Creemos que estamos hechos de lo que otros proyectan en
nosotros, desde el ego todos lo hacemos, Sin embargo, esa no es más que una elaboración de la mente de los que
desconocen que sólo podemos ver lo que tenemos en nuestro interior. Vemos fuera lo que tenemos dentro, así que
somos nuestras propias proyecciones.
¿Esto qué significa?
Algo muy sencillo. Dentro, muy dentro está mi subconsciente; si pongo la
intención en conocerme, medito, escucho a mi interior, poco a poco me voy
encontrando con lo que soy. Sin embargo, me cuesta ver las heridas,
reconocerlas en mí, porque me duele y mi ego que ha creado sus máscaras para
protegerme de ellas, se siente inseguro y me disuade de continuar.
Entonces la vida se dispone para que yo siga en mi tarea de
saber quién soy y me trae personas, acontecimientos, situaciones… en las que me
expreso, porque no puedo evitarlo, mi subconsciente se asoma para que yo pueda
sanar lo que me impide ser. No lo dudes,
lo que me muestra el otro no es más que una faceta de mí mismo, también
soy lo que mi cuerpo muestra y todo lo que se dispone ante mí. Yo me veo en ti,
me veo en mi cuerpo y en todo lo que me rodea.
Yo soy lo que pienso,
lo que siento, lo que veo, lo que escucho, lo que hablo, lo que visto, mi casa,
mi entorno…lo que como y la forma de mi cuerpo.
Soy lo que como, parece fácil y evidente, pero nunca nos
paramos a ser observadores de nuestros hábitos alimenticios, de lo que supone
en nuestra vida observar lo que nos ocurre antes, durante y después de comer.
Lise Bourbeau en su libro “¿Quién eres tú?” nos explica cómo
nuestro comportamiento con respecto a la alimentación habla de nosotros.
Nuestra manera de ser, nuestra mente y nuestras emociones influyen enormemente
en nuestros hábitos a la hora de comer y alimentarnos. Creemos lo contrario y achacamos a la
propia comida nuestros malestares, sin embargo todo es más complejo y las
causas de un posible malestar después de comer muchas y variadas. También
creemos que engordamos o estamos muy delgados básicamente por nuestra dieta,
pero no es así. La mente y las emociones
están siempre presentes. No somos un cuerpo separado de ellas.
Por ejemplo si te gusta mucho lo dulce: el azúcar, las
chuches, el alcohol, la pasta, el pan, los postres, los helados, los zumos…y
abusas de ellos porque no lo puedes evitar, ¿Qué te está mostrando esta adicción?
¿Cómo se traduce esto en tu mundo mental y emocional? ¿Qué insatisfacción te
muestra? ¿Qué necesidad de dulzura, de afecto, de amor, en principio a ti
mismo? ¿Cómo te tratas? Cuando éramos pequeños aprendimos a asociar los dulces
con los días especiales, las recompensas (si te portas bien te compro un
helado), los detalles cariñosos, la satisfacción… de adultos hemos seguido
funcionando de la misma manera y cuando no nos sentimos ni guapos ni buenos, ni
agradables…nos consolamos con el dulce, los postres, el chocolate, los helados,
las chuches y enseñamos a nuestros hijos de la misma manera.
Dependemos de montones de cosas externas para sentirnos bien.
Esperamos reconocimiento, señales de
afecto, palabras reconfortantes porque hacemos las cosas a cambio de algo y
porque situamos nuestra felicidad fuera, creyendo que ésta depende de los
demás. Esa felicidad que no sentimos la obtenemos de los alimentos dulces, lo
peor es que intentar atraer cosas hacia nosotros, pedir a cambio, solicitar
constantemente de otros genera mucha insatisfacción y es una causa frecuente de
exceso de peso y depresión.
El alcohol, por otro lado, muestra una necesidad de evasión,
casi siempre por poca aceptación de uno mismo o falta de autoestima, también
por miedo, ansiedad, cólera y otras emociones negativas. Quedarte ahí, es tener
más de lo mismo multiplicado.
Si te gustan mucho los sabores salados, los ahumados, puede
ocurrirte que impongas en exceso tu criterio, que desees en exceso que todo
funcione a tu gusto y cuando eso no ocurra, critiques, te critiques, juzgues y
te juzgues. Puede que no hayas visto esto porque no te hayas hecho consciente,
pero puedes observarte si quieres, y aprender de lo que comes.
Cuando necesitamos muchos estímulos en nuestra vida puede que
necesitemos el picante o estimulantes como el café ¿Qué tal si en lugar de
decir ”yo es que soy muy cafetera” me planteo el porqué me ocurre eso y decido
encontrar dentro de mí todos los estímulos que necesito. Tomar demasiado café,
demasiado picante no nos beneficia, pero lo más significativo es lo que se nos
puede estar diciendo a través de esta adicción.
Si te gustan los ácidos, te has puesto a observar cómo
piensas, ¿contra quién estás resentido? ¿Qué te agria el carácter? ¿Puedes ver
lo que ocurre en tu interior?
Comer mucha carne es otro indicador de la personalidad y se
relaciona con la cólera y la agresividad reprimida. Hay que morder fuerte para
desmenuzarla y triturarla. ¿Qué expresas con eso? También indica rencor y
resentimiento. ¿Necesitas mucha carne en tu dieta?
Todo habla de nosotros. ¿Cómo comemos? Despacio, masticamos
lentamente, saboreamos…Así caminamos por la vida, viviendo el momento presente.
Pero si deglutimos en lugar de comer, nunca nos paramos ante la vida, nos
comportamos de manera irreflexiva y no la saboreamos. Lo mismo ocurre si
tardamos mucho en comer, nos quedamos demasiado en el momento y no avanzamos.
Obsérvate y reflexiona. Disfruta aprendiendo de ti.
¿No te gusta nada? ¿No quieres probar cosas nuevas? Así te
comportas ante la vida, cerrado y anclado en una existencia monótona. Dejas
pasar el tren.
¿Usas el momento de la comida para discutir? ¿Te enfadas?
¿Haces negocios mientras comes? La hora de comer es un momento de silencio, de
encuentro contigo y tu cuerpo, de saborear, de agradecer.
La elección de tus alimentos es otro asunto al que dirigir la
mirada. Decidir comprar alimentos naturales es amar a tu cuerpo, es respetarlo,
es ofrecerle lo que se nos proporciona directamente de la naturaleza, alimentos
repletos de energía vital. Lo excesivamente cocinado, lo procesado no es
reconocido por nuestro organismo que muchas veces no sabe lo que hacer con
ello. ¿Has reparado en el amor, la aceptación y el respeto a ti mismo? ¿Cómo te
tratas? ¿Crees que te amas? No, si no amas tu cuerpo.
Si acumulas comida en el frigorífico por miedo a que te falte
de algo, verás que en muchas ocasiones tienes que tirar cosas porque se
estropean o las comes a lo bruto por miedo a que se estropeen. Si tu cuerpo no
lo necesita estás actuando como si fueras un cubo de basura. Es el vicio de
acumular. Además, tener miedo a carecer de comida significa que hay un
sentimiento de carencia en ti. ¿De qué se trata? ¿Lo sabes? ¿Has analizado tu
sentimiento? Puede que no puedas, porque carecer es carecer y es igual de lo
que sea. Todo es energía y el sentimiento de carencia es un potencial negativo
que será equilibrado según la naturaleza y el universo consideren. Sin embargo
si das, nada puede faltarte, ni te lo planteas, porque si das de corazón, el
ego no interviene y lo que das, lo da tu ser.
¿Comes con horario? Has elegido un director para tu vida muy
apropiado y estresante, la hora. No escuchas a tu cuerpo que te dará razones
para comer en uno u otro momento y tiene muchas. Además, tiene sus ritmos. Sí
lo sé, es difícil saltarse los horarios por los ritmos de vida en los que
estamos inmersos, pero en lo posible es mejor relajarse y disfrutar de todo lo
que acontece en la vida y por supuesto de lo que comemos.
Comer sin apetito es otra de las cosas sobre las que podemos
reflexionar. Puede que sientas que no mereces vivir, eso suele pasar cuando se
tiene una herida de rechazo. Si te observas sabrás lo que sientes sobre ti y
podrás tomar medidas. La vida es hermosa y sólo hay que agradecerla.
En definitiva, todo habla de nosotros. Este es un blog de
alimentación y nos hemos dedicado a hablar de la comida y lo que surge con
respecto a ella, pero lo somos todo. Todo lo que veo fuera lo tengo dentro. No,
no tengo comida, pero mis hábitos, mis preferencias, mis usos, mis adicciones
hablan de mí y de mis heridas. Si estoy atenta, aprendo a conocerme a través de
todo y puedo aceptarme y amarme tal y como soy, porque sé como soy.
Aceptarme es aceptar al otro, es aceptar la vida y el mundo
tal y como es. Aceptar es aceptar la experiencia, es saber que soy un ser dual inmerso en un
proceso evolutivo y de consciencia imparable. Creo que experimento y crezco
para un ego con el que estoy plenamente identificada, creo que sufro, pero no
es así. Mi alma dirige y yo sólo soy un mero observador de lo que acontece.
Equilibrado no sufro, sólo creo una realidad hermosa en la que yo tengo el
honor de participar.
Conócete, reconócete, acéptate para ser libre.
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