Nacida en Francia
en 1940 y residente en Quebec, Canadá, desde los 28 años, estamos ante una de las
autoras más importantes sobre crecimiento
interior y espiritualidad.
Quizá sorprenda que comenzara su vida académica como licenciada en Ciencias Exactas (Matemáticas), investigadora de Economía, profesora en
la Sorbona de París, además de licenciada en Música y docente de canto y órgano
clásico y electrónico. Con todo, a principios de los años 70 se trasladó a la India y participó en la creación de la
comunidad internacional de Auroville,
en contacto con maestros espirituales como Sri
Aurobindo y Jiddu Krishnamurti.
Del estudio del yoga
y la espiritualidad oriental se
dirigió a la psicología holística y
el desarrollo personal, ámbito en el que es una autoridad desde su Instituto
para el Desarrollo de la Persona,
fundado en 1982.
Autora de libros como “El
poder de elegir”, “La libertad de ser”, “El maestro del corazón”, imparte
talleres, conferencias y cursos uniendo lo creativo con el rigor científico y
su conocimiento de la psique humana.
Que el corazón tiene
cerebro es una metáfora, ¿no?
No. Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado
con más de 40.000 neuronas y una
compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.
¿Es inteligente?
Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar
a la acción independientemente del cerebro;
y que puede aprender, recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de
conexiones que parten del corazón y
van hacia el cerebro de la cabeza.
Primera...
La comunicación neurológica mediante la transmisión de
impulsos nerviosos. El corazón envía
más información al cerebro de la que
recibe, es el único órgano del cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o
activar determinadas partes del cerebro
según las circunstancias.
¿Significa eso que el
corazón puede influir en nuestra manera de pensar?
Puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones.
Segunda conexión...
La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores.
Es el corazón el que produce la
hormona ANF, la que asegura el
equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la
producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.
Tercera...
La comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece
ser que a través del ritmo cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro
y al resto del cuerpo.
Cuarta...
La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los
órganos del cuerpo, 5.000 veces más
intenso que el del cerebro. Y se ha
observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo,
frustración o estrés se vuelve caótico.
¿Y se ordena con las
emociones positivas?
Sí. Y sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del
cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean
reciben la información energética contenida en nuestro corazón.
¿A qué conclusiones nos
llevan estos descubrimientos?
El circuito del cerebro
del corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza. ¿No será este nuevo circuito un paso más en
la evolución humana?
¿...?
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es
armoniosa, de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona
tiene emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es
desordenada, con ondas incoherentes.
¿Aparece con las
emociones negativas?
Sí, con el miedo, la ira o la desconfianza. Pero hay más: las
ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es
decir, que el corazón arrastra a la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es
un estado de conciencia inteligente…
Ya ve, el cerebro del
corazón activa en el cerebro de la
cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que
interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo
circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato,
instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.
Parece ciencia ficción.
Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de
coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una
inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.
Pues parece que nadie
lo utilice...
Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible
para un gran número de personas.
¿Y cómo puedo activar
ese circuito?
Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el
prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las
diferencias, el coraje...
¿Santos las 24
horas?
Es la práctica de pensamientos y emociones positivas. En
esencia, liberarse del espíritu de separación y de los tres mecanismos
primarios: el miedo, el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están
anclados profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir
millones de años.
¿Y cómo nos libramos de
ellos?
Tomando la posición de testigos, observando nuestros
pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos
pueden hacer sentir bien. Debemos aprender a confiar en la intuición y
reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en
lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior.
Ya.
Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva
periodos de soledad, medite, contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en
grupo, viva con sencillez. Y pregunte a su
corazón cuando no sepa qué hacer.
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