Edulcorantes Artificiales


A muchísimas personas les encanta el dulce, desde pequeños nos hemos acostumbrado a saborearlo y además, lo identificamos con el premio o los postres, que eran lo mejor de la comida. De niños, aprendimos a asociar lo dulce a lo bueno. Las mejores meriendas, las comida de los domingos, las grandes comidas familiares, los regalos, las chuches… y ahora somos golosos, lo que, simplemente significa que tenemos una adicción.


El azúcar está por todos lados, y no nos preocupa demasiado si nuestros hijos lo toman o no, porque a nosotros nos encanta, y aunque se come en grandes cantidades, no somos conscientes de eso, hasta que ellos o nosotros engordamos. ¡Claro! Una gran proporción del azúcar que tomamos se convierte en grasas saturadas, y cogemos peso, a veces tanto, que nos parece mentira. Entonces, tratamos de ponernos todos a dieta, hacer deporte…reducir las calorías como sea. Además, optamos por usar productos “light” y edulcorantes artificiales. Uno de los problemas más graves de los edulcorantes artificiales es que aumentan los deseos de comer dulce. Las calorías vacías incitan a los centros del apetito del cerebro a esperar algo bueno y cuando eso no llega, el deseo aumenta. Además, desensibilizan las papilas gustativas, de modo que ya nada dulce, ni siquiera el azúcar normal, puede satisfacernos.


El auge de los endulzantes o edulcorantes alimentarios tiene mucho que ver con la moda de los alimentos “light” o bajos en calorías. Ya pusimos en duda el uso de productos “light” en el artículo de las “Pseugrasas”, y los edulcorantes no se quedan atrás, en cuanto a toxicidad. Algunos, incluso han sido retirados del mercado.


En cualquier caso, para un goloso, encontrar algo que pueda satisfacer el deseo de dulce, es un triunfo de la industria alimentaria. Pero, si rascamos un poco, nos encontramos con cosas realmente sorprendentes. Creemos, por ejemplo, que los refrescos light, la cocacola diet y similares son saludables porque no tienen azúcar.

Pero…tienen aspartamo. El aspartamo está relacionado con muchísimos problemas de salud, artritis, dolores de cabeza, problemas neuronales, gastrointestinales, convulsiones, tumores cerebrales, ceguera… Se usa en muchos productos de gran consumo desde 1983, por su incorporación en grandes marcas. Tiene un poder endulzante 200 veces superior al del azúcar. En el organismo se transforma en fenilalanina, ácido aspártico y metanol. Se utiliza en refrescos, sidra, cerveza, conservas de pescado y marisco, frutas y hortalizas elaboradas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería, bollería, salsas, mostaza y en determinados preparados alimenticios. Puedes encontrar más información sobre él, en este blog, en el artículo de las “EXCITOTOXINAS”.

Otro edulcorante, aún más dulce, es la sucralosa, comercializada como Splenda. La publicidad decía de ella que era 700 veces más dulce que el azúcar, pero tiene otro problemilla y es que está asociada a disfunciones en el tracto intestinal, en concreto a la disminución de bacterias saludables.

Los Polioles son azúcares de baja energía, sorbitol, manitol, xilitol que se emplean igualmente en sustitución del azúcar, ya que son menos calóricos y no afectan a los niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, tienen propiedades laxantes. Si se consumen más de 40gr diarios pueden provocar dolores abdominales, mareos, flatulencias y diarreas.

El E-950 o acesulfamo potásico es un edulcorante de origen químico, que fue descubierto en 1967 y es 200 veces más dulce que el azúcar. No se metaboliza en el organismo. Se usa en Europa dese 1983 y en España más recientemente. Se usa en refrescos, sidra, cervezas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería, bollería, salsas y mostaza.

El E-952 o ácido ciclámico y sus sales de sodio y potasio es un edulcorante utilizado desde los años 50. No se conocen muy bien sus efectos. En experimentos con animales provocó tumores en ovarios, riñones, piel y útero. En humanos se ha dicho que interfiere en la síntesis de las hormonas tiroideas y puede producir alergias. Según la OMS podría ser potencialmente cancerígeno y mutagénico, por lo que, los ciclamatos están prohibidos en EEUU, Japón, Gran Bretaña y Francia. Se desaconseja su consumo, especialmente a niños y mujeres embarazadas. Puede dañar los espermatozoides y los testículos. Se utiliza en refrescos, frutas y hortalizas elaboradas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería y golosinas.

El E-954 0 sacarina y sus sales de sodio, potasio y calcio es un edulcorante artificial, utilizado desde principios del siglo XX. No se ha demostrado que ayude a perder peso. Dosis altas provocaron cáncer de vejiga a ratas, en experimentos realizados en los años 70. Se ha dicho que puede producir cáncer en los hijos y nietos de quien la toma. Está prohibido en Francia y Canadá. En EEUU es obligatorio poner el siguiente mensaje, en la etiqueta de los productos con sacarina: “Este producto contiene sacarina, de la que se ha determinado que produce cáncer en animales de laboratorio” o “Este producto puede ser perjudicial para su salud”. Se emplea en refrescos, sidra, cerveza, conservas de pescado y marisco,frutas y hortalizas elaboradas, chicle, helados, yogur, repostería, pastelería, bollería, salsas mostaza y en algunos productos para diabéticos.

El E-957 o taumatina, es un edulcorante extraído de una planta africana. Es 2500 veces más dulce que el azúcar. Se utiliza en Japón desde 1979.

El E-959 o neohesperidina DC se obtiene por modificación química de una sustancia presente en la naranja amarga. Es entre 250 y 1800 veces más dulce que el azúcar. Se degrada en parte por la acción de la flora intestinal.


Los fabricantes saben muy bien que cuanto más dulce es un edulcorante, más probable es que enganche al consumidor. Ten en cuenta, que todos estos edulcorantes están presentes en los productos “light” o “sin Azúcar” y en productos para diabéticos. Se nos proponen productos de los que no se conocen sus efectos y nosotros los aceptamos sin más, porque nos aferramos a lo que llega, a lo que nos ofrece una posible solución a nuestros problemas.

No optamos por tomar las riendas.

No cambiamos de hábitos.

No tomamos decisiones.

Las adicciones y la falta de compromiso con nosotros mismos, nos hacen débiles y tenemos un cerebro adictivo.

No debemos ser cómplices de una industria alimentaria que sólo quiere ganar dinero.

Está en juego nuestra salud.



FUENTES:

Cambia tu cerebro, cambia tu cuerpo. Dr. Daniel G. Amen. Sirio, 2012.

Guía de los aditivos usados en la alimentación. Esteban Cabal Riera. Mandala ediciones. 1999.

Diego Rivera. Licenciado en Tecnología de los Alimentos.



Lucía Madrigal             



No hay comentarios :

Publicar un comentario