Estimada Tristeza:
Hoy quiero hablar contigo y acompañarte. Qué poco te
entendemos los humanos, y cuánto esfuerzo loco por escapar de tu dolor sanador.
Por eso, hoy quiero reconocerte en la necesidad tan humana de acompañarme
en mi propia tristeza, y en este deseo de mostrar tu realidad más profunda, para poder así
desde mí, sentirte y aprender a acompañar en la tristeza de tantos seres
sufrientes.
Te he sentido en sucesos traumáticos que me desbordaron.
También te siento en otros momentos sin previo aviso, ni aparente causa. Sé que
existes porque te vivo. Y siento que una parte de mí quiere zafarme de tu
abrazo. Y te percibo en dos aspectos muy diferentes, por un lado la auténtica
tristeza y por otro este drama confuso que en realidad oculta
otra emoción más real. Intentaré acompañarte en ambas facetas, con cariño
hacia la primera para descansar contigo y hacia la segunda para ayudarte a mostrar
con amor tu auténtico sentir escondido. Tú me has mostrado que los dos
caminos acaban en una liberación emocional y una reconciliación con uno
mismo y con la vida.
Las mil caras de mi
tristeza
Me cuesta reconocerte tristeza, entre otras cosas porque a
veces te idealizo en mi mente. Me invento como tú deberías ser, y como yo
debería sentirte en cada momento. Pero necesito simplemente acompañarte
tristeza cuando te siento, abriéndome a la sorpresa de que no sé cómo eres en
cada instante.
Ahora te dejo hablar a ti querida tristeza. Es tu turno de
señalarnos como te muestras en nosotros. Quiero que hables como emoción integrada.
Como tristeza en unidad con todo mi cuerpo-mente-intuición. Como emoción
conectada a la esencia humana. Y si te parece empieza por tus caras más claras
e intensas, y sigue por tus caras que pasan más desapercibidas:
Soy tu tristeza. En ti estoy, y te agradezco que me
escuches. Necesitas escucharme para sanarte de tus heridas. Soy tu emoción. Soy
tu sentir ante esto que te duele y te abruma. Descansa en mí. Siénteme en
tu cuerpo, en tu pecho, en la garganta. Suelta tu vientre. Respírame. No tienes
que hacer nada, solo hundirte en mis brazos amorosos. Sí querido, sé que buscas
el amor, y yo en el fondo soy este amor auténtico que te une, te acoge y que
tanto anhelas. Llora en mí. Gime en mí. Descansa en mí.
Soy tu dolor y
tu sufrimiento.
Te acompaño con frecuencia. Estoy en tu cuerpo y en tu sentir. También duelo en
tu mente y en todo tu existir. Soy crisis y duelo. Te guío despacio cuando
pierdes a alguien querido. Te llevo hacia adentro. Y te conecto con lo más
importante, que es tu propio corazón. Respira y sostenme con valor,
y así nacerá en ti este corazón resiliente que acoge y sana todas tus
heridas. Sostenme desde tu corazón compasivo y humano, al servicio de la
Vida.
Soy tu pena y
tu aflicción.
Soy tu llanto. Soy esta inmensa sensación de pérdida y falta. Te
ayudo a llorar y soltar todo el dolor inmenso que sientes. Permítete
sentirme y deja que te desborde. Yo te lavo tus entrañas. Hasta que
un nuevo día renazca desde tu pecho húmedo.
Soy
tu pesar y tu abatimiento. Soy este peso inmenso que parece hundirte sin remedio. Soy
el reconocimiento de tanto esfuerzo por vivir. Estoy en tus hombros y en todo
tu cuerpo. Déjame estar en ti, en este rato. Siénteme en todas tus
células. Solo así podrás conocerme y notar todo aquello que necesitas soltar y
liberar de tu vida. Soy amor en forma de pesadumbre. Soy liberación en medio de
la desolación creativa.
Soy
tu disgusto y tu desdicha. Soy todo lo que no te gusta y te hace sentir herido y
acabado. Soy tu sentimiento de falta de dicha y gusto. De ser un desgraciado. Y
desde mí, parece que la vida ha perdido su ilusión, y que nunca más podrás
confiar en nadie. Aunque en realidad no es así, ya que yo soy un viajero
temporal. Siénteme despacio. No huyas de mí y atiéndeme. Soy solo una
emoción que si me escuchas te remuevo y te renuevo. Y luego me marcho
clarificándote y dejándote un poso de paz y amor.
Soy tu frustración. Soy esta sensación de que la vida
te puede siempre. De que hagas lo que hagas, todo va a salir mal. De que no
lograrás lo que deseas. Soy tu desesperación. Muchas personas dicen que no hay
que sentir tristeza, ni mucho menos sentirme a mí. La sociedad reniega
su frustración y su crisis. Ya sé que no os gusto. Con cariño,
gira tu mirada hacia mí, siénteme en profundidad, y podrás abrir
la llave del alma humana. Con amor a mí, despertaras a la realidad de la
vulnerabilidad y sensibilidad que habita en ti y en todo los humanos. Y ya no
esperarás aquello que la vida no puede darte. Ya que en realidad, como
frustración, soy un regalo imprevisto para ti. Y toda crisis, pérdida, fracaso,
conflicto y error, te aportan nuevos y sorprendentes presentes para descubrir
quién realmente eres.
Soy tu depresión. Soy tanta tristeza no reconocida
que al final me hundo contigo en una muerte en vida. Soy la anestesia emocional.
Soy la negación de tu sentir, de tu enfado, de tu rabia de tu miedo… y también
de tu alegría. Vengo a ti para que me escuches. Vengo a ti para que te des
cuenta de que no es sano que sigas negando tus emociones. No pasa nada porque
te visite. Permite que te visite. No me niegues a mí también. Soy tu
depresión, y juntos podremos encontrar una vía para sanar y para gestionar
mejor tu vida emocional.
Soy
tu amargura y tu desaliento. Soy la pérdida del sentido de tu vida. Soy un
síntoma que te señala tu propio agotamiento existencial si me miras de
frente. Siénteme en todo mi sabor amargo y en toda mi falta de aire.
Sé que cuesta, más así podrás conectar con lo que realmente necesitas. Tal vez
hayas perseguido ideales en tu vida, más yo te ayudo a apartar lo que ya no te
sirve. También te obligo a parar y entrar dentro de ti, para que
puedas conectar con tu propia esencia.
Soy tu decepción,
tu desilusión y tu resignación. Soy tu forma de seguir limpiando lo que ya no te
sirve. Te ayudo a cambiar y adaptarte a lo nuevo. Conmigo puedes soltar lo
caduco. Y si te resignas, te mostraré el dolor del estancamiento. Soy tristeza
pasajera. Soy el dolor de perder ideales. Escúchame en profundidad.
Soy energía para soltar y seguir adelante.
Soy tu soledad. Soy esta sensación de estar
separado y apartado de los demás. Soy un ego que me resisto a unirme a los
demás. Soy la arrogancia de cuidar sólo de lo mío. Y soy la culpa por no ser
suficientemente digno y adecuado frente a los demás. Me muestro
como vergüenza y estoy en la creencia de que soy tan raro que nadie
podrá quererme. Sé que tratas de negarme y te fuerzas a unirte a otros, creando
una pareja e incluso teniendo hijos, pero sigues sintiéndote solo aún en
compañía de todos tus amigos. Y sé que culpas a los demás de dejarte solo,
cuando en realidad es la propia tristeza solitaria que sientes profundamente en
todo tu ser. Habítate en tu soledad. Y así, desde tu reconocerme en ti, yo
te mostraré el camino del auténtico amor.
Soy
tu nostalgia y tu melancolía. Soy estas sensaciones que surgen de sentir tu fría
soledad y el calor del deseo ardiente de este amor perdido. Yo te recuerdo
todos estos momentos en que te amaste a ti y amaste a otros. Soy el que
saco fotos del álbum de tu vida y anhelo el calor del abrazo. Soy el impulso de
tu tristeza. Déjate llevar por mi fuego. Soy la fuerza de tu nueva vida
compasiva que nace a mi abrigo.
Soy
tu aburrimiento y tu desgana. Soy esta sensación de que nada ni nadie te llena.
Soy esta tristeza profunda que te sumerge en la huida de ti mismo y
en la procrastinación compulsiva. Yo te ayudo a descubrir que en el fondo estás
triste y necesitado de amor a ti mismo. Aparta un instante
tus placeres efímeros y siénteme en todo mi hastío, así despertaré en
ti la semilla del deseo generoso y transformador. Te ayudaré a librarte de lo
que no quieres en tu vida. Y de la desesperación de tus días, despertarás a la
estima hacia ti y al servicio comprometido y centrado a los demás.
Soy tu pesimismo. Y soy en el fondo toda tu sensación
de infelicidad. Soy este sentimiento indefinido de que todo está mal y que
nada podrá ayudarme. Te muestro día a día tu tristeza más enquistada. Y si me
escuchas bien, notarás que no soy contrario al optimismo, sino una forma de huir
de la realidad que creo que me ha dañado. Entra en mí. Abrázame. Permite
que tu infelicidad te cale hasta tus queridos huesos humanos. Siente como tu
aparente negatividad es en realidad una forma de protegerte y
cuidarte. Descansa en tu paz que da la bienvenida a tu infelicidad. Y
si surge la risa o la emoción que sea, abrázala con cariño.
Acompañar en el dolor y
mi tristeza real
Muchas gracias tristeza por mostrarte tan desnuda. Te siento
más cercana y dentro de mí. Lo he notado; cuando te escucho y te dejas ser
emoción y tristeza, tú me llevas a una resolución sanadora. Por tanto, aprendo
que acompañar en la tristeza y el dolor es tan sencillo como estar en lo que
siento, permitirte y darte la bienvenida en todo lo que está ocurriendo dentro
de mí. Ser tristeza. Dejar que hables y seas sentida. Dejar de huir y
permanecer con cariño en tu campo emocional.
Sé que a veces nos costará acompañarnos solos. Y tal vez al
principio nos ayude dejarnos acompañar por algún amigo que sepa estar presente.
Aunque también necesito aprender a confiar en ti, mi querida tristeza, y
permitirme autoacogerme. En realidad no eres sólo una simple emoción, sino mi
presencia plena de amor que acoge la emoción y todo mi ser. No hay
recetas, solo estar ahí contigo. Solo dejar que hables, como hiciste en cada
una de tus caras. Y siento que no es necesario el lograr etiquetarte en cada
forma de tristeza, pues no siempre es posible o apareces entremezclada en
infinidad de matices emocionales. Basta con estar presente y habitarte en lo
que estamos sintiendo.
Acompañar en la
tristeza que se oculta tras mis máscaras dramáticas y escapistas
Querida tristeza, veo que con frecuencia vienes
contaminada de pensamientos, emociones e instintos de huida. No me es fácil
escucharte claramente. Hay mucha complejidad en mí. Y en todo este caos
fragmentado me pierdo constantemente. Sé por el apartado de las mil caras de la
tristeza que puedes mostrarte de forma más integrada y auténtica, pero cuando
no es así ¿Qué hago?
Siento que si me abro a esta parte de mí que ama y acoge todo
lo que soy, si me apoyo en este sencillo gesto de empezar a amarme y
autoestimarme en mis propios errores y confusiones, poco a poco irás emergiendo
como tristeza auténtica. Por tanto, quiero ensayar día tras día este arte
de autoestima profunda. De abrazar con firmeza mis máscaras y mis escapes,
aunque sea sacando la espada de la compasión, esa espada que hiere con amor y
me ayuda a parar y cambiar realmente.
Por tanto, cuando te muestras como pseudo-tristeza dramática,
intentare ver que detrás estás tú, mi querida tristeza auténtica. Y veré como
se disipa este humo que no es real, hasta sentirte y poder acompañar en la
tristeza genuina.
FUENTES:
Interser Ediciones
Hola
ResponderEliminarEncontre tu blog buscando una imagen. Interesante Descripcion. Disfrutas mucho tu escritura.
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