La flora Intestinal es un conjunto de más
de cien billones de individuos, pertenecientes a 500 especies distintas,
sin los cuales nuestro proceso digestivo
no podría realizarse. Toda esta población se regenera periódicamente,
excretándose los microorganismos muertos
a través de las heces.
Nuestra simbiosis con todos estos huéspedes es perfecta, ellos obtienen energía y sustento de los procesos de desdoblamiento de hidratos, grasas y proteínas, y nosotros nos
beneficiamos de las enzimas y
reacciones que ellos mismos generan, porque facilitan una digestión saludable. Existe una fuerte competencia entre los microorganismos de la flora y la mucosa
intestinal, ya que una buena parte de lo que comemos sirve para alimentar a
todos estos pobladores de nuestro intestino.
No es muy conocido que
muchas veces la degradación inicial de los alimentos, por ejemplo la fibra, la realiza la flora y no los jugos intestinales. Además, ésta tiene una función muy importante,
que es la de desdoblar cuerpos grasos como los ácidos biliares y el colesterol,
para que luego sean evacuados. Si nuestra flora
está en mal estado, este proceso no se realiza, el colesterol no se desdobla, es reabsorbido por la mucosa intestinal y conducido al flujo sanguíneo de nuevo, lo que hace
que nuestro colesterol malo (LDL),
suba.
Los
distintos desequilibrios en nuestra flora afectan al metabolismo de los
alimentos que tomamos
y esto hace que el aprovechamiento de los nutrientes
sea variable. La flora genera un
equilibrio dinámico gracias al cual se impide el desarrollo de enfermedades, lo que significa que
muchos de nuestros problemas de salud
están relacionados con el intestino.
Además, la flora genera protección
para la mucosa digestiva, con lo que cumple con la tarea de la defensa corporal.
La salud intestinal es fundamental para el mantenimiento de
una salud óptima. Las
bacterias benéficas de nuestro intestino controlan el crecimiento de
las bacterias que causan enfermedades
al competir por los mismos sitios en el colon.
Esto es de suma importancia, ya que las bacterias
y otros microbios patógenos menos beneficiosos, pueden
causar estragos en nuestra salud, si
ellos se multiplican. Por eso es muy recomendable cambiar los hábitos alimenticios y promover una dieta a base de productos enteros y de alimentos fermentados. A esto hemos de
sumarle los beneficios del ejercicio
regular.
La alimentación que seguimos, es un factor fundamental que
influye en el equilibrio intestinal. De hecho determina el tipo de bacterias de nuestro intestino.
Por ejemplo, a pesar de vivir en el otro extremo de la tierra, la gente de Malawi y los Guahibos en Venezuela
tienen una composición microbiana
similar, la razón la encontramos en la alimentación
semejante de sus dieta nativas.
La alimentación de Malawi y Guahibo es alta en maíz y yuca,
con una pieza ocasional de carne. Sin embargo las dietas
occidentales ofrecen un perfil diferente, las personas son mucho más carnívoras, y también comen más pan, lechuga y tomates, patatas, pasta,
leche y productos lácteos. La composición microbiana de los tres grupos revela sus diferencias y similitudes
alimentarias. Si cualquiera de los grupos alterara su alimentación, esto tendría un impacto directo en la comunidad microbiana que reside en el intestino. La flora cambia con lo que
comemos.
El desequilibrio bacteriano en el intestino puede agravarse
con el consumo de alimentos procesados. El azúcar de todo
tipo también promueve el crecimiento de levaduras
y hongos que causan enfermedades. Otro factor importante es
el consumo exagerado de proteínas,
cuando se consumen proteínas en
cantidades elevadas, se tiende a activar la vía mTOR (diana de
rapamicina en las células de mamífero), lo que le ayuda a obtener músculos
más grandes, pero este factor, también puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer. Hay investigaciones que
sugieren que el "gen mTOR"
es un regulador importante del proceso de envejecimiento,
y el suprimir este gen puede estar relacionado con una vida más larga.
Los alimentos fermentados, por otro lado, actúan como
fertilizantes naturales que proporcionan nutrientes y promueven el crecimiento
de bacterias saludables en el tracto digestivo. Como un beneficio adicional, los alimentos fermentados son también
excelentes quelantes, lo que significa
que nos pueden ayudar a deshacernos de toxinas,
como los pesticidas.
Tener cantidades
suficientes de bacterias benéficas es
fundamental para una buena salud. Es
imposible estar sanos, si nuestro equilibrio
bacteriano intestinal está fuera de control. Tres cosas que son
fundamentales para optimizar la salud
intestinal son:
Llevar una alimentación, principalmente ecológica, a base de
alimentos enteros, vegetales, frutas, semillas, germinados y alimentos
fermentados.
Hacer ejercicio físico regular.
Estar al aire libre y en contacto con la naturaleza.
Nuestro estilo de vida, al igual que una alimentación llena de productos procesados, la falta de ejercicio, los medicamentos, los productos
de limpieza antibacterianos, que se utilizan en las casas, y otros factores
fuera de nuestro control están trabajando en conjunto para comprometer las cepas de bacterias benéficas en nuestro
sistema digestivo. Comprar alimentos ecológicos es un factor
importante, ya que los productos químicos agrícolas actúan muy negativamente
sobre nuestra flora. También es
importante no consumir carne de
animales tratados con antibióticos,
evitar el agua clorada, los jabones de
producción industrial y los contaminantes de todo tipo.
Mantener un buen equilibrio
de la flora intestinal a través
de la alimentación y cuidar
nuestros procesos digestivos, es una
de las cosas más importantes, que podemos hacer, para aumentar las
posibilidades de mantenernos saludables
y vitales durante toda la vida.
FUENTES:
Intestinos Saludables. Nestor Palmetti. Kier, 2013.
Depuración Corporal. Néstor Palmetti. Kier, 2013.
La Salud Intestinal. Dr. Joseph Mercola.
Nutrición Consciente. Olivia González Alonso. Ediciones i,
2011.
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