“LA ALIMENTACIÓN ES PREVENTIVA Y
CURATIVA”
El Dr. Jean Seignalet fue doctor en medicina. Autor de más de
200 publicaciones en las principales revistas médicas en lengua inglesa y
francesa, su actividad médica siempre estuvo relacionada con la química y la
biología. Trabajó como médico inmunólogo en el hospital Saint-Eloi (Laboratorio
de Inmunología) de Montpellier (Francia) y fue catedrático en la Universidad de
la misma ciudad. Empezó a estudiar medicina en 1953 y tras 9 años de estudios y
especialización, se dedicó a la biología, trabajando esencialmente sobre el
sistema HLA (Humano Leucocito Antígeno), sin abandonar la clínica. Dirigió
durante 30 años el Laboratorio de Histocompatibilidades de su hospital. Fue
pionero en el trasplante de órganos y tejidos, en especial los renales. En 1988
comenzó a investigar sobre el mecanismo de ciertas enfermedades y a tratarlas
con un régimen alimenticio. Su primer objetivo fue estudiar el reumatismo
inflamatorio. Trabajó con 46 pacientes voluntarios enfermos de Poliartritis
Reumatoidea, quienes siguieron las prescripciones dietéticas correctamente
durante un año. Los resultados fueron de un 78% de éxitos francos y durables; y
un 22% de éxitos no menos francos. En 1998 publicó "L’Alimentation ou la
Troisième Médecine"(La alimentación, la tercera medicina). En 2003 publicó
"Prévenir et guérir 91 maladies incurables par
l’alimentation"(Prevenir y sanar 91 enfermedades incurables, por medio de
la alimentación). Falleció en Montpellier el 13 de Julio del 2003.
¿Qué es lo que le ha llevado como médico, a dar tanta importancia
a la alimentación?
J.S: Me he curado de una grave depresión nerviosa imponiéndome un régimen
alimenticio que excluía los cereales y los productos lácteos, y que era rico en
productos crudos. Al cabo de cinco meses, sentí que me volvía la calma y,
algunas semanas más tarde, volví a dormir bien y a tener un funcionamiento
cerebral normal. Entonces me di cuenta, después de muchos años, que sufría
porque me alimentaba mal. La alimentación forma parte integral de la medicina y es
algo más que el "menos sal para los
hipertensos y menos azúcar para los diabéticos". Como soy por
naturaleza curioso, y la mayor parte de las enfermedades tienen un origen
misterioso, decidí experimentar con mis pacientes. He buscado comprender
científicamente cómo una alimentación inadaptada podía acarrear una patología.
Y cómo preparar un régimen eficaz y práctico para curarse. No tengo ninguna
duda sobre este tema: la alimentación es
a la vez preventiva y curativa.
¿Otras personas han explorado esta vía?
J.S: Desde los comienzos de la humanidad, nunca han faltado regímenes
alimenticios. Pero pocos están basados en teorías científicas comprobadas.
Entre todos estos regímenes, he seleccionado el de la Dra. Catherine Kousmine, el de Guy-Claude
Burger y el del Dr. Jacques Fradin.
Los dos primeros han establecido la relación entre las modificaciones
alimenticias a lo largo de los siglos y la aparición de ciertas enfermedades
raras en otro tiempo. Y el Dr. Jacques
Fradin demuestra que, además de la predisposición genética de cada uno, los
factores ambientales son dominantes en el 90%
de las enfermedades. A partir de estas constataciones, cada uno ha elaborado su
régimen.
¿Usted piensa que la alimentación interviene en la aparición
del cáncer?
J.S: Dos de cada tres cánceres dependen de la alimentación. ¡Atención!
Distingo los cánceres hereditarios de los cánceres adquiridos. Los primeros
están relacionados con anomalías genéticas, tales como ciertos cánceres de mama
o de colon. Por el contrario, los cánceres adquiridos (cerca del 95%), incluso si se han encontrado genes predispuestos,
son esencialmente provocados por ciertos factores ambientales: la alimentación,
el tabaco, el amianto o los virus en el caso del cáncer de cuello de útero, por
ejemplo.
¿Cómo explica el papel de la alimentación en la aparición del
cáncer?
J.S: La alimentación moderna actúa sobre un órgano clave, el intestino
delgado, aportando moléculas que nuestras enzimas no pueden degradar. Grandes
moléculas de origen alimenticio se acumulan en la luz digestiva (el interior del intestino). Se
modifica entonces la flora bacteriana, que se convierte en una flora de
putrefacción. Algunas bacterias, más o menos patógenas, son destruidas por las
respuestas inmunitarias locales, liberando grandes moléculas de origen
bacteriano. Todo esto agrede la mucosa del intestino delgado y puede hacerla
demasiado permeable. Entonces, las grandes moléculas, alimenticias y
bacterianas, atraviesan la barrera intestinal y entran en la sangre. Se
depositan en diversos tejidos y atascan el organismo. Este atascamiento impide
a las células sanas y al medio extracelular, ejercer sus efectos reguladores
sobre las células en vías de cancerización. Por otro lado, el proceso puesto en
marcha por el organismo para depurar el medio extracelular de las
macromoléculas que estorban, genera radicales libres. En mi opinión, la
intoxicación intracelular es la razón principal de la cancerización de las
células. Algunas macromoléculas extranjeras molestan progresivamente,
bloqueando el funcionamiento de diversos mecanismos y la acumulación de
desechos rompe ciertos equilibrios fisiológicos. Estoy persuadido que este
envenenamiento prolongado de la célula termina por acarrear alteraciones del ADN nuclear y provocar anomalías
genéticas que conducen al cáncer.
¿Qué ha experimentado en sus pacientes con el régimen
ancestral?
J.S: He realizado un estudio sobre 1000
personas que han seguido este régimen durante cuatro años. Todos están
libres de cáncer o leucemia; habían tenido un cáncer, pero se les considera
curados. He tenido en cuenta todos los cánceres (salvo los de la piel, esencialmente debidos al sol), y he incluido
el cáncer de pulmón con la condición que el paciente haya cesado de fumar. He
verificado el valor preventivo de la alimentación comparando sobre esta
población, el número "esperado"
y el número "real" de
cánceres aparecidos a lo largo del régimen ancestral. El número esperado de
canceres se situaba en 18,42, y el
número real ha sido 1. Este único
caso fue la recaída de un cáncer de mama, hormonodependiente, en el cual se
cometió la equivocación de no darle el tratamiento antiestrogénico.
¿Qué se puede esperar del régimen ancestral en el tratamiento
de cáncer?
J.S: El número de casos, tengo que precisarlo, es demasiado pequeño para permitir
evaluar el papel curativo de este régimen sobre el cáncer. De lo que estoy
seguro es que la dietética limpia las células que han quedado sanas,
lo que les permite jugar un papel protector. Pero no cumplirá milagros en casos
avanzados y muy extendidos. Además, la mayor parte de estos pacientes continúan
sus tratamientos clásicos. He observado buenos resultados en un hombre con
cáncer de próstata, que con el régimen ancestral ha visto bajar su tasa de PSA (antígeno prostático específico) de
15 a 5, y mantenerse en este nivel
durante tres años. Y sobre una mujer afectada de un cáncer de colon con
metástasis hepática. Después de un año de dietética, la metástasis disminuyó y
pudo ser extirpada quirúrgicamente. A los tres años, le había remitido el
cáncer completamente. Pero, haría falta muchos más casos para apreciar
realmente el valor curativo del cambio de alimentación. Este régimen permite en
todos los casos soportar mejor la quimioterapia. Probando este régimen, las
personas no corren ningún riesgo, es perfectamente equilibrado y no acarrea
ninguna carencia. La dietética aparece como un instrumento muy interesante a
utilizar.
Usted obtiene resultados interesantes y sin embargo sus
colegas médicos no siempre creen en los beneficios de la alimentación.
J.S: Que no crean en esta teoría o incluso que les sea indiferente, puedo
comprenderlo. Lo que me sorprende más, es que
no quieran experimentarlo. Yo he cumplido con mi deber exponiendo mi teoría
y no busco reconocimientos especiales. Yo trato gratuitamente a las personas,
hago una docena de conferencias cada año para transmitir mis ideas a los
médicos y al público en general.
Entrevista de Martine Laganier - www.medecines-douces.com
Publicado en Alternative Santé - L’Impatient (Francia).
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