Cómo nos Afectan los Compuestos Perfluorados


 "Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa"

Los compuestos perfluorados constituyen una familia amplia de contaminantes, de origen antrópico, entre los cuales destacan el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA). Estas substancias son muy estables y tienen una gran resistencia térmica, química y biológica. Además, son sustancias que se pueden disolver en agua y grasa. Estas características las hace muy útiles para multitud de productos industriales, como cosméticos, productos textiles, revestimientos antiadherentes e impermeabilizantes, productos quitamanchas, productos de limpieza, fitosanitarios, etc.

ACIDOS
SULFONATES
SULFONAMIDES
Perfluorobutanoico (PFBA)
Perfluorobutanosulfonato (PFBS)
Perfluorooctanesulfonamida (PFOSA)
Perfluoropentanoico (PFPA)
Perfluorohexanosulfonato (PFHxS)
Perfluorohexanoico (PFHxA)
Perfluorooctanosulfonato (PFOS)
Perfluoroheptanoico (PFHpA)
Perfluorodecanosulfonato (PFDS)
Perfluorooctanoico (PFOA)
Perfluorononanoico (PFNA)
Perfluorodecanoico (PFDA)
Perfluoroundecanoico (PFUdA)
Perfluorododecanoico (PFDoA)
Perfluorotridecanoico (PFTrA)
Perfluorotetradecanoico (PFTeA)
Perfluorohexadecanoico (PFHxDA)
Perfluorooctadecanoico (PFODA)


Hay muchos tipos de compuestos perfluorados. No obstante, todos ellos son sustancias muy estudiadas, que han sido incluidas en el Anexo B del convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes. Los riesgos para la salud que se han asociado a algunos ácidos perfluoroalquílicos son diversos, e incluyen diferentes tipos de cáncer. En estudios con animales, se han encontrado que algunos PFAS de cadena larga causan toxicidad hepática, alteran el metabolismo de los lípidos y los sistemas inmunológico y endocrino, provocan efectos neuroconductuales adversos, toxicidad neonatal, muerte y tumores en múltiples órganos y sistemas.

Igualmente, algunos compuestos perfluorados como los PFOS y los PFAS son persistentes en el medio ambiente y se acumulan a lo largo de la cadena alimentaria, lo que hace que estén presentes en muchos alimentos comunes.  A esto se suma que son absorbidos casi por completo por el cuerpo humano. Se acumulan principalmente en el hígado y en la sangre, se excretan muy lentamente por los riñones y pueden atravesar la placenta y acumularse en el hígado del feto. Además, estas dos sustancias son el compuesto final de la degradación de muchos compuestos perfluorados en el ambiente y dentro de los organismos vivos.



Desde 2008, la EFSA estableció una ingesta diaria tolerable para el PFOS y el PFOA por Kg y día, basándose en los efectos adversos sobre la síntesis de hormonas tiroideas y la concentración de HDL en la sangre de animales de experimentación, pero nada está claro ni es seguro, ya que muchos de estos compuestos se detectan ahora en grandes cantidades en los seres humanos.

Cómo se trata de sustancias bioacumulables, los alimentos convencionales tienen porcentajes variables de compuestos perfluorados. En un estudio realizado en Cataluña se encontraron PFCs en algunas carnes y sus derivados, pescados y mariscos, verduras y hortalizas, en tubérculos, frutas, huevos, leche, derivados lácteos, pan y cereales, legumbres, aceites, grasas y bollería. Por tipo de alimento, la aportación más considerable de PFOS la hace el pescado y el marisco, con 119,71ng/día, que representa el 93% del total, seguido a mucha distancia por el grupo de las verduras y hortalizas, con 3,40 ng/día y por la carne y sus derivados, con 3,30 ng/día.

En cuanto a la distribución de la ingesta de PFOA, el grupo de pescado y marisco es el mayor aportador, con 103,62 ng/día, pero sólo representa un 29% del total de la ingesta. Otros grupos importantes son la fruta, con 49,95 ng/día (14% del total) y las verduras y hortalizas, con 46,69 ng/día (13% del total).

Aunque atendiendo a estos datos, la EFSA afirma que el consumo de estas sustancias está muy por debajo de lo recomendado, hay muchas más fuentes de procedencia de estos compuestos tan conflictivos, que afectan seriamente al cuerpo y en cuyo interior permanecen aproximadamente cinco años. Se han observado efectos muy adversos sobre el hígado, la reproducción, el desarrollo, el sistema inmunitario, el sistema hormonal y el metabolismo lipídico. Aunque no son genotóxicos, también causan neoplasias por mecanismos indirectos, principalmente de hígado y de glándula tiroides.


Como hemos indicado, los dos compuestos más usados son PFOA, que ha sido ampliamente utilizado para hacer utensilios de cocina antiadherente, y PFOS, que ha sido durante mucho tiempo un ingrediente clave en las telas resistentes a las manchas. Estos dos productos químicos se han relacionado con muchos problemas de salud.

Una vez conocidos los riesgos, se ha ido eliminando su utilización en algunos productos, siendo sustituidos por otros alternativos del mismo grupo. Sin embargo, se han empezado también a detectar posibles problemas con algunas de las sustancias elegidas como sustitutas, pertenecientes al mismo tipo de compuestos. Algunas veces porque su degradación puede originar PFOS o PFOA, otras por los problemas que las sustancias alternativas pueden originar por sí mismas.

El problema es que estas nuevas sustancias son estructuralmente similares a las anteriores, y probablemente poseen muchos de los mismos riesgos ambientales o para la salud. Según algunos informes reportados: “... Los reemplazos más comunes de (PFOA y PFOS) son PFAS de cadena corta con estructuras similares, o compuestos fluorados con segmentos unidos por enlaces éter, que pueden resultar igual de nocivos que los primeros”.

Si bien algunas de las alternativas fluoradas de cadena corta parecen ser menos bioacumulativos, todavía son tan persistentes en el medio ambiente como las sustancias de cadena larga o tienen productos de degradación persistentes. Por lo tanto, un interruptor de cadena corta y otras alternativas fluoradas no podrían reducir las cantidades de PFAS en el medio ambiente. Además, debido a que algunos PFAS de cadena corta son menos eficaces, podrían ser necesarias mayores cantidades para proporcionar el mismo rendimiento.


Entre los problemas de salud posibles, asociados a los compuestos perfluorados están el cáncer, los problemas reproductivos, el hipotiroidismo, los defectos de nacimiento, múltiples daños en el sistema inmune, daños en órganos y otros problemas graves de salud. Además, migran desde los productos de consumo al aire, el polvo del hogar, los alimentos, el suelo y las aguas subterráneas abriéndose paso hacia el agua potable.

Podemos encontrar PFC en una amplia variedad de productos de consumo, en mayor cantidad en aquellos que están hechos para repeler el agua o resistir el aceite y las manchas. Productos que a menudo contienen estos químicos son:

Los alimentos.

Los recipientes para llevar comida, tales como cajas de pizza y envolturas de sándwiches.

Las ollas, sartenes y utensilios de cocina antiadherentes (teflón y similares).

Las bolsas de palomitas de maíz para microondas.

La ropa impermeable, para repeler el sudor o aislante.

Las tiendas de campaña.

La ropa con repelentes a las manchas o al agua.

Las prendas deportivas, salvo dos chaquetas, una de Vaude y la otra de Jack Wolfskin, una mochila de la marca Haglöfs y un par de guantes de The North Face.

Los productos para manchas de ropa y muebles.

Los alfombrados y los tratamientos para alfombras.

Ciertos cosméticos, especialmente las sombras de ojos, las bases, el polvo facial, el bronceador y el colorete.


Es probable que algunos envoltorios de comida, envases de bebidas, cajas de pizza y otros envases de alimentos puedan no contener PFOA, pero no por eso son necesariamente buenos, ya que los productos químicos de reemplazo de PFOA no se han evaluado de manera adecuada en cuanto a seguridad, y los nombres, composición y efectos sobre la salud de la mayoría están escondidos como secretos comerciales. Esta generación de PFC se utiliza en envoltorios de comida impermeables a la grasa, ropa impermeable y otros productos.

Para evitar la exposición a estos químicos nocivos, es aconsejable:

Comer principalmente alimentos frescos, crudos y a ser posible ecológicos.

Evitar los alimentos procesados y pre-envasados ​​de todo tipo.

Almacenar los alimentos y bebidas en vidrio en lugar de plástico y evitar usar envolturas de plástico y alimentos enlatados.

Utilizar sólo productos de limpieza naturales.

Utilizar productos de higiene personal naturales: champú, pasta de dientes, desodorantes y cosméticos.

Evitar usar ambientadores artificiales, suavizantes u otras fragancias sintéticas.

Reemplazar las ollas y sartenes antiadherentes por utensilios de cocina de cerámica, acero quirúrgico o de vidrio.

Usar ropa con tejidos naturales.


En conclusión, los compuestos perfluorados (PFC) se utilizan ampliamente en la industria para una gran variedad de funciones, pero no se desintegran rápidamente, permanecen en el medio ambiente durante un tiempo prolongado y afectan muy negativamente nuestra salud. Una vez detectados, tienen una vida media de eliminación de 5 años entre los seres humanos. Pueden ser transferidos a través de la placenta hacia el feto, y los niños pueden estar expuestos a los PFC a través de la leche materna y el polvo ambiental.

Es importante conocer los riesgos que conlleva su uso porque nosotros somos los compradores y por tanto los únicos responsables de los problemas que puedan ocasionarnos. Sin demanda no hay oferta, demandemos productos de calidad.

Todos los productos químicos (detergentes, decapantes, antipolillas, plaguicidas, desatascadores, disolventes, quitamanchas, alcohol de quemar, aceite de lámparas, sosa cáustica…) deben ser clasificados, envasados y etiquetados de manera específica, debido a su contenido peligroso para la salud humana y el medio ambiente. Es aconsejable que miremos las etiquetas con detenimiento, antes de comprar.

"La libertad significa responsabilidad; por eso, la mayoría de los seres humanos le tienen tanto miedo".



FUENTES:

Only One Chance. Philippe Grandjean. Paperback, 2013.

Disruptores endocrinos. Nuevas respuestas para nuevos retos. CCOO Istas.Octubre, 2012.

Silent Spring. Raquel Carson. Editor Houghton Mifflin; Edición: Anniversary, octubre de 2002.



Lucía Madrigal              



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