“Diabetes Tipo 3” ¿Qué es?


Bajo la dirección del cerebro, el páncreas es responsable de producir una hormona conocida como insulina. Uno de los roles de la insulina es transportar la molécula de azúcar, en forma de glucosa, a través de la membrana del vaso sanguíneo, al fluido intersticial (el fluido entre las células) y continuar escoltando al azúcar a través de la membrana celular, hasta el interior de la célula.

Hace unos años, exactamente en 2005, se descubrió que el páncreas no era el único órgano productor de insulina. El cuerpo humano es tan desconocido para nosotros, que acabamos de  llegar al conocimiento de que el cerebro también produce insulina, en pleno siglo XXI. Esta producción es necesaria para la supervivencia de las células cerebrales, lo que indica que la carencia o exceso en la producción de insulina, puede estar relacionada con los procesos de deterioro neuronal.


Una línea nueva de investigación sugiere que hay una poderosa conexión entre la mala alimentación y el riesgo tanto de enfermedad de Alzheimer, diabetes, obesidad y cardiopatías. Como de glaucoma, a través de vías similares. De hecho, la enfermedad de Alzheimer ha comenzado a ser denominada "diabetes tipo 3" por los científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Brown.

En distintos estudios se ha demostrado que las personas con diabetes tipo 2 tienen una incidencia de Alzheimer de casi el doble que una persona no diabética. De hecho, las personas con altos índices de glucemia, aunque no entren en el intervalo de la diabetes, presentan un riesgo muy alto de desarrollar demencia o Alzheimer. Las teorías actuales demuestran que la circulación cerebral deficiente provocada por la diabetes es un factor principal, así como la resistencia a la insulina en las áreas cerebrales relacionadas con la memoria, la cognición, el sistema límbico y las áreas del hipocampo cortical y precortical.

La insulina es en realidad "multifuncional". Ayuda al consumo de glucosa por parte de las neuronas, y regula neurotransmisores, como la acetilcolina, que son cruciales para la memoria y el aprendizaje. Esta es la razón por la que disminuir el nivel de insulina en el cerebro afecta a los procesos cognitivos. Cuando existe resistencia a la insulina, cualquier tipo de célula corporal, incluidas las neuronas, no reciben glucosa, ya que la membrana celular está cerrada al efecto de la insulina. Otra investigación muestra que los diabéticos tipo 2 pierden volumen cerebral a medida que envejecen, especialmente la sustancia gris. Este tipo de atrofia cerebral es otro factor que contribuye a la demencia.

Investigadores hindúes, igualmente sugieren, que la diabetes puede ocurrir en el cerebro y puede ser la causa de muchas enfermedades neurodegenerativas incluyendo el glaucoma, un trastorno irreversible que afecta a casi 65 millones de personas en todo el mundo y para el que no se ha encontrado cura.


En un documento reciente, titulado “Glaucoma: La diabetes del cerebro - una hipótesis radical acerca de su naturaleza y la patogénesis”, publicado en Medical Hypotheses..., se explora el glaucoma y las enfermedades neurodegenerativas, y el mismo concluye que el glaucoma es “la diabetes cerebral”.

Aunque hay muchas especulaciones al respecto, cada vez está más claro que el proceso patológico que causa resistencia a la insulina y diabetes tipo 2, se puede producir también en el cerebro. A medida que aumenta el consumo de carbohidratos, procedentes de azúcares y granos, el cerebro se ve abrumado por los niveles consistentemente altos de glucosa e insulina, lo que conduce a un proceso parecido a la resistencia a la insulina y a alteraciones en la forma de pensar y en los procesos de la memoria, causando, poco a poco, daño cerebral permanente.


Además, cuando el hígado está ocupado procesando fructosa (que el hígado convierte en grasa), se dificulta gravemente la capacidad de producir colesterol, un producto esencial para el cerebro y  que es crucial para la función cerebral óptima. De hecho, las última evidencias apoyan la idea de que reducir significativamente el consumo de fructosa, es un paso muy importante para prevenir la enfermedad de Alzheimer.

Si se eliminan de la dieta los productos procesados, el azúcar blanco, la fructosa procesada, la harina blanca, la comida basura y todos los productos que contienen OMG y otros aditivos y se opta por una basada en alimentos vivos, que tienen todos un gran poder curativo, se mejora considerablemente la salud a todos los niveles.

También es aconsejable la desintoxicación de pesticidas, herbicidas, metales pesados y radiación.



FUENTES:

Hay una cura para la Diabetes. Dr. Gabriel Cousens. Ed. Sirio, 2014.

La diabetes. Dr. Joseph mercola.



Lucía Madrigal              



El Índice Glucémico


El índice glucémico de un alimento indica la velocidad en la que éste puede elevar las cifras de glucosa en sangre. Los niveles normales de glucosa en sangre están en 100 mg/dl. Cuando un alimento tiene un índice bajo, sólo causa pequeñas fluctuaciones en ese índice, lo cual ayuda a mantener la energía a lo largo del día. Los de índice alto hacen que se disparen los niveles de glucosa en sangre, para después caer en picado. Este efecto montaña rusa, produce una inyección de energía para luego dejar a la persona apática y aletargada. La hiper/hipoglucemia constante genera malestar y mucho gasto de la energía corporal. Además, la descarga rápida de insulina genera hipoglucemia secundaria y la transformación de los hidratos de carbono en grasas y michelines.  La clave para gozar de una buena salud radica en la ingesta de alimentos con bajo índice glucémico, entre los que se encuentran todos los vegetales, las hierbas aromáticas y las especias, las setas, las algas, los frutos secos, las semillas, los cereales sin gluten y la mayoría de las frutas, salvo el plátano.


El índice glucémico  refleja la capacidad de un carbohidrato para provocar una respuesta glucémica, pero la magnitud de ésta depende de la cantidad de dicho carbohidrato. Esto se valora con la carga glucémica, que se calcula multiplicando el índice glucémico de un alimento por la cantidad de hidratos de carbono que posee y dividiéndolo por cien. Por ejemplo una manzana con un índice glucémico de 38 y 16 gr de hidratos de carbono por porción tiene una carga glucémica de 38X16 / 100. No es lo mismo, por tanto, índice glucémico que carga glucémica. Hay alimentos como los lácteos que tienen un índice glucémico bajo, pero  su carga glucémica es media, por lo que no son aptos para diabéticos ni para personas con cáncer.

Aunque una buena alimentación es beneficiosa y saludable para todos, pocas veces reparamos en esto. Solemos tener claro que las personas con diabetes deben seguir siempre un régimen adecuado, sin embargo, aunque todos los problemas físicos tienen el mismo origen, no suele hablarse tanto de las dietas para personas con cáncer u otros tipos de problemas de salud. En cualquier caso, cuando una persona está enferma, sea cual sea el problema que tenga, el alimento cuenta y no sólo es importante lo que elegimos comer, sino  la procedencia de nuestros alimentos, su calidad, su procesado, su índice glucémico y carga glucémica..., todo cuenta para una rápida y definitiva recuperación. 

Se puede consultar el índice glucémico de todos los alimento en “international tables of glycemic index and Glycemic load values: 2002” 268.


Alimentos con IG alto:

Jarabe de maíz. (IG 115).

Glucosa. Jarabe de arroz, trigo y glucosa. (IG 100).

Patatas fritas. Fécula. (IG 95).

Harina de arroz blanco. (IG 95).

Corn flakes, tapioca, leche de arroz, tortas de arroz, maicena, palomitas de maíz, pan de hamburguesa. (IG 85).

Dátil, mijo, polenta, pan blanco, arroz blanco, patatas hervidas sin piel, cereales de desayuno azucarados, harina de trigo blanca, azúcar de caña integral, bebidas azucaradas. ( IG 70).

Jarabe de arce, maíz, patatas con piel, fideos de arroz, cuscús de trigo, panela, mermelada. ( IG 65).

Miel, harina integral de trigo, pasta de trigo blanca. (IG 60).

Zumos industriales. (IG 55).


El hombre primitivo sólo tomaba el azúcar de la fruta y ocasionalmente miel, lo que representaba una ingesta de 2,5 Kg al año. Actualmente llegamos a consumir 70 Kg. Si miramos la lista de los alimentos con índice glucémico alto, nos damos cuenta de que la mayoría de las personas se alimentan regularmente de ellos, y falta el azúcar puro y el añadido a todos los alimentos procesados. Es muchísimo.

En contrapartida tenemos alimentos con índice bajo y que son deliciosos:

Pescado. (IG 0).

Especias, Aguacate. (IG 5).

Acelgas. (IG 10).

Agave, espárragos, pepino, aceitunas, almendras avellanas, pistachos, cebolla, setas, jengibre, hinojo, apio, col, harina de algarroba, calabacín, puerro, pepino, coliflor. (IG 15).

Zumo de limón, cacao, chocolate >85%, alcachofa, berenjena, salsa de soja. (IG 20).

Frutos rojos, semillas. ( IG 25).

Legumbres, ajo, leche de almendras, leche de avena, amaranto, quinoa, manzana, naranja, pera, arroz negro. (IG 30).

No sólo es importante el índice glucémico y la carga glucémica de los alimentos que ingerimos. Para el cerebro, son muy beneficiosos los alimentos que contienen mucha fibra y tienen poco almidón y pocos azúcares. La fibra dietética es muy sana, puede reducir los niveles de colesterol y, como consecuencia, estimular el riego sanguíneo. Entre los alimentos con mucha fibra, están las verduras, las frutas, los cereales integrales y las legumbres. De todas ellas, son mejores las verduras que no contienen almidón, por ejemplo, el brócoli y las frutas con poco azúcar, por ejemplo los arándanos.


A la hora de comer es muy importante elegir lo que nos sienta bien. Los alimentos, con índice glucémico alto y/o alta carga glucémica, son alimentos refinados o  procesados de alguna manera, alimentos densos y más difíciles de digerir. La mejor opción es la del alimento en estado puro. Los alimentos integrales son muy beneficiosos pero, las frutas y verduras crudas y las semillas son excelentes para nuestro cuerpo. Éstas no deben faltar, cada día, en nuestra mesa. Es importante dar prioridad al alimento crudo para favorecer a nuestro cuerpo en todos sus procesos y colaborar a nuestra salud.

Lo que comemos afecta a todos los aspectos de nuestra vida.



FUENTES:

Mis recetas anticáncer. Odile Fernández. Urano 2013.

Cambia tu cerebro, Cambia tu cuerpo. Dr., Daniel G, Amen. Sirio, 2012.


Lucía Madrigal                

¿Qué es la Diabetes?


La diabetes es el síntoma y el resultado de nuestros malos hábitos nutricionales, culturales y personales. Es una pandemia que afecta a la sorprendente cifra de más de 366 millones de personas en todo el mundo, con 100 millones únicamente en la India. Las estadísticas nos dicen que es, sin duda,  uno de los problemas de salud más graves de nuestra época. Los datos más recientes revelan que, entre el año 2001 y el 2009, la incidencia de diabetes tipo 1 entre los chicos menores de 19 años aumentó en un 21 %, y la incidencia de diabetes tipo 2 entre los niños de 10-19 años aumentó en un 30 %, durante ese mismo periodo de tiempo.

La diabetes es conocida desde hace miles de años: Hipócrates habló de ella. El término en sánscrito “Madhumeda” se aplicaba a la diabetes en la India. La traducción del mismo, “orina melosa” nos indica también como precisaban los médicos ayurvédicos la condición de diabético. Si la orina atraía a las hormigas, era dulce y por tanto la enfermedad estaba presente, este dato se menciona en textos antiguos desde hace milenios. También en los antiguos murales egipcios se ven imágenes de personas con cierta distrofia muscular y orinando copiosamente. Exactamamente, en un papiro escrito por un médico egipcio de la tercera dinastía, se habla de la poliuria como un síntoma de diabetes. Durante el siglo I de nuestra era, Arateo la describió como “el derretimiento de la carne y los miembros hasta convertirse en orina” y Galeno de Pérgamo, médico griego, pensaba que era una forma de insuficiencia renal. Es el exceso de orina, por tanto, un síntoma de diabetes.


Pero entonces había pocos casos. Hoy en día, la alimentación compuesta por azúcar blanca refinada, grasas animales saturadas y comida basura provocan un trastorno físico que altera el metabolismo de los lípidos, los carbohidratos y las proteínas. Esto trae consigo un deterioro físico, gradual y progresivo, al que, al no cambiar de hábitos, no se pone remedio, entre otras cosas, porque la diabetes, como tal, no se diagnostica hasta que empiezan a surgir sus complicaciones: Retinopatía, que produce ceguera, neuropatía o degeneración del sistema nervioso, nefropatía o enfermedad de los riñones, enfermedad coronaria aterosclerótica y enfermedad vascular aterosclerótica.

La diabetes es en esencia un proceso de envejecimiento acelerado. La hiperglucemia y los picos hiperglucémicos, así como la hiperinsulinemia relacionada son claves para diagnosticarla. Un índice glucémico normal es igual a 100. Sin embargo, las investigaciones más recientes  indican que si se tienen un índice  de glucemia entre 86 y 99, se está entrando en las primeras etapas del metabolismo anormal y de este proceso de envejecimiento acelerado.

La hiperinsulinemia se relaciona con una serie de enfermedades degenerativas crónicas. No sólo es  uno de los factores de riesgo más importantes de la cardiopatía coronaria, sino que también, se vincula con el aumento de radicales libres en plasma, relacionado al estrés oxidativo, que contribuye, también, a las cardiopatías, además de reducir la función cerebral. El daño cerebral resultante de altas concentraciones de insulina y azúcar en sangre puede producir hipertensión y cáncer.

La diabetes tiene un componente genético claro, especialmente la de tipo 2. El componente genético de la de tipo 1 es menor y ambas pueden asociarse con la diabetes gestacional. La de tipo 2 también se relaciona con falta de vitaminas y minerales claves, especialmente magnesio, cromo, vanadio, manganeso y potasio. También se vincula con la falta de ejercicio y obesidad.

Pero ¿Qué es exactamente la diabetes, la pre-diabetes y el síndrome metabólico?


PRE-DIABETES

Es el término utilizado para describir un estado previo a la progresión de la resistencia a la insulina. Se diagnostica convencionalmente por tener niveles de azúcar en sangre en ayunas entre 100 y 125 mg/dl.

La prediabetes es muy fácil de revertir. Si cambiamos los alimentos procesados ​​por alimentos enteros y ecológicos, bajamos o suprimimos el azúcar y los carbohidratos y hacemos ejercicio diariamente, el problema desaparece.


SÍNDROME METABÓLICO

El término síndrome metabólico o sídrome X  fue acuñado por el Dr. Gerald Reaven de la Universidad de Stanford, para describir un grupo de síntomas derivados de un trastorno metabólico general. Estos síntomas podrían incluir, diabetes tipo 2, obesidad con incapacidad para perder peso, colesterol alto, presión elevada, quistes ováricos, triglicéridos altos, colesterol HDL bajo y cardiopatía coronaria.

La obesidad abdominal suele ser la primera señal externa de síndrome metabólico y está relacionada con la resistencia a la insulina. A medida que la resistencia a la insulina avanza, el hígado produce un exceso de azúcar y grasa y los músculos esqueléticos son menos capaces de quemar y elaborar glucógeno, que es cómo se almacena la glucosa en los músculos y el hígado. A su vez, hay un aumento de azúcar y grasas en la sangre, que causan altos niveles de triglicéridos y aumento de grasa corporal, especialmente grasa abdominal y aumento de la presión arterial.

Éste es un trastorno creado por una vida antinatural, repleta de hábitos insanos, que tienen que ver con la mala alimentación, la inactividad física y el sobrepeso.


DIABETES TIPO 1, INSULINODEPENDIENTE

Se conoce también como diabetes mellitus insulinodependiente. Tradicionalmente, la diabetes tipo 1 se desarrollaba antes de los 20 años y solía ​​ser relativamente poco frecuente, pero su incidencia está aumentando rápidamente.

La diabetes tipo 1 es tradicionalmente una enfermedad autoinmune, en la cual las células del páncreas, productoras de insulina, son destruidas por algún tipo de proceso inflamatorio, que causa incapacidad para producir insulina. Diversas investigaciones demuestran que entre el 75 y el 90% de las personas con diabetes 1, han incrementado su recuento de anticuerpos contra sus propias células B. si el problema no se trata, puede ocasionar la muerte en días o semanas, debido a coma hiperglucémico.

Los anticuerpos de células B parecen relacionarse con la ingesta de leche de vaca. Dos proteínas específicas de la leche provocan la reacción cruzada con estas células B. El consumo de leche durante los primeros meses de vida se ha relacionado con índices superiores de diabetes tipo 1, en comparación con bebés que son alimentados con leche materna. También se ha relacionado la diabetes tipo1 con diversas infecciones virales como sarampión, paperas, mononucleosis infecciosa virus coxsackie y citomegalovirus. Estos virus provocan una reacción inmunitaria de inflamación que destruye las células B del páncreas en bebés y en adultos. Las investigaciones también sugieren que la exposición a la rubeola en el útero materno podría aumentar en un 40% las posibilidades de desarrollar este tipo de diabetes.


Otras Posibles Causas de esta Disfunción son:

Deficiencia de vitamina D. La investigación sugiere que evitar los rayos del sol puede jugar un papel importante en el desarrollo de la diabetes dependiente de insulina. Cuanto más alejado se está del ecuador, mayor es el riesgo de nacer con o desarrollar diabetes tipo 1. Una clave importante para la prevención de la diabetes tipo 1 en los niños es garantizar que las mujeres embarazadas tengan almacenada vitamina D. Una vez que el niño nazca, es importante asegurarse de que reciba suficiente exposición solar, ya que esto, podría eliminar el riesgo de diabetes tipo 1.

Flora intestinal anormal. Un enfoque excesivo en un ambiente libre de gérmenes es otro posible factor colaborador que deteriora la función inmune. En el 2008, la investigación con animales sugirió que las bacterias beneficiosas (probióticos) podrían proteger contra el desarrollo de diabetes tipo 1. Hay una buena cantidad de evidencias de que un posible contribuyente a las crecientes tasas de diabetes tipo 1 es la excesiva cautela ante gérmenes y bacterias. Buscamos para los niños ambientes demasiado estériles. Muchos padres usan jabones antibacterianos y mantienen a sus hijos alejados del polvo natural, gérmenes, virus y otras suciedades naturales en la infancia.

Los antibióticos, que matan a todas las bacterias buenas y malas en el intestino, también son usados ​​en exceso durante la infancia. Es suficiente con usar jabón normal y agua para lavarse las manos. Evitar los antibióticos a menos que sean absolutamente necesarios, y dar a los niños alimentos fermentados de forma natural.

El tipo 1 de diabetes es de difícil curación, sin embargo, sus síntomas mejoran mucho con una alimentación basada en productos vivos, de origen vegetal. Se ha demostrado, en experimentos sobre casos concretos, que con los cambios de hábitos adecuados y cambios en la dieta, se puede disminuir considerablemente la insulina administrada como fármaco. Además, existen casos de recuperación total con la suplementación de enzimas proteolíticas (experimentos del Dr. William Wong).


DIABETES TIPO 2

En las primeras etapas de diabetes tipo 2, el páncreas produce insulina, pero es incapaz de reconocerla y utilizarla correctamente, pues las células son resistentes a la señalización de la insulina y la leptina. Este estado se reconoce como una etapa avanzada de la resistencia a la insulina y normalmente es causada por una alimentación demasiado alta en azúcares y carbohidratos.

Cuando se tiene una señalización inadecuada de insulina, el azúcar no puede entrar en las células y en su lugar se acumula en la sangre. Si bien cualquier persona puede contraer diabetes tipo 2, habrá alto riesgo de contraerla si se tiene sobrepeso, se es sedentario, se es una mujer que tuvo diabetes gestacional o se tienen familiares con diabetes tipo 2 o síndrome metabólico. Sin embargo, en todos los casos la causa subyacente es la misma,  la resistencia a la insulina y la leptina.

Dado que las células no escuchan el mensaje de la señal de insulina y, por ello, no absorben el azúcar, las concentraciones de glucosa se mantienen altas, haciendo que las células B-pancreáticas bombeen más insulina para hacerse eco en las paredes celulares. En las primeras etapas de este proceso, la glucosa logra penetrar en la célula, a pesar de la resistencia a la insulina. Esto se conoce como resistencia a la insulina compensada y se produce cuando el páncreas ha segregado más insulina y las concentraciones de glucosa se estabilizan por una temporada. Conforme esto se prolonga, las células B del páncreas se destruyen o se inflaman y se agotan por producir concentraciones de insulina hasta cuatro veces por encima de lo normal. Al final de este proceso, la persona experimenta un caso avanzado de diabetes con destrucción, inflamación y finalmente agotamiento de las células B-Pancreáticas. Se ha convertido en insulinodependiente.


Las causas de la Diabetes tipo 2 están relacionadas con la pérdida de la sensibilidad a la insulina y la leptina. Esto significa que se puede prevenir y revertir casi al 100 %, sin medicamentos. Una de las fuerzas impulsadoras detrás de la diabetes tipo 2 es un consumo excesivo de fructosa procesada, que tiene efectos adversos en todas las hormonas metabólicas, incluyendo dos factores claves: la insulina y la leptina.

No hay duda de que el consumo regular de más de 25 gramos de fructosa por día aumenta drasticamente el riesgo de resistencia a la insulina/leptina, síndrome metabólico y enfermedades crónicas, como la obesidad, diabetes tipo 2, cáncer, enfermedades del corazón, artritis, y Alzheimer.

Es importante entender que a pesar de que la fructosa tiene relativamente un "bajo índice glicémico" reduce la afinidad de los receptores de insulina, lo que podría causar resistencia crónica a la insulina y niveles elevados de azúcar en la sangre. Así que, mientras, probablemente, no se vea un aumento de azúcar en la sangre inmediatamente después de consumir fructosa, esto no significa que los cambios metabólicos no se estén produciendo.

Otra de las principales causas de la diabetes tipo 2 es el consumo de glucosa derivada de una alimentación alta en carbohidratos. La medicina convencional describe la diabetes como una enfermedad que se caracteriza por niveles elevados de azúcar en la sangre. Este "descontrol del azúcar en la sangre" se explica generalmente como "la incapacidad del cuerpo para producir suficiente insulina". Para controlar la diabetes con este punto de vista, sería racional recetar insulina o medicamentos que eleven la insulina, para contrarrestar los niveles elevados de azúcar en la sangre, pero la diabetes tipo 2 no es el resultado de una producción insuficiente de insulina. En realidad es el resultado de un exceso de insulina que se produce de forma crónica, principalmente por el alto consumo de carbohidratos.


Esto abruma y "ensordece"  a los receptores de insulina, de ahí el término "resistencia a la insulina". Son los niveles de insulina crónicamente elevados los que crean esa "resistencia". Esto también ocurre con la leptina. Es necesario, por tanto, restaurar la sensibilidad de los receptores de insulina y leptina, manteniendo bajos los niveles de ambas. El hecho de que la insulina disminuya el azúcar en la sangre es simplemente un "efecto secundario" de este proceso de almacenamiento de energía.

Mientras que la mayoría de los consejos convencionales se centran en la insulina, la leptina es otra hormona que juega un papel integral en el desarrollo de la diabetes tipo 2. La leptina tiene la función de regular el apetito y el peso corporal. La leptina le dice al cerebro cuándo comer, cuánto comer, y lo más importante, cuándo dejar de comer. La leptina también le dice a nuestro cerebro que hacer con la energía disponible.

Insulina y leptina trabajan conjuntamente, porque cuando se desarrolla resistencia a la leptina, el cerebro ya no puede oír las señales de la leptina, lo que causa hambre crónica, se come en exceso, surge la incapacidad para quemar adecuadamente la grasa y, por lo general, aparece la obesidad,  la resistencia a la insulina, y finalmente, la diabetes tipo 2. Al igual que con la insulina, la única forma conocida para restablecer la señalización de la leptina es mediante una buena alimentación. El alto consumo de carbohidratos, sobre todo fructosa, es el principal culpable y la causa arraigada de la resistencia a la leptina. La falta de ejercicio y la flora intestinal anormal también contribuyen y/o exacerban la resistencia a la leptina e insulina.

La diabetes refleja el desequilibrio de la cultura en la que vivimos. Su impacto económico es considerable, especialmente en los países más pobres. Además es un problema que afecta a todos los miembros de la sociedad ya que es un proceso de envejecimiento acelerado que  tiene un impacto negativo en la salud de la persona y en su actividad laboral. Una alimentación basada en alimentos vivos, verduras de hoja, verduras con alto contenido en fibra, algas y germinados y la elección de hábitos de vida saludables pueden ayudar a revertir el problema completamente.


Esto queda demostrado en los datos del programa llevado a cabo por el Dr. Cousens con personas diabéticas. En su libro “Hay una Cura para la Diabetes” de la Editorial Sirio puedes encontrar más información al respecto. De igual manera en la sección de DOCUMENTALES de este blog hay acceso directo a un you tube en el que el propio Dr. Cousens nos explica dicho programa y los resultados de la experimentación sobre casos expecíficos.

Igualmente puedes encontrar diversos ARTÍCULOS, relacionados con el consumo de azúcar, fructosa y carbohidratos y una explicación detallada, sobre la resistencia a la insulina.



Lucía Madrigal               



Salud Cerebral


Pautas para proteger la salud del cerebro y evitar el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas:

Limpiar nuestro cuerpo de todos los tóxicos acumulados a lo largo de la vida.


Promover una alimentación limpia, abundante en vegetales verdes, frutas, semillas y grasas de calidad.


Evitar el azúcar refinado y la fructosa. Lo ideal sería mantener los niveles de azúcar a un mínimo y el consumo total de  fructosa inferior a 25 gramos por día, o  sólo 15 gramos por día si se tiene resistencia a la insulina o algún problema relacionado con ella.
Evitar el gluten (principalmente de trigo). Las investigaciones demuestran que la barrera hematoencefálica, la barrera protectora, se ve afectada negativamente por el gluten. El gluten también crea un intestino más permeable, lo cual permite que las proteínas entren en el torrente sanguíneo, donde no deberían estar. Eso sensibiliza el sistema inmunológico y promueve la inflamación y la autoinmunidad, ambos juegan un papel muy importante en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.


Optimizar la salud de la flora intestinal, consumiendo regularmente alimentos fermentados.


Aumentar el consumo de todas las grasas saludables, aceitunas, aceite de oliva virgen extra de primera presión en frio y aceite de coco, frutos secos como nueces, aguacate, nueces de macadamia…


Contrario a lo que se cree, el combustible ideal para el cerebro no es la glucosa, sino las cetonas. Las cetonas son lo que el cuerpo produce cuando convierte la grasa en energía. Los triglicéridos de cadena media (MCT) presentes en el aceite de coco son una gran fuente de cuerpos cetónicos, ya que el aceite de coco tiene aproximadamente 66% de MCT. De hecho, las cetonas parecen ser la fuente preferida de alimento para mejorar el funcionamiento  del cerebro, en los pacientes afectados por diabetes o Alzheimer.

Un alto consumo de grasas omega-3 EPA y DHA ayuda a prevenir el daño celular causado por la enfermedad de Alzheimer, ayudando a disminuir su progresión, y a reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad. Una buena fuente de Omega 3 vegetal son el lino o la chía.

Reducir el consumo total de calorías o practicar el ayuno.  Solo un día de ayuno puede ayudar a resetear el cuerpo, y empezar a quemar grasa en lugar de azúcar.


Mejorar los niveles de magnesio. Una investigación preliminar sugiere firmemente la disminución en los síntomas de Alzheimer con el aumento de los niveles de magnesio en el cerebro. 


Optimizar los niveles de vitamina D mediante la exposición solar segura. Se han revelado fuertes vínculos entre los niveles bajos de vitamina D y el Alzheimer. Los investigadores creen que los niveles óptimos de vitamina D pueden aumentar la cantidad de importantes químicos en el cerebro y proteger las células, al aumentar la eficacia de las células gliales y restablecer la salud de las neuronas dañadas.

La vitamina D también tiene propiedades anti-inflamatorias y de estimulación inmunológica. Suficiente vitamina D es indispensable para el buen funcionamiento del sistema inmune para combatir la inflamación que también se asocia con la enfermedad de Alzheimer.

Mantener los niveles de insulina en ayunas en valores óptimos. Esto está indirectamente relacionado con la fructosa, el consumo granos, de alimentos procesados y la falta de ejercicio. La reducción de la insulina también ayudará a disminuir los niveles de leptina, que es otro factor importante para la enfermedad de Alzheimer.


Llevar una alimentación nutritiva, rica en ácido fólico. Los vegetales, sin duda alguna, son la mejor forma de folato, y todas las personas deberíamos consumir muchos vegetales crudos todos los días.


Evitar  y eliminar el mercurio  del cuerpo. Las amalgamas dentales son una de las principales fuentes de toxicidad de metales pesados.


Evitar el aluminio, presente en desodorantes, utensilios de cocina antiadherentes, vacunas, etc.


Hacer ejercicio regularmente. Se ha sugerido que el ejercicio puede desencadenar un cambio en la forma en que la proteína precursora amiloidea se metaboliza, retrasando así la aparición y progresión de la enfermedad de Alzheimer. El ejercicio también aumenta los niveles de la proteína PGC-1 alfa. Las investigaciones también han demostrado que las personas con Alzheimer tienen menos PGC-1 alfa en su cerebro. 


Evitar las vacunas contra la gripe ya que la mayoría contienen mercurio, un conocido agente neurotóxico e inmunotóxico.


Comer bayas azules. Las moras silvestres, que tienen un alto contenido en antioxidantes y antocianinas, son excelentes para proteger del Alzheimer y otras enfermedades neurológicas. Sin embargo, hay que evitar los excesos.


La estimulación mental, sobre todo aprender algo nuevo, como aprender a tocar un instrumento o un nuevo idioma, está relacionado con un menor riesgo de enfermedad de Alzheimer. Los investigadores sospechan que el desafío mental ayuda a desarrollar el cerebro, haciéndolo menos susceptible a las lesiones asociadas con la enfermedad de Alzheimer.

Evitar los anticolinérgicos y los medicamentos con estatinas. Se ha demostrado que los medicamentos que bloquean la acetilcolina, un neurotransmisor del sistema nervioso, aumentan el riesgo de demencia. Estos medicamentos incluyen ciertos analgésicos durante la noche, antihistamínicos, pastillas para dormir, ciertos antidepresivos, medicamentos para controlar la incontinencia, y ciertos analgésicos narcóticos.


La salud cerebral está relacionada con la salud de todo nuestro cuerpo.

Cuando nuestro cuerpo está sucio y tóxico,  no tiene una nutrición y una hidratación  adecuada o seguimos pautas de vida poco saludables, enfermamos.

Todos los problemas de salud tienen la misma raíz.

Las pautas aquí dadas nos pueden ayudar a promover la salud o a recuperarla.



Lucía Madrigal                  



Un Paso Adelante para la Salud


Las últimas investigaciones demuestran que la quimioterapia no favorece la recuperación de una enfermedad como el cáncer. De hecho, en diciembre de 2013 se publicó en Matrix Salud  un artículo, en el que se contaba cómo un equipo de investigadores, que buscaban por qué las células cancerosas eran tan resistentes. El resultado fue que ellos tropezaron accidentalmente con un descubrimiento mucho más importante. Mientras realizaban sus estudios, el equipo descubrió que la quimioterapia, realmente, daña las células saludables y posteriormente libera una proteína que sostiene y estimula el crecimiento tumoral. Incluso hace, que el tumor sea más resistente a los posibles tratamientos futuros.


Lo mismo ha sido confirmado por el hospital John Hopkins, que afirma que la quimioterapia en realidad envenena las células de cáncer, pero también destruye las células sanas de la médula espinal, así como las del intestino, y eso produce daños en órganos como el hígado, los riñones, el corazón y los pulmones. Esto ocurre igualmente con la radioterapia, porque la radiación, cuando destruye las células cancerígenas también quema y daña las células sanas y los órganos, así como también los tejidos.

El tratamiento inicial de quimioterapia y radiación muchas veces reduce el tamaño de los tumores. Pero un prolongado uso de la quimioterapia y la radiación no tiene como resultado la destrucción total de los mismos, sino que cuando el cuerpo tiene muchas toxinas debido a los tratamientos, el sistema inmunológico queda  comprometido o destruido, por eso las personas pueden sufrir varios tipos de infecciones y complicaciones. Por otro lado, la quimioterapia y la radiación pueden causar la mutación de las células cancerígenas, lo que hace que resistan y se haga difícil su destrucción total. La cirugía puede también provocar la invasión de las células a otros órganos y tejidos.

Todo esto significa que los tratamientos convencionales no solucionan estos serios problemas, ya que, por un lado, son una agresión muy grande para el organismo, y por otro, no se tiene en cuenta nada. No se aborda el problema emocional que sirve de sustento al tumor, ni se sugiere al paciente la posibilidad de optar por un cambio de hábitos de vida, ni, por supuesto, se sugiere una depuración. Esto serviría para cualquier tipo de problema serio de salud, pero todo se rechaza y se ninguniza, excepto la medicación y se cree que el cuerpo va a responder bien, cuando tan sólo se está agrediendo u ocultando el síntoma y promoviendo a la vez un auténtico desequilibrio.

El cuerpo es una totalidad y funciona como tal. Todo está mal, cuando algo está mal. Quemar o envenenar no soluciona nada, porque realmente el punto de partida es la toxicidad del organismo. Nuestro cuerpo enferma cuando le proporcionamos dietas tóxicas y pobres en nutrientes, agua muerta, una vida estresante, unas relaciones tóxicas, una mala gestión emocional…cuando la vida nos vive, pero nosotros no sabemos vivir.


El punto de partida no es sólo nuestro cuerpo físico, es nuestra mente y son las emociones, que quedaron estancadas desde la niñez y se repiten con el mismo dolor, una y otra vez. Es todo, la experiencia nos muestra una realidad que no nos gusta porque no nos sentimos bien. Cambiamos de  circunstancia para vivir lo mismo, porque lo que duele está tan oculto que ya no existe en apariencia, aunque sí para el subconsciente. Se vive desorientado y alienado, y nos dejamos ir con un montón de sugerencias tontas, que nos llevan a comer mal, a no dormir, a no cuidarnos, a sentirnos siempre descontentos, a no vivir. Todo esto nos enferma.

Llegar a la conciencia emocional de lo que nos ocurre, es comenzar a sanar. La rabia, la incomprensión y el no perdonar, ponen al cuerpo en una situación de estrés y lo acidifican. El comer comidas insanas, no beber agua pura, las adicciones, la falta de sueño, el no depurar, la poca atención que nos prestamos hace lo mismo. Otto warburg, Premio Nobel dos veces, Ya lo dijo en su obra “Metabolismo de los Tumores”. Aquí demuestra que todos los tipos de cáncer, se caracterizan por dos condiciones básicas: “la acidosis y la hipoxia, es decir, un PH ácido y la falta de oxígeno”.

Aprender a tener un espíritu amable y amoroso, junto con una actitud positiva es muy beneficioso para la salud, como también lo es el relajarse y disfrutar de la vida. Estas actitudes alcalinizan nuestro PH y nos llenan de positividad y alegría. Además, la depuración de los emuntorios principales y el cambio nutricional es muy importante en el abordaje de cualquier problema de salud.

Warburg explica también, que la carencia de oxígeno impide completar adecuadamente el proceso de combustión en la célula, por lo que, poco a poco, se hace imposible la creación de células sanas, la quema de energía y la eliminación de desperdicios. En estas condiciones al sistema inmune le es muy difícil resistir los ataques a los que está sometido, ya que las células y fluidos del cuerpo se intoxican. El sistema se agota y enfermamos. El cáncer podría definirse como un mecanismo de defensa generado por ciertas células del cuerpo, que buscan una continuidad en su vida, en un medio ácido y sin oxígeno.


Ante todo esto, lo primero es ser conscientes de que no tenemos que delegar en nadie nuestra recuperación. Somos los creadores de nuestro estado y si nos hacemos responsables, podemos tomar las riendas del problema que nos acucia.

A partir de ahí, la decisión de cada cual es la mejor para él. Pero es muy beneficioso llegar a las posibles causas emocionales, explorar la psique para reconocer y llegar a aceptar la ira, el dolor, la rabia, el malestar…para poder liberar y comenzar a sanar. A partir de ahí, hay muchas decisiones que tomar y muchas posibilidades entre las que elegir.

Utilizar tratamientos homeopáticos es una solución que en muchas ocasiones ha dado muy buenos resultados. Los Doctores Banerji, médicos hindúes, tienen catalogados diversos protocolos homeopáticos para el tratamiento de muchos tipos de cáncer, que son usados, de hecho, por médicos españoles, entre  ellos por el Dr. Martí Bosch, o el Dr. Herráez.

El drenaje de toxinas corporales, vía renal, hepática o pulmonar, es una ayuda muy importante, el ayuno, la hidroterapia de colon, las lavativas, todo esto sirve para ese propósito. Hay que depurar.

El uso de terapias bioxidantes es otro recurso. Ya sea con MMS, Ozonoterapia o Peróxido de hidrógeno de grado alimentario ayudamos al  cuerpo a que se oxigene mejor. El consumo de rábano, por la peroxidasa presente en él, ayuda a catalizar o acelerar la reacción de ruptura del peróxido de hidrógeno, que da como resultado agua y oxígeno.


Otra ayuda inestimable es la alcalinización. Si el problema surge en un medio ácido, alcalinizar y limpiar el cuerpo de la basura tóxica, que lo mantiene saturado es un paso muy importante. Esa limpieza debe hacerse, en primer lugar, consumiendo agua alcalina electrolítica, que al tener un potencial Redox negativo arrasará con los radicales ácidos libres, a la vez que ayudará a limpiar por dentro y a desatascar los filtros naturales del cuerpo. Es aconsejable la ingestión de al menos dos litros de esta agua alcalina. A la vez, nuestra dieta debe ser básicamente alcalinizante.

Por último, es importante la depuración y limpieza directa de los emuntorios principales. Con unos meses de consumo de agua alcalina, se consigue limpiar el colon, pero nos podemos ayudar de hidroterapia de colon y lavativas, especialmente es útil la lavativa de café, que limpia además del colon, el hígado y aporta otros beneficios adicionales.

Para la limpieza de hígado podemos usar esta misma lavativa de café, “la limpieza de hígado y vesícula del Dr. Moritz” y para limpiezas más suaves dos cucharadas de aceite de oliva con un chorrito de limón. Para el riñón,  hay preparaciones de hierbas específicas o podemos utilizar diente de león en preparación espagírica. Por último, podemos hacer la limpieza de pulmón con plantas que ayudan a eliminar el CO2 o con una preparación espagírica de llantén.

Las terapias de agua también son eficaces. Siguen el mismo principio de los antiguos balnearios. Llenar la bañera de agua caliente con dos bolsas de sal marina sin refinar, nos mineraliza y ayuda a eliminar toxinas a través de la piel. Antes de meternos en el agua, podemos hacer un cepillado en seco, que ayuda igualmente a eliminar células muertas y toxinas.

Muchas más cosas se quedan en el tintero. No obstante, tenemos un comienzo, una esperanza y una puerta abierta a la vida. Sólo hay que traspasar el umbral.


(En la sección "CONFERENCIAS" de este blog, podéis  encontrar los enlaces a algunas conferencias muy interesantes, pronunciadas por el Dr. Alberto Martí Bosch). (En la sección "DEPURACIÓN", hay también sugerencias al respecto).



Lucía Madrigal