Siete Suplementos que Estimularán tu Cerebro. Por el Dr. David Perlmutter


el hombre sagrado no efectúa el tratamiento cuando la enfermedad ya está formada, sino que la previene; no trata el desorden, sino que lo evita. Tratar a un paciente cuando ya está enfermo es como remediar un desorden en un país, cuando ya está creado. Las dos cosas son como cavar un pozo cuando se tiene sed, o fabricar armas cuando se está en plena batalla. ¿No es demasiado tarde?”.

El Huang di Nei Jing, siglo II A.C.

David Perlmutter es reconocido internacionalmente como un experto en el campo de las influencias nutricionales sobre los trastornos neurológicos. Es neurólogo, miembro del American College of Nutrition. Graduado en medicina por la universidad de Miami, donde fue galardonado con el premio de investigación G. Leonard a la mejor investigación de un estudiante de medicina. Después de completar la residencia en Neurología, ejerció la práctica privada. Actualmente es profesor asociado de la universidad de Miami y conferenciante en simposios patrocinados por instituciones médicas, la Universidad de Harvard, la Universidad de Arizona, el Instituto Scripps de la Universidad de Nueva York y la Universidad de Columbia. En su libro “Brain Grain” (Cerebro de Pan), nos habla de los efectos nocivos de los carbohidratos sobre nuestros cerebros y de siete alimentos que ayudan a que éste funcione mejor.


“Me encanta cuando las tiras cómicas exponen una cruda verdad apenas en un parpadeo, tiempo suficiente para absorber el dibujo y el texto al pie de la imagen. Esta me llamó la atención hace ya varios años, pues desde entonces he pensado que ojalá más médicos fueran tan inteligentes como el caricaturista Randy Glasbergen. Tomando en cuenta todos los datos científicos que he acumulado desde que se publicó este dibujo en 2004, podríamos agregar a la leyenda: “…Y le preparó para padecer una enfermedad neurológica”.

David Perlmutter

La triste realidad del mundo de los médicos de nuestro tiempo es que es difícil obtener información útil, sobre cómo prevenir los trastornos cerebrales durante una consulta con un internista. Hoy en día, las consultas médicas duran a lo sumo 15 minutos y son atendidas por médicos que puede que estén al día o no, de los nuevos descubrimientos o los datos más recientes sobre cómo preservar las facultades mentales. Lo más perturbador es que muchos de los médicos actuales, que estudiaron la especialidad hace décadas, no tienen nociones sólidas de nutrición y de sus efectos sobre la salud.

No lo digo para echar tierra a la industria de la que vivo, sino que sólo estoy señalando una verdad que en general es consecuencia de la economía. Tengo la esperanza de que la siguiente generación de doctores estará más equipada para inclinar la balanza hacia el lado de la prevención, en lugar de enfocarse tanto en el tratamiento.


Esto me lleva a los suplementos alimenticios que recomiendo, para subsanar posibles problemas, relacionados con un buen funcionamiento cerebral:

DHA: El ácido docosahexaenoico (DHA) es una estrella en el reino de los suplementos. El DHA es un ácido graso omega 3 que representa más de 90% de las grasas omega 3 presentes en el cerebro. La mitad del peso de la membrana de plasma de las neuronas está compuesta de DHA. Además, es un componente clave del tejido cardiaco.

La fuente más rica en DHA en la naturaleza es la leche materna humana. Eso explica por qué suele reiterarse la importancia de amamantar para la salud neurológica y el desempeño futuro del infante. La segunda fuente más importante es el aceite procedente del pescado o las algas marinas. En realidad no importa si compras DHA derivado de aceite de pescado o de algas, aunque sugiero que optes por el segundo si eres vegetariano.


RESVERATROL: La magia detrás de los beneficios para la salud, de beber una copa de vino tinto al día, tiene mucho que ver con este componente natural que se encuentra en las uvas, el cual no sólo desacelera el envejecimiento, mejora el flujo de sangre al cerebro y promueve la salud del corazón, sino que también refrena las células grasas al inhibir su desarrollo. Ahora bien, no obtendrás suficiente resveratrol de una copa de vino, de ahí la posibilidad de tomar un suplemento con dosis mayores para cosechar sus beneficios.

 Dado que esta “molécula milagro” protege a las células contra un rango notable de enfermedades, con frecuencia se le publicita como asistente del sistema inmunológico en la defensa del cuerpo. En la última década, hemos descifrado cómo es posible esto,  gracias, en gran medida, al trabajo del doctor David Sinclair, de Harvard, quien descubrió la capacidad que tiene este suplemento de activar ciertos genes llamados sirtuinas, los cuales promueven la longevidad.

En 2010, un equipo de científicos de la Universidad de Northumbria, en el Reino Unido, publicó un estudio en el American Journal of Clinical Nutrition que justamente discutía por qué el resveratrol puede ser tan efectivo para optimizar la función cerebral. En él explicaban un experimento que consistía en dar resveratrol a 24 estudiantes. Tras él resultado se registró un incremento en la irrigación cerebral mientras realizaban distintas tareas mentales. Cuanto más difícil era la tarea, mejor el efecto del resveratrol.

Independientemente de otras muchas cuestiones, por ahora sabemos que podemos hacer un bien a nuestro cerebro si agregamos una dosis modesta de este compuesto al día.


CÚRCUMA: La cúrcuma (Curcuma longa), miembro de la familia del jengibre, es sujeto de intensas investigaciones científicas, muchas de las cuales evalúan las actividades antiinflamatorias y antioxidantes que derivan de su ingrediente activo, la curcumina. La cúrcuma es el condimento que le da al curry su color amarillo, y se ha usado durante miles de años en la medicina china e india como remedio natural para una serie de afecciones. En un reporte publicado en el American Journal of Epidemiology, los investigadores estudiaron la asociación entre el nivel de consumo de curry y la función cognitiva de ancianos asiáticos. Quienes consumían curry “de manera ocasional” y “con frecuencia o con mucha frecuencia” obtuvieron evaluaciones mucho mejores en pruebas específicas diseñadas para medir la función cognitiva que quienes “nunca o rara vez” la consumían.

Una de las armas secretas de la curcumina es su capacidad para activar genes que producen una amplia gama de antioxidantes, los cuales sirven para proteger nuestras preciadas mitocondrias. Asimismo, mejora el metabolismo de la glucosa. Todas estas propiedades ayudan a reducir los riesgos de desarrollar trastornos neurológicos.


PROBIÓTICOS: Las impresionantes investigaciones realizadas en los últimos años han demostrado que consumir alimentos ricos en probióticos, microorganismos que ayudan a la flora intestinal, puede influir en el comportamiento del cerebro y ayudar a aliviar el estrés, la ansiedad y la depresión. Los probióticos nutren y fortalecen a estas tribus de “buenas bacterias” que viven en los intestinos y ayudan a la digestión.

Asimismo, influyen en la producción, absorción y transporte de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y el factor de crecimiento nervioso, que son esenciales para la salud cerebral y la función neuronal. Para entender cómo es posible esto se requiere que hagamos un repaso breve de los fundamentos científicos de la comunicación entre flora, intestino y cerebro. El intestino es conocido también como “segundo cerebro”, es un área de investigación fascinante y activa, que ha demostrado, después de extensos estudios realizados en años recientes, que hay una carretera de comunicación íntima entre el cerebro y el sistema digestivo.

A través de esta conexión de dos vías, el cerebro recibe información sobre lo que está ocurriendo en el intestino, mientras que el sistema nervioso central envía la información de vuelta a él para garantizar su óptimo funcionamiento. Esta ida y vuelta de información nos ayuda a controlar nuestro comportamiento alimenticio y nuestra digestión, e incluso a dormir bien durante las noches. El intestino también envía señales hormonales que transmiten al cerebro sensaciones de satisfacción, hambre o hasta dolor por inflamación intestinal.

En el caso de enfermedades y padecimientos que afectan el sistema digestivo, como una celiaquía no controlada, síndrome de colon irritable o enfermedad de Crohn, el intestino puede tener una gran influencia en nuestro bienestar, en la manera en que nos sentimos, en qué tan bien dormimos, en cuánto dolor sentimos e, incluso, en cómo pensamos. Los investigadores están buscando cuál es el papel que desempeñan algunas cepas de bacterias intestinales en la obesidad, en los trastornos gastrointestinales inflamatorios y funcionales, en el dolor crónico y en el autismo y la depresión, así como la influencia que tienen en nuestras emociones.

Este sistema es tan intrincado e influyente que la salud intestinal podría tener más injerencia en nuestra percepción de la salud general de lo que hemos imaginado. La información que se procesa ahí y se envía al cerebro tiene todo que ver con la sensación de bienestar. Por lo tanto, si podemos dar apoyo a este sistema consumiendo las principales sustancias que colaboran con él, es decir, bacterias intestinales saludables, ¿por qué no hacerlo? Aunque muchos alimentos, como yogurts y varias bebida, han sido suplementadas con probióticos, por lo regular también vienen cargadas de azúcar en exceso. (Los alimentos fermentados en casa, kéfir, Kimchi, chucrut… son portadores de estos millones de bacterias beneficiosas).


ACEITE DE COCO: Como ya he dicho, el aceite de coco puede ayudar a prevenir y a tratar algunos estados de trastornos neurodegenerativos. Es un supercombustible para el cerebro que además reduce la inflamación. Basta con beber una cucharadita o usarlo para la preparación de alimentos. Este aceite es termosensible, así que puedes cocinarlo a altas temperaturas.


ÁCIDO ALFA-LIPOICO: Este ácido graso se encuentra en todas las células del cuerpo, donde es necesario para producir energía para las funciones normales del cuerpo. Es capaz de cruzar la barrera hematoencefálica y funciona como un antioxidante poderoso para el cerebro, tanto en tejidos grasos como acuosos. En la actualidad los científicos lo están investigando como tratamiento potencial para prevenir las apoplejías y otros padecimientos del cerebro que involucran el daño ocasionado por los radicales libres, como la demencia.

Aunque el cuerpo puede producir cantidades adecuadas de este ácido graso, nuestro estilo de vida moderno y la prevalencia de una dieta inadecuada hacen que podamos necesitar consumirlo en forma de suplemento. (El brócoli es una muy buena fuente de ácido alfa-lipoico).


VITAMINA D: Se ha hecho mal en darle ese nombre, porque en realidad no es una “vitamina”, sino una hormona esteroidea soluble en grasa. Aunque la mayoría de la gente la asocia sólo con la salud ósea y con los niveles de calcio, de ahí que suela añadirse a la leche, ésta tiene efectos mucho más extensos en el cuerpo, sobre todo en el cerebro. Ahora sabemos que en todo el sistema nervioso central hay receptores de vitamina D, y también que ayuda a regular las enzimas en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo implicadas en la producción de neurotransmisores, además de que estimula el crecimiento de los nervios. Tanto los estudios de laboratorio como los realizados en animales han indicado que la vitamina D protege las neuronas del daño causado por los radicales libres y reduce la inflamación. Permíteme compartirte algunos hallazgos claves:

a) Los reportes demuestran que el riesgo de deterioro cognitivo se reduce un 25% en individuos con niveles más elevados de vitamina D (individuos con una deficiencia grave en uno de estos estudios demostraron tener 60% más probabilidades de padecer un deterioro cognitivo en los seis años durante los cuales se les dio seguimiento).

b) Un estudio realizado durante siete años entre 498 mujeres demostró que quienes tenían una ingesta mayor de vitamina D enfrentaban un riesgo 77% menor de desarrollar Alzheimer.

c) Cuando se evaluó el estado mental de 858 adultos, entre 1998 y 2006, se encontró un deterioro sustancial de las funciones cerebrales en individuos con una deficiencia grave de vitamina D.

d) Múltiples estudios vinculan los niveles bajos de vitamina D con el riesgo de desarrollar Parkinson y de una recaída en pacientes con esclerosis múltiple. (Además, hay investigaciones que demuestran que un incremento de 5 ng/ml en los niveles de vitamina D en la sangre se correlaciona con una disminución de 16% de recaídas en pacientes con esclerosis múltiple).

e) Desde hace mucho se ha demostrado en la literatura médica que los niveles bajos de vitamina D contribuyen a la depresión y hasta la fatiga crónica. Se requieren cantidades adecuadas de esta hormona para que las glándulas suprarrenales ayuden a regular una enzima necesaria para la producción de dopamina, epinefrina y norepinefrina, hormonas cerebrales fundamentales que influyen en el estado de ánimo, el manejo del estrés y la energía. Se sabe que algunas personas con depresión leve a grave han experimentado mejorías radicales sólo con ayuda del suplemento de vitamina D. (Los peces de agua fría y los champiñones son buenas fuentes de vitamina D, pero la mejor fuente, sin duda, es el sol).


NOTAS:

 J.A. Baur y D.A. Sinclair, “Therapeutic Potential of Resveratrol: The In Vivo Evidence”, Natures Reviews Drug Discovery 5, 6 (junio de 2006), pp. 493-506. 6. D. O.
Kennedy et al., “Effects of Resveratrol on Cerebral Blood Flow Variables and Cognitive Performance in Humans: A Double-blind, Placebo-controlled, Crossover Investigation”, American Joirnal of Clinical Nutrition 91, (junio de 2010), pp. 1590- 1597.
T. P. Ng et al. “Curry Consumption and Cognitive Function in the Elderly”, American Journal of Emidemiology 164, 9 (1° de noviembre de 2006), pp. 898-906.
K. Tillisch et al., “Consumption of Fermented Milk Product with Probiotic Modulates Brain Activity”, Gastroenterology 144, (junio 2010, pp. 1394-1401) pii: S0016-5085(13)00292-8; doi: 10.1053/j.gastro.2013.02.043
J. A. Bravo et al., “Ingestion of Lactobacillus Strain Regulates Emotional Behavior and Central GABA Receptor Expression in a Mouse Via the Vagus Nerve”, Proceedings of the National Academy of Sciences 108, 138 (20 de septiembre de 2011), pp. 16050-16055.
A. C. Bested et al., “Intestinal Microbiota, Probiotics and Mental Health: From Metchnikoff to Modern Advances: Part I –Autointoxication Revisited”, Gut Pathogens 5, 1 (18 de marzo de 2013), p. 5. Revise las partes II y III del mismo artículo.
J.F. Cryan y S. M. O’Mahony, “The Microbiome-Gut-Brain Axis: From Bowel to Behavior”, Neurogastroenterology and Motility 23, 3 (marzo de 2011), pp. 187-192.
Michael Gershon, The Second Brain: The Scientific basis of Gut Instinct and a Groundbreaking New Understanding of Nervous Disorders of the Stomach and Inestines, Nueva York, Harper, 1998.
Para más infomación sobre la conexión entre el cerebro y los intestinos, revise el trabajo del doctor Emeran Mayer, director del Centro para la Neurobiología del Estrés 16 de Los Ángeles por parte de la Universidad de California. En específico, The Globe and Mail lo incluyó en un artículo escrito por Chantal Ouimet (“The Gut Has a Mind of Its Own”), publicado el 31 de diciembre de 2002. Puede visitarlo en la siguiente dirección: http://www.ibs.med.ucla.edu/Articles/PatientArticle001.htm.
L. Packer et al., “Neuroprotection by the Metabolic Antioxidant Alpha-lipoic Acid”, Free Radical Biology & Medicine 22, 1-2 (1997), pp. 359-378.
Para aquellos interesados en saber más sobre vitamina D, incluyendo una profunda discusión sobre los estudios que se han hecho al respecto, consulte el influyente libro del doctor Michael Holick, The Vitamin D Solution: A 3-Step Strategy to Cure Our Most Common Health Problems, Nueva York, Hudson Street Press, 2010. 16.
http//blogs.scientificamerican.com/observations/2010/07/13/vitamin-D-deficiency linked-to-parkinsons-disease-cognitive-decline/
C. Anneweiler et al., “Higher Vitamin D Dietary Intake Is Associated with Lower Risk of Alzheimer’s Disease: A 7-year Follow-up”, Journals of Gerontology Series A: Biological Sciences and Medical Sciences 67, 11 (noviembre de 2012), pp. 1205-1211.
D. J. Llewellyn et al., “Vitamin D and Risk of Cognitive Decline in Elderly Persons”, Archives of Internal Medicine 170, 13 (12 de julio de 2012), pp.1135-1141.
S. Simpson Jr. et al., “Higher 25-hydroxyvitamin D Is Associated with Lower Relapse Risk in Multiple Sclerosis”, Annals of Neurology 68, 2 (agosto de 2010), pp. 193-203. Véase también C. Pierrot-Deseilligny et al.,”Relationship Between 25-OH-D Serum Level and Relapse Rate in Multiple Sclerosis Patients Before and After Vitamin D Supplementation”, Therapeutic Advances in Neurological Disordrs 5, 4 (julio de 2012), pp. 187-198.
R. E. Anglin et al., “Vitamin D Deficiency and Depression in Adults: Systematic Review and Meta-analysis”, British Journal of Psychiatry 202 (febrero de 2013), pp.100-107.

En este blog no somos partidarios de los suplementos de laboratorio. No obstante, sugerimos una dieta de la que alimentos y hábitos saludables formen parte. Por otro lado, no es lo que añades a tu nutrición sino lo que quitas, para proporcionarte una mejor calidad de vida. ¡Que tu alimento sea tu medicina!



FUENTES:

Extraído de: Libro: “Cerebro de pan” Autor: Dr. David Perlmutter y Kristin Loberg. 3ª edición. Buenos Aires: Grijalbo 2014.



Lucía Madrigal             



Deja de Creer. Ríndete


"Si quieres ver la verdad claramente, nunca te muestres a favor ni en contra. La lucha entre "a favor" y "en contra" es la peor enfermedad de la mente".

BRUCE LEE.

"No hay nada malo ni bueno en sí mismo, es nuestro pensamiento quien lo transforma".

HAMLET.

"La esclavitud comienza en la mente y consiste en elegir creer que no tienes ninguna opción. La elección es el botón de encendido y apagado de nuestro poder. Cada segundo de nuestra vida es realmente sólo una elección para vivir de una u otra manera. No hay ninguna verdad definitiva. Elegimos la realidad momento a momento, basándonos en una creencia o en otra, y también podemos elegir o des-elegir".

ANDREA BALT


Nunca nos ponemos en contacto con la realidad, sino que percibimos todo a través de un filtro mental, que construimos según nuestras experiencias de vida, positivas o negativas, las enseñanzas de nuestros padres o el aprendizaje al que estamos sometidos. Una niebla espesa oculta toda posibilidad de acercarnos a esa realidad, ya que nuestra forma indiscriminada de acumular acontecimientos pasados, traumas y temores distorsiona la percepción, lo que hace que no sepamos donde se encuentra la verdad o que ésta parezca siempre muy lejos de nosotros. Por eso, igualmente, cada uno crea su realidad diferente de la del resto. Todo lo que creemos ser y lo que nos rodea tiene que ver con nuestros filtros mentales.

Nuestro cerebro filtra la información que recibimos a través de nuestros sentidos, pero ¿qué descarta y qué es importante para él? En la base de nuestro cerebro hay una red de conducción nerviosa que hace de filtro para todos los mensajes que nos llegan del exterior. Es el SAR. El SAR (sistema de activación reticular) opera 800 veces más rápido que la mente consciente y es quien se encarga de traer a nuestra vida las cosas que están en sintonía con lo que creemos. Eso que nos llega no es ni deja de ser real, está filtrado, pero hace que aparezcan circunstancias que desde nuestra mente consciente serían impensables, cosas que nos hacen creer que la vida es así, que no tenemos o tenemos suerte o que estamos en manos del destino.

Esta es la razón por la que, igualmente, juzgamos las cosas antes de experimentarlas, se nos repiten los procesos, siempre caemos con personas que se parecen, una misma cosa nos ocurre una y otra vez, nos bloqueamos, nos resistimos, postergamos, opinamos sin criterio, los negocios nos fallan, no emprendemos, fallamos siempre en lo mismo o nos consideramos, torpes, desatinados, inmaduros, e incapaces de salir de nuestro rincón seguro, aunque ese rincón sea insoportable. En definitiva, esto es lo que hace que siempre creamos estar en la verdad o tengamos tanto miedo a la vida.


¿Si todo pasa por el tamiz de nuestra mente, cómo sabemos entonces lo que es real y lo que no? Ni nos lo planteamos. Para casi todos, lo que creemos es real. Actuamos y reaccionamos según filtros mentales que están configurados por nuestras creencias, ideales, valores, experiencias, vivencias, antecedentes familiares, cultura, estados emocionales, hábitos de pensamiento, esquemas mentales, ideas preconcebidas, expectativas, ... La suma y resultado de todo esto se ocupa de “transformar” la realidad en “nuestra realidad” y nos hace creer que siempre tenemos razón. Las cosas son como son, porque así han sido siempre y así lo creo yo ¿Yo? Y… ¿Son?

Todos tenemos una imagen distorsionada de la realidad, porque toda realidad está teñida de pensamientos y creencias, que tienen que ver con toda esa gama de cosas que hemos acumulado en nuestras vidas. Todos, sin excepción, vemos las cosas, no como son, sino como nosotros somos. ¿Cómo son las cosas entonces? Son, esto es lo único que podemos tener claro. Todo es creado a partir de sistemas de creencias inconscientemente elegidos e incontrolados.

Al experimentar la vida, consciente o inconscientemente, a través de nuestro paradigma, lo mantenemos y lo reforzamos. A cada instante la mente se fortalece porque le damos la razón. Las creencias hacen que percibamos el mundo tal como nuestro sistema lo define. No hay percepción objetiva y lo que es aún peor, nos pasa desapercibido si ese filtro, por el que la realidad se pone en contacto con nosotros, tiene un contenido válido o si nos limita y nos quita poder.


Las diferencias entre nosotros son infinitas, los filtros tienen coincidencias, pero son distintos, nos ajustamos al paradigma que se nos transmite por herencia, pero, además,  pensamos como pensamos y nuestros pensamientos tienen un importante papel mediador entre nosotros y la realidad. Así, el diálogo interno que creamos ante cada situación y los pensamientos recurrentes tienen una importante repercusión en nuestro estado emocional. Podríamos decir que todos tenemos y no tenemos razón. La interpretación de las cosas depende de los puntos de vista y de la inmutabilidad de esos puntos de vista.

Tener puntos de vista es normal, pero que sean inmutables nos hace esclavos de nuestro propio pensamiento y nos invita a  entrar en una condición estática, en la que cualquier proceso se bloquea. Ver como los demás caminan encerrados en sus puntos de vista parece fácil, pero vernos a nosotros en la misma situación nos cuesta, no reconocemos el espejo, lo que no nos permite darnos cuenta de hasta dónde somos prisioneros de lo que creemos y pensamos. Estancarnos así, hace que permanezcamos en una zona de confort, a veces muy poco confortable, pero que nos da seguridad.

Pero el ser humano no es eso que parece. Necesitamos estar en constante movimiento, abiertos al cambio. La evolución es apertura, es crecimiento, es ver lo que nos limita y ser flexibles, para utilizar los puntos de vista que sean válidos en cada situación y para, de esa forma, experimentar la vida con libertad y plenitud. Hemos aprendido a tener creencias, a tener puntos de vista y hemos aprendido a vivir con ellas o a no vivir. Nuestra conciencia se ha identificado por completo con nuestro sistema mental, pero no somos lo que creemos y tampoco somos lo que pensamos.


Nuestro férreo paradigma nos hace ver la vida de la forma en que hemos aprendido. Salir de esos sistemas es duro, porque así lo hemos aprendido en la infancia y porque vivimos en un entorno que comparte ese mismo sistema de creencias. Al final, aunque éste nos esclavice, la esclavitud compartida parece menos esclava. Además, nos conformamos y lo asumimos. Es lo que conocemos. Sin embargo, la práctica habitual del sistema lo refuerza y nos perpetúa en una rueda en la que las cosas y las circunstancias se repiten, aunque no nos gusten. Las creencias han servido para sobrevivir y a la mente reptiliana eso le parece perfecto, porque lo importante es la continuidad de la vida. Da igual cómo, da lo mismo si nunca elegimos conscientemente, para ella es indiferente la felicidad o infelicidad que estos sistemas nos propicien. Lo importante es que estamos vivos. Ese es el éxito.

De esta forma la mente lucha por mantenerse aferrada a estos paradigmas exitosos, atada a nuestro pasado, atada a una historia que no existe en otro lugar que en la propia mente, que disfruta con el estatismo y la seguridad antes que cambiar de perspectiva. Tiene tanto miedo que prefiere mantenerse donde está, pero nada nuevo se habría descubierto, de no ser porque algunas personas decidieron hacer frente a las resistencias de su propia mente y a las de su entorno social, nada nuevo habría sido posible sin esos profundos cambios de perspectiva. De otro modo la tierra seguiría siendo el centro del universo o plana…y tantas otras cosas.

Somos y seremos esclavos mientras nuestro cerebro nos dirija, mientras seamos incapaces de sentir sin juicio, mientras crear nuestra realidad se nos haga imposible. Abrirnos a la posibilidad de un cambio en nosotros y en lo que creemos nos asegura crecimiento. Ablandar la mente pequeña, abre la puerta a la mente superior y eso nos trae armonía y toda la dicha de experimentar el momento presente. Sólo a la mente reptiliana le interesa el pasado o cubrir expectativas futuras. El ser humano que usa su mente superior sabe que no existe nada que no esté en este instante mismo en el que estamos vivos. Sólo en el instante presente es posible celebrar la vida y vivir en plenitud.


Nuestra actitud define todo lo que nos sucede. La realidad está formada por nuestros pensamientos y los comunes con la mayoría. Nuestro destino, el de todos, está definido por ese núcleo de pensamientos comunes que tiene detrás todas las creencias. La mente se configura como un sistema inmutable en la que los cambios no se plantean y son poco aceptados por la mayoría, aprendemos por imitación, aprendemos sin comprender lo aprendido, sin cuestionar, sin dudar de lo que se nos enseña.

Sin embargo, el cambio es posible. Si aprendemos por repetición, si este sistema del que hablamos se fortalece con el uso, también se debilita a fuerza de promover un cambio continuo y constante. "El ser humano se hace libre cuando aprende a utilizar su sistema mental en lugar de ser manejado por él". El ser humano cambia cuando deja de creer en todo lo que le es externo, cuando acepta que se equivoca, que comete errores, que es perfecto en su imperfección, cuando se ama y ama todo lo que le rodea. El ser humano cambia cuando deja la alerta constante, cuando no siente la vida como un peligro, cuando fluye sin miedo. El ser humano cambia cuando acepta y se rinde al momento presente.


"Nunca entendiste la vida porque así se suponía que debía de ser. Estabas destinado a vivir, a vivir sus muchas paradojas…

Cuanto más das sin ninguna expectativa, más recibes a cambio. Cuanto menos te preocupas, cuanto más sueltas los resultados, más cuidas y amas el viaje. Cuanto más puedas ser tú mismo, menos necesidad tienes de aferrarte a un yo.

Cuanto más espacio les ofrezcas a los pensamientos, menos serás controlado por ellos, y cuanto más profundamente lo hagas, mejor comprenderás que no eres el pensador.

El amor no es lo que consigues, es lo que eres. La iluminación no es un destino, es la luz que ilumina el camino. A veces un ‘no’ es un SÍ masivo a la vida. A veces tienes que fallar, y caer, para sentir que has tenido éxito al ponerte de pie. Eso que tanto anhelas, es lo único que no puede ser encontrado, porque ya está aquí, en el corazón de ese mismo anhelo.

Cuanto más conoces la muerte, más conoces la vida. Cuanto más huyes de la muerte, menos vivo te sientes. Tienes que volverte como un niño para entrar en el Reino. Cualquier cosa en la que creas puedes dudar de ella, y sólo la duda es completamente indudable. En lo Desconocido reside la clase más profunda de Conocer. E incluso tu confusión es vista con absoluta claridad, a través de los ojos del amor incondicional".

Jeff Foster



FUENTES:

El poder de elegir. Annie Marquier. Ediciones Luciérnaga, 2006.

La voz de tu alma. Laín García calvo. Edición propia, 2013.



Lucía Madrigal