A Vueltas con el Pan


El pan ha sido siempre símbolo de abundancia, con pan había comida. El pan nos ha permitido sobrevivir en épocas de carencia y escasez y ha estado presente como alimento en la cultura occidental, desde hace mucho tiempo. En la literatura hay numerosas citas alusivas a él: el Hidalgo del Lazarillo de Tormes, salía a la calle con migas de pan en la ropa para aparentar que comía bien, Azorín, desde su exilio en París, enumera con añoranza todos los panes españoles de la época: hogaza, mollete, rosca, libreta, tetera, morena, oblada, bodigo, zatico, cantero, corrusco, pan leudado, …., Lope de Vega alude al pan gandul y a las roscas de Utrera, diciendo “¡Pan gandul de mi vida! o ¡Roscas de Utrera del cielo!, a ellas también alude Cervantes en “El Rufián dichoso” o Góngora en los versos: Entre dos roscas de Utrera, Que por estos ojos vi, Unas lonjas de tocino Como corcho de chapín. Muchas alusiones al pan, nuestro pan.


Los griegos atribuían el origen del pan a los dioses y le otorgaban carácter sagrado. Durante muchos años en la antigua Grecia su consumo estuvo limitado a las clases pudientes que ingerían pan fermentado, una golosina que hasta el siglo VI a.C. fue privilegio de los poderosos. Elaboraban panes blanquísimos partiendo de harinas refinadas; agregaban a la masa especias, frutas, aceite, leche y hierbas y conseguían piezas de formas caprichosas, con cenefas y dibujos en su superficie, cosa que muestra la importancia y el refinamiento que este alimento adquirió entre el pueblo griego. Autores tan representativos como Platón, Homero y Aristófanes hicieron reiteradas alusiones al pan. Se cuenta que el filósofo Demócrito de Abdera venció a la muerte durante dos días, sólo con aspirar el olor que desprendían unos lienzos utilizados, para retirar unas piezas recién cocidas. A los griegos debemos también la institución de las panaderías como establecimientos de venta al público, y de ellos aprendió el pueblo romano la cultura del pan.

Los romanos, impresionados por el sabor y el olor del pan, lo llevaron a Roma y desde Roma, su uso se extendió por todo el imperio. Aprendimos a comerlo con ellos y quedó establecido como un alimento necesario. Los romanos conocían los opiáceos presentes en la planta del trigo, para defenderse de sus depredadores y la adicción que producía el consumo de pan. Creían, incluso, que dando a la plebe pan y circo, ésta se mantenía controlada, por eso les proporcionaban este alimento y... diversión.


No obstante, aquel pan era pan de verdad. Para su elaboración, se preparaba un “fermento madre” de pasta ácida, muy lentamente. Esto generaba gran cantidad de bacterias vivas y enzimas. La cocción era lenta y prolongada, además,  se hacía en hornos de leña, donde el pan era cocinado a temperatura lenta y decreciente. La forma de las piezas era de sección abultada, ya que antes del leudado, el pan es muy rico en sacaromicetos y enzimas, elementos muy valiosos para nuestra salud, pero también muy sensibles a las temperaturas altas. La sección abultada permitía que el calor excesivo no llegara a la miga, que quedaba protegida por la corteza. Gracias a ello en la miga se mantenían vivos los sacaromicetos, que en un par de días más podían volver a colonizar toda la forma. En este punto el pan se convertía en  un alimento vital y riquísimo en flora bacteriana y enzimas.

Pero es muy difícil encontrar estos panes en el mercado. Los artesanos panaderos o bien usan hornos de leña pero se olvidan de la utilización de ingredientes de calidad o se ocupan de elaborar el fermento y utilizar ingredientes muy buenos, harinas, sal y aceite ecológicos, agua buena…pero usan moldes de materiales cuya composición puede no estar exenta de tóxicos y cuecen el pan en hornos industriales. Tanto el uso de moldes como este tipo de cocción, a temperatura constante, deterioran la calidad del fermento y del pan.

Aun así, este pan es nutritivo y no tiene nada que ver con el que se vende en las panaderías, procedente de las panificadoras. En este último caso, el pan carece de personalidad, los ingredientes usados en su elaboración son de procedencia industrial y el pan está lleno de químicos y aditivos.


En 1911, se creía que el pan, que constituía más del 40% de la alimentación de la gente pobre de Gran Bretaña, era la causa de su mala salud. Los victorianos hablaban de enfermedades debilitantes cuando se referían a los problemas físicos existentes y los relacionaban con el consumo excesivo de pan blanco.

La harina que se usaba entonces era harina refinada, desprovista como ahora de minerales y vitaminas y con una sustancia química tóxica como aditivo, llamada alumbre, que daba a esta harina una apariencia más blanca. Por aquella época ya se lanzaron campañas para volver al pan integral, pero éste era símbolo de pobreza, lo que hacía que todo el mundo quisiera comer pan blanco.

De hecho y tras estas campañas, el pan blanco fue prohibido en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial y como resultado, a pesar de las carencias de la época de guerra, en 1947, se dijo que los ingleses tenían mejor salud. No obstante, cuando terminó la guerra el pan blanco se volvió a legalizar y hasta hoy, que consumimos un pan, aún de peor calidad.

En 1911, la sal, las grasas baratas, el alumbre, la cal en polvo y el blanqueador eran los ingredientes “malos” del pan. Actualmente, hay que lidiar con ingredientes nuevos que dañan la salud y que se usan indiscriminadamente: Sal procesada, Jarabe de maíz de alta fructosa, Grasas trans, Soja, Agentes de tratamiento (Químicos oxidantes), Agentes reductores, Emulsionantes, Conservantes Y Enzimas, por lo general, de hongos y bacterias.

Hoy en día, se compra pan blanco elaborado por las panificadoras y sin ningún tipo de etiquetado preciso. Además, muchos de los ingredientes anteriores están ocultos, ya que no es obligatorio que aparezcan en las etiquetas.


El pan se elabora con harina refinada. Una vez que se quita la parte más nutritiva del grano de cualquier cereal, nos queda la harina blanca, que es poco más que una forma de azúcar. En el proceso de refinado se pierden la mitad de los benéficos ácidos grasos insaturados, el 50% del calcio, el 80% del hierro, del 50 al 80% de la vitamina B, prácticamente toda la vitamina E, el 70% del fósforo, el 98% de magnesio, y muchos nutrientes más.

El consumo excesivo de pan blanco y otras formas de granos refinados está relacionado con múltiples problemas de salud: obesidad, asma, diabetes, enfermedades de corazón, alergias, intolerancia al gluten y enfermedad celiaca y deficiencias de vitaminas…

Se come mucho pan, con todo y para todo, pero si la harina que se usa carece de muchos de los nutrientes del grano original, no comemos más que calorías vacías. Creemos que estamos nutridos, pero carecemos de muchos minerales y vitaminas, debido al consumo de alimentos que nos sacian, pero no nos aportan nada. Por ejemplo, la deficiencia de las Vitaminas B, en particular, contribuye a una amplia gama de enfermedades, y es una deficiencia  que afecta a muchísima gente. De hecho, aunque se ha relacionado la deficiencia de B12 con las dietas vegetarianas, muchas personas con dietas occidentales muestran este problema, ya que son dietas llenas de alimentos muy difíciles de procesar por nuestro organismo y que nos ensucian mucho. En un intestino sucio hay muchos problemas para la absorción de nutrientes.

También hay algunos problemas digestivos, que pueden estar vinculados a la industria panadera, como la intolerancia al gluten y la enfermedad celiaca. De igual forma, el incremento del asma y las alergias está relacionado con el procesamiento de alimentos y las prácticas de fabricación. Por ejemplo, una de las enzimas más comunes, utilizadas para la creación del pan moderno, es la amilasa, relacionada, precisamente, con el asma.


Otro problema es que la producción de trigo comercial es, a la vez, un proceso de acumulación de químicos nocivos, que comienza cuando las semillas son tratadas con fungicidas. Una vez que se convierten en trigo, éste es rociado con hormonas y pesticidas. Incluso el recipiente en el cual se almacena el grano para ser cosechado es cubierto con insecticidas. Todas estas sustancias químicas contribuyen al incremento de carga tóxica que añadimos a nuestro cuerpo, lo que, también, contribuye a prácticamente todas las enfermedades.

Mientras que los viejos molinos de harina molían lentamente, los molinos actuales están diseñados para la producción en masa, utilizando altas temperaturas y rodillos de acero de alta velocidad. Después, se aditiva otro químico a la molienda, se trata de gas de cloro (óxido de cloro), que sirve como blanqueador y como agente de “maduración”. Antiguamente, la harina solía madurar con el tiempo, mejorando así el gluten y por lo tanto mejorando la calidad de la cocción. El tratamiento con cloro produce, de manera instantánea, el envejecimiento de la harina. Los resultados son parecidos, pero no la calidad. La harina blanca moderna es casi puro almidón, con una pequeña fracción de nutrientes del grano original.

Además, los tratamientos químicos en el grano dan como resultado la formación de un subproducto llamado aloxana, un veneno utilizado en la industria de la investigación médica para producir diabetes en ratones sanos. La  aloxana causa diabetes al hacer girar enormes cantidades de radicales libres en la células Beta-pancreáticas y destruirlas. Las células beta son las encargadas de producir insulinaasí que si éstas son destruidas, se desarrolla diabetes.


Si tenemos en cuenta el incremento de casos de diabetes, comer pan blanco, cuando sabemos que contiene aloxana, no es una buena idea. Además, el incremento continuado de los niveles de insulina hace que no podamos utilizar nuestra grasa corporal para producir energía, ya que se suprime la producción de dos hormonas importantes: el glucagón y la hormona del crecimiento. El glucagón promueve la quema de grasa y azúcar. La hormona del crecimiento se utiliza para el desarrollo muscular y la construcción de masa muscular nueva.

Además, comiendo pan, nuestra hambre aumenta. Como el azúcar en sangre sube después de una comida alta en carbohidratos, la insulina también sube, lo que da como resultado una hipoglucemia secundaria. Esto se traduce en hambre, poco después de comer.

En resumen, el exceso de carbohidratos, en forma de panificados, nos hace engordar y nos conduce a una dieta nociva, con abuso de los dulces, los bocadillos y los tentempié. Además la necesidad constante de comer nos puede hacer sentir ansiosos y de mal humor y gradualmente conducirnos a la resistencia a la insulina.

La mejor sugerencia para cualquier persona que quiera eliminar el exceso de grasa y al mismo tiempo mejorar la salud, es moderar y normalizar los niveles de insulina, limitando el consumo de azúcares refinados, fructosa y de otros carbohidratos. 

Comer pan de todo tipo o productos elaborados con harina refinada no es beneficioso para nuestra salud.



FUENTES:

Daily Mail. 15 de Junio de 2011.

La harina Blanca. Dr. Joseph Mercola.

Lácteos y trigo. Néstor Palmetti. Ed. Kier, 2013.



Lucía Madrigal                



Gluten Hasta en la Sopa


EL GLUTEN se asocia siempre a la celiaquía y ser celíaco a los problemas intestinales, ya que se trata de una enfermedad autoinmune, que causa daño específico al intestino delgado; pero la celiaquía no sólo afecta a los intestinos, ya que aunque estos permanezcan indemnes, cualquier órgano del cuerpo, incluido el cerebro, se puede ver afectado.

Aunque se estima que sólo 1 de cada 200 personas es celiaca, la realidad se acerca más a 1 de cada 30, pues sigue habiendo muchas personas sin diagnóstico. Hasta 1 de cada 4 es susceptible a la enfermedad por cuestiones genéticas, y la vulnerabilidad aumenta cuando se tienen ancestros del Norte de Europa. Además mucha gente tiene en sus genes una versión leve de la intolerancia al GLUTEN, lo que abre la puerta a diferentes reacciones, que parecen no tener explicación.

Si sales a pasear por las mañanas, ves a muchas personas con su barrita de pan. El pan, sobre todo el manufacturado, se ha convertido en un alimento imprescindible en nuestra dieta, pero tras lo dicho, tal vez, no debería serlo. No importa si lo comemos blanco o integral, EL GLUTEN está siempre presente en las harinas de cereales. Podemos pensar que un pan integral y ecológico es una opción saludable, ya que lo identificamos con el pan auténtico, pero sigue teniendo GLUTEN y aunque no lo creamos y no mostremos sintomatología, su consumo nos está pasando factura.


GLUTEN es una palabra de origen latino que significa cola o pegamento y se asigna a una proteína compuesta, que funciona como un adhesivo, ya que aglutina la harina para hacer galletas, pan, pasta y masas para pizzas. De hecho la textura blanda y gomosa del pan es debida al GLUTEN.

La mayoría de las personas consumen GLUTEN en los productos de trigo, pero podemos encontrarlo en otros cereales como el centeno, la cebada, la espelta, el Kamut o el bulgur. Los alimentos procesados también contienen mucho GLUTEN, puesto que es un agente estabilizador, permite que los quesos untables y las margarinas conserven su textura suave e impide que las salsas se cuajen. También está presente en los acondicionadores que fortalecen el cabello y en los rímeles que aumentan el volumen de las pestañas.

Si las harinas han sido un alimento muy consumido desde los egipcios. ¿Por qué ahora existen tantos problemas con su ingestión y con EL GLUTEN? En primer lugar se consumen en mucha cantidad, no existe una casa que no tenga harina en su despensa y pocas no compran pan. Además adquirimos muchos alimentos procesados, que también contienen GLUTEN. Por otro lado, a lo largo de la historia no hemos comido el mismo tipo de GLUTEN. Nuestros antepasados aprendieron a sembrar y moler el trigo ancestral. Pero desde el siglo XVII, en que aparecieron las Leyes de Mendel y sus estudios sobre recombinación genética, somos expertos en mezclar y combinar cepas para crear generaciones inimaginables de granos. No seguimos los procesos naturales, simplemente jugamos.


La cadena alimentaria ha cambiado mucho en los últimos 50 años. Ahora tenemos granos que contienen 40 veces más GLUTEN que los que se cultivaban hace unas décadas. ¿Por qué? Es la industria alimentaria. Curiosamente, los cereales modernos son mucho más adictivos que sus predecesores. EL GLUTEN se descompone en el estómago en una mezcla de polipéptidos que pueden atravesar la barrera hematoencefálica. Una vez que tienen acceso al cerebro son capaces de adherirse a los receptores de morfina para producir una sensación de éxtasis. Este es el mismo receptor al cual se adhieren los opiáceos, produciendo así un efecto placentero y muy adictivo. EL GLUTEN puede cambiar nuestra bioquímica al nivel del centro de placer y la adicción y tiene el potencial de dañar, sin que lo sepamos.

Poco a poco vamos encontrando lo que siempre decimos, la nutrición desempeña un papel fundamental en la salud de los seres humanos. En muchas ocasiones experimentamos dolores y molestias momentáneas o persistentes que solemos relacionar con una gripe o el estrés, por ejemplo migrañas, congestión, dolores abdominales…, pero que no tienen una causa aparente. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones estos malestares están relacionados con el consumo de GLUTEN. Aunque no seas celíaco, EL GLUTEN es una molécula compleja formada por dos grupos principales de proteínas: las gluteninas y las gliadinas, se puede ser alérgico o intolerante a cualquiera de ellas o a alguna de las 12 unidades distintas que componen la gliadina y desconocerlo.


La gliadina no se descompone durante la digestión: estas macromoléculas no digeridas pueden actuar como antígenos, provocando una respuesta inmune mediada por anticuerpos, particularmente si pasan a través de la mucosa intestinal a la sangre. El hecho de que los anticuerpos anti-gliadina se puedan encontrar en el torrente sanguíneo, indica que ésta no se descompone totalmente en sus aminoácidos constituyentes.

La  cualidad pegajosa del GLUTEN interfiere en la descomposición y absorción de nutrientes. La comida mal digerida deja un residuo pastoso en el intestino, que alerta al sistema inmune para que se ponga a la defensiva, lo que a la larga desencadena un ataque contra el intestino delgado. Cuando el cuerpo reacciona de forma negativa a la comida, intenta controlar el daño enviando moléculas mensajeras desde el sistema inmunológico, que inician una reacción inflamatoria para marcar como enemigas a las partículas del alimento. El proceso suele causar daños en el tejido y las paredes del intestino, dando como resultado el “Síndrome del Intestino Permeable”.

Una vez que EL GLUTEN sensibiliza el intestino, este se vuelve más permeable por lo que todo tipo de proteínas previamente excluidas, incluyendo la caseína y otras proteínas de los lácteos, tienen acceso directo a nuestro torrente sanguíneo y ponen a prueba nuestro sistema inmunológico. El proceso de permeabilización intestinal, al principio deja síntomas como malestar abdominal, gases, nauseas, diarrea, estreñimiento y molestias estomacales. Pero, curiosamente cuando no hay síntomas de este tipo, la persona puede estar siendo víctima de un ataque silencioso a cualquier otra parte del cuerpo, por ejemplo el sistema nervioso. Una vez que se tiene el intestino permeable, se es más susceptible a las alergias de todo tipo.  La inflamación constante nos pone en riesgo de desarrollar cualquier enfermedad autoinmune. Nuestra salud depende, en gran medida, de mantener una barrera entre el intestino y el torrente sanguíneo.


Nuestra dependencia del consumo de las harinas y subproductos de las mismas, ya sea pan, pasta, masa para pizza… genera inflamación. Cuando la inflamación es constante y se cronifica, el proceso inflamatorio se descontrola y se liberan sustancias químicas dañinas, llamadas citocinas, que perjudican nuestra salud.

La inflamación está detrás de muchos problemas neurológicos. La sensibilidad al GLUTEN parece estar involucrada a la mayoría de las enfermedades crónicas, incluyendo todas aquellas que afectan al cerebro, debido a que EL GLUTEN afecta al sistema inmunológico.

La intolerancia al GLUTEN es provocada por los altos niveles de anticuerpos contra la gliadina. Cuando el anticuerpo se combina con esta proteína, se activan unos genes particulares. Una vez activados estos genes, las citocinas pueden actuar contra el cerebro, dañar su tejido y dejarlo vulnerable a la disfunción y a la enfermedad. Los alimentos son mucho más que proteínas, carbohidratos, grasas y micronutrientes, estos realmente representan información.

El profesor inglés Marios Madjivassiliou afirma, sin reservas, que aunque no todos tengamos la misma intolerancia al GLUTEN, es posible que todos seamos sensibles al GLUTEN, desde el punto de vista neurológico. En problemas como el Alzheimer, la esquizofrenia, el Parkinson, la Epilepsia, la Depresión, el Trastorno bipolar, la Esclerosis Múltiple e incluso el TDHA y el Autismo se dan niveles altos de citocinas inflamatorias. 


El Dr. Perlmutter en su libro “Grain Brain”, revela cómo y por qué los azúcares y carbohidratos destruyen el cerebro, y cómo alimentarse para beneficiar nuestra salud neurológica. Él cita la investigación de la Clínica Mayo, que revela que las dietas ricas en carbohidratos se asocian con un riesgo de un 89% mayor de demencia, mientras que las dietas ricas en grasas saludables están asociadas a un riesgo del 44% menor. Esta combinación de muy poca azúcar y carbohidratos, junto con una mayor cantidad de grasas saludables es la clave para abordar no sólo la enfermedad de Alzheimer, sino la diabetes y también las enfermedades cardiacas.

La Dra. Natasha Campbell-McBride, otra neuróloga ocupada en la solución a los problemas cerebrales, en especial al autismo, llegó a la misma conclusión que el Dr. Perlmutter. Esencialmente, la prevención y el tratamiento de los trastornos neurológicos requieren de una restricción severa de GLUTEN y caseína.

Excluir El GLUTEN  de nuestra dieta, nos aleja de múltiples problemas de salud. A nuestro cuerpo le cuesta digerirlo. Pero,  independientemente de la celiaquía, lo más llamativo es que también afecte a la función cerebral y que haya experimentos que relacionen su consumo con problemas mentales serios. Para solucionar problemas cerebrales y prevenirlos, existen estrategias que van dirigidas a una vía de genes especifica llamada BDNF o factor neurotrófico derivado del cerebro, que promueve el crecimiento de células cerebrales y la conectividad, tal y como se demostró en resonancia magnética. Las estrategias de vida que promueven la neurogénesis y el recrecimiento de las células cerebrales incluyen:

Ejercicio. En un estudio de un año de duración, los individuos que se involucraron en un programa de ejercicio, hicieron crecer y expandir el centro de memoria celular de 1 a 2% al año.

No tomar GLUTEN ni caseína.

Reducir el consumo total de calorías.

Reducir mucho el consumo de carbohidratos.

Aumentar el consumo de grasas saludables.

Aumentar el consumo de grasas omega-3 y reducir el consumo de omega-6 (es decir aceites vegetales procesados) con el fin de equilibrar la correlación entre ambos.

El pan y otros productos con gluten están muy buenos, máxime cuando, como hemos dicho, son adictivos, es decir, nos gustan mucho y nos hemos quedado enganchados a ellos. Sin embargo, como vemos, EL GLUTEN afecta negativamente a la salud de nuestro cuerpo, a todo él, ya que genera inflamación, pero son especialmente nuestro intestino y nuestro cerebro los que más sufren con su consumo.

Se puede comer sin pan y sin tantos carbohidratos.

Fomentar el consumo de vegetales, semillas y frutas de temporada facilita la depuración y la recuperación del estado natural de nuestro intestino, de nuestro cerebro y  de todo el funcionamiento de nuestro cuerpo.

Elige lo natural para vivir en armonía.




Lucía Madrigal               



Crear un Hogar Saludable


UN HOGAR SALUDABLE es un espacio de vida que aporta confort y descanso, propicia la relajación y es el lugar donde compartimos experiencias íntimas y vivencias. En él y de él nos nutrimos. Nuestro hogar nos ayuda a realizar la reconexión y la regeneración diaria de nuestro cuerpo y nuestra mente.


En las últimas décadas se ha construido a destajo sin ningún criterio de bioconstrucción. No se han tenido en cuenta los tendidos eléctricos, los ruidos, el aislamiento térmico y acústico…Tampoco se han valorado los materiales utilizados, la contaminación procedente de los mismos, ni la ubicación de las viviendas. Todo cuenta y todo explica, en muchas ocasiones, patologías inexplicables. La reubicación de la cama o la reducción de la exposición a campos eléctromagnéticos, mientras se descansa, es suficiente para que malestares y problemas reales de salud desaparezcan.

Os preguntareis qué tiene que ver esto con la alimentación y os diré que mucho, porque todo, todo nos alimenta. Necesitamos un hábitat y unos hábitos saludables que nos permitan ser. Hay más de 100.000 tóxicos en nuestro mundo que nos torpedean constantemente, nos desequilibran y se comportan como auténticas bombas de relojería, que al instante parecen inofensivas, pero que con el tiempo se convierten en verdaderos desequilibradores de la calidad de vida para muchas personas. Por supuesto podríamos decir lo mismo de los alimentos que tomamos, porque su procedencia y elaboración acaban afectando a nuestro bienestar. Si un alimento, por definición, debería ser nuestra energía revitalizante, la agricultura y ganadería intensivas y los procedimientos de la industria alimentaria los convierten en todo lo contrario y no pasan de ser puro pienso de engorde. Ya veis que todo cuenta.

¿Qué podemos hacer entonces, para llevar un estilo de vida saludable y hacer de nuestro hogar un hogar sano, con la mínima exposición posible a las sustancias químicas?

En primer lugar debemos elegir nuestro hábitat, según las mejores pautas para nuestra salud y a continuación, podemos hacer cosas como:

Comprar y comer productos ecológicos para reducir la exposición a pesticidas y fertilizantes.


Asegurarnos de que los alimentos que ingerimos, estén frescos y mantenernos alejados de los alimentos procesados y envasados. De esta manera evitaremos los aditivos alimentarios, incluyendo los endulzantes artificiales, los colorantes alimenticios y los MSG.

Comer la mayor parte de los alimentos crudos, para evitar los efectos nocivos del cocinado y del procesamiento industrial.

Almacenar las bebidas y los alimentos en vidrio y no en plástico. Beber líquido caliente en plástico, daña nuestro sistema hormonal.

Evitar el uso de envolturas de plástico y los alimentos enlatados (que muchas veces contienen revestimientos de BPA).

Evitar el consumo de agua embotellada por los plásticos que se usan en el envasado de la misma y usar filtros adicionales para el consumo de agua potable. Una opción de agua muy saludable es el uso de ionizadores, que alcalinizan el agua, la estructuran y revitalizan. Los ionizadores de Enagic son una buena elección.


Optar por muebles elaborados con materiales naturales, madera, bambú, mimbre…sin tratamientos químicos nocivos. Hay personas que se dedican a trabajar la madera procedente de las podas y de los árboles viejos o secos, lo que resulta menos dañino para el medio natural.

Utilizar únicamente productos naturales o caseros para la limpieza del hogar.

Elaborar tus propios productos de aseo con materias de calidad o comprar marcas naturales, libres de ftalatos y otras sustancias químicas potencialmente peligrosas, presentes en el champú, la pasta de dientes, los antitranspirantes y los cosméticos.

Evitar los aromas artificiales, suavizantes u otras fragancias sintéticas.

Remplazar las ollas y sartenes de teflón por utensilios de cocina de porcelana, vidrio, titanio o acero quirúrgico…y otras opciones saludables.

Al remodelar nuestro hogar, hemos de buscar alternativas “ecológicas”, libres de toxinas, en lugar de la pintura y revestimientos de vinilo convencionales.

Elegir alternativas naturales, lana, algodón, bambú… para nuestras toallas, mantas, fundas, sábanas…y toda la ropa del hogar.

Usar colchones, almohadas, cojines…elaborados de latex natural u otros materiales de producción artesanal y ecológica.

Reemplazar las cortinas para la ducha de vinilo por cortinas de tela o instalar una mampara. La mayoría de los plásticos flexibles, como estas cortinas, contienen plastificantes peligrosos como los ftalatos.

Limitar el uso de medicamentos (ya sean de prescripción o de libre venta) lo más que se pueda. Los medicamentos también contienen sustancias químicas y podrían dejar residuos que con el tiempo se acumulan en su cuerpo.

Evitar rociar pesticidas en el hogar o utilizar repelentes de insectos que contengan químicos nocivos. Existen alternativas seguras, efectivas y naturales.

Desconectar los móviles y la Wifi mientras dormimos, estos pueden ser la causa de que durmamos mal, nos despertemos por la noche o nos levantemos cansados o faltos de energía.


Evitar el uso de inalámbricos tipo DECT, habituales en nuestras casas, ya que son la primera fuente de radiaciones de microondas en una vivienda. La radiación que recibe el usuario de un teléfono DECT puede ser cientos de veces más potente que la recibida de las antenas de telefonía móvil exteriores.

Nuestro cerebro está cada vez más sometido a campos telúricos, magnéticos y electromagnéticos emitidos por todos los hilos, cables, TV, ordenadores, electrodomésticos, microondas, radares, antenas de TV, de GSM (telefonía móvil), satélites artificiales…Eso nos enferma.

Cualquier persona entra en contacto regular con radiaciones peligrosas, cerca de 6,000 sustancias químicas y un número incalculable de sustancias potencialmente tóxicas, a diario. Preocupantemente, muchas de estas sustancias jamás han sido analizadas para conocer si son seguras. Las radiaciones naturales, los compuestos químico-sintéticos presentes en los productos de limpieza, los materiales de construcción y decoración, los artículos de cosmética e higiene personal, la ropa y los alimentos, así como las ondas electromagnéticas y hasta una mala iluminación, pueden afectar a los organismos más sensibles.

Limitar la Exposición a todas las Sustancias Químicas es importante para una Salud Óptima. No deberíamos olvidar que somos nosotros quienes compramos y sólo nosotros podemos demandar la mejor oferta.

Es nuestra tarea cuidarnos y proteger nuestra salud. Eso no deberíamos dejarlo en manos de quienes buscan únicamente un beneficio económico. Los grandes lobbies manejan el mundo y el dinero, a ellos no les importa si lo que llega a nosotros es tóxico o no. Por eso, no podemos dejarnos engañar y creer que todo lo que nos ofrecen para “facilitarnos la vida” es saludable. En realidad, casi nada de lo elaborado por esta gran industria lo es, pero ellos ofertan y nosotros compramos, sin cuestionar nada.


Se pueden hacer cambios minimizando o eliminando las sustancias químicas que se encuentran es el hogar, pero debemos recordar que una de las mejores formas de reducir, significativamente, la carga tóxica es prestarle atención a lo que comemos, porque cuando comemos bien, se optimiza el sistema de desintoxicación del cuerpo, lo que puede ayudar a eliminar las toxinas procedentes de otras fuentes.

Las plantas son purificadoras del aire, concentran en sus hojas los agentes contaminantes  y los neutralizan, liberando al exterior sustancias que restauran el ecosistema. Los efectos dañinos de algunas sustancias muy tóxicas como el benceno, el formaldehido y el tricloroetileno son neutralizados por las plantas.

Ellas nos ayudan a mantener nuestro hogar saludable, elevan los niveles de humedad impidiendo que se resequen las vías respiratorias,  la nariz, la garganta, etc., hidratan nuestra piel, algunas de ellas ahuyentan a los insectos, perfuman el hogar de forma natural, capturan los elementos tóxicos y los transforman neutralizando sus efectos, eliminan el polvo y el humo, purifican el aire, neutralizan los ruidos excesivos, reducen la fatiga y aumentan el bienestar y la concentración, nos hacen compañía y nos alegran la mirada y el espíritu. También nos ayudan a reducir el estrés.

Algunas plantas para el hogar son: Hiedra, Cinta (lazo de amor), Potos, Spathiphyllum, Aglaonema, Chamaedorea, Sansevieria (espada de San Jorge, cola de lagarto, lengua de suegra), Philodendron, Dracaena, Palo de Brasil, Ficus y muchas más.


Las Lámparas de Sal son buenos ionizadores de aire para espacios cerrados. La calidad del aire que respiramos es esencial para nuestra salud y bienestar. No sólo nos mantiene vivos, sino que también nos permite pensar más claramente, aprovechar las horas de sueño y mejorar nuestra salud. Además, los cristales de sal, en su estado natural, oscilan en perfecta frecuencia con el patrón de frecuencia terrestre. Se podría decir que las Lámparas de Sal armonizan nuestros ambientes y  neutralizan la influencia nociva de los campos electromagnéticos artificiales.

Con las construcciones de hierro y hormigón, las calles y carreteras asfaltadas, estamos pocas veces en contacto con la tierra. Convivimos con el campo electromagnético terrestre, pero se nos priva de él, lo que hace que acabemos manifestando enfermedades degenerativas. Según el Dr. Yves Rocard “El colmo de la felicidad sería dormir en un campo magnético uniforme”. Las camas deberían estar orientadas con el cabecero hacia el Norte, pero estamos limitados por el espacio. Cuatro imanes sobre los pies de la cama nos pueden ayudar a normalizar esta situación. Se necesitan imanes de 3600 gauss sobre cada pata de la cama, esto establece un campo magnético permanente debajo de la misma.

La contaminación ambiental es un problema masivo, pero en general no hay muchas soluciones inmediatas para hacerle frente. Es más útil emplear el tiempo enfocándonos en nosotros, el hogar y todos los productos que utilizamos y con los que entramos en contacto cada día. Haciéndole frente a estos aspectos, podemos reducir la carga tóxica y por lo tanto, disminuir el riesgo de problemas de salud inducidos por el contacto con sustancias químicas.

En la tierra existen puntos geopatógenos, que ya no se tienen en cuenta a la hora de construir. Investigadores y científicos han descubierto una energía que baja del cosmos girando en sentido contrario a las agujas del reloj (levógiro) y una energía telúrica subiendo desde la tierra girando hacia el lado contrario (dextrógiro). Del encuentro de ambas energías, se forman ondas horizontales imprescindibles para la vida; sin esta energía horizontal no crecería una hierba en la tierra. Cuando hay un obstáculo en el subsuelo, agua, cuevas, grietas…, la energía recibe una aceleración y sube en vertical a través de los puntos geopatógenos en forma de iones positivos, desfavorables para nuestra salud. Cuando el ser humano pasa mucho tiempo sobre estos puntos y el cerebro ya no permite la adaptación a ellos, surge la enfermedad con sus diferentes síntomas. Si nuestra casa está colocada en un punto geopatógeno, existen “correctores o remedios” que convierten en horizontales estas ondas perniciosas que se elevan en sentido vertical, algunos de los cuales como el “Triskel” o los “Círculos recíprocos” han estado presentes en nuestras vidas desde hace miles de años.


La casa debe ser un espacio saludable, que no sano, porque lo sano, aunque bueno, es ajeno a nuestra realidad, mientras que lo que es saludable, lo es para nosotros. "pequeños gestos generan grandes cambios; crear espacios saludables, armonizar y sanar la casa ayuda a armonizar y sanar la vida; vivir en una casa saludable es fuente de bienestar y de salud para las personas y para el medio ambiente". 



FUENTES:

El Gran Libro de la Casa Sana. Mariano Bueno. Ediciones Martínez Roca, 2011.

Vivir sin Tóxicos. Elisabet Silvestre. Editorial RBA libros, 2014.

La Salud por los Imanes. Marcel Gysens. Imprenta Llorens, 2ª Edición, 2007.

La Geobiología al Alcance de Todos. Marcel Gysens. Imprenta Botella, S.L., 2000.



Lucía Madrigal                 



¿Sobrepeso? Déjate Ayudar por Hierbas y Especias


Las plantas y especias son muy buenos aliados naturales para la recuperación y el mantenimiento del equilibrio vital. Cuando engordamos nuestro cuerpo muestra un estado de toxicidad, generado por el ingreso masivo de toxinas exógenas y la generación abundante de toxinas endógenas. También muestra deshidratación, falta de depuración, de ingestión de agua buena (Agua antioxidante, estructurada, alcalina y viva) y exceso de alimentos procesados o de mala calidad. De igual modo, la mala gestión de emociones nos acidifica y nos hace tendentes a hábitos nocivos.

A través de nuestros múltiples errores en la dieta y todos estos hábitos nocivos, nos ensuciamos y acumulamos. La pérdida de peso requiere cambios profundos en nuestra vida. No obstante, dada la capacidad depurativa de la mayoría de las hierbas y especias, su uso nos puede ayudar a mejorar nuestra limpieza interna y a adelgazar. Además, muchas especias son termogénicas, lo que contribuye a la quema de grasa corporal.


Algunas hierbas y especias que nos pueden ayudar a perder peso son:


CANELA

Es un excelente digestivo y aperitivo. También actúa como tónico en casos de debilidad. Esta especia puede ayudar a estimular el metabolismo y también es beneficiosa para la regulación del azúcar en la sangre, por lo que es un condimento ideal para personas con diabetes o pre-diabetes. Se ha descubierto que la canela reduce significativamente los niveles de azúcar, los triglicéridos, el colesterol LDL (colesterol malo) y los niveles totales de colesterol en personas con diabetes tipo 2. También aumenta el metabolismo de la glucosa alrededor de 20 veces, lo que mejora significativamente la capacidad de regular el azúcar en sangre. 


CARDAMOMO

El cardamomo es una planta muy buena para mejorar la digestión, para aliviar flatulencias y para fortalecer el estómago. Tiene sabor picante-dulce y es una hierba termogénica que ayuda a incrementar el metabolismo y puede aumentar la capacidad del cuerpo para quemar grasa. El cardamomo es una hierba popular utilizada en el Ayurveda, un antiguo sistema holístico de medicina y curación natural de la India.


COMINO

Es digestivo, aperitivo, carminativo y limpia y tonifica el aparato digestivo. El comino es útil para la producción de energía, y puede mejorar el control glucémico en personas con diabetes tipo 2. Esta especia tiene una larga historia de uso medicinal y también se conoce que mejora la memoria y proporciona potentes beneficios anti-estrés.


CÚRCUMA

La cúrcuma es una especia de color amarillo-naranja, usada para la elaboración del curry. Es un excelente digestivo y protector hepático. Reduce el colesterol y ayuda a metabolizar las grasas. La curcumina, uno de sus ingredientes activos más estudiados, reduce la formación de tejido adiposo, mediante la supresión de los vasos sanguíneos necesarios para la formación del mismo, por lo que puede reducir la grasa corporal y frenar el aumento de peso.

La cúrcuma también puede ser útil para el tratamiento y prevención de las enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad.


DIENTE DE LEÓN

Cada parte del diente de león es comestible y está lleno de nutrientes. El diente de león ayuda a desacelerar la digestión, lo que da lugar a que podamos sentirnos satisfechos por más tiempo y podamos mantener un peso saludable. El diente de león tiene propiedades antioxidantes y contiene compuestos cristalinos amargos llamados Taraxacin y Taracerin, junto con inulina y levulin, compuestos que se cree que pueden ayudar a explicar sus propiedades terapéuticas. Está lleno de fibra alimentaria, y también contiene beta caroteno y vitamina K1, entre otras vitaminas y minerales, y es conocido por ser beneficioso para la normalización del azúcar en la sangre y el colesterol, así como para la desintoxicación del hígado.


GINSENG

El ginseng es conocido por su capacidad de aumentar los niveles de energía y el metabolismo. Es tónico y estimulante del sistema nervioso central. Energiza al organismo, es reconstituyente físico e intelectual, aumenta el vigor muscular, es tónico cardiaco y anticoagulante, tiene efectos antitumorales, baja la glucosa en sangre, aumenta el apetito y la memoria, es calmante y combate el insomnio. El Panax ginseng, en particular, se ha relacionado con la pérdida de peso y con la mejora de la señalización de la insulina.


JENGIBRE

Es digestivo, antiinflamatorio y descongestivo.  Igualmente, tiene propiedades anti-inflamatorias y es conocido por ayudar a calmar y relajar el tracto intestinal. Las investigaciones sugieren que el jengibre puede tener propiedades termogénicas que ayudan a incrementar el metabolismo, así como un efecto supresor del apetito cuando se consume, lo que sugiere que el jengibre desempeña un "papel potencial en el control de peso".


MOSTAZA

La planta de la mostaza pertenece a la familia de las verduras crucíferas (junto con otras coles como el brócoli, el repollo y las coles de Bruselas). Es descongestiva, antirreumática, afrodisiaca y revulsiva. Estimula la circulación periférica descongestionando los órganos internos. Se ha demostrado que las semillas de mostaza aumentan la tasa metabólica en un 25%, lo que significa que se produce una quema eficiente de calorías. De hecho, consumir muy poca cantidad de semillas de mostaza, puede ayudar a quemar más de 40 calorías adicionales por hora.


PIMIENTA DE CAYENA

Es muy picante y muy calorífica. La capsaicina, componente activo de los pimientos picantes, puede ayudar a combatir la obesidad al disminuir el consumo de calorías, reducir el tejido adiposo y los niveles de grasa en la sangre, así como la acumulación de grasa, por medio de la activación de cambios en  proteínas beneficiosas para el cuerpo.

La capsaicina es una sustancia termogénica,  genera calor, lo que tiene efectos favorables sobre el metabolismo y el almacenamiento de grasa. Las investigaciones sugieren que el consumo de ingredientes termogénicos, puede incrementar el metabolismo hasta en un 5% y aumentar la quema de grasa hasta en un 16%. Incluso puede ayudar a contrarrestar la disminución de la tasa metabólica que a menudo se produce durante la pérdida de peso.


PIMIENTA NEGRA

La pimienta negra contiene una sustancia llamada piperina que no sólo le da su sabor picante, sino que también bloquea la formación de nuevas células de grasa. Cuando se combina con la capsaicina y otras sustancias, la pimienta negra también puede quemar tantas calorías como una caminata de 20 minutos. Asimismo, la pimienta negra también aumenta la biodisponibilidad de casi todos los otros alimentos, hierbas y otros compuestos, por lo que es una opción saludable para prácticamente cualquier comida.

Las hierbas y especias son algunos de los antioxidantes más potentes conocidos. Por ejemplo, especias como el clavo y la canela tienen niveles de fenol que son el 30 y el 18% de su peso en seco, respectivamente. Los arándanos, que son ampliamente reconocidos por sus capacidades antioxidantes, contienen aproximadamente un 5 % de peso de fenol en seco.


El orégano tiene 42 veces más actividad antioxidante que las manzanas, 30 veces más que las patatas, 12 veces más que las naranjas y cuatro veces más que los arándanos. Una cucharada de orégano fresco contiene la misma actividad antioxidante que una manzana mediana.

Las especias y las hierbas son poderosas y útiles para casi todo. Agregar especias a las comidas,  no será, en algunos casos, lo único que podemos utilizar para promover una pérdida de peso significativa. Tampoco será lo suficiente, pero todo sirve de ayuda y nos apoya en la consecución de dicho objetivo.

En cualquier caso, hierbas y especias son mágicas. Nos estimulan, nos tonifican, nos alivian, apoyan nuestros procesos de curación… y aportan  nuevos sabores a nuestra dieta. Es importante que usemos hierbas y especias que no hayan sido irradiadas, que procedan de cultivos limpios y sean de buena calidad.

Os animo a experimentar con ellas.




Lucía Madrigal