La Sal


En la antigüedad, la sal era tan importante, que los romanos la usaban como moneda de cambio en las transacciones y preferían el pago en sal antes que en oro, con ella pagaban a los soldados y de ella se deriva la palabra salario (salarium), ración de Sal. Pero no existía la Sal de mesa, sino la Sal cristalina que contenía todos los elementos de los que el cuerpo humano está compuesto, en su proporción exacta.

En la antigüedad la Sal, era considerada un bien muy preciado, ya que, sin duda, se conocía el problema que suponía para el ser humano la carencia de los minerales presentes en ella, la preferían al oro, ya que sabían que con oro y sin Sal morirían. Curiosamente, se sabe que Stalin usó este conocimiento y privó a sus prisioneros del consumo de Sal; esto los mataba, pero él quedaba exento de la responsabilidad de la matanza.

Los alquimistas la consideraban el quinto elemento, comparable al éter y siempre fue controlada por los poderosos, estaba sujeta a impuestos y era considerada razón de estado. De hecho, la Sal de roca, la mejor, estaba reservada a la aristocracia y era llamada “Sal de Reyes”. Incluso, guerras como las cruzadas o la “Guerra de la Sal” en la India, tuvieron que ver con esta preciada sustancia, ya que desde la antigüedad, la Sal ha sido considerada como base de la salud. Las supersticiones existentes en torno a ella, nos dejan claro la necesidad de tener Sal y el miedo a desperdiciarla o a perderla. Se trataba de “dinero” y sobre todo de “salud”.


En todas las culturas hay evidencias de los beneficios de la Sal, especialmente de la Sal de roca, pero esta Sal no es la Sal que hoy compramos en el supermercado. Por eso la “sal de mesa” de hoy es considerada uno de los “venenos blancos”.

Lo que conocemos hoy por “sal de mesa” es cloruro sódico. Esta Sal procesada ha sido blanqueada y contiene aditivos, conservantes, carbonato de calcio, carbonato de magnesio y los denominados E-535, E-536, E-540, E-550, E-551, E-552, E-553b, E-570, E-572, agentes antiapelmazantes, absorbentes de la humedad, flúor y dextrosa (azúcar), pero ha sido arrebatada del contenido mineral. Frecuentemente contiene conservantes peligrosos, que no es necesario que aparezcan en las etiquetas, como el hidróxido de aluminio, que funciona como antiapelmazante. El aluminio es una aleación que forma depósitos en el cerebro, lo que contribuye a la enfermedad de alzhéimer. El yodo, que es comúnmente añadido, no constituye ninguna ventaja adicional, ya que es potencialmente tóxico. Todo esto convierte a la Sal común en una sustancia perjudicial para el organismo humano.

La industria decidió un día convertir la Sal cristalina natural, una sustancia repleta de propiedades alcalinas en simple cloruro sódico, una sustancia muy acidificante, porque los científicos de la época afirmaron que los demás elementos que contenía (82 minerales esenciales y otros oligoelementos) eran innecesarios y bastaba el cloruro sódico para salar los alimentos. Desde entonces cualquier parecido entre la Sal que ahora consumimos y la Sal natural  es inexistente. De un alimento que era “oro puro” porque proporcionaba al ser humano todos los elementos necesarios para su subsistencia, se pasó a consumir un producto que es “veneno puro”.


La Dra. Sherry Rogers, en su libro “La Cura se Encuentra en la Cocina” explica que en EEUU la Sal de mesa parece ser un subproducto de la manufactura de armas. Las grandes compañías refinan la Sal para extraer ciertos minerales, que luego utilizan en sus producciones bélicas y espaciales. De hecho el 93% de la Sal que se refina en el planeta está destinada a fines industriales no alimentarios, un 4% se usa como conservante y el restante 3% se usa para salar.

Otra fuente importante de cloruro sódico son las fábricas de pasta para papel. El cloruro de sodio es uno de los desechos emergentes del proceso de producción de la celulosa, base de la industria papelera y su consumo es absolutamente legal en muchos países.

Para su refinación, la Sal de mesa se seca en hornos enormes en los que se alcanzan los 670º C, para que se produzca su “limpieza química”, que rompe por completo su estructura cristalina. El proceso de calentamiento es tan potente, que altera la estructura química de la Sal. Además, se utilizan 3000 voltios y 120 amperios de electricidad para extraer los iones de cloruro de sodio del agua de mar.

Irónicamente, el cuerpo rechaza lo que la industria valora, y no reconoce el cloruro sódico, una sustancia excesivamente refinada, a la que considera tóxica por su reactividad. Es decir, frente a lo que considera una amenaza, el cuerpo pone en marcha sus mecanismos de defensa, que son para él un gasto enorme de energía y recursos.

Un primer mecanismo, que usa el cuerpo, es la hidratación y se basa en el empleo de agua intracelular o plasma. Para eso el cuerpo necesita 23 gramos de “agua” por cada gramo de cloruro sódico que no es capaz de expulsar. La consecuencia a medio plazo es la deshidratación celular, también conocida como senilidad latente. Beber agua no basta para reponer esta carencia, pues el agua intracelular no es únicamente H2O, sino también los restantes elementos que forman el plasma marino. Esto implica que el cuerpo se ve obligado a sacrificar el agua de las células a fin de evitar el efecto negativo del cloruro sódico, lo que hace que éstas mueran deshidratadas y que se forme tejido muerto que también hay que eliminar. 


Otro mecanismo es el encapsulamiento del cloruro de sodio, que los riñones no pueden eliminar. Como consecuencia el organismo va formando un tejido esponjoso que deposita en la epidermis, el estrato más profundo de la piel. Este edema es una de las causas profundas de la obesidad y el sobrepeso y también el origen de la celulitis. Además, se acumulan muchas toxinas en el organismo. La toxemia genera obesidad.

Las moléculas de cloruro sódico que no consiguen ser eliminadas por los riñones o encapsuladas en el tejido graso, obligan al cuerpo a un tercer mecanismo, la cristalización. El cloruro sódico se une con aminoácidos de origen animal y genera cristales de ácido úrico. Los cristales que no consiguen ser eliminados por el organismo, se depositan en huesos y articulaciones, provocando dolores osteoarticulares (artritis, gota o reuma) por sus características punzantes. Otros cristales de ácido úrico se recombinan con más cloruro sódico y oxalatos de calcio, dando lugar a arenillas o cálculos (vejiga, riñón, vesícula). Otra variante del mismo problema es la cristalización que encontramos en paredes de venas y arterias, que causan fragilidad capilar y esclerosis.

La cronicidad de esta intoxicación, termina por envenenar el sistema, ya que el exceso de cristales no consigue ser eliminado por el organismo y ello provoca graves dolencias, también crónicas.

El consumo de Sal refinada está unido también a problemas emocionales, insomnio, excitación, fatiga, úlceras, dependencia adictiva, hipertrofia de las glándulas suprarrenales, pérdida del cabello, estreñimiento, cáncer de estómago y osteoporosis (el exceso de sal incrementa la excreción de calcio por la orina, lo que favorece la desmineralización del hueso).


A esto se suma el excesivo consumo de Sal. Al ser humano le bastan 0,2 gramos al día para tener cubiertas sus necesidades de Sal y en Occidente el consumo medio diario por persona está entre 12 y 20 gramos. Como nuestro cuerpo sólo tiene capacidad para eliminar entre 5 y 7 gramos diarios de cloruro sódico, los órganos de eliminación suelen estar constantemente sobrecargados. La Sal de mesa es inútil y destructiva, pero se encuentra en cada producto procesado que consumimos. Aunque no la usemos en casa, si consumimos productos industriales o comemos en restaurantes, nos llega igualmente, ya que se encuentra en cosas tan comunes como los enlatados.

Paradójicamente, la mayoría de la gente tiene carencia de auténtica Sal (incluso aquellos con saturación de cloruro sódico), de esa Sal que contiene los 82 elementos que pertenecen a la estructura geométrica natural de la Sal sin manipular.

La Sal natural es absolutamente imprescindible para la vida, es saludable, alcalina y está llena de minerales. Nos proporciona potasio, calcio, magnesio y todos los minerales en las cantidades adecuadas. Además proporciona energía al organismo, ya que actúa como catalizador  en el transporte de energía de una célula a otra.

La Sal se puede obtener del mar (sal marina) o de las minas de sal terrestres (Sal Andina o Sal del Himalaya). Pero hoy los mares tienen un alto nivel de contaminación, con acumulación de metales pesados como mercurio, plomo, cadmio y arsénico, entre otros, tóxicos que hacen que la sal marina, aun siendo mucho mejor que la sal refinada de mesa, no tenga ya el mismo efecto positivo que tenía. La única Sal pura y completa de la Tierra se encuentra hoy únicamente en los lugares donde hace millones de años se secaron los mares primarios: las minas terrestres.


En ellas hay dos tipos de Sal: la que compone el 95% de la mina o “Sal gema” y la que se encuentra en forma de vetas y que tiene forma cristalina: la “Sal de cristal de roca”. Ambas son naturales y contienen los  elementos ya mencionados. Ahora bien, los elementos contenidos en la Sal gema no se encuentran en estado coloidal y su aprovechamiento es mucho menor que con  la Sal de cristal, que sí ha estado expuesta a enormes presiones durante millones de años.

La Sal de cristal se encuentra en las minas, en forma de vetas o filones cristalinos de color blanco transparente, rosado o rojizo, rodeada de Sal gema. Vetas que suelen suponer el 1% de toda la mina y se deben extraer manualmente para no alterar su estructura, por lo que su explotación ha sido hasta hoy muy limitada, al ser poco rentable.

Esta Sal nos proporciona los campos electromagnéticos inherentes a cada uno de los elementos presentes en ella. También es importante recordar que la Sal es responsable de generar conductividad eléctrica en el agua. Sin conductividad las funciones corporales se deterioran. El pensamiento o la comunicación hormonal se basan en la transmisión de iones (átomos cargados eléctricamente) entre células. Otro aspecto importante es que los cristales de Sal tienen almacenada la energía del Sol en su interior, los quantos de luz se almacenan en la red cristalina de la Sal, pasando luego al estado líquido cuando las moléculas de Sal se recombinan con agua.

Cuando se disuelven cristales de roca en agua, los iones de la sal se hidrolizan. En este proceso, las estructuras geométricas de la Sal y del agua dan lugar a la formación de una nueva estructura de tercera dimensión. Como curiosidad, el término sajón “Solé”, Sal muera, proviene del término latino “sol”. La estructura cristalina de la solución salina es tan profunda, que conserva su patrón cristalino intacto en el organismo durante 24 horas.


Para aprovechar las cualidades de esta Sal, basta con tomar en ayunas, cada mañana, dos cucharaditas pequeñas mezcladas con agua buena, teniendo en cuenta que lo importante, no es tanto la cantidad como la periodicidad de la ingesta.

Con esta ingesta, desde el punto de vista bioquímico, se estimulan en pocos minutos la actividad gastrointestinal, el metabolismo y la digestión. Además, se restablece el equilibrio electrolítico mejorando la conductividad en nuestro cuerpo con la consiguiente mejora de la circulación. Aparte de esto, como la solución salina es un medio excelente para conseguir el equilibrio entre lo ácido y lo alcalino, se puede, con su toma, eliminar metales pesados como el mercurio, el plomo, el arsénico, la amalgama y los depósitos calcáreos ya que la Sal cristalina es capaz de romper uniones moleculares.

Los principales beneficios de consumir Sal de roca son:
  • Aporta la energía fotónica del sol, almacenada durante años en los cristales.
  • Aporta 82 minerales biológicamente activos y fácilmente asimilables por las células.
  • Mejora el equilibrio electrolítico en los fluidos internos, sobre todo en la sangre.
  • Optimiza la asimilación de los nutrientes de nuestros alimentos.
  • Purga el tejido conjuntivo y estimula el drenaje de materias tóxicas.
  • Mejora el estado de ánimo y brinda energía.
  • Estimula el sistema inmunitario.
  • Armoniza el equilibrio ácido-básico en el cuerpo.
  • Evita la putrefacción intestinal.
  • Normaliza los valores de presión arterial.
  • Disuelve y elimina los sedimentos que conducen a la formación de arenillas y cálculos.
  • Disminuye las molestias provocadas por la artritis y el reuma.
  • Reduce el deseo de sustancias adictivas. 
  • Alivia las enfermedades de la piel. 
  • Favorece la eliminación de metales pesados.

Para preparar la solución salina basta con poner dos litros de agua en un frasco  y disolver en él unos 500 gr de cristales de Sal. A las 24 horas de maceración, el agua se satura de Sal y los cristales no se siguen disolviendo. Es el momento de sacar la solución salina, procurando no remover para garantizar la calidad y la pureza de la sal muera, que se trasvasa. Luego se agrega más agua al frasco con los cristales sin disolver, se remueve y se deja otras 24 horas y así sucesivamente.


La ingesta de Sal de roca es importante y saludable para los seres humanos ya que contiene minerales orgánicamente disponibles que el cuerpo aprovecha con facilidad y sin generar cargas tóxicas.

La Sal natural e íntegra, con un patrón vibratorio ordenado, tiene la capacidad de penetrar en las membranas celulares y proporcionarnos todos sus elementos valiosos. En la Sal de roca, el cristal no se aísla de los elementos minerales constitutivos, sino que se conecta con ellos en estado armonioso. Esto significa un contenido de energía, en forma de minerales, equilibrado y fácilmente metabolizable.

Esta Sal es el oro que los antiguos tanto valoraban. Es la Sal, cuya constitución mineral y de oligoelementos, nuestro cuerpo reconoce y  aprovecha. Es la Sal que nos proporciona salud.



FUENTES:

La sal saludable. Néstor Palmetti. Espacio Depurativo. Argentina, 2009.

La milagrosa dieta del PH. Robert O. Young y Shelley Redford Young. Ediciones Obelisco, 2012.

La sal de mesa, puro veneno. Discovery Salud. Octubre, 2002.

La sal del Himalaya. Dr. Joseph Mercola.



Lucía Madrigal              



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