EL GLUTEN se
asocia siempre a la celiaquía y ser celíaco a los problemas
intestinales, ya que se trata de una enfermedad autoinmune, que causa
daño específico al intestino delgado; pero la celiaquía no sólo afecta a los intestinos, ya que aunque estos permanezcan indemnes, cualquier
órgano del cuerpo, incluido el cerebro, se puede ver afectado.
Aunque se estima que sólo 1 de cada 200 personas
es celiaca, la realidad se
acerca más a 1 de cada 30, pues sigue habiendo muchas personas sin diagnóstico. Hasta 1 de cada 4 es susceptible a la enfermedad por cuestiones genéticas, y la vulnerabilidad aumenta cuando se tienen
ancestros del Norte de Europa.
Además mucha gente tiene en sus genes
una versión leve de la intolerancia al GLUTEN,
lo que abre la puerta a diferentes reacciones, que parecen no tener
explicación.
Si sales a pasear por
las mañanas, ves a muchas personas con su barrita de pan. El pan, sobre todo el manufacturado, se ha
convertido en un alimento imprescindible en nuestra dieta, pero tras
lo dicho, tal vez, no debería serlo. No importa si lo comemos blanco o integral, EL GLUTEN está
siempre presente en las harinas de
cereales. Podemos pensar que un pan
integral y ecológico es una opción
saludable, ya que lo identificamos con el pan auténtico, pero sigue teniendo GLUTEN y aunque no lo creamos y no mostremos sintomatología, su consumo nos está pasando factura.
GLUTEN es una palabra de origen latino
que significa cola o pegamento y
se asigna a una proteína compuesta,
que funciona como un adhesivo,
ya que aglutina la harina para
hacer galletas, pan, pasta y masas para
pizzas. De hecho la textura blanda y
gomosa del pan es debida al GLUTEN.
La mayoría de las personas consumen GLUTEN en los productos
de trigo, pero podemos encontrarlo en otros cereales como el centeno,
la cebada, la espelta, el Kamut o el bulgur. Los alimentos procesados también contienen mucho GLUTEN, puesto que es un agente estabilizador, permite que los quesos untables y las margarinas conserven
su textura suave e impide que las salsas se
cuajen. También está presente en los acondicionadores
que fortalecen el cabello y en los rímeles que aumentan el volumen de las pestañas.
Si las harinas han
sido un alimento muy consumido desde los egipcios.
¿Por qué ahora existen tantos problemas con su ingestión y con EL GLUTEN?
En primer lugar se consumen en mucha cantidad, no existe una casa que no
tenga harina en su
despensa y pocas no compran pan.
Además adquirimos muchos alimentos
procesados, que también contienen GLUTEN.
Por otro lado, a lo largo de la historia no hemos comido el mismo tipo de GLUTEN. Nuestros antepasados
aprendieron a sembrar y moler el
trigo ancestral. Pero desde el
siglo XVII, en que aparecieron las
Leyes de Mendel y sus estudios
sobre recombinación genética,
somos expertos en mezclar y combinar
cepas para crear generaciones inimaginables de granos. No seguimos los procesos
naturales, simplemente jugamos.
La cadena alimentaria ha
cambiado mucho en los últimos 50 años. Ahora tenemos granos
que contienen 40 veces más GLUTEN que los que se cultivaban
hace unas décadas. ¿Por qué? Es la industria alimentaria. Curiosamente, los
cereales modernos son mucho más adictivos que sus predecesores. EL GLUTEN se descompone en el
estómago en una mezcla de polipéptidos que pueden atravesar la
barrera hematoencefálica. Una vez
que tienen acceso al cerebro son
capaces de adherirse a los receptores
de morfina para producir una sensación
de éxtasis. Este es el mismo
receptor al cual se adhieren los opiáceos, produciendo así un efecto
placentero y muy adictivo. EL
GLUTEN puede cambiar nuestra bioquímica al
nivel del centro de placer y la adicción y tiene el potencial de dañar,
sin que lo sepamos.
Poco a poco vamos encontrando lo que siempre decimos, la
nutrición desempeña un papel fundamental en la
salud de los seres humanos. En muchas ocasiones experimentamos dolores y
molestias momentáneas o persistentes que solemos relacionar con una gripe o el estrés, por ejemplo migrañas, congestión, dolores abdominales…,
pero que no tienen una causa aparente. Sin embargo, en la mayoría de las
ocasiones estos malestares están relacionados con el consumo de GLUTEN. Aunque no seas celíaco, EL GLUTEN es una molécula compleja formada por dos grupos principales de proteínas: las gluteninas y las
gliadinas, se puede ser alérgico o
intolerante a cualquiera de ellas o a alguna de las 12 unidades distintas que componen
la gliadina y desconocerlo.
La gliadina no se descompone durante la digestión: estas macromoléculas no digeridas pueden
actuar como antígenos,
provocando una respuesta inmune
mediada por anticuerpos,
particularmente si pasan a través de la mucosa
intestinal a la sangre. El hecho de que los anticuerpos anti-gliadina se puedan encontrar en el torrente sanguíneo, indica que ésta no
se descompone totalmente en sus aminoácidos
constituyentes.
La cualidad
pegajosa del GLUTEN interfiere en la descomposición
y absorción de nutrientes. La
comida mal digerida deja un residuo
pastoso en el intestino, que alerta
al sistema inmune para que se ponga
a la defensiva, lo que a la larga desencadena un ataque contra el intestino delgado. Cuando el
cuerpo reacciona de forma negativa a la comida, intenta controlar el daño
enviando moléculas mensajeras desde el sistema inmunológico, que inician una
reacción inflamatoria para
marcar como enemigas a las partículas
del alimento. El proceso suele causar daños en el tejido y las paredes del intestino, dando como resultado el “Síndrome del Intestino Permeable”.
Una
vez que EL GLUTEN sensibiliza el intestino, este se vuelve más permeable por lo que todo tipo de proteínas previamente excluidas, incluyendo la caseína y otras proteínas de los lácteos, tienen acceso
directo a nuestro torrente sanguíneo
y ponen a prueba nuestro sistema
inmunológico. El proceso de permeabilización
intestinal, al principio deja síntomas como malestar abdominal, gases, nauseas, diarrea, estreñimiento y molestias
estomacales. Pero, curiosamente cuando no hay síntomas de este tipo, la
persona puede estar siendo víctima de un ataque silencioso a cualquier otra
parte del cuerpo, por ejemplo el sistema
nervioso. Una vez que se tiene el intestino
permeable, se es más susceptible a las alergias de todo tipo. La inflamación constante nos pone en riesgo de desarrollar
cualquier enfermedad autoinmune. Nuestra
salud depende, en gran medida, de mantener una barrera entre el
intestino y el torrente sanguíneo.
Nuestra dependencia del
consumo de las harinas y subproductos de las mismas, ya sea pan, pasta, masa para pizza… genera inflamación. Cuando la
inflamación es constante y se cronifica, el proceso inflamatorio se descontrola y se liberan sustancias químicas dañinas, llamadas citocinas, que perjudican nuestra
salud.
La inflamación está
detrás de muchos problemas neurológicos. La
sensibilidad al GLUTEN parece estar involucrada a la mayoría de las enfermedades crónicas, incluyendo todas
aquellas que afectan al cerebro,
debido a que EL GLUTEN afecta
al sistema inmunológico.
La intolerancia al
GLUTEN es
provocada por los altos niveles de
anticuerpos contra la gliadina. Cuando el
anticuerpo se combina con esta
proteína, se activan unos genes particulares. Una vez
activados estos genes, las citocinas pueden actuar
contra el cerebro, dañar su tejido y
dejarlo vulnerable a la disfunción y a la enfermedad. Los alimentos son mucho más que proteínas, carbohidratos, grasas y
micronutrientes, estos realmente representan información.
El
profesor inglés Marios Madjivassiliou afirma, sin reservas, que aunque no
todos tengamos la misma intolerancia al
GLUTEN, es posible que todos seamos sensibles
al GLUTEN, desde el punto de vista neurológico.
En problemas como el Alzheimer,
la esquizofrenia, el Parkinson, la Epilepsia, la Depresión, el Trastorno
bipolar, la Esclerosis Múltiple e incluso el TDHA y el Autismo se dan niveles
altos de citocinas inflamatorias.
El Dr. Perlmutter en
su libro “Grain Brain”, revela cómo y por qué los azúcares y carbohidratos destruyen el cerebro, y cómo alimentarse para beneficiar nuestra salud neurológica. Él cita la
investigación de la Clínica Mayo,
que revela que las dietas ricas en
carbohidratos se asocian con un riesgo de un 89% mayor de demencia,
mientras que las dietas ricas en grasas
saludables están asociadas a un riesgo del 44% menor. Esta combinación de muy poca azúcar y carbohidratos, junto con una mayor cantidad de grasas saludables es la clave para
abordar no sólo la enfermedad de Alzheimer,
sino la diabetes y también las
enfermedades cardiacas.
La Dra. Natasha
Campbell-McBride,
otra neuróloga ocupada en la solución a los problemas cerebrales, en especial al autismo, llegó a la misma conclusión que el Dr. Perlmutter. Esencialmente, la prevención y el tratamiento de los trastornos
neurológicos requieren de una restricción severa de GLUTEN y caseína.
Excluir El GLUTEN
de nuestra dieta, nos aleja de múltiples problemas de salud. A nuestro cuerpo le cuesta
digerirlo. Pero, independientemente de la celiaquía, lo más llamativo es que también afecte a la función cerebral y que haya
experimentos que relacionen su consumo con problemas
mentales serios. Para solucionar problemas
cerebrales y prevenirlos, existen estrategias que van dirigidas a una vía
de genes especifica llamada BDNF o factor neurotrófico derivado del cerebro, que promueve el
crecimiento de células cerebrales y la
conectividad, tal y como se demostró en resonancia magnética. Las estrategias de vida que promueven la
neurogénesis y el recrecimiento de
las células cerebrales incluyen:
Ejercicio. En un estudio de un año de duración,
los individuos que se involucraron en un programa
de ejercicio, hicieron crecer y expandir el centro de memoria celular de 1 a 2% al año.
No tomar GLUTEN ni
caseína.
Reducir el consumo
total de calorías.
Reducir mucho el
consumo de carbohidratos.
Aumentar el consumo de
grasas saludables.
Aumentar el consumo de
grasas omega-3 y reducir el consumo de omega-6 (es decir aceites vegetales
procesados) con el fin de equilibrar la correlación entre ambos.
El pan y otros
productos con gluten están muy buenos, máxime cuando, como hemos dicho,
son adictivos, es
decir, nos gustan mucho y nos hemos quedado enganchados a ellos. Sin
embargo, como vemos, EL GLUTEN afecta
negativamente a la salud de nuestro cuerpo, a todo él, ya que
genera inflamación, pero
son especialmente nuestro intestino y
nuestro cerebro los que
más sufren con su consumo.
Se puede comer sin pan
y sin tantos carbohidratos.
Fomentar el consumo de
vegetales, semillas y frutas de temporada facilita la depuración y la
recuperación del estado natural de nuestro intestino, de nuestro cerebro y
de todo el funcionamiento de nuestro cuerpo.
Elige
lo natural para vivir en armonía.
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