
“El maíz de las palomitas es un maíz
marchito, subdesarrollado. Las espigas pequeñas que daban ese grano duro se
tiraban. Un día alguien tuvo la idea de separar esas espigas de las grandes y
colocó los granos de las mazorcas en una olla al fuego, con la esperanza de que
los granos se ablandaran y pudiesen ser comidos. Al principio usó agua, pero el
experimento fracasó, después probó con aceite. Nadie podría haber imaginado lo
qué entonces sucedió. Aparecieron las palomitas de maíz. La oruga se convirtió
en mariposa”.

Las palomitas de maíz son, en origen, un
beneficioso alimento, según fue constatado
hace algunos años por la Sociedad
Americana de Química, quien publicó un informe científico en el que
analizaban y descubrían los diferentes beneficios nutricionales que aportaban
las palomitas de maíz.
Las
palomitas caseras son ricas en fibra, útil para reducir los niveles
altos tanto de colesterol como
de triglicéridos, ya que ayuda
a eliminar el exceso de grasas presente en nuestros vasos sanguíneos y arterias. Son, además, un alimento excelente
para personas con diabetes, ya
que su alto contenido en fibra
ralentiza y regula el paso de glucosa
a la sangre y ayuda a mejorar los niveles
de insulina.
Por
otra parte las palomitas de maíz son
muy ricas en antioxidantes,
especialmente en polifenoles,
los cuales ayudan a reducir los efectos de los radicales libres. A esta cualidad debemos sumarle su bajo contenido
tanto en grasas como en calorías. De hecho, un cuenco o taza de palomitas de maíz aporta sólo 45 calorías.

La
costumbre de comer palomitas en el
cine fue estrenada en Estados Unidos
entre 1929 y 1933, la época de la Gran
Depresión, que llevó a trece millones de norteamericanos al paro.
Entonces, el principal medio de evasión era el cine, un espectáculo
asequible para todos los bolsillos. En los cines, los empobrecidos espectadores
compraban palomitas, ya que sólo
podían permitirse ese alimento. Las palomitas
eran elaboradas al instante con una materia prima tan abundante en EE UU como los granos de maíz. En
aquella época en la que tanta gente pasaba hambre, los vendedores de palomitas cosecharon unos beneficios de
hasta el 2.500%.
A
partir de ahí, las palomitas se
convirtieron en un snack que no
podía faltar en el cine y después en los hogares. Ante esta fama imparable, la
sociedad de consumo se frotó las manos y ha convertido las palomitas en un alimento
común, poco saludable, repleto de grasas trans y saborizantes, hay palomitas de mil tipos y maneras.
Además se preparan y envasan para el microondas
lo que empeora su calidad nutricional.
Otro
problema añadido es que el maíz puede ser transgénico.
Aunque la mayoría de los transgénicos
se cultivan en Estados Unidos, Argentina,
Canadá y Brasil, España es el único país de la Unión Europea donde se cultivan transgénicos a una escala importante. Según las estimaciones del Ministerio de Agricultura, Alimentación y
Medio Ambiente (MAGRAMA) en 2014
se sembraron 131.537,67 hectáreas.
Sin embargo, la experiencia de Greenpeace
demuestra que estos datos no son fiables, por lo que desde hace años se
solicita la información directamente a los Gobiernos
de las comunidades autónomas, que no coinciden con los del Ministerio.
El
maíz Bt ha sido modificado genéticamente para producir un insecticida desde que
germina hasta que se cosecha, que aunque ha sido declarado como inofensivo en
múltiples ocasiones, es tóxico. La
industria biotecnológica afirma que la toxina
Bt es totalmente absorbida en el intestino, pero eso no es real, porque se ha
encontrado en muestras de sangre humana e incluso en el feto, es decir, se
transmite de madre a hijo, y persiste durante mucho más tiempo de lo que se
informa. Es evidente que la toxina es
tan perjudicial para los seres humanos como las plagas.
En
concreto, la toxina fue identificada
en el 93% de las mujeres
embarazadas, en el 80% de la sangre
umbilical de sus bebés, y en el 67%
de las mujeres no embarazadas que fueron analizadas. Existen suficientes
pruebas que demuestran que la toxina Bt
producida en cultivos transgénicos o
modificados genéticamente como el maíz, es tóxica para los seres humanos y mamíferos y desencadena
respuestas en el sistema inmunológico.
Por
ejemplo, en una investigación patrocinada por el gobierno en Italia, los ratones alimentados con maíz Bt de Monsanto mostraron una
amplia gama de respuestas inmunes, tales como anticuerpos elevados, un aumento en las citoquinas, que están
asociadas a respuestas alérgicas e
inflamatorias. Las interleucinas,
una citoquina específica que mostró
estar elevada, aparecen también elevadas en los seres humanos que sufren de una
amplia gama de trastornos, desde artritis
y enfermedad inflamatoria intestinal, hasta esclerosis múltiple y cáncer. Células
T elevadas (gamma delta), que se
incrementan en las personas con asma,
y en niños con alergias a los alimentos, con artritis juvenil y
enfermedades del tejido conectivo…

Las
ratas alimentadas con otra de las variedades de maíz Bt de Monsanto, llamado MON
863, también experimentaron una activación en su sistema inmunológico, mostrando un mayor número de basófilos, linfocitos y células blancas en
la sangre. Esto puede indicar posibles alergias, infecciones, toxinas, y varios estados de enfermedad, incluido
el cáncer. También hubo signos de toxicidad
hepática y renal.
Para
hacer palomitas necesitamos un tipo
específico de maíz denominado maíz
palomero, que en un principio, no es transgénico
en España. Este maíz se diferencia de las otras especies de maíz por tener
el pericarpio grueso, lo que permite que la presión que genera el calor en el
agua que contiene el grano termine por abrirlo completamente. El almidón contenido en su interior se
vuelve gelatinoso con el calor. Cuando el grano se abre, el almidón se enfría otorgando a las palomitas de maíz su forma peculiar.
Si
el maíz no es transgénico y las palomitas se preparan de forma casera
con ingredientes de calidad, estamos ante un snack saludable, pero si optamos por las palomitas comerciales nos podemos encontrar con algunos problemas.
A
veces hemos comprado palomitas con
sabor a mantequilla. Este sabor se
debe a un saborizante artificial llamado diacetilo,
que es un subproducto natural de la fermentación encontrado en la mantequilla, la cerveza y el vinagre... y
también una sustancia química producida
sintéticamente por las empresas alimenticias, ya que le da a los alimentos un
irresistible sabor y aroma a mantequilla.

Muchas
compañías que fabrican las palomitas
de microondas ya han dejado de utilizar el diacetilo
sintético, ya que ha sido relacionado con daño pulmonar en personas que trabajan en sus fábricas. Pero ahora
un nuevo estudio de la Universidad de
Minnesota muestra que el diacetilo
no sólo es peligroso para los pulmones
de los trabajadores, sino que también puede ser un riesgo para el cerebro.
El diacetilo sintetizado
artificialmente ha sido usado
durante muchas décadas como un saborizante
de alimentos, pero contadas veces o nunca ha sido identificado específicamente,
ya que se utiliza sólo o en combinación con otros ingredientes químicos para
producir un sabor artificial a mantequilla.
En
las etiquetas es descrito como “sabor
artificial” o “sabor artificial a
mantequilla”, si es identificado. Los trabajadores y trabajadoras
involucrados en su fabricación, normalmente manipulan el diacetilo como un líquido amarillento en las diversas etapas de
mezcla durante la producción, aunque los riesgos de inhalar los vapores, que
son muchos, no están confinados al proceso de la mezcla.
El
diacetilo manufacturado es usado en
una amplia variedad de saborizantes de
alimentos empleados en la producción de alimentos congelados y entremeses, confituras, comidas precocinadas,
productos lácteos, entre los que se encuentran los quesos procesados, la crema agria y el requesón, preparados comerciales
para hornear, glaseados, aderezos para ensaladas, salsas, marinadas y otros
alimentos y bebidas elaborados, incluyendo las palomitas de maíz.

Los
investigadores que realizan estudios de laboratorio han revelado que el diacetilo tiene varias propiedades
preocupantes para la salud del cerebro. No
sólo puede atravesar la barrera cráneo-encefálica,
que está destinada a mantener las toxinas
fuera del cerebro, sino también puede hacer que las proteínas cerebrales se plieguen en forma de beta-amiloide, un péptido vinculado
al Alzheimer. También inhibe los mecanismos que ayudan a eliminar
naturalmente el peligroso beta-amiloide
del cerebro.
Ante
los riesgos del diacetilo, muchas
compañías han dejado de usar el producto químico, reemplazándolo por otro
ingrediente llamado 2,3-pentanodiona
(PD), que también se utiliza para dar sabor
y aroma a mantequilla.
Respecto
a esta sustancia, los investigadores han revelado que el PD, también, puede conducir a una toxicidad respiratoria similar a la que causa el diacetilo. Este producto químico
fue también capaz de alterar patológicamente la expresión de los genes en el cerebro de las ratas, lo que nos
conduce a la neurotoxicidad.
Otro
compuesto conflictivo son los perfluoroalquilos
(PFC), que son productos químicos utilizados para impedir que la grasa se
filtre a través de envolturas de comida y que son ampliamente utilizados en el
empaquetado de las palomitas de maíz
para microondas. Estos
productos químicos se filtran en los alimentos y son procesados por
el cuerpo, donde pueden perturbar el sistema
endocrino y afectar a las hormonas
sexuales. El PFC se han
relacionado con la infertilidad,
enfermedades de la tiroides, cáncer, problemas del sistema inmune, y más.

Los
ingredientes de estas palomitas
saladas para microondas son maíz, grasa, sal y, en la mayoría de
los casos, antioxidantes. El maíz de
las palomitas comerciales tiene un
valor nutricional similar en todas las marcas y por ahora, no es transgénico, a no ser que proceda de EEUU. Cien gramos de maíz contienen 65 gramos de carbohidratos (principalmente almidón), unos 9 gramos de proteínas y 4 gramos de lípidos.
Cada
100 gr proporcionan unas 310 calorías. El contenido en vitaminas no es significativo. Los minerales más abundantes son potasio, fósforo, magnesio, y una
pequeña cantidad de sodio que
aumenta bastante si se añade sal común,
como es el caso de todas las palomitas
comerciales. A diferencia de otros aperitivos elaborados con harinas refinadas y azúcares sencillos,
las palomitas de maíz aportan una
cantidad apreciable de fibra, el 2,2 %.
La
grasa con la que se suelen preparar es vegetal,
pero no saludable. Algunas grasas
vegetales de las que se utilizan (palma,
palmiste o colza) tienen una elevada proporción de grasas saturadas, también se utiliza aceite vegetal hidrogenado para su preparación. La hidrogenación permite solidificar y
convertir en untables aceites vegetales
como oliva, girasol y soja, que a
temperatura ambiente son líquidos. Este proceso físico-químico de introducir moléculas
de hidrógeno en el aceite vegetal,
transforma las grasas insaturadas
del aceite en grasas saturadas y,
además, crea nuevos ácidos grasos, los
trans, que se comportan en nuestro organismo de modo similar, e incluso más
perjudicial, que las grasas saturadas.

Un
grano de maíz contiene humedad y aceite,
junto con un almidón duro, denso. A
medida que el núcleo se calienta, la humedad en el núcleo se convierte en vapor, que es almacenado dentro
del casco fuerte. Esto convierte el almidón
en una especie de gel suave y flexible. A medida que sube la presión y el
calor, el casco se rompe de repente y el almidón
se expande en una espuma aireada que crea las palomitas.
Si
te gustan las palomitas de maíz prepáralas
tú mismo en casa utilizando maíz para
palomitas ecológico y un poquito de aceite
de oliva o coco. Coloca el aceite en una olla grande, enciende el
fuego y agrega los granos. Estos irán estallando poco a poco y las
palomitas estarán preparadas para su ingestión en muy poco tiempo. A
continuación, añade tus propios condimentos naturales y sal del Himalaya. Estarán muy ricas.
“¿Sabías que las palomitas de maíz son
un alimento prehispánico originario especialmente de los territorios que hoy se
conocen como México y Perú? Las palomitas más antiguas fueron encontradas en la
Cueva de los Murciélagos de México, 5600 años antes de la colonización
española. Por otro lado, mil años antes de que se inventara la cerámica, los
antiguos habitantes de la costa peruana ya comían palomitas de maíz, que eran
consideradas un dulce al que denominaban
“pisancalla””.


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