
Existe un cuento español
en el que aparece una viejecita a la que se identifica con la diosa Neith de los egipcios, la
virgen-madre del Asia Occidental, el símbolo del primer principio eterno de
todo lo que hay. Es la personificación del fuego celeste, del fuego
cósmico oculto y misterioso, al que todo
debe su existencia. El sol que muere
cada tarde y nace cada mañana, lo hace
del vientre de Neith. Neith era adorada por los egipcios como la madre del sol, en los templos dedicados a ella se leía: “ningún mortal ha levantado mi velo; el
fruto de mis entrañas es el sol”.
La mitología nos lleva a Neith como el principio de
la vida, al sol. El sol es una estrella, una enorme esfera
de gas caliente que está girando y brillando. Un punto de energía que
proporciona luz y calor a todos los
seres vivos, pero tiene otras particularidades, a cual más significativas y
valiosas. Como dato curioso, la ciencia afirma que la energía que desprende el sol, en hora punta, podría abastecer
las necesidades energéticas del mundo durante todo un año. No sabemos cómo
aprovechar esa energía. Sin embargo, nuestro cuerpo lo hace de manera muy
eficiente, al igual que el resto de los seres vivos.

El sol nos gusta, nos encanta ponernos morenos, ese colorcito
que nos da es favorecedor y aunque nos exponemos
al sol a cualquier hora, no dejamos
que nos toque realmente, porque hemos llegado a tenerle miedo y nos embadurnarnos
de potingues bronceadores. Sería
mejor dejarse abrazar por él a esas horas en las que es suave, directamente y sin protectores. En algunas zonas de Andalucía se dice que en las horas de
la siesta, no es el sol el que nos
visita, sino su madre. Ella se lleva a los niños que no están al fresquito y a
la sombra. La madre del sol aparece en las horas en las que este es más intenso,
las horas en las que nuestra piel puede verse más perturbada, las horas en las
que nos podemos quemar.
Pero, ¿qué más nos da
el sol? Vida, sí. Es nuestra principal fuente
de energía y nos aporta la luz y el calor
claves para la vida en la tierra. No obstante, cuando nos exponemos a él, no
somos conscientes de que nos está regalando una vitamina muy importante para nuestra salud: La vitamina D. Hay muchos estudios que nos hablan de este dato. Las
investigaciones demuestran que esta vitamina
está implicada en la biología de todas las células y tejidos del cuerpo. Las
células necesitan la forma activa de vitamina
D, para tener acceso a las copias
genéticas almacenadas en su interior.
Cuando estamos expuestos a los rayos de sol, toda la energía del astro rey llega a nuestra
piel y penetra en nuestro interior. Podría ser exagerado alertar
constantemente de los peligros de los baños
de sol sin hablar de los beneficios, porque muchos importantes procesos biológicos se producen en la
piel ante la energía que este emite. Los rayos
del sol no solo crean vitamina D,
también producen beta-endorfinas, óxido
nítrico y toda una serie de otras sustancias químicas. Las beta-endorfinas nos hacen sentir bien y
el óxido nítrico puede ayudar a bajar la presión arterial. También es
importante entender que la atmósfera absorbe la mayor parte de la radiación
dañina que el sol libera, incluyendo
los rayos X, radiación gamma y radiación
ultravioleta C (UVC).

La vitamina D es definida como un grupo de secosteroides que son solubles en grasa en la naturaleza.
Este grupo ayuda al intestino a absorber
magnesio, calcio, hierro zinc y
fosfatos. Las vitaminas D3 y la D2
son muy importantes para el crecimiento y el desarrollo corporal humano. El
cuerpo por sí solo, no puede producir estos componentes, por lo que es muy
aconsejable exponerse al sol.
La vitamina D gobierna el desarrollo de diferentes
células y las actividades de crecimiento celular y es esencial para
muchas de las actividades que el cuerpo realiza. El crecimiento de los huesos requiere mucha vitamina D, ya que ésta ayuda a que el calcio sea absorbido. Ayuda también al crecimiento y desarrollo de todos los músculos del cuerpo, incluido el corazón, a la creación de
tejido graso, y de células
cerebrales. Por esto, entre otras cosas, está considerada un nutriente esencial. También ayuda en el
control del metabolismo y las funciones
inmunes que tienen lugar en el organismo. Pero nos falta vitamina D.
Curiosamente, aquí en España,
lugar en el que el sol luce intensamente
una gran parte del año, la mayoría de españoles tienen déficit de esta vitamina. Habitualmente, no conocemos este dato ni
tampoco nuestros médicos, porque es un valor que no se tiene siempre en cuenta
en las analíticas. Sin embargo, los
estudios dicen que aproximadamente el 84%
de los jóvenes españoles tiene insuficiencia de vitamina D. Esto también se llama hipovitaminosis D, y el porcentaje se eleva hasta el 87% en el caso de las personas mayores
de 64 años y se reduce al 50% para el resto de la población.

La vitamina D se produce en la piel, y luego el hígado la convierte en forma de 25-hidroxivitamina D la forma principalmente circulante.
Posteriormente, ésta se dirige a los
riñones, donde se convierte en 1,25
dihidroxi vitamina D.
Existen numerosos factores
biológicos que afectan la producción
o síntesis de esta vitamina,
estos incluyen, la edad, el grado de
pigmentación, el estilo de ropa, la poca exposición a la luz solar, el uso excesivo de
fotoprotectores, la contaminación ambiental y las estaciones del año.
La vitamina D no puede ser sintetizada cuando se
usan lociones protectoras, pero el
problema se agrava porque muchos de estos potingues,
contienen sustancias muy perjudiciales para la piel y la salud. De hecho, en las cantidades recomendadas por la
Organización Mundial de la Salud (OMS),
los fotoprotectores disminuyen la síntesis cutánea de vitamina D e,
incluso, pueden llegar a bloquearla por completo.
Por otro lado, según envejecemos la piel se hace más gruesa
y deja pasar peor los beneficiosos rayos
solares. Una persona joven puede absorber más vitamina D que un anciano. Como si conocieran su necesidad corporal
de vitamina D, a los ancianos les
encanta el solecito. Es muy común
encontrar a personas mayores en los bancos de los parques o los poyetes y
verles pasear en todas las estaciones del año.

Además, el pigmento de
la melanina en la piel es un protector solar natural, que absorbe la luz ultravioleta que nos llega. Dicho
protector bloquea la eficiencia del cuerpo para producir vitamina D. Como resultado, las personas de piel oscura necesitan más
exposición al sol que las personas de piel
clara, para producir la misma cantidad de vitamina D. Puede que este afán por ponernos morenos nos esté
perjudicando realmente, ya que, por un lado, cuando tenemos ese color que
consideramos óptimo, disminuye nuestra capacidad de absorción de la vitamina D y por otro, nuestro moreno suele
ser el resultado de un proceso en el que los fotoprotectores son protagonistas.
Según las investigaciones, la vitamina D se produce en la piel entre las 10 am y hasta las 3 pm,
por la misma razón que sólo se genera vitamina D en la primavera, verano y
otoño. Por la mañana muy temprano y por la tarde, los rayos del sol son muy suaves y son absorbidos por la capa de
ozono. Como resultado de ello, no se sintetiza vitamina D. No obstante,
este dato debe sumarse a la altitud y latitud
de la zona de referencia, porque cuando el
sol está alto y en ciertas zonas, el calor es intenso y la exposición debe
hacerse con precaución.
La vitamina D mejora la función inmunológica. La esclerosis
e incluso la diabetes tipo 1 parecen
estar estrechamente ligadas a la deficiencia
de vitamina D. Hay datos que demuestran que las personas que viven en el ecuador, tienen una probabilidad 15 veces menor de desarrollar diabetes tipo 1, que las que viven en
el extremo norte.
En
los últimos años, los científicos han llegado a reconocer que un gen que se encuentra en la glándula pituitaria llamado gen proopiomelanocortina (POMC) también
se encuentra en las células cutáneas.
Cuando la piel está expuesta a la radiación UVB, ese gen se activa.
Según
el Dr. Michael F. Holick, el gen POMC produce una hormona llamada corticotropina (ACTH). Esta hormona
le indica a las glándulas suprarrenales
que produzcan cortisol, este cortisol puede ayudar a modular el sistema inmunológico. El mismo gen regula también otros tipos de actividad inflamatoria. Esto podría
explicar el hecho de que la exposición
al sol ayude a reducir el riesgo de enfermedades
autoinmunes.

La investigación también ha demostrado que las mujeres que
tienen una mayor síntesis de vitamina D
reducen el riesgo de artritis reumatoide
en aproximadamente un 44%. De la
misma forma que tener un nivel de 25-hidroxivitamina
D de 38 nanogramos por mililitro parece reducir en un 50% el riesgo de infecciones en el tracto respiratorio superior.
También se ha demostrado que las células inmunes conocidas como macrófagos
activan la vitamina D con el fin
de programar a las células inmunes
para que ayuden a combatir infecciones como la tuberculosis, además de otras. Esto podría significar que la vitamina D adopta un papel importante en
el desarrollo de infecciones, en general.
A
finales del siglo XX, los
investigadores supieron que el
intestino, los huesos y los riñones, órganos que regulan el metabolismo del calcio, tienen receptores de vitamina D. Estos receptores
de vitamina D interactúan con la
forma activa que desbloquea la información
genética, la cual aumenta la absorción
de calcio en el intestino, ayuda a movilizar el calcio de los huesos, y
mantiene el calcio en los riñones. También supieron que estas células y tejidos no son las únicas que
tienen receptores de vitamina D,
sino también el colon, la próstata, las mamas,
el cerebro, el corazón, la sangre… Esto llevó a la conclusión de que los receptores
de vitamina D que se encuentran por
todo el cuerpo podrían tener una importante función anticancerígena. Según el Dr. Holick, la vitamina D
trabaja localmente a nivel celular, ya
que activa y desactiva alrededor de 290
genes, lo que podría explicar su actividad protectora frente al cáncer.
Se
han hecho estudios serios al respecto. Por ejemplo, en una investigación
realizada en Canadá, se demostró que
las mujeres que tenían más exposición a los rayos del sol en la adolescencia y
edad adulta tenían un riesgo 69 %
menor de desarrollar cáncer de mama.
Esto podría significar también que con una exposición al sol saludable, la 25
hidroxivitamina D se podría activar en la próstata, el colon, las mamas y el cerebro. Esta vitamina D activada tiene la capacidad
de regular hasta 2000 genes en el
cuerpo, ya sea directa o indirectamente. Estos genes han estado relacionados con el control de más de 80 diferentes procesos metabólicos y con una mejor reparación del ADN.

También
se ha asociado la deficiencia de vitamina
D con trastornos cerebrales y neurológicos como el alzhéimer, la esquizofrenia, la enfermedad de Parkinson, el derrame
cerebral, la epilepsia y la depresión. Hay datos que confirman que en
países en los que el sol está
prácticamente escondido todo el año, los trastornos
depresivos y las enfermedades neurológicas se multiplican.
Se cree también que la vitamina
D es importante para la salud
cardiovascular, ya que la exposición al sol y el óxido nítrico
que se produce en la piel causan vasodilatación
y ayudan a reducir la presión arterial.
Además ayudan a disminuir el riesgo de enfermedad
vascular periférica e infarto de miocardio.
El
óxido nítrico ayuda también a
inducir la producción de melanina, a mejorar
la función inmunológica y la cicatrización de las heridas. Además, tiene efectos antimicrobianos. Tomar el sol tiene muchísimos beneficios, estos
y otros más. Una exposición razonable, sin protección y a horas en las que el sol no dañe nuestra piel es saludable. Siempre, deberíamos tener
unos niveles de vitamina D entre 40 y 60 ng/ml. En España, el sol luce gran parte del año. No
rechacemos esa estupenda posibilidad y ese maravilloso regalo que la naturaleza
nos ofrece.
El sol da luz a todas
las cosas con sus propias reservas, y efectúa una copiosa distribución no sólo
en el cielo y en el aire sino también sobre la tierra, y en lo más profundo del
abismo.
Agrippa
C. (1533) De occulta philosophia, Libro II, Cap. XXXII, Buenos Aires: Editorial
Kier.

Un día vi ponerse el
sol cuarenta y tres veces. (…) Cuando uno está verdaderamente triste son
agradables las puestas de sol.”
Saint Exupéry, A.
(1971), "El Principito"
FUENTES:
El Folk-lore Andaluz.
La Sociedad del Folklore Andaluz. Francisco Álvarez y C.a, editores. Sevilla,
1882-1883.
The vitamin D solution.
Michael F. Holick. Ph. D., M.D. y Andrew Weil. Febrero, 2011. Versión Kindle.
Tapa blanda.
Vitamin
D- The sunshime Miracle Vitamin. Thomas James Fox. 2015. Kindle edition. Tapa
blanda.

No hay comentarios :
Publicar un comentario