ENTREVISTA a Damiá
Barceló, director del Instituto Catalán de
Investigación del Agua (ICRA) y vicedirector del Instituto de Diagnóstico
Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del CSIC, donde se realizan diversos
estudios sobre la presencia de los compuestos
perfluorados (PFC) en el agua y los alimentos. Estas sustancias químicas
son muy habituales en el medio ambiente y tienen efectos nocivos sobre la salud.
A estas alturas no cuentan con una regulación específica en España.
- ¿Qué son los
compuestos perfluorados (PFC)?
Son compuestos de flúor y carbono, que se utilizan mucho en
detergentes, disolventes, en la industria del teflón para utensilios de cocina, el velcro, como retardantes de
llama en muebles o alfombras, y también en algunos tipos de envoltorios y
envases. Son productos con un uso muy amplio en la sociedad industrial. Ahora
se ha limitado el uso de algunos de estos compuestos, pero otros todavía se
están utilizando en gran medida.
- ¿Cómo entran los PFC
en el organismo humano?
Una de las vías principales es el agua. Hasta ahora habíamos
comprobado que están presentes en el agua de río y de precipitación, y ahora un
estudio reciente del ICRA ha
confirmado su presencia también en el agua del grifo de las siete ciudades más
pobladas a lo largo del Ebro (Barcelona,
Tortosa, Lleida, Logroño, Miranda, Zaragoza y Pamplona). Las
concentraciones más elevadas se han encontrado en Barcelona; era de esperar porque es el área más industrializada.
Son, en cualquier caso, porcentajes que no suponen por si solos un riesgo para
la salud humana.
Otra vía muy importante es la alimentación, sobre todo por
los efectos de los envoltorios, y es eso lo que estamos estudiando ahora, para
intentar determinar cuál sería el límite seguro de ingesta de estos compuestos.
También nos llegan por el polvo, por aspiración, sobre todo en lugares con
mobiliario que tiene retardante de llama.
- ¿Qué efectos para la
salud tiene la presencia de PFC en nuestro organismo?
Depende de varios factores, y el peso es uno muy importante.
Un recién nacido tiene mucho más riesgo que un adulto, porque depende de la
cantidad de sustancia por kilo de persona. Los efectos se están estudiando,
pero uno de los que se ha visto por ahora es que pueden afectar la tiroides. No
se puede afirmar que todas las alteraciones de tiroides sean causadas por estos
productos, pero sí que se ha visto una relación en algunos casos, sabemos que
es allí donde actúan.
- ¿Qué regulación hay
ahora mismo?
Se han empezado a regular los PFCs que se han utilizado más, y los que se ha visto que producían
efectos sobre la salud: el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) y el ácido perfluorooctano (PFOA). Pero sólo están regulados por algunas agencias, como la agencia
europea de seguridad alimentaria (EFSA),
que marca el límite diario por kilo de persona de estas sustancias. No
obstante, no dice nada del agua. Los contaminantes en el agua sólo están
regulados en Alemania. En España no tenemos ninguna regulación específica
ahora mismo.
Y la legislación va muy lenta. Primero hay que hacer las
investigaciones y obtener resultados claros, demostrar que hay efectos, y
después aún se tardan años hasta que se plasman en leyes, entre otras cosas, por
las presiones de las empresas que fabrican los productos. Y, además, hay que
tener en cuenta que cuando se prohíbe una sustancia, normalmente se sustituye
por otra que, a la larga, también puede resultar tóxica.
- Estos productos
tienen una larga duración. ¿Por qué?
Son contaminantes persistentes, porque son compuestos muy
estables y son muy costosos de destruir químicamente. Pueden durar años, y van
pasando a través de los diferentes estadios de la cadena alimentaria: desde el
agua entran en los animales, y siguen la cadena trófica, del pescado pequeño al
más grande, para entendernos, hasta nosotros. Se acumulan en los lípidos, y en
humanos hemos encontrado en el suero, el hígado y la leche materna.
- ¿Qué presencia tienen
en la leche materna?
Hicimos un estudio con 20
mujeres embarazadas de Barcelona, de
manera totalmente voluntaria y confidencial, para analizar los niveles de PFCs en la leche materna, durante los 40 días posteriores al parto. Los
detectamos, en la mayoría, de los casos en niveles bajos. Pero una de las
mujeres que participó en el estudio mostraba unos resultados por encima de los
límites de riesgo. Descubrimos que se trataba de una persona que trabajaba en
contacto con disolventes desde hacía años, y le recomendamos que no diera leche
materna a su hijo, porque los valores que presentaba, ingeridos por un neonato,
estaban por encima de lo que recomienda la EFSA.
El estudio también analizaba fórmulas infantiles (preparados de leche para neonatos) y
alimentos de cereales para bebés, y también se encontraron PFCs, seguramente provenientes del empaquetado, pero que no
superaban los límites marcados por la EFSA.
Ahora estamos ampliando todos estos estudios, en colaboración con médicos y
hospitales, para poder determinar cómo se regularán estos contaminantes.
- ¿Cómo podemos reducir
la entrada de PFCs?
Una gran mayoría están relacionados con los envoltorios de
los alimentos, pero todavía estamos estudiando qué tipos de envases son los que
más llevan. De momento no podemos generalizar, pero se puede tratar de
reducirlos. Por ejemplo, en el caso de las frutas y verduras, mejor comprarlas
al por mayor que no envasadas. Y evitar la comida rápida con muchos
envoltorios. También sería bueno reducir el uso de disolventes en la casa, y
los productos de teflón. Y con el tiempo, estoy seguro de que los PFCs se acabarán regulando.
- En cuanto al agua de
consumo humano, ¿es más recomendable beber agua mineral que agua del grifo? Y
los filtros, ¿qué hacen?
No hay que preocuparse por la calidad del agua del grifo,
porque pasa muchos controles y muchos tratamientos, que garantizan que su consumo no
conlleva ningún efecto negativo para la salud de las personas. La de río ya es
otra cosa, porque se han detectado muchas sustancias que podrían ser un riesgo.
Y no es que en Cataluña haya más
contaminación que en otros lugares, pero aquí se ha investigado mucho y por eso
sabemos más.
En cuanto al agua embotellada, depende. Si va en botella de
plástico, hay que tener en cuenta que algunas tienen bisfenol-A, que es un disruptor endocrino, con consecuencias, por
ejemplo, como el adelanto de la menstruación en niñas. Varios estudios en Alemania han mostrado que los envases
de plástico son perjudiciales, incluidos los biberones. De hecho, ahora ya hay
una empresa catalana que está fabricando biberones sin esta sustancia. Para el
agua embotellada, pues, es más recomendable el envase de vidrio.
Con los filtros, hay de muchos tipos, y es importante hacer
un buen mantenimiento. Pero en principio son útiles para sacar algunas sustancias.
Hay que tener cuidado, pero porque si se sacan demasiado minerales con desionización, hay que remineralizar el
agua. No se puede dar un consejo general, hay que mirar caso por caso. Los de
carbono, por ejemplo, son buenos para mejorar el gusto. Sobre todo, es
imprescindible seguir las instrucciones de cada filtro al pie de la letra.
FUENTES:
Sostenible.cat.
Econoticias.com
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