UN HOGAR SALUDABLE es un espacio de vida que aporta confort y descanso, propicia la relajación y es el lugar donde compartimos experiencias
íntimas y vivencias. En él y de él nos
nutrimos. Nuestro hogar nos ayuda a
realizar la reconexión y la regeneración diaria de nuestro cuerpo y nuestra
mente.
En las últimas décadas se ha construido a destajo sin ningún
criterio de bioconstrucción. No se
han tenido en cuenta los tendidos
eléctricos, los ruidos, el aislamiento térmico y acústico…Tampoco se han valorado los materiales utilizados, la
contaminación procedente de los mismos, ni la ubicación de las viviendas. Todo cuenta y todo explica, en
muchas ocasiones, patologías
inexplicables. La reubicación de la
cama o la reducción de la exposición a campos eléctromagnéticos, mientras
se descansa, es suficiente para que malestares y problemas reales de salud
desaparezcan.
Os preguntareis qué tiene que ver esto con la alimentación y
os diré que mucho, porque todo, todo nos
alimenta. Necesitamos un hábitat y unos
hábitos saludables que nos permitan ser. Hay más de 100.000 tóxicos en nuestro mundo que nos torpedean constantemente,
nos desequilibran y se comportan como auténticas
bombas de relojería, que al instante parecen inofensivas, pero que con el
tiempo se convierten en verdaderos desequilibradores
de la calidad de vida para muchas personas. Por supuesto podríamos decir
lo mismo de los alimentos que tomamos,
porque su procedencia y elaboración acaban afectando a nuestro bienestar. Si un alimento, por
definición, debería ser nuestra energía revitalizante, la agricultura y
ganadería intensivas y los procedimientos de la industria alimentaria los
convierten en todo lo contrario y no pasan de ser puro pienso de engorde. Ya veis que todo cuenta.
¿Qué podemos hacer entonces,
para llevar un estilo de vida saludable y hacer de nuestro hogar un hogar sano,
con la mínima exposición posible a las sustancias químicas?
En primer lugar debemos elegir nuestro hábitat, según las mejores pautas para nuestra salud y a
continuación, podemos hacer cosas como:
Comprar y comer
productos ecológicos
para reducir la exposición a pesticidas y fertilizantes.
Asegurarnos de que los
alimentos que ingerimos, estén frescos
y mantenernos alejados de los alimentos
procesados y envasados. De esta manera evitaremos los aditivos alimentarios,
incluyendo los endulzantes artificiales, los colorantes alimenticios y los MSG.
Comer la mayor parte de los alimentos crudos, para evitar los
efectos nocivos del cocinado y del procesamiento industrial.
Almacenar las bebidas y
los alimentos en vidrio y no en plástico. Beber líquido caliente en plástico, daña nuestro
sistema hormonal.
Evitar el uso de
envolturas de plástico y los alimentos enlatados (que muchas veces contienen
revestimientos de BPA).
Evitar el consumo de
agua embotellada por
los plásticos que se usan en el envasado de la misma y usar filtros adicionales para el consumo de agua potable. Una
opción de agua muy saludable es el uso de ionizadores,
que alcalinizan el agua, la estructuran
y revitalizan. Los ionizadores de
Enagic son una buena elección.
Optar por muebles
elaborados con materiales naturales, madera, bambú, mimbre…sin tratamientos
químicos nocivos. Hay personas que se dedican a trabajar la madera
procedente de las podas y de los árboles viejos o secos, lo que resulta menos
dañino para el medio natural.
Utilizar únicamente productos naturales o caseros para la limpieza del hogar.
Elaborar tus propios
productos de aseo
con materias de calidad o comprar marcas
naturales, libres de ftalatos y otras sustancias químicas potencialmente
peligrosas, presentes en el champú, la pasta
de dientes, los antitranspirantes y los cosméticos.
Evitar los aromas
artificiales, suavizantes u otras fragancias sintéticas.
Remplazar las ollas y
sartenes de teflón por
utensilios de cocina de porcelana, vidrio, titanio o acero quirúrgico…y otras
opciones saludables.
Al remodelar nuestro hogar, hemos de buscar alternativas “ecológicas”, libres de
toxinas, en lugar de la pintura y
revestimientos de vinilo convencionales.
Elegir alternativas naturales, lana, algodón, bambú… para nuestras toallas, mantas, fundas, sábanas…y toda la ropa del hogar.
Usar colchones,
almohadas, cojines…elaborados de latex
natural u otros materiales de
producción artesanal y ecológica.
Reemplazar las cortinas para la ducha de vinilo por cortinas de
tela o instalar una mampara. La
mayoría de los plásticos flexibles, como estas cortinas, contienen
plastificantes peligrosos como los ftalatos.
Limitar el uso de
medicamentos (ya
sean de prescripción o de libre venta) lo más que se pueda. Los medicamentos
también contienen sustancias químicas y podrían dejar residuos que con el
tiempo se acumulan en su cuerpo.
Evitar rociar
pesticidas en el hogar o utilizar repelentes de insectos
que contengan químicos nocivos. Existen alternativas seguras, efectivas y
naturales.
Desconectar los móviles
y la Wifi mientras dormimos, estos pueden ser la causa de que durmamos mal, nos despertemos por la
noche o nos levantemos cansados o faltos de energía.
Evitar el uso de inalámbricos tipo DECT, habituales en nuestras casas, ya que son la primera
fuente de radiaciones de microondas en una vivienda. La radiación que recibe el
usuario de un teléfono DECT puede
ser cientos de veces más potente que la recibida de las antenas
de telefonía móvil exteriores.
Nuestro cerebro está cada vez más sometido a campos telúricos, magnéticos y
electromagnéticos emitidos por todos los hilos, cables, TV, ordenadores, electrodomésticos, microondas,
radares, antenas de TV, de GSM (telefonía móvil), satélites artificiales…Eso
nos enferma.
Cualquier persona entra en contacto regular con radiaciones peligrosas, cerca de 6,000 sustancias
químicas y un número incalculable de
sustancias potencialmente tóxicas, a diario. Preocupantemente, muchas de estas sustancias jamás han sido
analizadas para conocer si son seguras. Las
radiaciones naturales, los compuestos químico-sintéticos presentes en los productos de limpieza, los
materiales de construcción y decoración, los artículos de cosmética e higiene
personal, la ropa y los alimentos, así como las ondas electromagnéticas y
hasta una mala iluminación, pueden
afectar a los organismos más sensibles.
Limitar la Exposición a todas las Sustancias Químicas es importante para una Salud Óptima. No deberíamos olvidar que somos nosotros quienes compramos y sólo nosotros podemos demandar la mejor oferta.
Es nuestra tarea cuidarnos y proteger nuestra salud. Eso no deberíamos dejarlo en manos de quienes buscan
únicamente un beneficio económico. Los
grandes lobbies manejan el mundo y el dinero, a ellos no les importa si lo
que llega a nosotros es tóxico o no. Por eso, no podemos dejarnos engañar y
creer que todo lo que nos ofrecen para “facilitarnos
la vida” es saludable. En realidad, casi nada de lo elaborado por esta gran
industria lo es, pero ellos ofertan y
nosotros compramos, sin cuestionar nada.
Se pueden hacer cambios minimizando o eliminando las
sustancias químicas que se encuentran es el hogar, pero debemos recordar que
una de las mejores formas de reducir, significativamente, la carga tóxica es prestarle atención a lo que comemos,
porque cuando comemos bien, se optimiza el
sistema de desintoxicación del cuerpo, lo que puede ayudar a eliminar las
toxinas procedentes de otras fuentes.
Las plantas son purificadoras del aire, concentran en sus hojas los agentes
contaminantes y los neutralizan, liberando al exterior sustancias que
restauran el ecosistema. Los efectos dañinos de algunas sustancias muy tóxicas
como el benceno, el formaldehido y el tricloroetileno son neutralizados por las
plantas.
Ellas nos ayudan a mantener
nuestro hogar saludable, elevan los niveles de humedad impidiendo que se
resequen las vías respiratorias, la
nariz, la garganta, etc., hidratan nuestra piel, algunas de ellas ahuyentan a los
insectos, perfuman el hogar de forma natural, capturan los elementos tóxicos y
los transforman neutralizando sus efectos, eliminan el polvo y el humo,
purifican el aire, neutralizan los ruidos excesivos, reducen la fatiga y
aumentan el bienestar y la concentración, nos hacen compañía y nos alegran la
mirada y el espíritu. También nos ayudan a reducir el estrés.
Algunas plantas para
el hogar son: Hiedra, Cinta
(lazo de amor), Potos, Spathiphyllum,
Aglaonema, Chamaedorea, Sansevieria (espada de San Jorge, cola de lagarto,
lengua de suegra), Philodendron, Dracaena,
Palo de Brasil, Ficus y muchas más.
Las Lámparas de Sal son buenos ionizadores de aire para espacios cerrados. La calidad del aire que
respiramos es esencial para nuestra salud y bienestar. No sólo nos mantiene vivos, sino que también nos permite pensar más claramente, aprovechar
las horas de sueño y mejorar nuestra salud. Además, los cristales de sal,
en su estado natural, oscilan en
perfecta frecuencia con el patrón de frecuencia terrestre. Se podría decir
que las Lámparas de Sal armonizan nuestros ambientes y neutralizan la influencia nociva de los
campos electromagnéticos artificiales.
Con las construcciones de hierro y hormigón, las calles y
carreteras asfaltadas, estamos pocas veces en contacto con la tierra.
Convivimos con el campo electromagnético
terrestre, pero se nos priva de él, lo que hace que acabemos manifestando enfermedades degenerativas. Según el
Dr. Yves Rocard “El colmo de la
felicidad sería dormir en un campo magnético uniforme”. Las camas deberían estar orientadas con el
cabecero hacia el Norte, pero estamos limitados por el espacio. Cuatro imanes sobre los pies de la cama nos
pueden ayudar a normalizar esta situación.
Se necesitan imanes de 3600 gauss sobre
cada pata de la cama, esto establece un campo magnético permanente debajo
de la misma.
La contaminación
ambiental es un
problema masivo, pero en general no hay muchas soluciones inmediatas para
hacerle frente. Es más útil emplear el tiempo enfocándonos en nosotros, el hogar y todos los productos que
utilizamos y con los que entramos en contacto cada día. Haciéndole frente a
estos aspectos, podemos reducir la carga
tóxica y por lo tanto, disminuir el
riesgo de problemas de salud inducidos por el contacto con sustancias químicas.
En la tierra existen
puntos geopatógenos, que ya no se tienen en cuenta a la hora de construir. Investigadores y científicos han
descubierto una energía que baja del
cosmos girando en sentido contrario a las agujas del reloj (levógiro) y una
energía telúrica subiendo desde la tierra girando hacia el lado contrario
(dextrógiro). Del encuentro de ambas energías, se forman ondas horizontales
imprescindibles para la vida; sin esta energía horizontal no crecería una hierba en la tierra. Cuando
hay un obstáculo en el subsuelo,
agua, cuevas, grietas…, la energía
recibe una aceleración y sube en vertical a través de los puntos geopatógenos en
forma de iones positivos,
desfavorables para nuestra salud. Cuando
el ser humano pasa mucho tiempo sobre estos puntos y el cerebro ya no permite la adaptación a ellos, surge la enfermedad con sus diferentes
síntomas. Si nuestra casa está
colocada en un punto geopatógeno, existen “correctores o remedios” que
convierten en horizontales estas ondas
perniciosas que se elevan en sentido vertical, algunos de los cuales como
el “Triskel” o los “Círculos recíprocos” han estado presentes en nuestras
vidas desde hace miles de años.
La casa debe ser un
espacio saludable, que
no sano, porque lo sano, aunque bueno, es ajeno a nuestra realidad, mientras
que lo que es saludable, lo es para nosotros. "pequeños gestos generan grandes cambios; crear espacios
saludables, armonizar y sanar la casa ayuda a armonizar y sanar la vida; vivir
en una casa saludable es fuente de bienestar y de salud para las personas y
para el medio ambiente".
FUENTES:
El Gran Libro de la Casa Sana.
Mariano Bueno. Ediciones Martínez Roca, 2011.
Vivir sin Tóxicos. Elisabet
Silvestre. Editorial RBA libros, 2014.
La Salud por los Imanes. Marcel
Gysens. Imprenta Llorens, 2ª Edición, 2007.
La Geobiología al Alcance de Todos.
Marcel Gysens. Imprenta Botella, S.L., 2000.
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