
El hombre es un secreto en el que hay
que penetrar, y aunque emplees en ello toda tu vida no digas por eso que has
perdido el tiempo.
Dostoïevski, 16 de agosto de 1839
(carta a su hermano Miguel)
La Energía es lo Real, El Universo es
Energía, La Energía es la Conciencia.
(Sir Woodroffe, Shakta-Vedanta)
En esta entrevista, la cardióloga Marie Thérése de Brosses presenta
su obra “Conciencia-Energía” en la
que recoge las bases científicas del holismo. En
ella habla de la Conciencia Universal como el último paradigma admitido
en la ciencia y de la irrefutabilidad de esta teoría, tras los últimos
descubrimientos en el campo de la microfísica.
¿Por qué se interesó en un dominio tan
controvertido, considerado incluso metafísico, como el de la conciencia?
Todo
comenzó cuando era jefa de Cardiología Clínica en la facultad de Medicina de
París, en donde realizaba registros eléctricos de anomalías del aparato
circulatorio. Allí pude observar que una actividad mental simple originaba
una regularización cardiovascular, mientras que si el paciente era conmovido
por el miedo a no realizar una tarea más difícil, los desórdenes se acentuaban.
Sabiendo que las emociones venían del diencéfalo y que el estado intelectual
estaba en relación con la corteza-cerebral, era evidente que la puesta en
juego, desde el punto de vista estructural evolutivo, regulaba automáticamente
y, sin ningún esfuerzo otro inferior (el diencéfalo en este caso). Fue
entonces cuando me planteé si no habría un tercer nivel que regulase al
intelectual o mental y, por ende, al resto. Esta inquietud fue parcialmente
calmada cuando, en tres misiones científicas a la India, efectué registros en
los yoguis Y aprecié que ellos trascendían la dualidad psicosomática: había,
pues, un tercer nivel, puramente energético, conocido no sólo hace 7.000 años
por los vedas, sino también por los físicos. La conciencia pasó a ser, a partir
de ese momento, objeto de mis investigaciones.
“La conciencia es un vacío
cuántico”

¿Quiere decir que la física tiene
puntos en común con la filosofía oriental?
Efectivamente. La
conciencia no es más que un vacío cuántico. El físico suizo Lawrence Domash,
por ejemplo, afirma que la conciencia pura es la última esencia del
universo, comprendido el universo físico. En realidad, la evolución de la
ciencia ha descubierto la conciencia gracias a sus experimentos sobre la
materia: los resultados de la física cuántica, relativa a ondas y partículas,
es exactamente lo mismo que experimentan los místicos en su vida
interior. La investigación sobre la naturaleza de partículas menores a los
cuantos, descubiertos por Planck, presuponen divisiones cada vez mayores, hasta
llegar al dominio de lo universal. En este sentido, el físico Stephan Lupasco
ha definido un sistema energético microfísico, que se encuentra en todos los
demás sistemas, en todas partes, jugando un papel de catalizador y origen mismo
del resto de los niveles. Si a ello se añade el hecho de que el estado cuántico
de la materia es también tributario de la conciencia del observador,
que todo en el mundo es energía y la equivalencia entre materia y energía
(ya postulada por Einstein), nos encontramos con un nivel energético supremo y
universal. La conciencia, así, ha sido expresada en el lenguaje de las
matemáticas como un operador y, en términos cuánticos, como una función
de onda. Para la tradición oriental tántrica, en cambio, es
una fuerza eterna, que se expresa tanto en el hombre como en el
universo; una energía consciente, ya que la conciencia es energía.
Pero si la conciencia es energía y es
universal, ¿dónde se localiza en el ser humano?
El
neurofisiólogo, norteamericano Pribran, de la Universidad de Stanfórd,
investigando sobre la localización de la memoria en el cerebro, descubrió que
no la había, sino que se trataba de una serie de ruedas energéticas,
entremezcladas entre sí, portadoras de la información general, que se
encontraban en el cerebro, en un campo energético que no tenía límites. Así,
llegó a la conclusión de que la conciencia es un holograma, o sea, un
dominio o un campo de potenciación y de frecuencia, que está por debajo de un
universo concreto. Curiosamente, un premio Nobel de Física, el británico
David Bhon, afirma también que el universo es holográfico y que origina una
serie de imágenes concretas a través de fluctuaciones energéticas. La unión de
ambas concepciones holográficas implica, pues, todas las posibilidades
energéticas. Por tanto, no importa la localización orgánica de la conciencia,
ya que, al tratarse de un holograma, todos los puntos contienen información de
la totalidad: lanzando un rayo láser a un punto determinado del cerebro se
encuentra información completa.
“El cuerpo contiene todos los niveles
de conciencia”

¿Qué papel juega el cuerpo en dichas
manifestaciones energéticas y en el cosmos?
El
papel del cuerpo es muy importante para el conocimiento de uno mismo, ya que él
contiene la totalidad energética de todos los niveles de conciencia que,
estando integrados, repercuten los unos sobre los otros: el sistema
macrofísico, con los elementos constitutivos de nuestra materia; el sistema
biológico de nuestro dinamismo vivo; el sistema psíquico de nuestras emociones
y de nuestro intelecto y, por encima de todo, el sistema microfísico de nuestra
universalidad y nuestras potencialidades evolutivas (la conciencia). Así, el
despertar de la conciencia corporal entre los terapeutas de vanguardia es
capital para nuestro período crucial de mutación, en el curso de la cual el
descenso en nosotros de la energía cósmica bajo su forma supramental
necesitará una transmutación biológica, que será la base de una nueva
especie, cuyo cuerpo tendrá capacidad para expresar y sentir su unidad con
el cosmos y todos los seres que encierra. Algunos yoguis, por ejemplo, han
llegado ya a ello: son capaces, mediante determinadas técnicas, de ir
desligando la conciencia nivel por nivel, hasta reintegrarla en lo universal y
lo absoluto; son capaces de impedir las fluctuaciones mentales, y así la
conciencia se encuentra en el estado propio (los
fenómenos paranormales que ello conlleva no son nada del otro
mundo). Este desligamiento, de los principios energéticos está de acuerdo
con los descubrimientos científicos acerca de la cronaxia de subordinación en
el sistema nervioso, donde cada nivel superior regulariza el inferior.

Al parecer, la energía biológica se
expresa mediante vibraciones. Usted parte de “vibraciones generalizadas” como
una manifestación óptima; ¿quiere decir que hay pasos sucesivos, zonas que
liberar?
Exactamente. La
materia es un ritmo; la sustancia (sólida, líquida o gaseosa) es una
frecuencia, y la energía vibratoria es la energía de la existencia. Nuestra
energía biológica se expresa mediante vibraciones rítmicas, que es posible
recoger experimentalmente sobre la superficie del cuerpo, sobre todo en ciertas
zonas. Estas modulaciones, que se han denominado ondas periódicas lentas,
varían su morfología según el nivel de conciencia del cual emanan, ya que los
niveles son jerárquicos: su ritmo es tanto más lento cuanto más elevado es el
nivel.
¿Qué trascendencia pueden tener sus
investigaciones para las generaciones futuras?
Debido
al hecho de la estrategia evolutiva de la filogénesis, así como de la
ontogénesis, las generaciones nacen con una conciencia cuyo potencial de
comprensión es superior al de la precedente; tanto más cuanto su medio social
ya es más evolucionado, gracias, sobre todo, a que los métodos pedagógicos
han sido liberados de una gran parte de los antiguos tabúes y que el cuerpo de
sus progenitores habrá sufrido una transformación vibratoria
favorable. Hoy día, que tendemos espontáneamente hacia lo universal, se
hace posible, incluso deseable, retornar personalmente al sí
mismo que está en nosotros para participar del trabajo en
curso. Nuestra época evolutiva en Occidente tiene sed de universalidad.
Esto es la consecuencia de un cambio evolutivo natural, del cual me siento
partícipe, junto con otros muchos, científicos o no.
“Felices aquellos que, dentro de estos
planteamientos, llegan a reconocer la importancia del ego para renovar lo que
representa la esencia misma de su constitución, y lanzan, desde lo más profundo
de su ser, el siguiente grito interior: «¿Quién soy yo?» «Necesito la Verdad,
sea la que sea»”.

FUENTES: Internet

Excelente! Sin dudas, la energía arquetipal está impregnando todo. De cada uno de sus mensajes podemos asumir cuestiones que nos ayudan a obtener nuestro fin teleológico. Individuarnos, sin dejar de ser una comunidad.
ResponderEliminar