Vivimos tan ajenos a los
alimentos que llegan a nuestros hogares, que en la mayoría de los casos no
cuestionamos su procedencia, no leemos las etiquetas y lo que es peor, no nos
planteamos que pueda haber algún problema con lo que nos venden. Creemos que
tenemos un sistema que filtra los tóxicos que pueden llegarnos y que realmente
existe una barrera de control. Sin embargo, la barrera no es prescriptiva
porque hasta que no hemos enfermado, el sistema no pone cartas en el asunto y
porque el dinero mueve la vida en este planeta, o eso cree.
En general, las marcas de supermercados son tentadoras y nos ofrecen soluciones rápidas para la cocina, económicas y poco saludables. Además se experimenta tanto que casi todo es muy sabroso y adictivo. Nos mueven los sentidos, los olores, los sabores, las texturas, el aspecto de las cosas…Pero las manzanas que tienen un aspecto uniforme e impecable no saben a nada, ni los tomates o las lechugas. ¿Qué alternativa tenemos ante esta invasión de productos desnaturalizados? Los alimentos ecológicos.
En los últimos años se han hecho muy populares los alimentos
llamados ecológicos u orgánicos, mostrándonos
esto el interés de mucha gente por un cambio positivo en la alimentación y también la desconfianza en la seguridad y
producción de los alimentos convencionales.
Se consideran “ecológicos
u orgánicos” aquellos alimentos que son obtenidos bajo condiciones especiales
de producción para los que no se
utilizan “hormonas, herbicidas, pesticidas, antibióticos ni ningún derivado y/o
producto de origen sintético no autorizado”, es orgánico también, el uso de
semillas que no sean transgénicas y en el caso de frutas y hortalizas que éstas
crezcan de manera natural con respeto a la vida, al propio alimento, a la
naturaleza y al entorno. En realidad las características positivas que se
le atribuyen a los productos ecológicos
son difíciles de establecer mientras no exista una regulación general.
En cuanto a su valor
nutricional existe discrepancia en las investigaciones que hasta ahora se
han realizado, pues mientras algunos estudios
dicen que los alimentos provenientes de estos cultivos son más saludables,
otros afirman que los beneficios no son tan claros. La organización española “Ecología y Desarrollo” a través de su
revista “Es Posible”, informó que el “European Project Quality Low Input Food”–
que revisa las últimas investigaciones con respecto a este tipo de producciones
– reveló que “las frutas y verduras
ecológicas tienen hasta un 40% más de antioxidantes que los vegetales
convencionales”. Estos compuestos – flavonoides, polifenoles, glucosinolatos –
también fueron corroborados en estudios anteriores, donde se dijo que entre un
10 y un 50% más de ellos podían encontrarse en estos alimentos.
Otros hallazgos tienen que ver con el
mayor índice de vitamina C en las hojas de las hortalizas, proteínas en los
cereales y un “mayor contenido de materia seca, que en términos relativos
significa una mayor concentración de
nutrientes por porción de alimento”.
Una de las opiniones, en este caso antagonista puede encontrarse en un
artículo publicado por “El departamento de Salud” de EEUU, quien
informa de un estudio Británico que anuncia que no existe gran diferencia entre
los productos convencionales y los ecológicos, pero no olvidemos que los
intereses económicos son muchos y que la gran industria alimentaria es muy
poderosa. No obstante, es cierto que es muy difícil lograr producir alimentos
que estén totalmente libres de pesticidas, debido a que estos permanecen en el
suelo por largos períodos de tiempo en cantidades insignificantes o la
contaminación se produce por el uso de productos químicos en tierras
colindantes. Se define como ecológico u orgánico un sistema de producción
diferenciado cuyo resultado es un alimento libre de químicos y sustancias
tóxicas reales o potenciales para la salud humana.
En la actualidad se producen todo tipo de alimentos bajo
protocolos orgánicos: carnes, huevos, miel, aceitunas, azúcar, yerba mate, té,
café, legumbres, frutas, hortalizas, vinos, aceites, lácteos, con toda la
variante de derivados y formas de comercialización, por ejemplo, congelados,
conservas, dulces, etc. Es decir, toda la producción agropecuaria y su
correspondiente agroindustria.
Alimentos ecológicos y respeto al
medio ambiente
En su producción se requiere menos energía. Se producen sin
productos químicos que contaminan el suelo y el ambiente. Mantienen sanos el agua, el subsuelo y los
acuíferos y no dañan a otras especies de vegetales y animales silvestres o al
hombre.
Hay que tener en cuenta que la superficie que un agricultor
ecológico emplea, sobre todo en cultivo de hortalizas, es menor que la de la
agricultura convencional. Las labores de cultivo se pueden hacer con maquinaria
menos pesada. Se utilizan instrumentos que profundizan poco en la tierra y de
esta forma, se conservan y mejoran las propiedades físicas, químicas y
biológicas de la misma.
Alimentos ecológicos y salud de los
agricultores
Trabajadores agrícolas que aplican fumigaciones con
pesticidas, sufren diversas patologías relacionadas con estos compuestos:
dolores, picores, alergias en la piel, asma, dolores cabeza,
cansancio, fatiga, fibromialgia y leucemia…En la agricultura ecológica no
existen este tipo de riesgos laborales.
Alimentos ecológicos y salud de los
consumidores
Los
alimentos ecológicos están libres de residuos tóxicos, de pesticidas y herbicidas. Están libres de antibióticos. Están libres de fertilizantes
sintéticos como los nitratos que
se acumulan peligrosamente en algunas verduras como acelgas y espinacas o
vegetales para ensalada, estas dan lugar en el interior del organismo al
combinarse con aminas orgánicas a las nitrosaminas
cancerígenas. Están libres de hormonas y
libres de transgénicos.
La creciente toxemia
ambiental física (radiaciones electromagnéticas: telefonía, wifi, etc.) y química (vertidos en la tierra,
vertidos en el mar, ríos, aguas subterráneas, atmósfera, pesticidas y
herbicidas agrícolas) aditivos y contaminantes en alimentos, sustancias
químicas abrasivas en productos de higiene, cosmética y perfumería,
suavizantes, limpiadores, detergentes, están produciendo un número creciente y
alarmante de enfermedades relacionadas directamente con esta acumulación de
tóxicos, para los cuales nuestro organismo no estaba diseñado, ni tiene la
capacidad de respuesta enzimática para eliminarlos.
En España se estima que existen 300.000 personas que padecen Sensibilidad Química Múltiple (SQM),
fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, enfermedades de sensibilización central como consecuencia de la
contaminación química y las radiaciones a las que todos estamos expuestos.
Pero, además, otras muchas patologías en aumento, como diabetes, autismo, hiperactividad, trastornos reproductivos,
alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple o cáncer de mama se cree que son debidas, al menos en
parte, a esta creciente contaminación
física y química
que sufrimos todas las personas, especialmente, en las ciudades.
Frente a todo esto tenemos también alternativas en los alimentos
ecológicos, así como en productos
ecológicos para higiene y limpieza, que están disponibles en diversas
cooperativas y tiendas. Es nuestra decisión optar por la salud y los productos saludables.
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ResponderEliminarque nos ayudará a empezar nuestra vida vegana.