EL ACEITE DE OLIVA no es sólo un alimento básico en la región
mediterránea, sino que también goza de la
reputación de aceite saludable en muchos otros lugares del mundo. De él se
valora no sólo su sabor, sino también su
gama de beneficios para nuestro bienestar.
¿Qué es el ACEITE DE OLIVA?
EL ACEITE DE OLIVA es el
zumo extraído de las aceitunas frescas, cuando estas son prensadas, en frío, por primera vez. El
arte de extraer el aceite de oliva ha sido dominado en la región del
Mediterráneo durante miles de años. Cada productor lo hace de forma única y los
árboles son madurados durante varios años antes de que se produzcan aceitunas. Hace
no muchos años, tras el lavado, el fruto era pasado por un molino de rodillos y posteriormente por
muelas de granito. La pasta obtenida se comprimía con prensas hidráulicas a
temperatura ambiente y el fluido extraído era simplemente decantado, para
separar por densidad el alpechín (agua y pigmentos naturales) del aceite.
Hoy
en día, las cosas han cambiado un poco y la extracción es más mecánica, aunque
cuidada por aquellos que quieren la elaboración de un aceite de primera calidad.
Se elabora sobre todo en el Mediterráneo, especialmente en Italia, España y
Grecia. Está disponible todo el año y el
carácter del aceite viene dado por el clima, el suelo y la forma en que las
aceitunas se cosechan y se prensan.
El sabor, que por lo general es amargo, el
olor y el color del ACEITE DE OLIVA
pueden variar significativamente, en función de su origen, del tipo de aceituna
de procedencia, del momento de la recogida de las mismas, de la molturación y del
prensado. Cuanto más calurosa es la zona de procedencia de los frutos, más
robusto es el aceite.
El primer requisito que debe tener un buen aceite es que sea ecológico
y de primera presión en frío. Es decir las
aceitunas de las que ha sido extraído deben haber sido cultivadas sin
agroquímicos y su zumo debe ser el primero que sale, al ser éstas prensadas sin
aportación de calor. Además, podemos mirar la acidez, que es el criterio más
importante para los profesionales y los consumidores y el color, que puede variar del verde claro u oscuro al amarillo
oscuro o claro.
Este está determinado por la sustancia de
color dominante de la fruta, durante la cosecha. Si se trata de un ACEITE DE OLIVA verde, la fruta fue
recogida muy temprano. EL ACEITE DE OLIVA también puede tener
un color verde intenso, si las hojas o las ramas de los olivos se han
añadido durante la molienda. Una fruta
verde o semi-madura resultara en la aparición de la clorofila azul-violeta. EL
ACEITE DE OLIVA amarillo indica que
el fruto ha madurado antes de ser
cosechado. Si el amarillo es vivo,
esto puede ser el efecto de la oxidación.
Cuando el color es marrón oscuro o negro,
el aceite procede de aceitunas que han
caído de las ramas del árbol. Esta especie de aceite tiene un sabor más ligero, más dulce.
Composición del ACEITE DE OLIVA
EL ACEITE DE OLIVA es rico en ácidos grasos monoinsaturados, que se encuentran también en las
aceitunas, los frutos secos y semillas, y el aguacate. Un 70% del total del mismo es ácido
oleico, un monoinsaturado no
esencial que forma parte de la familia de los Omega 9. Luego posee un 7-8% de ácido linoleico (Omega 6) y una pequeña proporción de ácido linolénico (Omega 3). La gran
presencia de ácidos monoinsaturados hace de él un aceite apto para la cocción,
aunque hemos de tener cuidado de no calentarlo en exceso, ni recalentarlo.
Usos del ACEITE DE OLIVA
Se
trata de un aceite muy afín a nuestro metabolismo graso y de alta
digestibilidad. Es un aceite excelente
para utilizar en frío y muchas investigaciones demuestran que pierde muchas
de sus cualidades cuando es cocinado a altas temperaturas.
EL ACEITE DE OLIVA ejerce un efecto suavizante y
antiinflamatorio sobre la piel y las mucosas, en especial, la estomacal, por lo
que es muy bueno para las gastritis. También es laxante y facilita la expulsión
de parásitos intestinales. Facilita el vaciado de la vesícula biliar, aliviando
las molestias provocadas por su mal funcionamiento y estimulando la apertura
del esfínter de Oddi. Su uso continuado ayuda a reducir el colesterol, ya que aumenta
las lipoproteínas de alta densidad (HDL). Esto y su estabilidad a la oxidación
explican por qué EL ACEITE DE OLIVA es
bueno para prevenir la arterioesclerosis, el infarto o los accidentes
cerebrovasculares.
Estudios
realizados en cinco países europeos confirman que EL ACEITE DE OLIVA tiene una gran
capacidad antioxidante, debida a su gran cantidad de polifenoles (tirosol e hidroxitirosol). Estos promueven un
incremento del colesterol HDL en detrimento del LDL y una disminución de los
triglicéridos y del estrés oxidativo.
En
las aceitunas y por consiguiente en el aceite de primera presión crudo,
existe oleuropeína, una sustancia
presente en la genciana, la valeriana y la Eufrasia. Dicho componente favorece
la irrigación del corazón, ensancha las arterias coronarias, elimina arritmias
cardiacas y tiene efecto antiespasmódico.
Otro
componente saludable del ACEITE DE OLIVA
es el oleocanthal, denominado así
por investigadores de la Universidad de Pensilvania, USA. El oleocanthal es la sustancia responsable
de producir cosquilleo en la garganta, cuando se toma un buen aceite y tiene la
misma efectividad que fármacos antiinflamatorios y analgésicos como el
ibuprofeno, pero sin las contraindicaciones de éste.
Otro efecto benéfico del ACEITE DE OLIVA es su poder antiviral, pues sus lipoproteínas
aumentan nuestras defensas corporales cuatrocientas veces. Además es protector de los huesos, pues el ácido
oleico facilita la absorción intestinal de calcio. Incluso puede beneficiar la bajada de los niveles de
insulina y el control de azúcar en la sangre, y por lo tanto potencialmente
reducir el riesgo de diabetes tipo 2.
Un
estudio sobre la incidencia de cáncer de
mama en mujeres suecas halló que
aquellas, cuyas dietas eran más altas en grasas
monoinsaturadas, como las del ACEITE
DE OLIVA mostraban una menor
incidencia del mismo.
Para
uso externo, es un excelente emoliente y
mejora la elasticidad de la piel, además tiene propiedades regenerativas. Proporciona antioxidantes y grasas
buenas para contrarestar los radicales
libres y facilitar la cicatrización
e incluso, reduce las arrugas bajo los ojos. Sirve también,
para el masaje del cuero cabelludo seco
y escamoso o la caspa o para masajear
el cabello muy rizado o con puntas
abiertas ( en este caso es mejor calentarlo un poco al baño maría). Si
añadimos sal del Himalaya o sal Andina al aceite, preparamos un exfoliante
excelente para la piel.
También
se puede usar ACEITE DE OLIVA como
un lubricante seguro y natural para
un afeitado apurado y como calmante para después del afeitado. Para aliviar los labios agrietados, podemos
mezclar aceite de oliva y cera de abeja derretida en una proporción de 1: 1, y
añadir un aceite esencial, así obtenemos un bálsamo muy útil para estos casos.
También lo podemos usar para suavizar
las cutículas.
De igual manera, es posible usar ACEITE DE OLIVA como
terapia de limpieza interna. Tras el
invierno, el hígado tiende a desembarazarse
de los excesos acumulados en la época de
alimentos densos y calóricos. Una técnica que permite la liberación de estos
residuos es la cura de ACEITE DE OLIVA. Esta consiste en ingerir, durante 15 días, dos cucharadas de aceite
en ayunas (una sola cucharada en el caso de presencia de cálculos vesiculares),
a las que podemos añadir unas gotitas de zumo de limón, para mejorar su sabor y
efectividad.
EL ACEITE DE OLIVA es ideal como aderezo para ensaladas y no
debe ser calentado en exceso o recalentado, ya que puede ser fácilmente dañado
por el calor. Todos
los aceites tiene un “punto de humo”,
que es la temperatura hasta la cual se pueden calentar antes de que comience su
proceso de descomposición, y la pérdida de todas sus propiedades. Cuando el
aceite pasa de la temperatura adecuada empieza a humear y toma un color oscuro,
también se vuelve más viscoso y huele mal; es decir, se ve afectado por rancidez oxidativa que afecta a la estabilidad de la materia grasa, así
como a las vitaminas (A y E). Cuanto
más claro es el color del aceite,
mayor será su punto de humo.
EL ACEITE DE OLIVA se puede enranciar.
Cada vez que se expone al aire y / o de la luz, se oxida. La clorofila en el aceite de oliva virgen extra acelera
la oxidación de las grasas no saturadas. Cuando eso ocurre huele “a rancio”, y deja
en la boca una sensación grasosa. Es conveniente mantener el aceite en un lugar
fresco y oscuro.
Desde la recolección de la
aceituna hasta la molturación no deben pasar más de 24 horas, porque empieza entonces un proceso de fermentación que
afecta considerablemente a la calidad y las
características organolépticas del aceite, originándose olores típicos a atrojado,
moho, humedad y tierra. Si el
aceite tiene un olor a fermentado
no es de buena calidad. Igualmente si notamos olor a vino o vinagre, es
probablemente debido a que las aceitunas se sometieron a fermentación con el oxígeno.
Para la obtención de un ACEITE
VIRGEN EXTRA DE CALIDAD es importante que las aceitunas estén sanas, en su óptimo punto de maduración, recién
recolectadas y que el material y las
instalaciones, que van a estar en contacto con el producto, estén en perfecto
estado y limpios.
EL ACEITE DE OLIVA
VIRGEN EXTRA DE PRIMERA PRESIÓN EN FRÍO es una de las grasas más nobles y antiguas que conocemos,
además de saludable. Cualquier proceso, incluso el simple calentado y
recalentado lo deterioran y hacen que pierda sus magníficas cualidades
nutricionales y terapéuticas. Aprovechemos este excepcional regalo sin
manipularlo o procesarlo.
Toma aceite crudo,
aliña tus ensaladas con él y nútrete de sus innumerables beneficios.
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