LAS GRASAS son compuestos orgánicos formados por
carbono, oxígeno e hidrógeno y forman el grupo más grande de aporte energético
en nuestra alimentación.
El cuerpo necesita GRASAS. Una de las recomendaciones
más peligrosas por parte de las autoridades sanitarias ha sido la de no
consumirlas, ya que éstas desempeñan un papel crucial para el organismo y
dejarlas de lado, nos expone a deficiencias
nutricionales y a degeneración física y mental. Por tanto, no se trata de
no consumirlas sino de usar lo que denominamos "GRASAS SALUDABLES"
LAS GRASAS que denominamos saludables son, las GRASAS SATURADAS de cadena media,
procedentes de aceites tropicales, como el de coco; LAS GRASAS MONOINSATURADAS, como el ácido oleico presente
principalmente en aceite de oliva y otras grasas de origen vegetal, como
las nueces, las almendras y los aguacates; y LAS GRASAS POLIINSATURADAS (AGE) de cadena larga,
presentes en el pescado, las semillas, las frutas y las hortalizas. Estas
últimas son muy importantes, ya que son alcalinas y taponan los ácidos generados a partir de la dieta y el
metabolismo. Los AGE, son
esenciales para nuestro organismo, porque éste no las puede sintetizar y
deben ser suministradas a través de la dieta.
LAS GRASAS MONOINSATURADAS como
el aceite de oliva, o la procedente de aguacates y frutos secos, se utilizan
para la obtención de energía celular, lo que significa que el organismo las usa
en lugar de los azúcares, cuando no hay un exceso de estos.
Los AGE son necesarios para el metabolismo energético y la salud del sistema inmunitario, y
fortalecen las paredes celulares, incluidas las membranas de las células de la
sangre. El aceite de lino, el de
borraja y onagra, el de pepita de uva y el de cáñamo, ayudan a la construcción de las membranas celulares,
producen hormonas y fijan y eliminan ácidos.
También fortalecen las células inmunitarias,
lubrican las articulaciones, aíslan al cuerpo de la pérdida de calor, se utilizan para sintetizar prostaglandinas, que protegen de las enfermedades cardiacas,
los ictus, la presión arterial alta, la aterosclerosis y los coágulos. Además,
pueden ayudar a aliviar la
artritis, el asma, el síndrome premenstrual, las alergias, los problemas
cutáneos, algunos trastornos del comportamiento y a mejorar la función cerebral.
Para entender
el comportamiento de los AGE, es
interesante entender antes, el valor de LOS EICOSANOIDES (ES). Estos son las primeras hormonas
desarrolladas por los primeros organismos del planeta. A diferencia de las
otras hormonas son compuestos casi invisibles, fugaces y difíciles de
identificar, ya que viven apenas unos segundos, no utilizan el torrente
sanguíneo y operan en concentraciones muy bajas, pero controlan, prácticamente
todas las funciones biológicas vitales. No se fabrican en una glándula
específica, todas las células del cuerpo pueden sintetizarlos a partir de los AGE. Son tan importantes que su buen
funcionamiento nos garantiza protección y buena salud.
Las
enzimas son esenciales en los procesos que convierten a los AGE en ES. Hay enzimas
que estimulan ES saludables
y enzimas que estimulan la
producción de ES conflictivos,
lo que significa que la competencia por los factores de activación (enzimas, vitaminas y minerales) hace
que cuanto más eicosanoides buenos
se sinteticen, se produzcan menos de ellos conflictivos. Por eso es
muy importante la labor de los AGE.
Tener el equilibrio adecuado entre las grasas
omega-3 y omega-6 es también un factor importante para una salud óptima. La relación ideal entre LAS GRASAS omega-3 y omega-6 es variable, pero siempre
cae a favor del Omega-3. En
casos de enfermedades
cardiovasculares la proporción 4/1 está relacionada con 70%
menos de mortalidad. En el caso de cáncer
de colon la proporción 2.5/1,
reduce la proliferación de las células tumorales. En el caso de cáncer de mama, resulta favorable un
consumo mucho mayor de Omega-3 que
de Omega-6, porque se reduce
igualmente la proliferación celular. Para la artritis, la proporción 2.5/1 logra
suprimir la inflamación. En pacientes con asma la mejor proporción es 5/1. Queda claro que en cualquiera de los casos, el consumo de Omega-3 debe ser mayor.
Sin embargo, la típica dieta occidental está a favor
del omega-6. El exceso de este aceite en los alimentos procesados explica el
desequilibrio en la proporción entre ambos. Este desequilibrio no nos
beneficia, ya que de hecho, habría que privilegiar el consumo de Omega-3, o cuanto menos, hacer un
consumo de ambos por igual.
Otro factor importante de los ÁCIDOS GRASOS
ESENCIALES es el aporte nutricional de ácidos grasos activados, lo que facilita la síntesis
correcta de ES saludables. Esto
quiere decir que estos ácidos ya poseen transformaciones que, de lo
contrario, deben ser hechas por nuestro organismo. Si bien los ácidos grasos esenciales pueden
ser sintetizados, el problema radica en la carencia de enzimas necesarias para
realizar el proceso.
Podemos
encontrar AGE en muchos
alimentos: Algas, Semillas,
Verduras, aceites, pescados marinos, huevos…Si bien, los aceites ofrecen una concentración
mayor, las demás opciones son muy saludables, e incorporan a la dieta principios nutricionales muy
valiosos. De elegir aceites, es
aconsejable que estos sean de primera
presión en frío y sin proceso
alguno de refinación. También es importante que estén bien envasados, en vidrios oscuros y que sean de cosechas recientes.
El cuerpo
necesita, también, GRASAS SATURADAS Las
procedentes de animales no son muy recomendables, porque la carne y
especialmente el cocinado de la misma, aportan al organismo sustancias tóxicas.
Además, si no se opta por carne
ecológica, los animales de cría estabulada, han sido tratados con montones
de productos químicos, que nuestro cuerpo sintetiza, con el consumo de la misma
y que son muy nocivos. LA GRASA SATURADA beneficiosa por
excelencia es EL ACEITE DE COCO.
Uno de sus componentes el ácido
láurico, se encuentra en mayores proporciones en la leche
materna y en este aceite.
El mito que
dice que LAS GRASAS SATURADAS causan enfermedades cardíacas ha sido,
sin duda, perjudicial, para el consumo de éstas. Aunque probablemente empezó
como una estrategia de marketing para apoyar el uso de Crisco, marca de una grasa alimentaria hecha
completamente de aceite vegetal
hidrogenado y muy popular en los Estados
Unidos, esta creencia erronea comenzó a solidificarse a mediados de la
década de 1950, cuando el Dr. Ancel Keys publicó un artículo
relacionando el consumo de grasas saturadas con la mortalidad por enfermedades
cardíacas. No era un estudio serio, pero se tuvo en cuenta y se inició una
campaña para desaconsejar el consumo de GRASAS SATURADAS. Sin embargo, éstas son las favoritas del cuerpo
para producir energía. No hay que consumirlas en exceso, pero tampoco
descartarlas.
LAS GRASAS SATURADAS brindan un importante número de
beneficios a la salud. Son necesarias para el funcionamiento adecuado de las membranas celulares, el corazón, la
asimilación de calcio para los huesos, el hígado, los pulmones, la síntesis de
hormonas, el sistema inmunológico, la regulación genética y para
reducir el apetito.
En concreto el ACEITE DE COCO:
Ayuda en la digestión y absorción de vitaminas y
amino-ácidos solubles en grasas. Es un potente anti-vírico, anti-bacteriano, y
un perfecto fungicida en dietas anti-cándida. Ayuda a estabilizar los niveles
de azúcar en sangre y reduce los síntomas de la hipoglucémia y diabetes.
Incrementa la absorción de calcio y magnesio y ayuda al cuerpo a usar más
eficientemente los Ácidos Grasos Esenciales, Omega 3, 6 y 9. Apoya la
salud cardiovascular y no contiene Colesterol. Es un precursor de la
progesterona y la DHEA, componentes anti-envejecimiento.
LAS GRASAS proporcionan una fuente concentrada de energía en la alimentación y brindan los bloques de construcción para
las membranas celulares y otra variedad de hormonas. Además, actúan como transportadores de importantes vitaminas
solubles en grasa como la A, D, E y K. Las grasas alimenticias también son
necesarias para la conversión de caroteno en vitamina A, la absorción de
minerales y para otro gran número de procesos biológicos. Son, igualmente, el combustible esencial para el corazón y
también son utilizadas como combustible durante el consumo de energía.
Aproximadamente
el 20% de nuestras calorías deberían
proceder de GRASAS SALUDABLES. Al igual que los hidratos de carbono, son combustible
para nuestro cuerpo, pero mucho más efectivo. Además de protegernos del frío, proporcionan
energía para el funcionamiento corporal. Como fuente concentrada de
energía y calor, el cuerpo recurre a las reservas de GRASA cuando lo necesita. De cada gramo de GRASA obtiene 9
calorías, más del doble de las que aportan los carbohidratos y proteínas.
El exceso de GRASA se
utiliza en distintos tipos de tejidos, pero en su mayoría se almacena en las
células adiposas que sirven como aislante y protección para los diferentes
órganos. Además, ayudan a que la piel y el cabello estén sanos ya que promueven
la utilización de las vitaminas A, D, E
y K a través del torrente sanguíneo.
No lo dudes,
consume frutos secos, semillas, algas, aceitunas, coco… y sus aceites. Son
buenas fuentes de GRASAS SALUDABLES.
Los AGE están, en
concentraciones más elevadas en el aceite
de lino, el de chía, el de borraja y el de cáñamo. El aceite de semillas de pomelo es una fuente excelente de un ácido linoleico conjugado, ALC u Omega-5, muy saludable. El aceite de coco es una grasa de
cadena media, que es enviada directamente al hígado para que la incorpore
al torrente sanguíneo, y ésta se convierta en fuente de energía inmediata para nuestro cerebro. Es también muy saludable.
Es
importante aprovechar los beneficios de los aceites en ensaladas u
otros preparados con alimentos crudos, ya que los aceites pierden sus
maravillosas propiedades cuando se calientan.
(Puedes encontrar más información respecto a las
grasas en este Blog, en Los artículos: “LA REFINACIÓN DE LOS
ACEITES”, “LOS PROBLEMAS DE LAS GRASAS TRANS”, “COLESTEROL” “PSEUDOGRAS” y “LAS
GRASAS DE LA LECHE VACUNA”).
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