“ES MUY POSIBLE QUE EL CÁNCER NO SEA UNA ENFERMEDAD CAUSADA
POR UN ERROR GENÉTICO SINO QUE SE TRATE DE UN PROCESO BIOLÓGICO DE
DESINTOXICACIÓN"
Coral Mateo postula que lo que llamamos cáncer quizás no sea
una enfermedad sino un proceso biológico natural de defensa que el organismo
pone en marcha cuando en un momento dado, no siendo suficientes los mecanismos
habituales de desintoxicación, decide crear tejidos nuevos -gracias a los
oncogenes- a fin de desarrollar tumores en cuyo interior depositar los residuos
tóxicos para aislarlos encapsulándolos. Los tumores, en suma, vendrían a ser
como 'cubos de basura' en los que el cuerpo deposita los desperdicios para
luego destruirlos. Y, evidentemente, si lo que postula es correcto atacar los
tumores sería un inmenso error.
Veterinaria y
homeópata. Todo un desafío si de lo que se trata es de hablar de cáncer y
conseguir hacerse oír en medio del enorme ruido que esta enfermedad produce a
diario. Sin embargo, los animales también mueren de cáncer -y por cierto, ahora
más que nunca- y su biología sirve hasta tal punto de campo de experimentación
que el actual método científico exige desarrollar modelos animales antes de
investigar con humanos. De hecho la similitud de sus reacciones orgánicas y la
capacidad de observar de una manera acelerada los mismos procesos patológicos
que se dan en humanos convirtieron hace décadas -a pesar de la oposición de
grupos contrarios a la experimentación con animales- a ratones, perros, monos y
otras especies en objeto de seguimiento en laboratorio. Y desde luego nadie
puede negar -aunque a unos les importe más que a otros- la enorme deuda que la
Medicina tiene con los millones de animales que desde entonces han muerto -y
siguen muriendo- en aras de la búsqueda de soluciones terapéuticas para las
llamadas enfermedades. Así que nadie debiera tampoco extrañarse de que los
veterinarios que trabajan directamente con ellos pudieran acabar hallando
respuestas que, valoradas con objetividad, puedan ayudarnos a entender esa gran
incógnita de nuestro tiempo que aún es el cáncer.
"He de reconocer
-nos contaría Coral Mateo- que los
veterinarios tenemos una ventaja respecto de los médicos al ser la vida de
nuestros pacientes más corta. Pasan ante nuestros ojos a cámara rápida, al
igual que su enfermedad, lo que hace más fácil el estudio. Los vemos nacer,
crecer y morir. Tenemos la oportunidad de diagnosticar y tratar a varias
generaciones de una misma familia. También podemos observar con más facilidad
el tumor, al que vemos al natural, invadiendo un territorio que no le
corresponde con el beneplácito de un organismo que sólo da facilidades. En
cambio los médicos no tienen esa visión. El paciente humano pasa por tantas
manos que se pierden el proceso. Hasta que llega al oncólogo que sólo ve el
tumor, el anatomopatólogo un trocito de tejido muerto y el bioquímico las
moléculas. Otra de nuestras ventajas es la oportunidad de aplicar diferentes tratamientos
a miembros de una misma familia con la misma patología. Incluso tenemos
experiencia con pacientes que sus dueños deciden no tratar y he de reconocer
que no sufren peor suerte que los tratados quirúrgicamente y con
quimioterápicos. Es más, me atrevería a decir que viven más y mejor".
Coral Mateo es
asturiana, se licenció en la Facultad de Veterinaria de la Universidad
Complutense de Madrid y es Especialista Universitaria en Homeopatía por la
Universidad del País Vasco. "Empecé a estudiar Homeopatía -nos diría-
porque estaba un poco decepcionada de los resultados obtenidos con los
medicamentos convencionales. Demasiado antibiótico y corticoide".
Presidenta de la Sociedad Española de Homeopatía Veterinaria Coral Mateo
colabora en el curso de doctorado que sobre Homeopatía Veterinaria se imparte
en la Universidad de Zaragoza, fue profesora y coordinadora del Máster
Universitario en Homeopatía y Salud en la Universidad del País Vasco y en la
actualidad es colaboradora de la AMHB, docente y coordinadora del grupo de
Veterinaria del Máster Universitario de Homeopatía de la Universidad de
Barcelona. Es autora, junto a José Ramón Torre, del libro Homeopatía
Veterinaria. Materia médica. Casos clínicos y comentarios. Ha publicado
numerosos artículos en revistas científicas nacionales e internacionales. Y,
sobre todo, lleva 25 años trabajando al pie del cañón en la Clínica Veterinaria
La Playa de Gijón. Una larga experiencia, pues, que le ha llevado a formular
una atrevida hipótesis, La Teoría del Incinerador, que reconoce al cáncer no
como un error genético sino como una solución biológica, una respuesta natural
de defensa del organismo contra agresiones externas y que en su libro resume de
la siguiente manera: "Soy consciente del tremendo cambio conceptual que
supone pero he llegado a la conclusión de que el tumor podría formar parte de
un mecanismo de defensa y no de un burdo error genético. Los oncogenes pueden
estar presentes en todos los organismos sanos y son los encargados de la
formación del nuevo tejido, capaz de atraer y desintegrar sustancias mortales
cuya presencia no estaba prevista y, por tanto, tampoco su eliminación;
material contaminante que circula impunemente pudiendo dañar de forma
irreparable algún órgano importante y con capacidad posterior para desaparecer
si el plan ha tenido éxito. La oncogénesis es demasiado perfecta para ser un
zafio error. Tiene carta blanca para elegir el terreno, cheque en blanco al
portador que no repara en gastos y a las células elegidas les concede el
privilegio de la inmortalidad: vuelven a ser células madre. Sería su último
recurso, un tanto dramático y desesperado, previo fallo de los demás mecanismos
de 'descontaminación', más sencillos y menos agresivos. Y sólo resultaría
peligroso con el tiempo si sigue creciendo pero hasta que llegue ese momento
tendrá arreglo ya que, mientras esté vivo, el organismo no tiene otra intención
que mantenerse en este planeta el mayor tiempo posible".
Revolucionaria teoría,
en suma, pero coherente con muchas de las cosas que hemos escrito e investigado
en los últimos años en la revista. No era la primera vez que habíamos oído
especular con el hecho de que el cáncer no fuera una aberración sino una
respuesta natural. Muchos de los argumentos de Coral Mateo encajan por ello
como piezas de rompecabezas con los de otros médicos o investigadores que han
tenido eco en esta revista. Pero nadie hasta ahora -que sepamos- la había
formulado por escrito y con tanta rotundidad. Así que decidimos hablar con
ella. Eso sí, aclaramos que cuando a lo largo de la charla que mantuvimos con
ella Coral habla de sus pacientes se refiere siempre a animales. Habla pues
desde su experiencia con ellos -perros sobre todo- pero confía en que sus
palabras sirvan para que otros reflexionen en el mundo de la Medicina para
humanos.
-¿De verdad puede establecerse un paralelismo biológico claro
entre perros y humanos a la hora de hablar y abordar el cáncer y otras
patologías?
-Tenemos genes
similares, los mismos órganos, las mismas patologías, los mismos trastornos
emocionales... Los gatos, por ejemplo, pueden padecer anorexia nerviosa aunque
nos parezca un trastorno muy "humano" Y en lo que se refiere al
cáncer se puede extrapolar perfectamente.
-Usted afirma que la incidencia del cáncer en animales ha
aumentado de forma alarmante...
-Sí. Está claro que
algo estamos haciendo mal porque hace 25 años, cuando yo comencé con la clínica
veterinaria, la mayoría de mis pequeños pacientes estaban más sanos. Les solían
traer a la clínica porque o bien se habían comido un corcho o un rival les
había mordido una oreja. Las patologías tenían un claro origen y apenas
utilizábamos palabras como multifactorial o idiopático. Las alteraciones
gastrointestinales solían deberse a atracones y las dermatológicas simples a
hongos que desaparecían con una loción antimicótica o a ácaros y pulgas que se
eliminaban con un baño antiparasitario.
En cambio ahora los
problemas de piel no ceden tan fácilmente. Son tan rebeldes que hemos tenido
que cambiar el lenguaje y ahora hablamos de Protocolo de acercamiento al manejo
del paciente dermatológico en lugar de Tratamiento. En la actualidad la mitad
de nuestros pacientes padecen enfermedades inmunomediadas y, efectivamente, la
incidencia del cáncer ha aumentado de forma alarmante. Tal vez por el exceso de
quimioterápicos -que utilizamos con buena intención para enmascarar los
síntomas-, la socorrida y nefasta medicación sintomática -que boicotea al
sufrido organismo anulando sus reacciones defensivas y dificultando la
autorreparación y la desintoxicación- o, tal vez, que ponemos demasiadas
vacunas o que desparasitamos mucho; sin descartar el entorno que puede estar un
poco contaminado. Incluso la relación con sus dueños puede influir si es un
poco neurótica. O la dieta a base de latas con conservantes. O todo junto.
-¿Y cómo llega a la conclusión de que el tumor puede ser en
realidad un incinerador utilizado por el organismo para deshacerse del exceso
de desechos tóxicos, creado por el organismo cuando los mecanismos habituales
de desintoxicación están desbordados y no dan abasto?
-En la clínica
veterinaria son frecuentes los cuerpos extraños y no es raro que el organismo
los aísle formando a su alrededor un nuevo tejido. Recuerdo una vez que
extirpamos un gran tumor dorsal a un Pointer y al abrirlo me encontré con una
inofensiva espiga en el centro.
En otra ocasión nos
encontramos con un tumor en una cirugía rutinaria de ovario -histerectomía
felina- en el interior de una trompa. El tumor era pequeño y redondo, con una
pequeña muesca alrededor. Lo desdoblé y resultó ser un gatito que al morirse
dentro del útero y ante la imposibilidad de eliminarlo el organismo de la madre
puso en marcha un programa que todos tenemos para estos casos que consiste en
reducir la superficie el máximo y a continuación calcificarlo ya que de no
hacerlo la infección posterior podría en peligro su vida.
Es fácil de comprender
pues que la formación de un tejido nuevo, benigno, con el que el organismo
encapsula un cuerpo extraño -por ejemplo, un perdigón- es algo beneficioso ya
que el nuevo tejido recubre el plomo para separarlo del organismo impidiendo que
interactúen pero cuando el tumor es maligno ya no tan es fácil de entender... y
sin embargo es posible que se trate de lo mismo. A veces nos encontrábamos con
casos muy curiosos, animales que habían vivido años con sus enormes tumores y
se morían al extirparlos. Y entonces pensabas: ¿qué "hacían" esos
tumores que mantenían vivos a los pacientes? No lo sabíamos pero lo que sí
estaba claro era que tras eliminar esos tumores las metástasis crecían sin
freno. Así que una cosa parecía clara: mientras el tumor primario permanecía en
su sitio las metástasis se mantenían dormidas. Alguna vez pensaba: ¿y si los
tumores no fueran un error? Y como la idea parecía descabellada la olvidaba…
Pero volvía. ¿Y si fuera un mecanismo de defensa? Y así, poco a poco, surgió la
Teoría del Incinerador que cada vez veo más acertada: la formación de un nuevo
tejido capaz de atrapar, secuestrar y desintegrar todas las moléculas
indeseables que circulan impunemente por nuestro organismo perturbando el buen
funcionamiento del mismo.
-A su juicio, a efectos de la formación de tumores, ¿son tan
importantes las sustancias tóxicas del exterior como las generadas por nuestras
emociones?
-La realidad es que
nuestro organismo acumula sustancias tóxicas tanto procedentes de nuestro
exterior como generadas en nuestro interior. Respecto a las del exterior no
debemos olvidar que estamos hechos con los elementos de la primera parte de la
tabla periódica y que existen una buena lista de sustancias cancerígenas,
elementos del resto de la tabla, en forma de residuos químicos, metales
pesados, pesticidas, etc., que contaminan nuestras casas, nuestra ropa, el agua
que bebemos, los alimentos que comemos y el aire que respiramos, y que no son
naturales. Otras procederían de nuestro interior, las elaboramos nosotros
mismos debido al estrés, las alteraciones hormonales, la hiperactividad del
sistema inmunitario, el sufrimiento prolongado, etc. Todo ello puede llevarnos
a producir potentes sustancias químicas que dañen los tejidos. La oncogénesis
sería en tal caso un plan a seguir por parte del organismo, previo fallo de
intentos anteriores más sencillos, más económicos y menos peligrosos como son
las eliminaciones corporales fisiológicas como la sudoración corrosiva que daña
la piel, las lágrimas que irritan los ojos, la orina fuerte que quema la uretra
o la salivación que llaga la boca... pero también las eliminaciones
patológicas. No es de extrañar que el organismo se beneficie de la actuación de
ciertos microorganismos dejándoles reproducirse en situaciones especiales ya
que le servirían para metabolizar las peligrosas moléculas tóxicas dando un
resto de cadena más corta, menos tóxica y más fácil de eliminar. En la
actualidad son muchas las multinacionales que utilizan microorganismos para
deshacerse del material contaminante. Incluso algunas patologías comienza a ser
tratadas con bacterias.
-Entonces usted estará en contra del tratamiento sintomático.
-Pienso que intentar
anular los síntomas por sistema no es correcto. Los síntomas no son la
enfermedad sino la respuesta. No debemos suprimir sin más un vómito o una
diarrea porque es obvio que cuando eso ocurre es porque el cuerpo está
intentado eliminar con rapidez algo que le hace daño, quizás un contenido
intestinal cáustico que está quemado la mucosa intestinal. Ni empeñarnos en
anular rápidamente cualquier fiebre con antipiréticos ya que con ello se impide
que el organismo elabore naturalmente interferón, molécula básica del sistema
de defensa. Hay que ir más allá y preguntarse: ¿por qué tiene ese síntoma? Ir
al origen y no anularlo sin más porque si lo hacemos estamos boicoteando las
defensas naturales. Y eso es lo que hacemos con nosotros mismos a diario. Ni
siquiera permitimos a nuestro organismo sudar. Nos ponemos antitranspirantes
aun cuando el sudor es una sustancia corrosiva y peligrosa que puede hasta
quemar la ropa y el zapato; preferimos, absurdamente, que no salga y se quede
dentro. La consecuencia de todo ello -junto a otras muchas causas de
intoxicación- es una saturación de la capacidad normal de desintoxicación del
cuerpo que puede verse obligado a recurrir a la oncogénesis.
Ahora bien, a mi
juicio el hecho de desarrollar un cáncer sin que existan enfermedades previas
podría en todo caso deberse más a la naturaleza del paciente que a la del
material contaminante ya que el hecho de no estar nunca enfermo no significa
necesariamente estar sano. Puede, por el contrario, ser síntoma de falta de
energía, de capacidad de reacción por parte del organismo.
-De acuerdo con su teoría, el organismo, entonces, saturado
de residuos tóxicos, no puede seguir funcionando y pone en marcha la
construcción de un órgano nuevo, un incinerador que le permite seguir viviendo.
Al menos durante un tiempo.
-Exacto. Así lo veo. Y
casi podría decir que tengo la prueba. Una gran empresa farmacéutica que
apuesta por la quimioterapia ha descubierto macromoléculas pesadas que pueden
ir directamente al tumor portando el quimioterápico. Irían como una bala hacia
la neoplasia evitando que todo el organismo sufra los efectos demoledores de la
quimio. Lo que no estaría mal si el tumor fuera un error del organismo pero si
no lo es tendrá que volver a crear otro tumor. Y como tras la quimio habrá
quedado muy debilitado lo tendrá más difícil. Además, con los tejidos que
habría elegido -útero, mama, próstata (tejidos no vitales)- eliminados, en la
siguiente ocasión el tejido de elección será más noble y el tumor terminará
comprometiendo la vida. Pero, ¿es la macromolécula la que avanza hacia el tumor
o es el tumor quien atrapa la macromolécula? Mi hipótesis es que es el propio
tumor el que las atrae.
-¿Y cómo se pone en marcha la formación de ese nuevo tejido,
del tumor, de lo que los oncólogos llaman neoplasia?
-El organismo cuenta
para ello con los oncogenes. Todos los tenemos. Son los encargados de la
construcción de nuevos tejidos. Ahora bien, la naturaleza de la neoplasia
depende de la peligrosidad del material que tenga que albergar. El nuevo tejido
es a veces tan extraño que no recuerda al tejido original del que nace y asusta
un poco observarlo. Cuando me encontré con los tumores por primera vez, hace 25
años, tenía la sensación de estar ante un "alien". Parecía que el tumor,
rodeado por un numeroso ejército de vasos sanguíneos, era dueño del animal. Hoy
comprendo que no es un error propio de una mutación genética. El plan del
organismo consiste en construir un nuevo tejido -de bajo costo si es posible-
que le libre del material nocivo, moleste lo mínimo y preferiblemente esté en
un territorio no vital. Por eso mayoritariamente los tumores aparecen en las
mamas, el útero, los ovarios y la próstata. Y por eso también jamás me he
encontrado con un cáncer primario en el corazón.
-Ciertamente es significativo que si los tumores son
negativos para la vida el sistema inmune no los combata...
-Exacto. El sistema
inmunitario no los ataca, los reconoce como propios. En el crecimiento de la
neoplasia todo está perfectamente programado. Incluso se concede al proyecto
muchos privilegios. Las células elegidas vuelven a ser eternas, privilegio que
perdieron con el nacimiento tras el que los telómeros (los brazos de los
cromosomas) se van acortando con cada división hasta que ya no se pueden
dividir más. En cambio, cuando son elegidas para hacer un cáncer vuelven a ser
inmortales.
-¿Y cómo se abastecen los tumores?
-Con la fabricación de
vasos nuevos (angiogénesis tumoral). Eso ya lo demostró el Dr. Judah Folkman en
el Hospital Infantil de Boston (EEUU). Sus colaboradores aislaron las moléculas
que hacen crecer los capilares y que son las estimuladoras de la angiogénesis.
La célula cancerosa estimula el crecimiento de sus propios vasos sanguíneos
mediante la elaboración de tales moléculas y una vez el tumor primario está
perfectamente establecido con su generosa red de abastecimiento empieza a
trabajar atrayendo todo el material indeseable que circula por el torrente
sanguíneo para luego destruirlo con su potente bioquímica. De hecho, el
investigador en Biología Molecular López Otin y su grupo de la Universidad de
Oviedo ya identificaron las funciones de 30 proteasas, enzimas que destruyen
proteínas, macromoléculas relacionadas con los tumores malignos y sus
metástasis. Se trata de sustancias que genera el tumor con un alto poder de
destrucción molecular.
-¿Y cuándo deja de crecer el tumor primario?
-Una vez cumplido su
cometido. Es decir, cuando ha destruido todo el material tóxico con su potente
bioquímica y cesa la intoxicación. En el caso de que tenga un origen externo,
cuando se elimina la fuente de contaminación. Y en el caso de las endotoxinas
provocadas por trastornos emocionales cuando se resuelven con la terapia
adecuada y el paciente se equilibra a nivel mental y emocional.
-¿Cómo podría llegar a desaparecer el tumor?
-El tumor primario
tiene capacidad para elaborar dos tipos de moléculas: unas que estimulan la
angiogénesis y otras que la inhiben. Luego dejando de elaborar las
estimuladoras y permitiendo actuar a las inhibidoras el tumor, en vez de
crecer, se atrofia. En suma, el tumor primario es el que da las órdenes, el que
dirige el proceso. Y además de producir moléculas que estimulan la formación de
vasos sanguíneos manda células cancerosas al torrente circulatorio. Algo
realmente singular porque cualquier otra célula moriría pero éstas no. Mire, un
tumor del tamaño de un guisante es capaz de enviar diariamente al torrente
sanguíneo hasta un millón de células cancerosas para que estén preparadas para
crecer en distintos lugares en caso de necesidad. Es como si preparamos un
horno crematorio principal pero tuviéramos dispuestas diversas incineradoras más
por si el primero fallara, no fuera suficiente o quedara destruido. Esto
implica pues que el tumor primario mantiene el control directo sobre las demás
células cancerosas diseminadas por el organismo mediante los mecanismos de
inhibición-estimulación. De ahí que si el tumor primario consigue su objetivo
las demás células diseminadas desaparezcan una vez el tumor se seca, se
necrosa. Ahora bien, ¿qué ocurre si el tumor sigue creciendo porque el paciente
sigue haciendo la misma vida, comiendo los mismos alimentos inadecuados/tóxicos
y manteniendo los mismos problemas emocionales? Pues que el tumor sigue
creciendo, llega un momento en el que invade otros tejidos y empieza a
comprometer su vida por lo que empiezan a surgir nuevos tumores en otros sitios
para intentar ayudar. ¿Y qué se hace hoy? Extirpar de inmediato el tumor
primario ante el miedo de que al seguir creciendo pueda comprometer la vida del
enfermo pero a mi juicio se trata de un enorme error porque cuando se hace eso
el organismo lo interpreta como un fallo total, las células cancerosas
diseminadas quedan sin control y empiezan de inmediato a desarrollarse
múltiples tumores que terminan invadiendo el organismo. Todos quienes hemos
extirpado quirúrgicamente tumores lo hemos visto en innumerables ocasiones. Se
suele perder además el mecanismo de involución, es decir, la posibilidad de la
remisión total.
-En tal caso los actuales tratamientos oncológicos -cirugía,
quimioterapia y radioterapia- constituirían un craso error...
-Ciertamente. La cirugía
es agresiva y negativa por lo que ya he explicado. Y la quimioterapia y
radioterapia aún peor porque intoxican aún más el organismo.
-Los oncólogos afirman que hay personas que se han curado con
quimio y/o radioterapia.
-Yo diría que hay
personas que han logrado superar sus problemas de salud a pesar de ello, no
gracias a ello. Probablemente porque cambiaron psicológicamente relativizando
sus traumas, modificaron su alimentación, tomaron suplementos nutricionales,
ortomoleculares, fitoterápicos u homeopáticos, dejaron de intoxicar su
organismo y potenciaron su sistema inmune, sin descartar la posibilidad de que
sus tumores estuvieran ya en retroceso.
-¿Podría alcanzarse la remisión total?
-Pienso que si un
paciente cambia completamente el chip de quién es, cuenta con apoyo
psicológico, hace una alimentación natural, elimina todas las fuentes que
contaminan su organismo, no vuelve a introducir ninguna toxina en su cuerpo y,
finalmente, deja que el organismo funcione de forma natural recupera la salud.
Al menos en la mayoría de los casos.
-Hay algo que se nos escapa: ¿cómo casan con su teoría la
leucemia, el cáncer de hueso y los tumores cerebrales?
-Los oncólogos
denominan leucemia a la proliferación de células sanguíneas inmaduras -los
blastos- al reproducirse de manera incontrolada en la médula ósea y luego
acumularse tanto en ella como en la sangre. Y de ahí que la denominen
"cáncer de la sangre". Pero, ¿es realmente un cáncer? A mi juicio
está por ver ya que me da la sensación de que carece de sentido calificar de
cáncer cualquier multiplicación de células... supuestamente incontrolada. En
cuanto a los tumores en el cerebro me pregunto si se trata de tumores
primarios... o secundarios. En todo caso puede explicarlos lo postulado por el
doctor Ryke Geerd Hamer de quien han hablado ustedes ampliamente en la revista.
Por lo que respecta al cáncer de huesos se trata siempre de tumores y está
constatado que la mayor parte son metastásicos, es decir, tumores secundarios.
En fin, debo decir que yo no tengo todas las respuestas al enigma del cáncer;
es obvio que habrá que seguir estudiando para obtenerlas. Lo que sí digo es que
mi teoría es plausible y no sólo no choca con la razón sino que a mi juicio
destila sentido común.
-Una última pregunta. Usted trabaja con animales. ¿No ha
pensado pues en llevar a cabo un estudio para poder comprobar clínicamente sus
postulados? Porque lo que probablemente no le dejasen probar con seres humanos
no pueden prohibírselo si son ellos los pacientes.
-Sí, lo he pensado y
de hecho voy a proponerlo. Aunque habría que hacerlo con animales en los que
los tumores hayan aparecido espontáneamente, sin provocarlos como se ha hecho
ahora en ratones ya que el resultado podría quedar enmascarado. Hoy sabemos además
que los roedores tienen una capacidad extraordinaria para desintoxicarse y, por
tanto, a mi juicio no es aconsejable ni utilizarlos para estudiar la toxicidad
de los medicamentos ya que el ser humano carece de esa cualidad. Por otra parte
las ratas evolucionan tres veces más rápido que nosotros lo que hace que se
adapten con mayor rapidez a un nuevo entorno, incluido uno más toxico. Los
cánceres que vemos en perros, en cambio, se asemejan más a los humanos que los
que se inducen en ratones de laboratorio. Podríamos pues empezar por estudiar
en ellos el cáncer de mama, dada la alta incidencia en mujeres y su
localización externa. Y por ser la especie canina la más adecuada al tener un
componente mental y emocional fácil de comprender. La investigación podría
centrarse en hembras que hayan desarrollado ellas mismas el tumor -no inducido
por nosotros- y sin metástasis. Formaríamos cuatro grupos. Uno que seguiría el
protocolo de actuación convencional actual que consiste en la extirpación
quirúrgica total de la cadena mamaria -incluidos los ganglios- y luego darles
quimioterapia. Un segundo grupo que se sometería a un tratamiento quirúrgico
más conservador: extirpando sólo el tumor y sin darles quimioterapia. El tercer
tratamiento sería ya integral: físico, mental y emocional. Sin cirugía ni
quimioterapia. Y, por último, un cuarto grupo testigo al que no daríamos
tratamiento alguno. Comparando los cuatro grupos entre sí y por separado.
Tendríamos los resultados en sólo cuatro años que son los que se corresponden
con un período de 16 años en la especie humana. Creo que sería suficientemente
significativo.
-De forma resumida y en pocas palabras: según su
planteamiento el cáncer no sería una enfermedad causada por un error genético
sino un mecanismo natural de defensa que el organismo pone en marcha para poder
desintoxicarse cuando está saturado y los mecanismos habituales no son
suficientes. Y los tumores no serían pues algo negativo que hay que combatir
como sea sino algo enormemente positivo porque están ayudando al organismo a
sanar... salvo que la intoxicación del cuerpo continúe y alguno llegue a ser
tan grande que su crecimiento pueda afectar al funcionamiento de algún órgano
adyacente.
-Exacto. Y por eso
pienso que incluso eliminar los oncogenes sería un error ya que otros menos
especializados harían alianzas para sustituirlos haciendo igualmente el tumor
pero de manera defectuosa y más peligrosa para el organismo.
Extraído de Internet
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