La comida que comes
puede ser la más poderosa forma de medicina o la forma más lenta de veneno.
Ann Wigmore.
Nuestras abuelas
solían tomar manzanilla con
regularidad y como remedio a ciertos malestares
comunes. Lo que ellas probablemente no sabían, es que la apigenina, presente en sus infusiones
y en los vegetales, especialmente en el apio y el perejil,
pudiera actuar como preventivo de
ciertos problemas de salud
que ahora son tan conocidos para nosotros.
La
apigenina
es un tipo de flavonoide,
perteneciente al grupo de las flavonas.
Los flavonoides constituyen el grupo
más importante dentro de los polifenoles
y son muy comunes en las plantas. Su estructura les permite presentar una
multitud de sustituciones y variaciones dando lugar a flavonoles, flavonas, flavanonas, flavanololes, isoflavonoides, catequinas,
calconas, dihidrocalcona, antocianidinas, leucoantocianidinas o, flavandiol,
proantocianidinas o taninos condensados (taninos no hidrolizables). De
todos ellos las flavonas, apigenina,
luteolina y diosmetina y los flavonoles, quercetina, mirecitina y kampferol
son los compuestos más abundantes en los vegetales
y se encuentran preferentemente en las capas más superficiales de verduras, frutas, cereales y otras semillas
para proteger de la oxidación los tejidos de las capas inferiores.
El interés en los datos
etnofarmacológicos aportados por la medicina tradicional, junto con la
incorporación de nuevas técnicas sencillas y rápidas han puesto en evidencia
muchos de los efectos beneficiosos de los flavonoides,
lo que ha reactivado el interés por su conocimiento. Son compuestos con enorme potencialidad terapéutica y pueden
funcionar como agentes preventivos
de muchas enfermedades.
Se sabe que los flavonoides
cumplen diferentes funciones en las plantas.
Actúan como antioxidantes, protectores
de las radiaciones ultravioletas o como antibióticos contra microorganismos
fitopatógenos, pero también cumplen otras muchas funciones. Las flavonas primarias son pocas e incluyen
a la luteolina y la apigenina. Estos
compuestos pueden combinarse con varios azúcares y de diferentes maneras, dando
como resultado la formación de miles de diferentes glicósidos de flavonas.
Su capacidad antioxidante, antibiótica y protectora es la misma que nosotros
aprovechamos cuando ingerimos frutas y
verduras. Esta es la actividad
biológica que se puede considerar responsable de su efecto preventivo, sobre enfermedades muy frecuentes en los países
desarrollados como el cáncer, los
problemas cardiovasculares o los cerebrovasculares.
La apigenina es muy frecuente en verduras como el perejil, la
cebolla, el apio, el té, el pomelo o plantas para infusión, como la manzanilla
o el tomillo. Este compuesto está reconocido como un flavonoide bioactivo que posee propiedades
antiinflamatorias, antioxidantes,
antiangiogénicas, antialergizantes, antigenotóxicas y anticancerosas.
Además, está demostrado que puede ayudar a aumentar la capacidad mental, ya que
según se ha investigado, se une a los receptores
de estrógeno, lo que afecta al desarrollo,
la maduración, función y plasticidad del sistema nervioso:
"... Con el simple hecho de agregar un
compuesto vegetal llamando apigenina a las pluripontentes células madre
humanas, se convierten en neuronas después de unos pocos días. También
observamos que las neuronas podrían hacer conexiones más sofisticadas entre
ellas, después del tratamiento con este compuesto natural”.
Día a día aparecen más y más publicaciones sobre la actividad farmacológica de la apigenina. Recientemente se ha informado acerca del aislamiento de apigenina de los extractos acuosos de Matricaria recutita (manzanilla) cuya
aplicación demostró un claro efecto
ansiolítico en ratones, sin producir sedación ni actividad relajante
muscular o actividad anticonvulsivante, a las dosis similares de las clásicas benzodiazepinas.
El mecanismo de acción de los flavonoides, que podría justificar todas estas actividades, aún no ha
sido completamente dilucidado, pero en la mayoría de los casos se ha podido demostrar
que los flavonoides pueden afectar
la actividad de numerosas enzimas, actuando como inhibidores o como inductores.
Se ha probado que estos compuestos poseen actividad para atrapar radicales libres, quelar ciertos metales y
afectar la fosforilación de las proteínas celulares.
Por otro lado, los estudios epidemiológicos sugieren que una alimentación rica en apigenina podría reducir el riesgo de
aparición de determinados cánceres,
en particular los de mama, tubo
digestivo, piel y próstata. Este flavonoide
posee propiedades quimiopreventivas y
antiinflamatorias. En experimentos sobre ratas, el consumo de apigenina, ayudó a la desaceleración de
los procesos cancerosos y a la
disminución del tamaño de los tumores.
Los vasos sanguíneos que alimentan a
los tumores también encogieron y
restringieron el flujo de nutrientes
a las células tumorales, lo que les
impidió consumir nutrientes
necesarios para que su propagación fuera posible.
Andrea Doseff, genetista molecular de la Universidad de Ohio, llevó a cabo un
estudio, recientemente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science, tras el que constata
que la apigenina puede detener
la propagación del cáncer.
Para llegar a tal conclusión, Doseff analizó la acción de la apigenina
sobre células con cáncer de mama. En el experimento pudo
observar que el flavonoide se
unía a la proteína hnRNPA2, factor
importante para la inducción del proceso de replicación celular. Al unirse a dicha proteína, la apigenina corregía
anormalidades en el ARN y así,
prevenía la producción celular
desmedida típica del cáncer.
En otro estudio sobre el cáncer
de mama, se pudo ver que la apigenina
trabaja incluso en tumores de mama
mortales de rápido crecimiento, a través de la inhibición del crecimiento
celular y la expresión de la supresión de un gen, que se sabe que está asociado con el crecimiento de los tumores.
Además, Doseff pudo
comprobar que la apigenina se unía a
otras 160 proteínas, lo que
convertía a este flavonoide en un “nutracéutico”, es decir, un nutriente con amplias cualidades
benéficas para la salud. Esta
funcionabilidad convierte a la apigenina
en un elemento valioso que rebasa los efectos de muchos medicamentos, ya que
éstos sólo actúan sobre una proteína
en específico. También inhibe la liberación de prostaglandina, de nitrito y
de ácido araquidónico.
La
apigenina tiene también propiedades destoxificantes. Por esta vía podrían ser eliminados de nuestro
interior los tóxicos de los
medicamentos, los xenobióticos (carcinógenos y otros químicos) y sustratos
endógenos como la bilirrubina y los esteroides.
La apigenina, igualmente, reduce la fragilidad de los capilares sanguíneos, reforzando la matriz dérmica que sostiene la red microvascular. Las ojeras de coloración
vascular están directamente asociadas al estado de la red sanguínea. Una disminución de la microcirculación sanguínea
provoca capilares sanguíneos más
oscuros, más marcados y más visibles. Cuando esto ocurre, las paredes vasculares están menos
elásticas y estancas y crean localmente una dilatación y una estasis sanguínea.
Este estancamiento
sanguíneo provoca una permeabilidad
capilar y el paso de la sangre de
los capilares hacia el medio intersticial. La hemoglobina se acumula entonces en la zona infraorbital y se degrada por oxidación
en biliverdina, bilirrubina o en hierro. La biliverdina es un pigmento
verde oscuro-violeta y la bilirrubina un pigmento de anaranjado a rojo-marrón
oscuro. Estos pigmentos, al
acumularse en la epidermis y en la dermis, son los que provocan la
coloración característica del cansancio
bajo los ojos.
Dedicamos muchos de nuestros esfuerzos y dinero
para la financiación de proyectos que ayuden a encontrar solución a problemas
como el cáncer. Sin embargo, numerosas
investigaciones han evaluado la capacidad antioxidante
de los flavonoides frente a los radicales libres, y la protección que estas
sustancias brindan ante enfermedades
degenerativas, cardiovasculares y cerebrovasculares.
El alimento es nuestra
mejor medicina. Los vegetales, frutas y verduras son
muy generosos en polifenoles y, por
tanto, en antioxidantes. Su consumo rico
y agradable y sus beneficios cuantiosos. La naturaleza lo contiene todo, no
existe nada, ni tan siquiera, lo que nos hemos atrevido a modificar que no
proceda de ella.
Como hemos indicado, se puede aumentar el consumo de apigenina al comer apio, perejil o manzanilla. Pero también es un flavonoide presente en las manzanas,
el tomillo, la albahaca, el orégano, el cilantro, la endibia, el brócoli, las
cerezas, el puerro, las cebollas, los tomates, las uvas, el té, las judías
secas y la cebada.
Además de lo antes expuesto, el apio tiene otras posibilidades. El zumo de apio, espinaca, zanahoria y perejil, el apio en ensalada, el
apio mezclado con otras diferentes verduras y frutas, el licuado de apio, la
decocción, la crema… son muy saludables y eficaces para ayudar a solucionar
o tratar otros múltiples problemas de salud
o favorecer la solución a problemas que consideramos como normales con la
edad, ya sea la hipertensión, el colesterol,
los problemas cardiovasculares, la diabetes tipo 2, la impotencia, la
eliminación de gases, la limpieza del hígado y los riñones y la pérdida de peso.
El perejil, por su
parte, es el mejor tratamiento para limpiar los riñones y el hígado. Además,
es un potente antioxidante, actuando
como rejuvenecedor de la piel. Contiene
Betacaroteno, es rico en minerales
como calcio, fósforo, hierro o azufre.
Contiene además, clorofila y vitamina C
y ayuda a fortalecer el sistema inmune.
Es diurético y útil para prevenir y
tratar la hipertensión, de manera
natural, ideal para prevenir la anemia,
la anorexia, la debilidad, la fatiga, el cansancio físico y el cansancio mental.
Su consumo favorece el crecimiento del
cabello y las uñas, mejora los problemas de la piel y es muy útil para mejorar las úlceras. Del perejil se
extrae un líquido aceitoso llamado apiol
que puede ser usado contra las fiebres
intermitentes y las neuralgias.
La manzanilla
tiene también otras innumerables propiedades. Es antiinflamatoria, antiséptica, antiespasmódica, sedante, tónica,
digestiva,…y su consumo muy saludable.
Gran parte de las cualidades de los vegetales y verduras se
pierden al ser cocinadas. Con el calor se dañan los antioxidantes y se pierden la clorofila
y gran parte de las vitaminas. Lo más efectivo es prepararse batidos o licuados o comerlos en ensalada.
“No tienes que cocinar
comidas complicadas. Simplemente comida saludable de ingredientes frescos”.
Julia
Child.
FUENTES:
Guía Medicinal de
Plantas. Jorge Valera.
Arango D. et
al. Molecular basis for the action of a dietary flavonoid revealed by the
comprehensive identification of apigen in human targets. Proc Natl Acad
Sci USA 2013.
Advances in
Regenerative Biology, 2015.
Stanford University,
2011.
The European Journal of
Public Health, 2015.
American
Journal of Clinical Nutrition, 2010.
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