Los Compuestos Perfluorados. Entrevista a Damiá Barceló


ENTREVISTA a Damiá Barceló, director del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) y vicedirector del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del CSIC, donde se realizan diversos estudios sobre la presencia de los compuestos perfluorados (PFC) en el agua y los alimentos. Estas sustancias químicas son muy habituales en el medio ambiente y tienen efectos nocivos sobre la salud. A estas alturas no cuentan con una regulación específica en España.


- ¿Qué son los compuestos perfluorados (PFC)?

Son compuestos de flúor y carbono, que se utilizan mucho en detergentes, disolventes, en la industria del teflón para utensilios de cocina, el velcro, como retardantes de llama en muebles o alfombras, y también en algunos tipos de envoltorios y envases. Son productos con un uso muy amplio en la sociedad industrial. Ahora se ha limitado el uso de algunos de estos compuestos, pero otros todavía se están utilizando en gran medida.


- ¿Cómo entran los PFC en el organismo humano?

Una de las vías principales es el agua. Hasta ahora habíamos comprobado que están presentes en el agua de río y de precipitación, y ahora un estudio reciente del ICRA ha confirmado su presencia también en el agua del grifo de las siete ciudades más pobladas a lo largo del Ebro (Barcelona, Tortosa, Lleida, Logroño, Miranda, Zaragoza y Pamplona). Las concentraciones más elevadas se han encontrado en Barcelona; era de esperar porque es el área más industrializada. Son, en cualquier caso, porcentajes que no suponen por si solos un riesgo para la salud humana.

Otra vía muy importante es la alimentación, sobre todo por los efectos de los envoltorios, y es eso lo que estamos estudiando ahora, para intentar determinar cuál sería el límite seguro de ingesta de estos compuestos. También nos llegan por el polvo, por aspiración, sobre todo en lugares con mobiliario que tiene retardante de llama.


- ¿Qué efectos para la salud tiene la presencia de PFC en nuestro organismo?

Depende de varios factores, y el peso es uno muy importante. Un recién nacido tiene mucho más riesgo que un adulto, porque depende de la cantidad de sustancia por kilo de persona. Los efectos se están estudiando, pero uno de los que se ha visto por ahora es que pueden afectar la tiroides. No se puede afirmar que todas las alteraciones de tiroides sean causadas por estos productos, pero sí que se ha visto una relación en algunos casos, sabemos que es allí donde actúan.


- ¿Qué regulación hay ahora mismo?

Se han empezado a regular los PFCs que se han utilizado más, y los que se ha visto que producían efectos sobre la salud: el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctano (PFOA). Pero sólo están regulados por algunas agencias, como la agencia europea de seguridad alimentaria (EFSA), que marca el límite diario por kilo de persona de estas sustancias. No obstante, no dice nada del agua. Los contaminantes en el agua sólo están regulados en Alemania. En España no tenemos ninguna regulación específica ahora mismo.

Y la legislación va muy lenta. Primero hay que hacer las investigaciones y obtener resultados claros, demostrar que hay efectos, y después aún se tardan años hasta que se plasman en leyes, entre otras cosas, por las presiones de las empresas que fabrican los productos. Y, además, hay que tener en cuenta que cuando se prohíbe una sustancia, normalmente se sustituye por otra que, a la larga, también puede resultar tóxica.


- Estos productos tienen una larga duración. ¿Por qué?

Son contaminantes persistentes, porque son compuestos muy estables y son muy costosos de destruir químicamente. Pueden durar años, y van pasando a través de los diferentes estadios de la cadena alimentaria: desde el agua entran en los animales, y siguen la cadena trófica, del pescado pequeño al más grande, para entendernos, hasta nosotros. Se acumulan en los lípidos, y en humanos hemos encontrado en el suero, el hígado y la leche materna.


- ¿Qué presencia tienen en la leche materna?

Hicimos un estudio con 20 mujeres embarazadas de Barcelona, de manera totalmente voluntaria y confidencial, para analizar los niveles de PFCs en la leche materna, durante los 40 días posteriores al parto. Los detectamos, en la mayoría, de los casos en niveles bajos. Pero una de las mujeres que participó en el estudio mostraba unos resultados por encima de los límites de riesgo. Descubrimos que se trataba de una persona que trabajaba en contacto con disolventes desde hacía años, y le recomendamos que no diera leche materna a su hijo, porque los valores que presentaba, ingeridos por un neonato, estaban por encima de lo que recomienda la EFSA.

El estudio también analizaba fórmulas infantiles (preparados de leche para neonatos) y alimentos de cereales para bebés, y también se encontraron PFCs, seguramente provenientes del empaquetado, pero que no superaban los límites marcados por la EFSA. Ahora estamos ampliando todos estos estudios, en colaboración con médicos y hospitales, para poder determinar cómo se regularán estos contaminantes.


- ¿Cómo podemos reducir la entrada de PFCs?

Una gran mayoría están relacionados con los envoltorios de los alimentos, pero todavía estamos estudiando qué tipos de envases son los que más llevan. De momento no podemos generalizar, pero se puede tratar de reducirlos. Por ejemplo, en el caso de las frutas y verduras, mejor comprarlas al por mayor que no envasadas. Y evitar la comida rápida con muchos envoltorios. También sería bueno reducir el uso de disolventes en la casa, y los productos de teflón. Y con el tiempo, estoy seguro de que los PFCs se acabarán regulando.


- En cuanto al agua de consumo humano, ¿es más recomendable beber agua mineral que agua del grifo? Y los filtros, ¿qué hacen?

No hay que preocuparse por la calidad del agua del grifo, porque pasa muchos controles y muchos tratamientos, que garantizan que su consumo no conlleva ningún efecto negativo para la salud de las personas. La de río ya es otra cosa, porque se han detectado muchas sustancias que podrían ser un riesgo. Y no es que en Cataluña haya más contaminación que en otros lugares, pero aquí se ha investigado mucho y por eso sabemos más.

En cuanto al agua embotellada, depende. Si va en botella de plástico, hay que tener en cuenta que algunas tienen bisfenol-A, que es un disruptor endocrino, con consecuencias, por ejemplo, como el adelanto de la menstruación en niñas. Varios estudios en Alemania han mostrado que los envases de plástico son perjudiciales, incluidos los biberones. De hecho, ahora ya hay una empresa catalana que está fabricando biberones sin esta sustancia. Para el agua embotellada, pues, es más recomendable el envase de vidrio.

Con los filtros, hay de muchos tipos, y es importante hacer un buen mantenimiento. Pero en principio son útiles para sacar algunas sustancias. Hay que tener cuidado, pero porque si se sacan demasiado minerales con desionización, hay que remineralizar el agua. No se puede dar un consejo general, hay que mirar caso por caso. Los de carbono, por ejemplo, son buenos para mejorar el gusto. Sobre todo, es imprescindible seguir las instrucciones de cada filtro al pie de la letra.



FUENTES:

Sostenible.cat.

Econoticias.com



Lucía Madrigal                



PFOA y PFOS. Entrevista a Philippe Grandjean


Se ha demostrado que los PFOA y los PFOS son sustancias químicas extremadamente persistentes, tanto en el medio ambiente como en los tejidos humanos. Un estudio reciente ha vinculado estas sustancias a daños graves en el sistema inmunológico de los niños. Pero los PFOA y los PFOS son solo dos miembros de una familia de compuestos fluoroquímicos llamados PFC, que, a su vez, forman parte de la familia de los fluorocarbonos. Algunos fabricantes de productos impermeabilizantes de aplicación doméstica aseguran que sus productos con fluorocarbonos no tienen PFOA ni PFOS y que, por lo tanto, son seguros. ¿Es cierta esa afirmación? Las siguientes preguntas y respuestas le pueden ayudar a decidir.

Philippe Grandjean, de la Facultad de salud pública de Harvard, habla sobre los hallazgos de sus estudios recientes en relación con los efectos de los PFC en niños.


¿Qué problemas de salud se han relacionado con los PFC en estudios realizados con personas y animales?

En las personas se han visto daños en el sistema inmunológico de los niños que conducen a una incapacidad para responder a las vacunas contra el tétano y la difteria. Una mayor incidencia de cáncer relacionado con contaminación por PFC.
En las ratas se ha encontrado un aumento del tamaño del hígado relacionado con los PFC. Bajo peso al nacer relacionado con los PFC. Fertilidad disminuida relacionada con los PFC.


¿Un producto de impermeabilización “sin PFOA y sin PFOS” es un producto sin fluorocarbono?

No.
PFOS y PFOA son solo dos de las sustancias químicas de la familia de los compuestos perfluorados (PFC). Todos los impermeabilizantes con fluorocarbono están hechos con PFC o con productos que pueden convertirse en PFC al biodegradarse.


¿Cuál es la diferencia entre PFC y PFOS o PFOA?

PFC es el nombre que se da a toda la familia de los compuestos perfluorados. Los PFOS y PFOA pertenecen a esa familia. Por lo tanto, los PFOS y PFOA son PFC. La diferencia entre los miembros de esa familia está determinada, básicamente, por la cantidad de átomos de carbono que hay en la cadena perfluorada. Tanto los PFOS como los PFOA son cadenas octil, es decir, cada cadena tiene ocho átomos de carbono.


¿Cuál es la diferencia entre los PFC C6 y C8?

Los PFOA y los PFOS son PFC C8. Eso significa que están formados por ocho átomos de carbono. Los PFC C6 son exactamente iguales excepto por el hecho de que su estructura química tiene seis átomos de carbono. El PFHxA, el equivalente C6 de los PFOA, es un material persistente, pero es posible que no se bioacumule en las personas tanto como los PFOA. Por otro lado, el PFHxS, el equivalente C6 de los PFOS, también es persistente y se bioacumula tanto como los PFOA y PFOS, o puede que incluso más.


¿Los PFOS y PFOA son los únicos miembros de la familia de PFC con potencial cancerígeno demostrado?

Se ha demostrado que muchos miembros de la familia, incluyendo aquellos que tienen menos de ocho átomos de carbono, causan cambios en las células que pueden conducir al desarrollo de tumores.


Según las pruebas científicas, ¿son los PFOS y PFOA los únicos miembros de la familia de los PFC que persisten en el medio ambiente y se bioacumulan en los seres humanos y animales?

En absoluto.
La mayoría de los PFC son potencialmente persistentes en el medio ambiente y muchos de ellos son bioacumulables, incluyendo algunos cuyas cadenas de carbono tienen menos de ocho átomos.


¿Cómo puede un fluorocarbono sin PFOA que se ha sometido a pruebas y que se ha declarado seguro en estanques convertirse en PFOA al degradarse?

Los PFC son los componentes básicos en la elaboración de impermeabilizantes de fluorocarbono. Mientras el PFC permanece unido químicamente en forma de impermeabilizante de fluorocarbono se mantiene dentro de una gran molécula que no es tóxica. Estas grandes moléculas impermeabilizantes de fluorocarbono contienen fluorotelomeros, que a medida que envejecen se biodegradan en el medio ambiente, o se oxidan, se dividen y liberan ácidos tóxicos de PFC. Si el fluorotelomero está basado en un PFC C8 el producto final de la biodegradación será un PFOA. De modo que un producto “sin PFOA” puede, con el tiempo, liberar PFOA en el medio ambiente.


¿Cuánto tiempo tardarán los impermeabilizantes de fluorocarbono, o fluorotelomeros, en convertirse en ácidos PFC peligrosos (entre ellos, los PFOA)?

Había diferentes opiniones en cuanto a la duración del proceso. Ahora existe consenso general sobre que el proceso es lo suficientemente corto para contribuir a la contaminación por PFC.
Un estudio ha demostrado que los hígados de truchas alimentadas con fluorotelomeros convierten el material en PFC. Por lo tanto, en teoría, la degradación puede producirse a través de la digestión. Este es un punto particularmente importante que se debe tener en cuenta al decidir si los impermeabilizantes de fluorocarbono se deben usar en el hogar. La contaminación de los alimentos podría llevar a la absorción directa de ácidos PFC por el organismo como resultado de la digestión.

La industria de los fluorocarbonos produjo estudios que demostraban que la biodegradación en los suelos era un proceso extremadamente lento, que llevaba miles de años. Sin embargo, la Agencia de protección ambiental de Estados Unidos repitió los estudios, según los cuales calculó una velocidad de biodegradación mucho más rápida y concluyó que “la degradación de los polímeros fluorotelomeros es una fuente importante de liberación en el medio ambiente de PFOA y otros compuestos fluorados”. La degradación en los suelos es solo una de las formas en las que los impermeabilizantes con fluorocarbono se convierten en materiales PFC más tóxicos.


¿Existen pruebas de que los impermeabilizantes con fluorocarbono basados en PFC C6 sean totalmente seguros?

No.
Los fluorotelomeros C6 se degradan y biodegradan en ácidos PFC del mismo modo que los fluorotelomeros C8. Si bien el producto final de la biodegradación, PFHxA, es menos peligroso que el PFOA para las personas y el medio ambiente, sigue teniendo un peligro potencial. Además, el PFHxA es solo una de las sustancias químicas que resultan de la biodegradación de fluorotelomeros C6. Durante el proceso de biodegradación, además de PFHxA, se producirán ácidos fluorotelomeros (partes más grandes de fluoropolímeros divididos). Se ha demostrado que los ácidos fluorotelomeros son al menos tan tóxicos para la vida acuática como los ácidos PFC de menor tamaño.


¿Son los PFC los únicos miembros de la familia de los fluorocarbonos que se bioacumulan en las personas y en los animales?

En un estudio con marsopas y delfines encallados en costas chinas se encontraron altos niveles de compuestos PFC y otros fluorocarbonos, incluyendo PFOA y PFOS. Pero hasta un 70% de los fluorocarbonos que se encontraron en los delfines correspondía a sustancias químicas desconocidas. Esto significa que no solo los principales ácidos PFOS y PFOA son bioacumulativos, sino también una variedad de materiales de fluorocarbono que pueden proceder de diversas fuentes, incluyendo la biodegradación de fluoropolímeros o pesticidas.


¿Son completamente seguros para el usuario los productos impermeabilizantes líquidos con fluorocarbono para uso en el hogar que se comercializan como “libres de PFOA y PFOS”?

No.
Por las razones ya explicadas, todos los impermeabilizantes con fluorocarbono se deben considerar potencialmente peligrosos para el uso doméstico. Por último, los factores enumerados a continuación contribuyen a la conclusión de que los líquidos impermeabilizantes con fluorocarbono no son idóneos para su uso en el hogar:
Los líquidos que se usen dentro de las cocinas para su uso en lavadoras tienen el potencial de contaminar los alimentos.

Los impermeabilizantes con fluorocarbonos se biodegradan y convierten en diversos ácidos PFC, incluyendo ácidos fluorotelomeros.
Estudios realizados en ratas y truchas han demostrado que los fluorotelomeros, que se usan en los impermeabilizantes con fluorocarbono, se biodegradan una vez dentro de su organismo y, por lo tanto, pueden biodegradarse en el organismo humano a través de la digestión.

Los PFOA y los PFOS son solo dos ejemplos de una familia de ácidos PFC tóxicos. Se ha demostrado que los ácidos PFC son persistentes en los tejidos humanos. Los ácidos PFC se han relacionado con daños en el sistema inmunológico de los niños.

El nivel de ácido PFC potencialmente necesario para causar daños en el organismo humano es extremadamente bajo: unas decenas de partes por mil millones. Eso equivaldría a menos de una centésima de una pastilla analgésica, por peso, distribuida en todo el organismo.

Las personas no pueden excretar fácilmente los ácidos PFC (aunque algunos de ellos se excretan más fácilmente que otros). Por lo tanto, los ácidos PFC se van acumulando poco a poco, a lo largo del tiempo, en el torrente sanguíneo del organismo de las personas, incluso si la fuente de la que proceden es muy pequeña.



FUENTES:
Internet



Lucía Madrigal              



Cómo nos Afectan los Compuestos Perfluorados


 "Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa"

Los compuestos perfluorados constituyen una familia amplia de contaminantes, de origen antrópico, entre los cuales destacan el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA). Estas substancias son muy estables y tienen una gran resistencia térmica, química y biológica. Además, son sustancias que se pueden disolver en agua y grasa. Estas características las hace muy útiles para multitud de productos industriales, como cosméticos, productos textiles, revestimientos antiadherentes e impermeabilizantes, productos quitamanchas, productos de limpieza, fitosanitarios, etc.

ACIDOS
SULFONATES
SULFONAMIDES
Perfluorobutanoico (PFBA)
Perfluorobutanosulfonato (PFBS)
Perfluorooctanesulfonamida (PFOSA)
Perfluoropentanoico (PFPA)
Perfluorohexanosulfonato (PFHxS)
Perfluorohexanoico (PFHxA)
Perfluorooctanosulfonato (PFOS)
Perfluoroheptanoico (PFHpA)
Perfluorodecanosulfonato (PFDS)
Perfluorooctanoico (PFOA)
Perfluorononanoico (PFNA)
Perfluorodecanoico (PFDA)
Perfluoroundecanoico (PFUdA)
Perfluorododecanoico (PFDoA)
Perfluorotridecanoico (PFTrA)
Perfluorotetradecanoico (PFTeA)
Perfluorohexadecanoico (PFHxDA)
Perfluorooctadecanoico (PFODA)


Hay muchos tipos de compuestos perfluorados. No obstante, todos ellos son sustancias muy estudiadas, que han sido incluidas en el Anexo B del convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes. Los riesgos para la salud que se han asociado a algunos ácidos perfluoroalquílicos son diversos, e incluyen diferentes tipos de cáncer. En estudios con animales, se han encontrado que algunos PFAS de cadena larga causan toxicidad hepática, alteran el metabolismo de los lípidos y los sistemas inmunológico y endocrino, provocan efectos neuroconductuales adversos, toxicidad neonatal, muerte y tumores en múltiples órganos y sistemas.

Igualmente, algunos compuestos perfluorados como los PFOS y los PFAS son persistentes en el medio ambiente y se acumulan a lo largo de la cadena alimentaria, lo que hace que estén presentes en muchos alimentos comunes.  A esto se suma que son absorbidos casi por completo por el cuerpo humano. Se acumulan principalmente en el hígado y en la sangre, se excretan muy lentamente por los riñones y pueden atravesar la placenta y acumularse en el hígado del feto. Además, estas dos sustancias son el compuesto final de la degradación de muchos compuestos perfluorados en el ambiente y dentro de los organismos vivos.



Desde 2008, la EFSA estableció una ingesta diaria tolerable para el PFOS y el PFOA por Kg y día, basándose en los efectos adversos sobre la síntesis de hormonas tiroideas y la concentración de HDL en la sangre de animales de experimentación, pero nada está claro ni es seguro, ya que muchos de estos compuestos se detectan ahora en grandes cantidades en los seres humanos.

Cómo se trata de sustancias bioacumulables, los alimentos convencionales tienen porcentajes variables de compuestos perfluorados. En un estudio realizado en Cataluña se encontraron PFCs en algunas carnes y sus derivados, pescados y mariscos, verduras y hortalizas, en tubérculos, frutas, huevos, leche, derivados lácteos, pan y cereales, legumbres, aceites, grasas y bollería. Por tipo de alimento, la aportación más considerable de PFOS la hace el pescado y el marisco, con 119,71ng/día, que representa el 93% del total, seguido a mucha distancia por el grupo de las verduras y hortalizas, con 3,40 ng/día y por la carne y sus derivados, con 3,30 ng/día.

En cuanto a la distribución de la ingesta de PFOA, el grupo de pescado y marisco es el mayor aportador, con 103,62 ng/día, pero sólo representa un 29% del total de la ingesta. Otros grupos importantes son la fruta, con 49,95 ng/día (14% del total) y las verduras y hortalizas, con 46,69 ng/día (13% del total).

Aunque atendiendo a estos datos, la EFSA afirma que el consumo de estas sustancias está muy por debajo de lo recomendado, hay muchas más fuentes de procedencia de estos compuestos tan conflictivos, que afectan seriamente al cuerpo y en cuyo interior permanecen aproximadamente cinco años. Se han observado efectos muy adversos sobre el hígado, la reproducción, el desarrollo, el sistema inmunitario, el sistema hormonal y el metabolismo lipídico. Aunque no son genotóxicos, también causan neoplasias por mecanismos indirectos, principalmente de hígado y de glándula tiroides.


Como hemos indicado, los dos compuestos más usados son PFOA, que ha sido ampliamente utilizado para hacer utensilios de cocina antiadherente, y PFOS, que ha sido durante mucho tiempo un ingrediente clave en las telas resistentes a las manchas. Estos dos productos químicos se han relacionado con muchos problemas de salud.

Una vez conocidos los riesgos, se ha ido eliminando su utilización en algunos productos, siendo sustituidos por otros alternativos del mismo grupo. Sin embargo, se han empezado también a detectar posibles problemas con algunas de las sustancias elegidas como sustitutas, pertenecientes al mismo tipo de compuestos. Algunas veces porque su degradación puede originar PFOS o PFOA, otras por los problemas que las sustancias alternativas pueden originar por sí mismas.

El problema es que estas nuevas sustancias son estructuralmente similares a las anteriores, y probablemente poseen muchos de los mismos riesgos ambientales o para la salud. Según algunos informes reportados: “... Los reemplazos más comunes de (PFOA y PFOS) son PFAS de cadena corta con estructuras similares, o compuestos fluorados con segmentos unidos por enlaces éter, que pueden resultar igual de nocivos que los primeros”.

Si bien algunas de las alternativas fluoradas de cadena corta parecen ser menos bioacumulativos, todavía son tan persistentes en el medio ambiente como las sustancias de cadena larga o tienen productos de degradación persistentes. Por lo tanto, un interruptor de cadena corta y otras alternativas fluoradas no podrían reducir las cantidades de PFAS en el medio ambiente. Además, debido a que algunos PFAS de cadena corta son menos eficaces, podrían ser necesarias mayores cantidades para proporcionar el mismo rendimiento.


Entre los problemas de salud posibles, asociados a los compuestos perfluorados están el cáncer, los problemas reproductivos, el hipotiroidismo, los defectos de nacimiento, múltiples daños en el sistema inmune, daños en órganos y otros problemas graves de salud. Además, migran desde los productos de consumo al aire, el polvo del hogar, los alimentos, el suelo y las aguas subterráneas abriéndose paso hacia el agua potable.

Podemos encontrar PFC en una amplia variedad de productos de consumo, en mayor cantidad en aquellos que están hechos para repeler el agua o resistir el aceite y las manchas. Productos que a menudo contienen estos químicos son:

Los alimentos.

Los recipientes para llevar comida, tales como cajas de pizza y envolturas de sándwiches.

Las ollas, sartenes y utensilios de cocina antiadherentes (teflón y similares).

Las bolsas de palomitas de maíz para microondas.

La ropa impermeable, para repeler el sudor o aislante.

Las tiendas de campaña.

La ropa con repelentes a las manchas o al agua.

Las prendas deportivas, salvo dos chaquetas, una de Vaude y la otra de Jack Wolfskin, una mochila de la marca Haglöfs y un par de guantes de The North Face.

Los productos para manchas de ropa y muebles.

Los alfombrados y los tratamientos para alfombras.

Ciertos cosméticos, especialmente las sombras de ojos, las bases, el polvo facial, el bronceador y el colorete.


Es probable que algunos envoltorios de comida, envases de bebidas, cajas de pizza y otros envases de alimentos puedan no contener PFOA, pero no por eso son necesariamente buenos, ya que los productos químicos de reemplazo de PFOA no se han evaluado de manera adecuada en cuanto a seguridad, y los nombres, composición y efectos sobre la salud de la mayoría están escondidos como secretos comerciales. Esta generación de PFC se utiliza en envoltorios de comida impermeables a la grasa, ropa impermeable y otros productos.

Para evitar la exposición a estos químicos nocivos, es aconsejable:

Comer principalmente alimentos frescos, crudos y a ser posible ecológicos.

Evitar los alimentos procesados y pre-envasados ​​de todo tipo.

Almacenar los alimentos y bebidas en vidrio en lugar de plástico y evitar usar envolturas de plástico y alimentos enlatados.

Utilizar sólo productos de limpieza naturales.

Utilizar productos de higiene personal naturales: champú, pasta de dientes, desodorantes y cosméticos.

Evitar usar ambientadores artificiales, suavizantes u otras fragancias sintéticas.

Reemplazar las ollas y sartenes antiadherentes por utensilios de cocina de cerámica, acero quirúrgico o de vidrio.

Usar ropa con tejidos naturales.


En conclusión, los compuestos perfluorados (PFC) se utilizan ampliamente en la industria para una gran variedad de funciones, pero no se desintegran rápidamente, permanecen en el medio ambiente durante un tiempo prolongado y afectan muy negativamente nuestra salud. Una vez detectados, tienen una vida media de eliminación de 5 años entre los seres humanos. Pueden ser transferidos a través de la placenta hacia el feto, y los niños pueden estar expuestos a los PFC a través de la leche materna y el polvo ambiental.

Es importante conocer los riesgos que conlleva su uso porque nosotros somos los compradores y por tanto los únicos responsables de los problemas que puedan ocasionarnos. Sin demanda no hay oferta, demandemos productos de calidad.

Todos los productos químicos (detergentes, decapantes, antipolillas, plaguicidas, desatascadores, disolventes, quitamanchas, alcohol de quemar, aceite de lámparas, sosa cáustica…) deben ser clasificados, envasados y etiquetados de manera específica, debido a su contenido peligroso para la salud humana y el medio ambiente. Es aconsejable que miremos las etiquetas con detenimiento, antes de comprar.

"La libertad significa responsabilidad; por eso, la mayoría de los seres humanos le tienen tanto miedo".



FUENTES:

Only One Chance. Philippe Grandjean. Paperback, 2013.

Disruptores endocrinos. Nuevas respuestas para nuevos retos. CCOO Istas.Octubre, 2012.

Silent Spring. Raquel Carson. Editor Houghton Mifflin; Edición: Anniversary, octubre de 2002.



Lucía Madrigal