"La Navidad no es un momento ni
una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y
tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad".
Calvin Coolidge
Desde
mediados de noviembre, comenzamos a
encontrarnos con la Navidad en
nuestras calles, las luces, los árboles
navideños, las guirnaldas, los adornos…todo nos dice que se acercan esos días festivos en los que nos reunimos, compartimos, nos acercamos,
comemos, bebemos... la vida parece perfecta en Navidad. Sin embargo, aunque así sea, no existe un punto de inflexión, nosotros somos los
mismos, la vida continúa tal como siempre y todo es igual. Al enmarcar nuestros
días de luces y colores, de comidas y
bebidas especiales, las cosas parecen otras, pero sólo somos nosotros en Navidad.
Nos
enseñan que en esencia, la Navidad es
paz, un momento de encuentro, un tiempo para compartir, para ser más
generoso, para visitar y estar en familia. Aún, en muchos casos, eso es así o eso nos dicen las apariencias, pero hoy me pregunto qué significado tiene el consumo excesivo al
que estamos acostumbrados en esta época del año
y de dónde procede esta costumbre tan arraigada de reunirse para comer y beber.
El
periódico The Buffalo News del 22 de
noviembre de 1984 habla de la Navidad
en estos términos: “La primera
referencia a la Navidad que marcó el 25 de diciembre viene del segundo siglo
después del nacimiento de Jesús. Se considera, de igual manera, que las
primeras celebraciones de la Navidad fueron en reacción a la Saturnalia
romana, un festival de cosecha que marcaba el solsticio de invierno - el
regreso del sol - y honraba a Saturno, el dios de la agricultura. La Saturnalia
era un tiempo de alboroto, al cual se oponían hasta los más austeros
líderes en la aún minoritaria secta cristiana. Para el año 529 d.C., después
que el cristianismo se hubiera convertido en la religión oficial del estado en
el Imperio Romano, el emperador Justiniano hizo de la Navidad una festividad
cívica. La celebración de la Navidad llegó a su cúspide - algunos dirían que a
sus peores momentos - en el período medieval, cuando se convirtió en un tiempo
para consumo conspicuo y juerga incomparable”.
Esto
significa que somos los herederos de esas épocas, en las que los excesos ya eran protagonistas y que
posiblemente comemos y bebemos hasta hartarnos, porque así lo hemos aprendido.
Por otro lado, este momento en el año muestra, más que ningún otro, la insatisfacción que acumulamos y tapamos con
los excesos. Es maravilloso compartir, pero no sólo en Navidad, y es todavía mejor compartirnos desde el corazón, porque eso nos sana. Sin
embargo, muchas de las celebraciones a las que asistimos son forzadas y por supuesto, el ritmo al
que deglutimos nos agota tanto o más
que el sentirnos obligados a algo y
hacerlo. Terminamos estas fechas, siempre cansados de hacer cosas que
muchas veces no nos gustan, de comer y
beber tanto, de dormir poco, de dulces navideños, de comprar…de todo. Pero ¿por qué lo hacemos?
Se
habla mucho de la magia de la Navidad,
pero ¿es tan mágica? Papá Noel y lo Reyes Magos nos traen desorden y excesos, y me pregunto si
esto no enseña a nuestros niños a desordenarse y excederse. Además, organizar
comidas, cenas y compras navideñas es todo un reto, pero el reto mayor es
digerir toda la cantidad de alimentos “típicos”
que podemos encontrar sobre nuestra mesa, en Navidad.
A
esto hay que sumar la cantidad de veces que nos reunimos, para comer y beber con la excusa, en muchos
casos es así, de compartir. Durante todo un mes los hábitos son estridentes y no es raro que muchas personas que han perdido peso o han conseguido dejar de fumar tropiecen de nuevo en estas
fechas. Sin lugar a dudas, nos descolocamos y la excusa, por un día…nos saca de nuestros recién adquiridos hábitos saludables.
Para
entender la costumbre del banquete en nuestros días, tenemos que remontarnos a
etapas, en las que nos encontramos con las fuentes primigenias de nuestra
cultura. Ya lo hemos mencionado, todos estos hábitos son muy antiguos y los desmadres no son algo nuevo en
nuestra historia. Reunirse para beber
sin control y comer hasta hartarse
tiene siglos de solera y reconocimiento, así que seguimos.
La
gastronomía navideña tradicional suele basarse en platos con abundantes dulces.
Hasta el siglo IX sólo había dos
fuentes de dulzura: la miel y las frutas
muy maduras. Ambos productos eran tan exquisitos, que su precio los hacía
exclusivos de las clases pudientes. Cuando leemos escritos clásicos, romanos, griegos, hebreos o egipcios, sorprende
como siempre usaban el sabor dulce
como parámetro de calidad próximo al éxtasis.
Desde entonces y antes, no lo podemos evitar, nos encanta el dulce y más en Navidad.
Los árabes eran auténticos maestros en la
elaboración de exquisiteces dulces,
no en vano, Medina Sidonia fue su
capital de la repostería y muchos de estos dulces son nuestros típicos dulces
navideños: alfajores, turrones,
almendrados, mazapanes…
De
la mano de Napoleón, el mundo de la
dulcería se convirtió en una orgía de tartas, pasteles y florituras y por
supuesto, nuestros dulces navideños se “refinaron”
y proliferaron en formas y texturas. Es curioso conocer que Napoleón, buen observador, se dio
cuenta de que sus soldados luchaban mejor cuando antes habían desayunado un
café bien caliente con azúcar.
Cómo
el azúcar de caña estaba en manos
enemigas (Canarias y el Caribe)
endulzar el café de sus soldados se convirtió en una estrategia militar. El
invento del azúcar de remolacha se
debe a esta supuesta estrategia, que de paso arruinó a los países productores
de azúcar de caña (España y sus
colonias). Además, este tipo de azúcar,
es barato y añade básicamente dulzor
a los postres y nada más, por lo que se usa desmedidamente y por supuesto, más
en Navidad.
Hoy
en día, nuestros dulces navideños
tienen de todo, menos aquellos ingredientes naturales que hacían de los dulces árabes una exquisitez, pero en
todas las casas podemos encontrar delicias navideñas, poco sanas, por un lado, por su abundante cantidad de azúcar y por otro, por sus ingredientes
poco saludables. A los dulces se suman los habituales manjares
de carne, pescado o marisco, todos
ellos muy elaborados, y a horas en las que nuestro aparato digestivo ya pide un descanso.
Ciertamente,
todos sabemos que la Navidad es así
y también sabemos que comeremos de más, cosas poco saludables y a horas poco recomendables, pero también podemos
elegir cuidarnos. Si la cena la
preparamos nosotros, podemos optar por alimentos de calidad y preparar una cena
diferente que nos aporte salud.
También podemos cenar un poco antes de los horarios
navideños habituales.
Igualmente,
podemos evitar las bebidas artificiales
y los refrescos en nuestras cenas y de la misma forma, el consumo de grasas trans o aceites vegetales como
el de palma (muchos turrones y dulces
comerciales lo tienen añadido), en su lugar, es aconsejable utilizar grasas saludables como las del aguacate, el aceite de coco, el aceite de
oliva o los frutos secos. (Con aguacate, cacao y un poco de hoja de stevia
pulverizada, podemos preparar una mousse de chocolate muy rica y saludable).
Es
aconsejable, igualmente, eliminar los alimentos
procesados o los alimentos muy
cocinados, los que contienen muchos aditivos,
saborizantes, edulcorantes, colorantes y por supuesto los dulces
y el alcohol. Comer vegetales de todo tipo y en toda forma
es una manera de compensar los posibles excesos,
ya que depuran nuestro organismo. De la misma forma, es aconsejable beber mucha agua
y dormir las horas suficientes. Son
días de vacaciones que podemos aprovechar para pasear, ejercitarnos, relajarnos y descansar.
Si
a pesar de todo, sientes que has comido en exceso,
ayuna en el desayuno o desayuna un batido verde, hazlo con cualquier tipo
de hoja y una manzana, por ejemplo. Te sentará muy bien. Igualmente, bebe mucha agua durante todo el día.
Después de una “comida opípara”, tu
cuerpo necesita hidratación.
Ante
tanto bullicio y evasión resulta raro plantearse el cuidado y la moderación,
pero todo es una cuestión de perspectiva. Podrías ver todo esto como un
fastidio o podrías pensar que le estás haciendo un grandísimo regalo a tu
cuerpo, esa maravillosa máquina que nos mantiene con vida, y a ti mismo, porque el simple hecho de cuidarte y tratarte con amor y respeto genera en ti otro aspecto
maravilloso, la gratitud.
Reúnete, comparte, disfruta mucho de cada momento en estos días y plantéate
la necesidad de cambiar ciertos hábitos
para vivir mejor. Da igual que sea Navidad,
da igual la publicidad y el entorno, tú puedes decir “no”
a un hábito, aunque ese hábito, por antiguo, forme parte del inconsciente colectivo. Dite sí y
contigo a todo lo que sientas que es bueno para ti.
Es Navidad, ámate a ti mismo, regálate
salud, cuida de ti, sé amable contigo, ofrécete ese regalo y ofréceselo a
otros. Es el mejor que puedes y te puedes hacer, no solo en Navidad,
sino cada uno de los días de tu vida.
Os
dejo unas recetas de batidos verdes para que, si así lo decidís, los probéis.
Antes
de nada es interesante tener en cuenta ciertas directrices:
Siempre
que sea posible, utiliza vegetales
ecológicos para la elaboración de zumos
o batidos. No podemos depurar
bien, si añadimos más tóxicos a
nuestro cuerpo.
No
le quites la piel a
la zanahoria, a la manzana o la remolacha, puesto que parte de
sus nutrientes y elementos depurativos están en la piel.
La
hoja del apio es muy nutritiva y rica en clorofila, úsala para la elaboración de los zumos y batidos.
Elige
vegetales frescos y de cultivo local,
serán más saludables para ti.
Añade
más o menos agua dependiendo del
grado de espesor que te guste.
No
comas ningún alimento una hora antes o después de haber tomado el zumo, ya que así será más eficaz.
Toma
zumos y batidos verdes, como tratamiento depurativo durante un
tiempo, para notar los efectos.
Zumo o batido verde depurativo
Ingredientes: 1 pepino, el zumo de un limón, un poquito de
apio, una pizca de jengibre rallado, unas hojas de espinacas frescas, manzana,
una cucharada sopera de perejil fresco picado y agua.
Para
obtener un zumo, tan sólo tenemos que licuar todos estos ingredientes, pero si
deseamos un batido, podemos triturar todos ellos, la textura es un poco más
densa, pero, de este modo, aprovechamos
toda la fibra y los nutrientes. Por otro lado, la oxidación es menor.
Este
batido es alcalinizante, depurativo, oxigenador de la sangre, regula el
tránsito intestinal y nos aporta una gran variedad de vitaminas y minerales.
Zumo de zanahoria, apio y manzana
Ingredientes: zanahoria,
apio y manzana en la cantidad que deseemos. Para su elaboración pasamos
por la licuadora todos ellos y obtendremos como resultado un zumo de sabor
dulce, muy depurativo.
La manzana contiene aminoácidos como
cistina, arginina y ácido málico, muy beneficiosos para eliminar
toxinas del organismo. El apio se
utiliza tradicionalmente como diurético para eliminar las sustancias
tóxicas del organismo, ya que estimula el correcto funcionamiento de los
riñones y favorece la expulsión de piedras o cálculos renales. La zanahoria contiene buenas
cantidades de potasio, un elemento que alcaliniza el organismo. Además
contiene carotenos antioxidantes y favorece la micción, estimulando el correcto
funcionamiento de los riñones. Gracias a su contenido en fibra, arrastra las
impurezas depositadas en las paredes del intestino, lo que favorece
una depuración profunda.
Zumo de remolacha, apio y manzana
Ingredientes: remolacha, apio y manzana en las cantidades
que deseemos. Para su elaboración, licuamos todos los ingredientes y añadimos
agua, si así lo consideramos.
Este
zumo es especialmente nutritivo, ya que el ácido fólico presente en la
remolacha y la zanahoria ayuda a combatir la depresión, previene el cáncer de
colon y recto y ayuda en la solución a
ciertos problemas de infertilidad. La remolacha también es excelente
para un mejor funcionamiento del hígado.
Batido de piña, pepino y apio
Ingredientes: 1 rodaja de piña, un pepino, un tallo de apio
y una taza de agua. Para su elaboración, trituramos todos los ingredientes en
la licuadora o en la batidora, si queremos un batido completo.
Sirve
para evitar el estreñimiento y tiene propiedades diuréticas.
Batido de espinacas, manzana y apio y
pepino
Ingredientes: un pepino, unas hojas de espinaca, un tallo
de apio, dos manzanas, zumo de limón y agua.
Combinamos
todos los ingredientes en la batidora para obtener un batido rico en
antioxidante y fibra. También los podemos licuar para obtener un zumo
depurativo. El pepino es un alimento
muy alcalinizante, tiene propiedades excelentes para el cuidado de la piel y
los tejidos y ayuda a mantener un sistema cardiovascular y un aparato digestivo
saludables. La espinaca es una
excelente fuente de hierro, aumenta la fuerza muscular y promueve la energía y
la vitalidad.
Espero
que te gusten, los disfrutes y aporten a tu cuerpo bienestar y salud.
“Mi idea de Navidad, tanto pasada de
moda como moderna, es muy simple: amar a los demás. Pensémoslo, ¿por qué
tenemos que esperar a Navidad para hacerlo?”
Bob Hope
ojala y muchos llevaramos a cabo este consejo
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