“el hombre sagrado no
efectúa el tratamiento cuando la enfermedad ya está formada, sino que la
previene; no trata el desorden, sino que lo evita. Tratar a un paciente cuando
ya está enfermo es como remediar un desorden en un país, cuando ya está creado.
Las dos cosas son como cavar un pozo cuando se tiene sed, o fabricar armas
cuando se está en plena batalla. ¿No es demasiado tarde?”.
El Huang di Nei Jing,
siglo
II A.C.
David Perlmutter es reconocido internacionalmente como un
experto en el campo de las influencias
nutricionales sobre los trastornos neurológicos. Es neurólogo, miembro del American
College of Nutrition. Graduado en medicina por la universidad de Miami, donde fue galardonado con el premio de investigación G. Leonard a la
mejor investigación de un estudiante de medicina. Después de completar la
residencia en Neurología, ejerció la
práctica privada. Actualmente es profesor asociado de la universidad de Miami y conferenciante en simposios patrocinados por
instituciones médicas, la Universidad de
Harvard, la Universidad de Arizona, el Instituto Scripps de la Universidad de
Nueva York y la Universidad de Columbia. En su libro “Brain Grain” (Cerebro de Pan), nos habla de los efectos nocivos de
los carbohidratos sobre nuestros cerebros y de siete alimentos que ayudan a que éste funcione mejor.
“Me encanta cuando las tiras cómicas
exponen una cruda verdad apenas en un parpadeo, tiempo suficiente para absorber
el dibujo y el texto al pie de la imagen. Esta me llamó la atención hace ya
varios años, pues desde entonces he pensado que ojalá más médicos fueran tan
inteligentes como el caricaturista Randy Glasbergen. Tomando en cuenta todos
los datos científicos que he acumulado desde que se publicó este dibujo en
2004, podríamos agregar a la leyenda: “…Y le preparó para padecer una
enfermedad neurológica”.
David Perlmutter
La
triste realidad del mundo de los médicos de nuestro tiempo es que es difícil obtener
información útil, sobre cómo
prevenir los trastornos cerebrales
durante una consulta con un internista. Hoy en día, las consultas médicas duran a lo sumo 15 minutos y son atendidas por médicos
que puede que estén al día o no, de los nuevos descubrimientos o los datos más
recientes sobre cómo preservar las facultades
mentales. Lo más perturbador es que muchos de los médicos actuales, que estudiaron la especialidad hace décadas, no
tienen nociones sólidas de nutrición
y de sus efectos sobre la salud.
No
lo digo para echar tierra a la industria de la que vivo, sino que sólo estoy
señalando una verdad que en general es consecuencia de la economía. Tengo la esperanza de que la siguiente generación de
doctores estará más equipada para inclinar la balanza hacia el lado de la prevención, en lugar de enfocarse
tanto en el tratamiento.
Esto
me lleva a los suplementos alimenticios
que recomiendo, para subsanar posibles problemas, relacionados con un buen
funcionamiento cerebral:
DHA:
El ácido docosahexaenoico (DHA) es
una estrella en el reino de los suplementos.
El DHA es un ácido graso omega 3 que representa más de 90% de las grasas omega 3
presentes en el cerebro. La mitad
del peso de la membrana de plasma de las neuronas está compuesta de DHA. Además, es un componente clave del
tejido cardiaco.
La
fuente más rica en DHA en la
naturaleza es la leche materna humana.
Eso explica por qué suele reiterarse la importancia de amamantar para la salud neurológica y el desempeño futuro del
infante. La segunda fuente más importante es el aceite procedente del pescado o las algas marinas. En realidad no importa si compras DHA
derivado de aceite de pescado o de algas,
aunque sugiero que optes por el segundo si eres vegetariano.
RESVERATROL: La magia detrás de los beneficios para la salud, de beber una copa de vino tinto al día, tiene mucho que ver con este componente
natural que se encuentra en las uvas,
el cual no sólo desacelera el
envejecimiento, mejora el flujo de sangre al cerebro y promueve la salud del
corazón, sino que también refrena
las células grasas al inhibir su desarrollo. Ahora bien, no obtendrás
suficiente resveratrol de una copa
de vino, de ahí la posibilidad de tomar un suplemento con dosis mayores para
cosechar sus beneficios.
Dado que esta “molécula milagro” protege a las células contra un rango notable de enfermedades, con frecuencia se
le publicita como asistente del sistema
inmunológico en la defensa del cuerpo. En la última década, hemos descifrado
cómo es posible esto, gracias, en gran medida, al trabajo del doctor David Sinclair, de Harvard, quien
descubrió la capacidad que tiene este suplemento de activar ciertos genes
llamados sirtuinas, los cuales promueven la longevidad.
En
2010, un equipo de científicos de la
Universidad de Northumbria, en el Reino
Unido, publicó un estudio en el American
Journal of Clinical Nutrition que justamente discutía por qué el resveratrol puede ser tan efectivo para
optimizar la función cerebral. En él explicaban un experimento que consistía en
dar resveratrol a 24 estudiantes. Tras él resultado se
registró un incremento en la irrigación
cerebral mientras realizaban distintas tareas mentales. Cuanto más difícil
era la tarea, mejor el efecto del resveratrol.
Independientemente
de otras muchas cuestiones, por ahora sabemos que podemos hacer un bien a
nuestro cerebro si agregamos una
dosis modesta de este compuesto al día.
CÚRCUMA: La cúrcuma (Curcuma longa), miembro de la familia del jengibre, es sujeto de intensas investigaciones científicas, muchas
de las cuales evalúan las actividades antiinflamatorias
y antioxidantes que derivan de su ingrediente activo, la curcumina. La cúrcuma es el condimento que le da al curry su color amarillo, y se ha usado durante miles de años en la medicina china e india como remedio
natural para una serie de afecciones. En un reporte publicado en el American Journal of Epidemiology, los
investigadores estudiaron la asociación entre el nivel de consumo de curry y la función cognitiva de ancianos asiáticos. Quienes consumían curry “de manera ocasional” y “con frecuencia o con mucha frecuencia”
obtuvieron evaluaciones mucho mejores en pruebas específicas diseñadas para
medir la función cognitiva que quienes “nunca
o rara vez” la consumían.
Una
de las armas secretas de la curcumina
es su capacidad para activar genes
que producen una amplia gama de antioxidantes,
los cuales sirven para proteger nuestras preciadas mitocondrias. Asimismo, mejora el metabolismo de la glucosa. Todas estas propiedades ayudan a reducir
los riesgos de desarrollar trastornos
neurológicos.
PROBIÓTICOS: Las impresionantes investigaciones realizadas
en los últimos años han demostrado que consumir alimentos ricos en probióticos, microorganismos que ayudan a la flora intestinal, puede influir en el
comportamiento del cerebro y ayudar
a aliviar el estrés, la ansiedad y la
depresión. Los probióticos
nutren y fortalecen a estas tribus de “buenas
bacterias” que viven en los intestinos
y ayudan a la digestión.
Asimismo,
influyen en la producción, absorción y
transporte de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y el factor de
crecimiento nervioso, que son esenciales para la salud cerebral y la función neuronal. Para entender cómo es posible
esto se requiere que hagamos un repaso breve de los fundamentos científicos de
la comunicación entre flora, intestino y
cerebro. El intestino es
conocido también como “segundo cerebro”,
es un área de investigación fascinante y activa, que ha demostrado, después de
extensos estudios realizados en años recientes, que hay una carretera de
comunicación íntima entre el cerebro y
el sistema digestivo.
A
través de esta conexión de dos vías, el cerebro
recibe información sobre lo que está ocurriendo en el intestino, mientras que el sistema
nervioso central envía la información de vuelta a él para garantizar su
óptimo funcionamiento. Esta ida y vuelta de información nos ayuda a controlar
nuestro comportamiento alimenticio y
nuestra digestión, e incluso a dormir bien durante las noches. El intestino también envía señales
hormonales que transmiten al cerebro
sensaciones de satisfacción, hambre
o hasta dolor por inflamación intestinal.
En
el caso de enfermedades y padecimientos que afectan el sistema digestivo, como una celiaquía
no controlada, síndrome de colon irritable o enfermedad de Crohn, el intestino puede tener una gran
influencia en nuestro bienestar, en la
manera en que nos sentimos, en qué tan bien dormimos, en cuánto dolor sentimos
e, incluso, en cómo pensamos. Los investigadores están buscando cuál es el
papel que desempeñan algunas cepas de bacterias intestinales en la obesidad, en los trastornos
gastrointestinales inflamatorios y funcionales, en el dolor crónico y en el
autismo y la depresión, así como la influencia que tienen en nuestras emociones.
Este
sistema es tan intrincado e influyente que la salud intestinal podría tener más injerencia en nuestra percepción
de la salud general de lo que hemos imaginado. La información que se procesa
ahí y se envía al cerebro tiene todo
que ver con la sensación de bienestar. Por lo tanto, si podemos dar apoyo a
este sistema consumiendo las principales sustancias que colaboran con él, es decir, bacterias intestinales saludables,
¿por qué no hacerlo? Aunque muchos
alimentos, como yogurts y varias bebida,
han sido suplementadas con probióticos,
por lo regular también vienen cargadas de azúcar
en exceso. (Los alimentos fermentados en
casa, kéfir, Kimchi, chucrut… son portadores de estos millones de bacterias
beneficiosas).
ACEITE DE COCO: Como ya he dicho, el aceite de coco puede ayudar a prevenir y a tratar algunos estados
de trastornos neurodegenerativos. Es
un supercombustible para el cerebro que además reduce la inflamación. Basta con beber una cucharadita o usarlo
para la preparación de alimentos. Este aceite es termosensible, así que puedes cocinarlo a altas temperaturas.
ÁCIDO ALFA-LIPOICO: Este ácido
graso se encuentra en todas las células
del cuerpo, donde es necesario para producir energía para las funciones normales
del cuerpo. Es capaz de cruzar la barrera hematoencefálica
y funciona como un antioxidante
poderoso para el cerebro, tanto en
tejidos grasos como acuosos. En la actualidad los científicos lo están
investigando como tratamiento potencial para prevenir las apoplejías y otros padecimientos del cerebro que involucran el daño ocasionado por los radicales libres, como la demencia.
Aunque
el cuerpo puede producir cantidades adecuadas de este ácido graso, nuestro estilo de vida moderno y la prevalencia de una
dieta inadecuada hacen que podamos necesitar consumirlo en forma de suplemento.
(El brócoli es una muy buena fuente de
ácido alfa-lipoico).
VITAMINA D: Se ha hecho mal en darle ese nombre, porque
en realidad no es una “vitamina”, sino
una hormona esteroidea soluble en grasa.
Aunque la mayoría de la gente la asocia sólo con la salud ósea y con los niveles
de calcio, de ahí que suela añadirse a la leche, ésta tiene efectos mucho más extensos en el cuerpo, sobre
todo en el cerebro. Ahora sabemos
que en todo el sistema nervioso central
hay receptores de vitamina D, y
también que ayuda a regular las enzimas
en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo implicadas en la producción
de neurotransmisores, además de que
estimula el crecimiento de los nervios.
Tanto los estudios de laboratorio como los realizados en animales han indicado
que la vitamina D protege las neuronas del daño causado por los radicales libres y reduce la inflamación. Permíteme compartirte
algunos hallazgos claves:
a)
Los reportes demuestran que el riesgo de deterioro cognitivo se reduce un 25% en individuos con niveles más
elevados de vitamina D (individuos con una deficiencia grave en
uno de estos estudios demostraron tener 60% más probabilidades de padecer un
deterioro cognitivo en los seis años durante los cuales se les dio seguimiento).
b)
Un estudio realizado durante siete años entre 498 mujeres demostró que quienes tenían una ingesta mayor de vitamina D enfrentaban un riesgo 77% menor de desarrollar Alzheimer.
c)
Cuando se evaluó el estado mental de 858
adultos, entre 1998 y 2006, se encontró un deterioro
sustancial de las funciones cerebrales
en individuos con una deficiencia grave de vitamina
D.
d)
Múltiples estudios vinculan los niveles bajos de vitamina D con el riesgo de desarrollar Parkinson y de una recaída en pacientes con esclerosis múltiple. (Además,
hay investigaciones que demuestran que un incremento de 5 ng/ml en los niveles
de vitamina D en la sangre se correlaciona con una disminución de 16% de
recaídas en pacientes con esclerosis múltiple).
e)
Desde hace mucho se ha demostrado en la literatura médica que los niveles bajos
de vitamina D contribuyen a la depresión y hasta la fatiga crónica. Se requieren cantidades
adecuadas de esta hormona para que las glándulas
suprarrenales ayuden a regular una enzima
necesaria para la producción de dopamina,
epinefrina y norepinefrina, hormonas cerebrales fundamentales que influyen
en el estado de ánimo, el manejo del
estrés y la energía. Se sabe que algunas personas con depresión leve a grave han experimentado mejorías radicales sólo
con ayuda del suplemento de vitamina D.
(Los peces de agua fría y los
champiñones son buenas fuentes de vitamina D, pero la mejor fuente, sin duda,
es el sol).
NOTAS:
J.A. Baur y D.A. Sinclair, “Therapeutic
Potential of Resveratrol: The In Vivo Evidence”, Natures Reviews Drug Discovery
5, 6 (junio de 2006), pp. 493-506. 6. D. O.
Kennedy
et al., “Effects of Resveratrol on Cerebral Blood Flow Variables and Cognitive
Performance in Humans: A Double-blind, Placebo-controlled, Crossover
Investigation”, American Joirnal of Clinical Nutrition 91, (junio de 2010), pp.
1590- 1597.
T.
P. Ng et al. “Curry Consumption and Cognitive Function in the Elderly”,
American Journal of Emidemiology 164, 9 (1° de noviembre de 2006), pp. 898-906.
K.
Tillisch et al., “Consumption of Fermented Milk Product with Probiotic
Modulates Brain Activity”, Gastroenterology 144, (junio 2010, pp. 1394-1401)
pii: S0016-5085(13)00292-8; doi: 10.1053/j.gastro.2013.02.043
J.
A. Bravo et al., “Ingestion of Lactobacillus Strain Regulates Emotional
Behavior and Central GABA Receptor Expression in a Mouse Via the Vagus Nerve”,
Proceedings of the National Academy of Sciences 108, 138 (20 de septiembre de
2011), pp. 16050-16055.
A.
C. Bested et al., “Intestinal Microbiota, Probiotics and Mental Health: From
Metchnikoff to Modern Advances: Part I –Autointoxication Revisited”, Gut
Pathogens 5, 1 (18 de marzo de 2013), p. 5. Revise las partes II y III del
mismo artículo.
J.F.
Cryan y S. M. O’Mahony, “The Microbiome-Gut-Brain Axis: From Bowel to
Behavior”, Neurogastroenterology and Motility 23, 3 (marzo de 2011), pp.
187-192.
Michael
Gershon, The Second Brain: The Scientific basis of Gut Instinct and a
Groundbreaking New Understanding of Nervous Disorders of the Stomach and
Inestines, Nueva York, Harper, 1998.
Para
más infomación sobre la conexión entre el cerebro y los intestinos, revise el
trabajo del doctor Emeran Mayer, director del Centro para la Neurobiología del
Estrés 16 de Los Ángeles por parte de la Universidad de California. En
específico, The Globe and Mail lo incluyó en un artículo escrito por Chantal
Ouimet (“The Gut Has a Mind of Its Own”), publicado el 31 de diciembre de 2002.
Puede visitarlo en la siguiente dirección:
http://www.ibs.med.ucla.edu/Articles/PatientArticle001.htm.
L.
Packer et al., “Neuroprotection by the Metabolic Antioxidant Alpha-lipoic
Acid”, Free Radical Biology & Medicine 22, 1-2 (1997), pp. 359-378.
Para
aquellos interesados en saber más sobre vitamina D, incluyendo una profunda
discusión sobre los estudios que se han hecho al respecto, consulte el
influyente libro del doctor Michael Holick, The Vitamin D Solution: A 3-Step
Strategy to Cure Our Most Common Health Problems, Nueva York, Hudson Street
Press, 2010. 16.
http//blogs.scientificamerican.com/observations/2010/07/13/vitamin-D-deficiency
linked-to-parkinsons-disease-cognitive-decline/
C.
Anneweiler et al., “Higher Vitamin D Dietary Intake Is Associated with Lower
Risk of Alzheimer’s Disease: A 7-year Follow-up”, Journals of Gerontology
Series A: Biological Sciences and Medical Sciences 67, 11 (noviembre de 2012),
pp. 1205-1211.
D.
J. Llewellyn et al., “Vitamin D and Risk of Cognitive Decline in Elderly
Persons”, Archives of Internal Medicine 170, 13 (12 de julio de 2012),
pp.1135-1141.
S.
Simpson Jr. et al., “Higher 25-hydroxyvitamin D Is Associated with Lower
Relapse Risk in Multiple Sclerosis”, Annals of Neurology 68, 2 (agosto de
2010), pp. 193-203. Véase también C. Pierrot-Deseilligny et al.,”Relationship
Between 25-OH-D Serum Level and Relapse Rate in Multiple Sclerosis Patients
Before and After Vitamin D Supplementation”, Therapeutic Advances in
Neurological Disordrs 5, 4 (julio de 2012), pp. 187-198.
R.
E. Anglin et al., “Vitamin D Deficiency and Depression in Adults: Systematic
Review and Meta-analysis”, British Journal of Psychiatry 202 (febrero de 2013),
pp.100-107.
En
este blog no somos partidarios de
los suplementos de laboratorio. No
obstante, sugerimos una dieta de la que
alimentos y hábitos saludables formen parte. Por otro lado, no es lo que añades a tu nutrición sino lo
que quitas, para proporcionarte una mejor calidad de vida. ¡Que tu alimento sea tu medicina!
FUENTES:
Extraído de: Libro: “Cerebro de pan”
Autor: Dr. David Perlmutter y Kristin Loberg. 3ª edición. Buenos
Aires: Grijalbo 2014.