Para nosotros la
proteína principal es la carne. Se consume mucha carne,
mucha más proteína animal de la que
nuestro cuerpo es capaz de procesar. A mucha gente le gusta, e incluso, hay
quien afirma que no puede vivir sin ella, ya que ¿De dónde obtendrían las proteínas necesarias para vivir?
Sin embargo, parece raro que nos sintamos en la obligación de
comer proteínas cárnicas o de otros
tipos que el cuerpo tiene que hidrolizar
y que tengamos dudas acerca de la capacidad
corporal, para montar las proteínas
que necesita a partir de aminoácidos
simples. Nuestro cuerpo sabe lo que hace y elabora las proteínas que necesita, a su medida. Descomponer una proteína animal para obtener aminoácidos simples es un gasto energético innecesario, máxime
cuando tenemos la capacidad de obtener aminoácidos
simples de otros alimentos, como las hojas
verdes, los germinados, las frutas, las semillas…Pero la carne gusta mucho y su consumo está
asociado a la etiqueta de necesaria.
Cada año se gastan miles de millones en publicidad para
promover el consumo de carne y sus
derivados. Sin embargo, no se suele decir que la proteína cárnica es densa y difícil de digerir para nosotros, o que
nos ensucia, ya que el organismo humano no la puede utilizar
directamente, y su desdoblamiento en aminoácidos
genera muchos desechos tóxicos, como el
ácido úrico y el amoniaco.
Tampoco se dice nada de los múltiples estudios, que
documentan que el consumo de carne
procesada está fuertemente relacionado con la muerte prematura. De acuerdo con los investigadores, reducir
el consumo diario de carnes procesadas
a menos de 20 gramos al día podría
reducir las tasas de mortalidad.
Esto incluye al tocino, las salchichas
de todo tipo, los embutidos (fiambres) y cualquier otro “producto de
carne procesada”.
De hecho en 2011,
La Fundación de Investigación Mundial del Cáncer (WCRF) llegó a la
conclusión de que nadie debería comer
carnes procesadas, debido a su potencial
cancerígeno. Los hot-dogs, el
tocino, el salami y otras carnes procesadas también podrían aumentar el riesgo de diabetes en un 50 % y
disminuir la función pulmonar, lo que aumenta el riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica
(EPOC). Un análisis realizado en el 2007
por la WCRF llevó a la conclusión de
que comer tan sólo una salchicha al
día podía aumentar significativamente el riesgo
de cáncer de intestino. Otros estudios también han llegado a conclusiones similares y afirman que las carnes
procesadas aumentan el riesgo de, cáncer
de colon, cáncer de vejiga, cáncer de estómago o cáncer pancreático.
El problema real, a parte de la necesidad de hidrolizar las proteínas, es que la carne es un alimento que debe ser
cocinado, ya que se pudre muy rápidamente. Tan sólo 30 minutos después de la matanza
del animal, la carne cambia de color y ha bajado su PH de 7.2 a 5.2 más o menos. Se deteriora y su descomposición
genera bacterias que son muy nocivas. Por eso hay que procesarla o cocinarla muy rápidamente.
Además cruda está dura y no tiene
buen sabor.
Cuando se cocina la
proteína cárnica, esta
se endurece y se coagula la estructura
proteica, lo que dificulta el desdoblamiento
en aminoácidos simples. Por otro lado, la temperatura de cocción da lugar a
la formación de moléculas complejas y
artificiales, beta carbolinas,
productos finales de glicación avanzada,
moléculas de Maillard… que nuestras enzimas
no pueden degradar. Estos compuestos generan efectos ensuciantes, mutagénicos, neurotóxicos, cancerígenos y
adictivos.
Otro aspecto importante es la cantidad de compuestos tóxicos, que se generan en
la preparación de la carne, además,
se añaden aditivos, que son
consecuencia de los métodos modernos de procesamiento. A los aportes de la cría estabulada con hormonas de síntesis,
metales pesados o antibióticos, se suman los mejoradores del aspecto, los resaltadores del sabor, los estabilizantes
y los conservantes.
Los aditivos cárnicos
más comunes son:
Las Sales de Nitrito
Normalmente actúan como ácido
nitroso no disociado, son poderosos conservadores contra todos los
organismos que causan alteraciones,
infecciones e intoxicaciones cárnicas; los
nitritos son la base de todas las carnes curadas tradicionales y modernas.
El uso de nitratos y
nitritos como aditivos presenta, incuestionablemente, ciertos riesgos. El primero es el de la toxicidad aguda. El nitrito es tóxico y su intoxicación
puede ser mortal, De hecho se conocen varios casos fatales por ingestión de embutidos con cantidades
muy altas de nitritos. Para evitar
esto, se puede utilizar el nitrito
ya mezclado previamente con sal. En
muchos países, esto debe hacerse obligatoriamente y las normativas de la CE incluyen esta obligatoriedad.
En el curso de la cocción
la interacción de los nitritos y los
aminoácidos del producto conduce a
la formación de las nitrosaminas,
poderosos agentes cancerígenos; los
mismos nitritos podrían ser cancerígenos. Se utilizan esencialmente
en productos cárnicos para la Inhibición de microorganismos
potencialmente patógenos, la estabilidad de la coloración, el desarrollo del
sabor y el aroma y el efecto antioxidante.
Eritorbato de Sodio
Es la sal sódica del
ácido eritórbico, se obtiene de la fermentación
del almidón de grado alimentario y presenta un efecto antioxidante muy similar al ascorbato
de sodio. Es un fuerte agente reductor y muy soluble en agua, la aplicación que se le puede dar
es en carnes curadas donde tiene una
doble funcionalidad reforzando el efecto preservante del nitrito de sodio y mejorando la calidad organoléptica del producto acabado durante más tiempo,
también tiene uso en carnes frescas,
donde mediante aplicación superficial o inyección se consigue estabilizar el
color y la vida útil de estas carnes.
Es un aditivo muy utilizado por la industria alimentaria.
Natamicina-Pimaricina
No tiene efecto sobre bacterias, su principal aplicación es contra las levaduras y mohos, inhibiendo in Vitro el desarrollo de hongos productores de aflatoxinas. Se usa en embutidos crudos-curados como tratamiento superficial. Se emplea en salchichas y embutidos.
Sal
La acción conservadora depende de su concentración en el agua, un aumento de la conservación puede lograrse reduciendo el contenido de agua por la desecación. Los efectos de la sal sobre la ligazón del agua y la carne, especialmente cuando se aumentan por acción mecánica, resultan de especial valor en la producción de algunas clases de jamón o combinación de carnes curadas. La sal común es un alimento tóxico para el ser humano.
Dióxido de Azufre
Es un conservador permitido
por la Unión Europea,
en determinados productos y a dosis controladas, es también un agente reductor y mejora la estabilidad
del color de los embutidos,
hamburguesas, etc. al nivel permitido (450
ppm).
El
dióxido de azufre es altamente tóxico para el ser humano.
Puede producir, opacamiento de la córnea
(queratitis), dificultad para respirar, inflamación de las vías respiratorias,
irritación ocular por formación de ácido sulfuroso sobre las mucosas húmedas,
alteraciones psíquicas, edema pulmonar, paro cardíaco, y colapso circulatorio.
Parabenes (Ésteres del Ácido
P-Hidroxibenzoico)
Son derivados del ácido
benzoico con una débil sensibilidad al pH
que permite utilizarlos incluso cerca de la neutralidad. La OMS considera como aceptable una
ingestión de hasta 5 mg por Kg. de
peso corporal y día. Con la actual legislación
española esté límite se puede superar, especialmente en el caso de los niños.
Otras legislaciones europeas son más
restrictivas. En Francia solo se
autoriza su uso en derivados de pescado,
mientras que en Italia y Portugal
está prohibido su uso en refrescos.
Aunque se hable de su baja toxicidad, son
tóxicos.
Son activos contra mohos
y levaduras, no tanto contra bacterias.
En alimentación sólo se usan las sales
sódicas por su mejor solubilidad. Se emplean en dosis baja en alimentos
como productos de aperitivo, confitería
o suplementos dietéticos líquidos. En embutidos
cárnicos que contienen cobertura de
gelatina, se emplean los esteres
etílico y propílico en
concentraciones de 0,05-0,1%.
Pero, a pesar de todo
esto somos adictos a la proteína y al consumo de carne. Aunque la OMS aconseja unos 0,6 gr
por cada kg de peso corporal, consumimos entre tres o cuatro veces más. Una
comida normal, que además de carne
incluya huevo o queso se
dispara en proteínas, pero es que a
lo largo del día comemos más. Hasta hace poco, se creía que el exceso proteico se eliminaba, porque el
organismo no tenía donde almacenarlo, pero a finales de los 80, un estudio Alemán demostró que el colágeno
subcutáneo actúa como depósito natural de proteínas y que
también se satura, contaminando paredes
vasculares, sangre y espacio intracelular, lo que ocasiona hipertensión diabetes, arteriosclerosis,
colesterolemia, embolias, infartos…
El excesivo consumo de
proteína animal
genera un manejo complicado de los subproductos del metabolismo putrefactivo, por ejemplo:
Histamina, que genera alergias.
Amoniaco y ácido úrico, que genera artritis o reuma.
Tiramina, que irrita el sistema nervioso, deprime la
inmunología, y produce taquicardia y angustia.
Compuestos como los fosfatos
y oxalatos que causan osteoporosis y
cálculos.
Cadaverina y putrescina, que intoxican y desnutren.
Además, el metabolismo
putrefactivo inhibe la síntesis y
absorción de nutrientes esenciales, al tiempo que estimula el estreñimiento.
Concluyendo, el consumo excesivo y continuado de carne:
Fomenta Infecciones y Dolores: Los productos animales contienen ácido
aráquido, de lo que se forman substancias
infecciosas. Estas substancias pueden conducir a la aparición de neurodermitis, infecciones del intestino
delgado y grueso, asma, artritis, artrosis y reúma.
Ocasiona Diabetes: Un elevado suministro de lipoácidos saturados puede llevar a una
resistencia a la insulina y favorece
la aparición de enfermedades producidas por los azúcares, por ejemplo diabetes.
Por lo general los productos animales
contienen lipoácidos saturados.
Está Relacionado con el
Incremento de la Obesidad: Los lipoácidos saturados
favorecen la obesidad. La obesidad es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, infarto de
miocardio, ataques cardíacos, dificultades de riego sanguíneo, entre otras
muchas más.
Está Asociado a la Osteoporosis: La proporción calcio/ fósforo está alterada en los productos cárnicos. Una elevada proporción de calcio/fósforo tiene como consecuencia una mayor eliminación de calcio de los huesos. Tal como han
demostrado algunos estudios, existe una relación estrecha entre una elevada
absorción de fosfato con la
alimentación y un mayor riesgo de osteoporosis
y fracturas óseas.
El Riesgo de Cáncer
Aumenta con el Consumo de Carne: El NIH, la
mayor institución mundial para la investigación médica, constató en 2001 un mayor riesgo de cáncer por el consumo de carne roja. Argentina y Uruguay pertenecen a los mayores
consumidores de carne de vacuno del
mundo, y al mismo tiempo se encuentran también entre los países con una cuota
más alta de cáncer de mama y de
intestino. Un estudio de la universidad
de Minnesota, que fue publicada en septiembre de 2002, pone de relieve que el consumo
de carne roja frita fomenta la aparición de cáncer de páncreas.
Según Desiré Merien, profesor de dietética y nutrición de
la Facultad de Medicina de París y
autor de libros como “Las fuentes de la
alimentación humana”, compuestos de la carne
animal excitan terminales nerviosos,
provocando euforia, estimulación próxima
a la embriaguez y aceleración de la corriente sanguínea. Como toda estimulación excitante consume mucha energía y va seguida de una fase depresiva. Si el consumo de carne es abundante, esto se
repite constantemente, lo que favorece
la depresión.
El Consumo Elevado de Carne
Produce Daños Neuropsíquicos: Una alimentación
rica en proteínas conduce a la subida
de cortisol en el plasma sanguíneo y
en la saliva. Un aumento crónico de la concentración de cortisol perjudica al
hipotálamo, lo que conduce a un empeoramiento indudable de la memoria. El consumo de carne, según un estudio de la universidad Loma Linda de California, está asociado a los problemas mentales, ya que genera la
presencia de compuestos en el cerebro
como la putrescina, que actúan como inhibidores de enzimas o el glutamato
decarboxilasa. Esto influye en el comportamiento y explica conductas neuróticas, agresivas y hasta
manifestaciones epilépticas.
La Organización Mundial
de la Salud (OMS) y
otras organizaciones aconsejan cambios en la alimentación para prevenir las
enfermedades, consistentes en una disminución muy grande en el consumo de productos de origen animal y
un aumento en el consumo de frutas,
verduras, legumbres y cereales, estudios epidemiológicos como el realizado en el Centro Alemán para la Investigación
del Cáncer (DKFZ), de Heidelberg, demuestran que las personas que llevan
una dieta exclusivamente vegetariana
tienen menor tendencia a desarrollar ciertos tipos de cánceres relacionados con la dieta, pero estas necesarias
recomendaciones chocan con la censura de las industrias cárnicas y de productos
lácteos que presionan a los gobiernos,
en defensa de sus intereses para que todo siga igual.
La carne no es un
alimento fisiológico para el ser humano, lo que representa un grave problema para el funcionamiento
de nuestro sistema corporal. La
necesidad de alimentarse de carne es
una trampa de las industrias
alimentarias, en especial de las industrias
cárnicas, que no solo maltratan a
los animales, si no que se ocupan de dejar en los supermercados preparados cárnicos de muy baja calidad,
que son nocivos para nosotros.
Si consumes carne
elige “carne ecológica” y “sin
procesar”. Además, “Cuida” la
forma en que la preparas.
Somos nosotros los que
elegimos lo que comemos y cómo lo comemos.
La comodidad y la
dejadez ponen en manos de otros nuestra salud.
Si tienes conocimiento
de las cosas, puedes decidir lo mejor para ti.
Todo está en tus manos,
porque tú eres el único dueño y señor de tu vida.
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