Las grasas son
nutrientes que se encuentran en los alimentos y que el cuerpo utiliza para
producir el tejido nervioso, el cerebro y los nervios, y las hormonas. El cuerpo también utiliza la grasa como combustible.
Si las grasas ingeridas no se queman
en forma de energía ni se utilizan
como bloques básicos, se almacenan
en el cuerpo en las células adiposas.
Ésta es la manera en que el cuerpo se anticipa: al almacenar grasa para el futuro, el cuerpo se prepara para épocas en
las que el alimento podría escasear.
Las grasas no sólo
sirven de reserva de energía, dan origen a compuestos complejos como las
vitaminas A, D, K, E, F, vitaminas liposolubles que sólo pueden absorberse si
la dieta de la persona incluye grasa.
Intervienen en la
formación de productos esenciales para el organismo, como el colesterol, las
hormonas y los neurotransmisores.
Son necesarias para
aislar todos los tejidos del sistema nervioso.
Constituyen una
reserva muy importante de energía (tejido adiposo o graso).
Colaboran en la
regulación de la temperatura corporal (grasa subcutánea que funciona como
aislante térmico).
Envuelven y protegen
órganos como corazón y riñones.
Suministran ácidos
grasos esenciales para nuestro organismo.
Impiden que las
proteínas sean empleadas como fuente de energía y cumplen una función
estructural, ya que forman parte de las membranas celulares.
Las grasas están formadas por eslabones
llamados ácidos grasos. Estos
se enganchan de tres en tres sobre una molécula
base (glicerol), compuesta por una cadena
de átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno. La gran cantidad de
combinaciones posibles en torno a los tres átomos
de carbono recibe el nombre de Triglicérido. Estas
estructuras, presentan un extremo ácido
(por eso ácidos grasos) y se diferencian entre sí por el grado de saturación de hidrógeno. De ahí la
denominación de grasas insaturadas y saturadas.
El término grasa
insaturada alude a estructuras de ácidos
grasos con enlaces libres.
Cuando la cadena molecular tiene un enlace libre se llama monoinsaturado, es el ejemplo del ácido oleico (omega 9), un ácido graso no esencial porque el
organismo puede producirlo internamente.
Los ácidos
poliinsaturados deben ser aportados por el alimento.
Son moléculas de dos o tres enlaces
libres que el organismo no puede sintetizar y por eso los llamamos ácidos grasos esenciales. Estos son el Omega 3 (ácido linolénico) y Omega 6 (ácido
linoleico), son líquidos, inestables y muy sensibles a la oxidación. Aunque
los aceites de pescado contienen estos ácidos
grasos esenciales, las fuentes más importantes son las de origen vegetal.
El término saturado
indica que todos los enlaces de carbono de la cadena molecular están ocupados
por átomos de hidrógeno, por lo tanto, están saturadas con
hidrógeno. Este tipo de ácidos está muy presente en la grasa animal y tienen la característica de solidificar a
temperatura ambiente. Ésta es la que el organismo prefiere para producir energía, razón por la cual es abundante
en los depósitos de reserva.
Las grasas
saturadas se
encuentran más comúnmente en productos animales, particularmente en la carne de vaca, de cordero, de cerdo y de
aves. Encontramos evidencia de esto en la grasa blanca visible en los
cortes de carne, pero la piel de la carne de las aves tiene también
abundancia de grasas saturadas.
Ocurre lo mismo con la leche entera
y los productos lácteos, quesos, mantecas y helados. También se encuentran
estas grasas en el aceite de coco o el de palma e
incluso son producidas de manera natural en nuestro cuerpo.
El consumo elevado de
grasas saturadas produce un aumento del colesterol LDL (malo) en
sangre, esto implica
que debemos controlar la ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas por los problemas de salud que esto trae consigo.
¿Cómo descompone el
cuerpo las grasas ingeridas?
Las grasas ingeridas pasan al estómago y de allí al intestino donde se disuelven por
la acción de las sales biliares que
el hígado libera. Después las enzimas segregadas
por el páncreas las
descomponen formando ácidos grasos
y glicerol, los cuales son capaces de atravesar las paredes intestinales. Allí se reagrupan en un conjunto de tres
moléculas de ácido graso con
una de glicerol para formar un triglicérido, sustancia que el
organismo convierte en energía. Los triglicéridos son absorbidos por el sistema linfático y llegan al torrente sanguíneo que los deposita en
todas las células del cuerpo junto
con las proteínas y el colesterol.
Mucha gente cree que ciertos alimentos como las mantequillas son muy grasos, pero no todo el mundo sabe las
cantidades de grasas que ingiere con
productos de uso cotidiano como la leche,
incluso desnatada, y los lácteos o
las que añade comiendo un helado. Los alimentos
procesados, incluyendo pizzas, salchichas,
hamburguesas, pastas y pasteles tienen grasas
añadidas porque así resultan más sabrosos, por tanto ¿Cómo sabemos la cantidad de grasas saturadas que día a día ingerimos? ¿Cómo
podemos moderar su consumo?
El bienestar económico ha hecho que las grasas de origen animal sean de consumo diario y abundante. Debido
a ello los problemas de salud son
ahora mayores. Está demostrado que las grasas
saturadas y las transaturadas o hidrogenadas favorecen los problemas de salud, sobre todo los
cardiovasculares.
Creemos que estos trastornos son normales con la edad, pero
la arterioesclerosis es
una enfermedad del estilo de vida y como ella otras muchas más. Por otro lado
la industrialización de las grasas
ha degradado la cantidad y calidad de los aportes nutricionales. Hasta
principios del siglo XX la dieta
normal incluía una gran cantidad de grasas
insaturadas, además la agricultura no industrializada permitía el consumo
de plantas silvestres que aportaban
más cantidad de Omega 3. Hoy en
día se cree que muchos occidentales incluyen en su dieta más del 10% de ácidos grasos en su forma TRANS,
cuya estructura molecular es artificial. En los procesos de química corporal,
estos ácidos se comportan como agentes
bloqueantes, alterando todo nuestro equilibrio
hormonal.
Grasas Trans
Los ácidos grasos trans son aceites hidrogenados o parcialmente hidrogenados. Se encuentran
en la manteca, la margarina,
galletas, galletas saladas, bocadillos y otros alimentos. El más común
de todos estos productos es la
margarina cuyo descubrimiento es bastante actual aunque ya existía un
sucedáneo barato de manteca en la
época de Napoleón. Cuando ciertos
investigadores descubrieron la hidrogenación parcial
de los aceites se dieron cuenta
de que podían transformar un aceite
barato en un buen producto untable, de bajo precio y larga duración. En
principio éste se convirtió en un sustituto barato de la manteca, hasta que la industria descubrió su versatilidad,
estabilidad y plasticidad estructural.
La margarina se obtiene
a partir de un aceite líquido poliinsaturado: soja, maíz, girasol…estos aceites se llevan a temperaturas de entre 120 a 270 grados centígrados y se les sopla gas de hidrógeno. Con la ayuda de un catalizador se logra
solidificar el aceite (saturar) obteniendo un polímero con
estructura similar al plástico.
Como resultado de la
hidrogenación, la
estructura molecular pasa de una configuración natural en forma de curva (cis) a una innatural de forma
escalonada llamada trans.
Los ácidos grasos trans
no son normales para la biología humana y el cuerpo intenta eliminarlos, pero le cuesta ya que estos colapsan
los órganos de depuración y los fluidos internos y una parte importante
queda retenida en el tejido adiposo.
Al principio se utilizó la margarina como
una alternativa a la escasez, pero después, fue promocionada, con la
ayuda de los médicos, para combatir las enfermedades coronarias en sustitución
de las grasas animales. Más tarde se
comprobó que no sólo no ayudaban a combatir enfermedades coronarias, sino que las agravaban, ya que las grasas trans interfieren con el
metabolismo lipídico normal y se acumulan en las células adiposas. Si las
grasas saturadas ya son nocivas una saturación artificial lo es aún más.
Ahora se ha masificado el empleo de grasas trans, son más baratas, son prácticas y sobre todo se
conservan muy bien.
Los ácidos grasos trans
(AGT) tienen la
característica de ser estables al enranciamiento
oxidativo, lo que les permite tener un tiempo prolongado de conservación,
además, tienen un punto de fusión intermedio entre las grasas saturadas y las insaturadas, por esta razón han sido muy
utilizadas por la industria alimentaria.
Sin embargo en los últimos años han surgido una gran cantidad de evidencias epidemiológicas y clínicas
que han señalado que las grasas
trans son un factor de riesgo significativo para las enfermedades coronarias.
Hay numerosas evidencias de que el consumo de grasas trans es muy perjudicial para la
salud y está asociada a muchísimos
problemas desde deterioro cognitivo a
procesos inflamatorios de todo tipo,
colesterol alto, problemas cardiovasculares etc.
La configuración de los
AGT es muy similar a la de los ácidos grasos saturados. Estos últimos, pese a que no es
preciso ingerirlos a través de la dieta, son necesarios para el ser humano,
ya que, entre otras funciones, protegen
a las células de la oxidación y es por ello que tenemos mecanismos para
poder sintetizarlos. Sin embargo, los
AGT no son en absoluto necesarios: nuestro
cuerpo no los sintetiza y su ingesta está totalmente desaconsejada.
Esto ocurre porque, en primer lugar, aparentan ser lo que no
son: la configuración de los AGT es
similar a la de los ácidos grasos
saturados y nuestro organismo se confunde e incorpora estas grasas trans a las membranas biológicas de las células. Ello altera la permeabilidad de las mismas y hace que
se oxiden con más facilidad (proceso
relacionado con el envejecimiento celular). Además, los AGT, una vez ingeridos, alteran el
equilibrio del colesterol sanguíneo
lo que provoca una disminución de las concentraciones de colesterol HDL, conocido como colesterol
bueno.
Las grasas trans son especialmente malas para las
personas con diabetes ya que
disminuyen el efecto de la insulina en
sangre, también aumentan los niveles
de proteína C-reactiva, lo que puede provocar inflamación en las arterias y debilitar el sistema inmune, haciéndote más vulnerable
a infecciones y enfermedades. Además reducen la eficacia de enzimas como la delta-6-desaturasa, lo que puede afectar negativamente al
metabolismo.
¿En qué tipo de
alimentos se encuentran?
Tal como señalaron
Stender y colaboradores en la revista BMJ
Open, aunque muchos fabricantes de alimentos han reducido la presencia de AGT, todavía es posible ingerir altas
cantidades de estas sustancias. Salvo excepciones, las etiquetas no suelen
declarar su contenido en AGT, lo que
dificulta su identificación.
Una pista para detectarlas consiste en revisar si la etiqueta
del producto detalla que contiene grasas
“parcialmente hidrogenadas”. En tal caso es casi seguro que tendrá también AGT. La siguiente lista, elaborada en
base a datos aportados por la Academia
de Nutrición y Dietética y la Asociación Británica de Dietética, señala
como productos tipo:
- Bollería industrial.
- Comida para llevar.
- Cremas y purés.
- Comida rápida o fast food.
- Alimentos fritos.
- Galletas.
- Palomitas de maíz para microondas.
- Pastelería.
- Patatas fritas de bolsa u otros aperitivos.
- Pizzas congeladas.
- Postres o helados.
- Precocinados.
El Comité Científico de
la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) detalló en
2010, que los
alimentos en los que más probablemente podemos encontrar grasas trans son las galletas
rellenas de chocolate, la bollería industrial infantil y los cereales con
chocolate.
La legislación en muchos países prohíbe su uso
en pastelería y bollería industrial, sin embargo en los países en los que no
sucede así, el consumo de grasas
trans está ocasionando una epidemia de trastornos y problemas asociados a
la obesidad y al colesterol ya
que incrementan la concentración de colesterol
malo (LDL) en sangre, al mismo
tiempo que reducen las concentraciones de colesterol
bueno (HDL), con los consiguientes riesgos cardiovasculares. Todo ello sin que el consumidor, confiado
en la seguridad que le brinda la etiqueta 100%
vegetal, se entere de nada. Es muy importante que si compramos en
supermercados o grandes superficies, leamos las etiquetas. Las campañas de
ventas suelen ser engañosas y es muy difícil saber las cantidades de proteínas, grasas y colesterol que
contienen sus productos. Lo mejor para evitar este consumo tan nocivo para
nuestra salud es cambiar nuestros
hábitos alimenticios, prescindir de los consumos de carnes grasas, leches, lácteos y procesados y adaptarnos a una alimentación rica en alimentos vegetales y
crudos.
Últimos Estudios
En un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, se demostró que las personas que
ingerían mayor cantidad de grasas
vegetales hidrogenadas, tenían el doble de probabilidades de sufrir un infarto de miocardio. Se estima que
cada año podrían morir unas 30.000
personas en EEUU únicamente a causa de las grasas trans.
Entre los últimos datos científicos encontramos que este tipo
de grasas no sólo afectan a los adultos, sino también a los niños e inclusive a madres
embarazadas y sus bebés.
En la Universidad de
Maryland, la Dra. Beverly Teter ha podido constatar la reducción
de la leche materna en ratones
criados con margarinas industriales,
lo que conduce a pensar que determinados trastornos de la lactancia humana pueden estar
relacionados con el alto consumo de estas grasas,
generando éstas la imposibilidad de dar
el pecho más allá de las dos o tres semanas después del parto.
Además, se ha encontrado una relación entre su consumo y
el nacimiento de bebés con bajo peso corporal como se indica en los
estudios del Dr. Gerald Hornstra
de la Universidad de Limburg en
Maastricht.
Atención al cocinar en
nuestro hogar ya que aunque la mayor parte de grasas trans se encuentran en
productos de elaboración industrial, podemos fabricarlas si dejamos calentar los aceites vegetales más allá de ciertos
límites. Por ejemplo, el aceite de
oliva no debe calentarse a más de 180ºC,
ni reutilizarse porque lo quemamos y al quemarlo modificamos su estructura, oxidándolo y transformando
sus ácidos grasos en grasas trans.
Una razón más para
dejar de procesar tanto los alimentos y descocinar. Los alimentos vegetales y
crudos son la mejor opción para nuestra salud.
FUENTES:
Nutrición Vitalizante. Néstor Palmetti. Libro de Autor. Argentina. 2012.
Recetas Anticáncer.
Odile Fernández. Ediciones Urano. 2013.
Grasas Saludables.
Néstor Palmetti. Libro de Autor. Argentina. 2011.
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