Dan Winter es físico, psicofisiólogo, músico,
investigador poligráfico, y analista de sistemas de IBM. Ha investigado y ha profundizado en diferentes campos de la
ciencia (geometría, física, lenguaje,
consciencia, geobiología, biología y matemáticas) en busca de leyes físicas
que se funden con la espiritualidad. Es conocido mundialmente por ser el
primero en relacionar el fractal con el origen de la gravedad y por sus teorías
científicas que muestran cómo la ciencia da origen a la conciencia: “Las enseñanzas espirituales son enseñanzas
eléctricas y la iluminación es pura física a nuestro alcance”. “¿Sabe esa
aureola que les ponen a los santos...? Es pura ciencia”.
¿Se puede ver y medir?
Uno de mis colegas, el profesor Konstantin Korotkov, catedrático de la Universidad de San
Petersburgo, ha creado un aparato, el GDV
(visualización por descarga de gas), que conectado a la punta de los dedos y a
un ordenador muestra el aura de todo el cuerpo; es decir, el campo energético.
¿...?
Están utilizándolo ya más de 10.000 médicos, incluida la asociación médica estadounidense. Con
el GDV obtenemos información sobre
el estado físico y psicológico del paciente. Nos permite abordar un nuevo nivel
del ser humano, el energético.
Póngame un ejemplo
concreto de lo que puede medir el GDV.
La empatía entre las personas: vemos cómo el aura de las
parejas bien avenidas se mueve entre los dos cuerpos; y también cómo la gente
que toma drogas, legales o ilegales, tiene agujeros en su aura.
¿Y usted investiga con
eso?
Sí. Entre otras cosas, con lo que ocurre con el aura tras la
muerte. Creo que tendremos que ir despacio. Cuando morimos, el campo eléctrico,
o lo que llamamos vida, sale del cuerpo. Las constantes de Kluver (un científico que se dedicó a investigar las experiencias
cercanas a la muerte) es lo que la gente suele ver cuando muere.
¿Todos ven lo mismo?
Sí, primero ven una rejilla, luego una especie de telaraña,
un túnel y finalmente una espiral. Lo que hemos descubierto es que esos cuatro
pasos se corresponden con la geometría de pliegues de nuestro ADN.
¿Y?
Nosotros somos un colectivo de 3 billones de células, y probablemente cuando morimos nuestro
campo electromagnético se va hacia el centro de cada una de esas células,
nuestro ADN, para luego salir de
nuestro cuerpo. Adónde llegue después depende del Grado de Fractalidad del
entorno en que morimos y de nuestra preparación; puede llegar a cualquier punto
del universo.
Defíname fractalidad.
Una rosa, un helecho, una piña, las muñecas rusas…, es decir:
el interior tiene exactamente la misma forma que el exterior, y eso es lo que
produce la fuerza centrante, la implosión, lo que provoca que todo se mantenga
alrededor de un centro, incluido nuestro campo electromagnético. En realidad,
la fractalidad es lo que genera la gravedad.
¿Todo se pliega sobre
sí mismo?
Si, sólo existe una forma que se comprime infinitamente.
Imagine un pequeño chip en el que cabe toda la información del cosmos; eso es
lo que llamamos vacío, que en realidad alberga toda la energía del universo.
Nuestro campo magnético
va variando... ¿en función de qué?
Lo que comemos, dónde nos encontramos y cómo nos movemos. Un
edificio metálico y cuadrado es lo opuesto a fractalidad. Pero durante una
experiencia cumbre, las ondas cerebrales generan la proporción aurea... a la que
obedece toda la naturaleza.
Sí, desde una caracola hasta las galaxias, desde nuestro propio cuerpo hasta los átomos; todo tiene la misma proporción: es el punto de unión de nuestro universo, el camino de la unidad, el número phi.
¿Phi o Pi?
Pi es la constante que permite pasar de
la línea al círculo, y phi nos
permite pasar del círculo a la espiral, reentrando en ella misma. Es lo que
llamamos autoconsciencia.
El personaje Max Cohen,
de la película Pi, fe en el caos, ¿se inspira en usted?
Sí, pero debería haberse llamado phi y no pi, el
productor le cambió el título en el último momento. La película describe cómo
todo está compuesto de espirales y expone paralelismos directos de mi vida.
¿Y ahora qué le ocupa?
La bio-retroalimentación, que nos ha permitido discriminar
las emociones en términos eléctricos, de ahí mi expresión emoción coherente.
Eso ha inspirado notables investigaciones.
¿Con algún resultado
revelador?
Se midió, de un modo totalmente replicable, que el efecto de
la ordenación coherente de los armónicos del corazón en los momentos de
compasión o amor causaba una repercusión en el trenzado del ADN.
¿Qué significa eso?
Que las emociones afectan directamente a nuestra genética. Y
tiene diversas aplicaciones: en estos momentos, con mi equipo de Inglaterra
estamos buscando campos eléctricos bioactivos.
¿Qué es eso?
Sabemos que una pirámide o un dolmen pueden afectar a la
germinación de semillas, e investigamos cómo crear un campo eléctrico que
prevenga el envejecimiento..., lo opuesto a vivir en edificios y ciudades como
los nuestros. Todos los edificios sagrados están construidos siguiendo la
proporción áurea, de manera que generan un campo eléctrico que facilita el
crecimiento, y eso hoy podemos medirlo.
¿Tenemos que cambiar de
vida?
Las enseñanzas espirituales son, en el fondo,
enseñanzas eléctricas. Sólo tenemos que crear entornos más fractales, comer
comida fractal y hacer ejercicios que nos armonicen con el exterior, así nos
llenaremos de vida y conciencia.
FUENTES:
El Confidencial
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