ovarios o la próstata, pero si la intoxicación se produce en tejidos centrales, aparecerán fibrosis o quistes en los pulmones, el hígado o el riñón. Si la intoxicación se produce a nivel del sistema nervioso central, se morirán neuronas. Si las que mueren están en la base del cerebro, esto dará lugar al Parkinson y si son las del sistema nervioso central, surgirá el alzheimer. Si se mueren las de los axones, la mielina y las dendritas, esto dará lugar a enfermedades degenerativas como por ejemplo, la ELA.

En segundo lugar, si las células sobreviven, estas pueden retener líquidos y formar un película acuosa a su alrededor como un globo de agua, que les permite estar en contacto con el capilar arterial pero no con el medio acuoso tóxico. Así reciben oxígeno y nutrientes, pero los ácidos de las secreciones siguen impregnando el medio extracelular, lo que provoca que los tejidos se hinchen y la persona empiece a engordar por acumulación de toxinas. Además, estas personas siguen engordando y hagan lo que hagan, no consiguen adelgazar.

Otra cosa que puede ocurrir es que los ácidos se neutralicen mediante su conversión en sales, es decir, la célula trata de sobrevivir en un medio hostil, ácido tratando de convertirlo en básico y utilizando para ello sales reguladoras que toma de otras partes del cuerpo, en química esto se llama tamponar. Para neutralizar el ácido úrico el organismo genera urato sódico, que da lugar a problemas como la artritis. Para neutralizar el ácido carbónico, generan carbonato cálcico, tomando sales alcalinas, por ejemplo, de los huesos y generando osteoporosis. Además, cuando estas sales se precipitan en los tejidos blandos pueden generar calcificaciones.

Otra cosa que  puede ocurrir es que los ácidos se drenen a través de la piel o las mucosas, lo que puede dar lugar a problemas como el  acné, o la psoriasis…

También y por último, pueden mutar, autorreplicándose rápidamente,  lo que dará lugar al cáncer. Éste sólo es cultivado en un medio ácido, ya que las células saludables son alcalinas y mueren fuera de su medio alcalino. Además, un ambiente ácido está menos oxigenado. El Dr. Otto H. Warburg afirmó en su obra, “El Metabolismo de los Tumores” que todas las formas de cáncer se caracterizan por dos condiciones básicas: La acidosis y la hipoxia (falta de oxígeno).


Como vemos el estado de nuestro líquido intersticial es vital para la salud y la vida.

Para el Dr. Gottfried Cornelissen, estos son los factores estresantes que hacen que nuestro organismo acumule un exceso de toxinas:

La acidificación del organismo, debida a una mala alimentación (ingesta de grasas saturadas, proteínas e hidratos de carbono refinados).

La intoxicación por metales pesados: mercurio, cadmio, plomo…

La iatrogenia o daño producido por los fármacos.

La contaminación medioambiental, química y electromagnética, cuando produce una neurotoxicidad generalizada con estrés del sistema nervioso central, asociado a insuficiencias endocrinas, especialmente por funcionamiento deficiente de hipófisis e hipotálamo.

Enfermamos cuando nuestro estilo de vida y nuestra alimentación son antifisiológicos. ¿Qué podemos hacer, entonces, para mantenernos saludables?

En primer lugar depurar el ecosistema de la célula, principalmente con agua alcalina o agua de mar, en segundo lugar, ayunar. Cuidar nuestra higiene interna que tanto hemos olvidado, limpiar nuestros intestinos y nuestros órganos de eliminación, desparasitar, pasarse a una dieta alcalinizante con base en frutas y verduras crudas, hacer ejercicio, descansar y estar en paz. Amarnos y cuidarnos para avanzar en la vida fluyendo con ella y que toda nuestra carga tóxica se libere.

El “Sistema Básico de Pischinger” está presente en todos los órganos del cuerpo y hace que éste funcione como un todo. Cuando hay una agresión, todo el Sistema de Pischinger junto con el sistema nervioso reaccionan posibilitando, así, la supervivencia. Las variaciones que generen modificaciones imposibles de resolver para el cuerpo, producen alteraciones, que son locales en el organismo al principio y que se hacen generales después. La persistencia y agravamiento de estas alteraciones se van a manifestar en el lugar más propenso a la enfermedad. Así que, si queremos un cuerpo saludable, el primer paso es ser conscientes de nuestros hábitos equivocados para poder modificarlos y depurar.



FUENTES:

Dr. Alberto Martí Boch. Conferencias y entrevistas.

La terapia Gerson. Charlotte Gerson y Morton Walker. Ediciones Obelisco, 2011.

La Milagrosa Dieta del PH. Robert O, Young y Shelley Redford Young. Ediciones Obelisco, 2012.

Los secretos Eternos de la Salud. Andreas Moritz. Ediciones Obelisco, 2008.



Lucía Madrigal              



Alimentarnos Desde el Corazón


NUESTRO CUERPO… Trabajamos con él, simplemente, con la intención de que nos guste, está ahí y es el que está diseñado para nosotros, el cuerpo perfecto para que aprendamos a amarnos, a honrarnos y respetarnos. Cuando nos miramos en el espejo, buscamos la perfección de lo perfecto. Porque nuestro cuerpo es perfecto, pero, básicamente, nos gusta poco y entonces tomamos la decisión de ir a un centro de belleza, al gimnasio o hacer dieta. Cambiamos de imagen, nos compramos ropa diferente, y seguimos haciendo dieta, buscando fuera lo que no encontramos dentro.


Hacemos del cuerpo nuestro enemigo que engorda, que se duele, que nos muestra justo lo que no queremos saber de nosotros mismos y, además, pensamos justo lo que nos sigue engordando y creando malestar. Es una rueda, un círculo vicioso, pienso y me siento, siento mi cuerpo y mi psique me trae justo lo que he pensado desde el principio y no me gusto, me rechazo y me castigo. Lucho contra lo que soy: cuerpo, mente y espíritu, y no encuentro la paz, porque no hay paz en la lucha constante. Hasta los guapos quieren ser más guapos.

Cómo la mente es creadora y pone en evidencia los pensamientos, cada vez nos trae una imagen más empequeñecida de nosotros, para que ya no nos gustemos ni con músculos o prótesis, porque no hay satisfacción en la constante creencia de ser imperfecto.

Y si  la mente crea y cada vez se ensucia más con todos estos pensamientos tóxicos ¿por qué no limpiar la mente y el cuerpo, o los dos a la vez, para disipar el camino a lo que somos? El cuerpo muestra lo que se mueve dentro de mí. Si cuido mi cuerpo, éste envía un mensaje de amor a mi interior y la rueda se invierte, para que con el tiempo, todo se libere. Los mensajes fluyen de dentro hacia fuera, de fuera hacia dentro. Una solución es, por tanto, aliarse con el cuerpo. Y… ¿Eso qué significa? Significa proporcionarle aquello que realmente le hace bien, significa atenderle, respetarle, escucharle, dejarnos guiar por nuestro instinto, por el amor que se mueve en nuestro interior.


El equilibrio de nuestra fisiología  y de nuestra salud física depende de tres funciones: la alimentación, el metabolismo y la eliminación. Cuando sólo una de las tres empieza a funcionar forzada, las demás también lo hacen y tenemos síntomas porque las toxinas se acumulan, síntomas que en la mayoría de los casos no escuchamos, porque esas son consideradas cosas normales del cuerpo y siempre hay una justificación para ellas. Pero nuestro cuerpo es una máquina perfecta en forma y función y si nuestra mente está confusa, indecisa, lenta…, está saturado. Si nos sentimos cansados, deprimidos, mal humorados, faltos de ánimo…, está saturado. Y si nos vemos con los párpados hinchados, ojos rojos, amarillos, vista turbia, nariz taponada, boca pastosa o seca, lengua sucia, tenemos necesidad de toser o escupir, mal aliento, picores en el cuero cabelludo, dolores de cabeza u otros, está saturado.

Todos estos síntomas corresponden a un ensuciamiento de los órganos de eliminación y a un principio de intoxicación general que deberíamos abordar. ¿Cómo? Podríamos empezar por observar nuestra forma de vida sin modificarla, para establecer la relación entre lo que llega a nosotros y como nos sentimos cuando lo digerimos, después, sustituir todos los alimentos desnaturalizados por otros saludables, explorar hasta llegar a eso que constituye para nosotros un alimento adecuado. Cuando la alimentación nos proporciona las sustancias vitales que el cuerpo necesita, observamos una energía física constante, más alegría y nos sentimos en paz.

Es cierto, la alimentación afecta a nuestras funciones vitales, a nuestro equilibrio emocional y  a las funciones mentales. Y digo alimentación que no dieta, porque las dietas parecen algo transitorio, mientras que la alimentación implica un cambio de hábitos a otros más saludables y beneficiosos. Ésta no es el único medio del que disponemos para el aprendizaje sobre la salud, cualquier técnica que nos facilite el despertar de nuestro instinto y nuestra intuición, nos ayuda a deshacernos de las vejas pautas y costumbres y nos empuja hacia un mayor bienestar y alegría de vivir.


Cada una de nuestras células tiene todo el conocimiento acumulado, para saber lo que tiene que hacer con todos los mensajes que la enviamos. La naturaleza es como es y no permite que se la mejore, eso va contra sus propias leyes, es sabia, generosa, tiene conocimiento implícito.

Debemos conocer a nuestro cuerpo, saber alimentarnos para proporcionarle el combustible adecuado, justo el que necesita para tener el funcionamiento perfecto y la eficiencia, para los que está diseñado. Él se auto preserva, se limpia y se sana, aun habiendo sido maltratado.

La salud depende de factores biológicos, conductuales y ambientales, pero ninguno de esos factores es más importante que aquello de lo que nos alimentamos. Es un patrimonio natural estar sanos y sólo hay una manera de agradecer lo que se nos ha otorgado: Enviarnos mensajes de aceptación y respeto y, por supuesto, cuidarnos hasta sentir el placer de saber que lo que elegimos está guiado por el amor que somos.




Lucía Madrigal              

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